SEQUIA

Los Andes en peligro: cómo extraer el litio que nos está dejando sin agua en el norte

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El boom del litio está agotando el agua de los Andes, entre modelos erróneos y la minería que cada vez consume más. El futuro verde podría costarnos demasiado.

Un estudio nuevo tiró abajo todo lo que se creía sobre el agua en el Triángulo del Litio: hay diez veces menos de lo que decían los modelos anteriores. Mientras el mundo se desespera por baterías “verdes”, en los Andes se nos están secando los humedales, las lagunas y hasta la esperanza de un desarrollo justo.Le erraron por goleada: hay mucha menos agua en los Andes de la que decían

Durante años, todos (científicos, empresas y gobiernos) se guiaban por modelos globales que, se suponían, mediaban bien la cantidad de agua dulce que entra a los salares del Triángulo del Litio. Pero ahora, un grupo de investigadores de universidades estadounidenses metió mano, armó su propio modelo y descubrió que esos datos muy errados.

Mientras los modelos anteriores decían que las cuencas andinas recibían entre 90 y 230 mm de agua por año, el nuevo modelo (LiCBWA, para los que les gustan las siglas) mostró que en realidad la mayoría recibe entre 2 y 33 mm. Es decir, un promedio de apenas 11 mm, razón por la cual se están secando los humedales a tamaña velocidad.

Encima estamos hablando de zonas altísimas, áridas, y casi sin sensores o estaciones meteorológicas. Es decir, ahora que se estudió bien, se confirma lo que muchos sospechaban: el agua es muchísimo más escasa de lo que las minerales querían admitir.Litio: el oro blanco que se está chupando todo

El litio es el mineral para la transición energética que aparece en todos. Lo tenemos en el celular, en la computadora, en el auto eléctrico, en todo. Pero sacarlo del suelo no es tan “verde” como lo venden. En el norte argentino, por ejemplo, se lo extrae de salares como el del Hombre Muerto o el de Olaroz, donde hay lagunas saladas llenas de vida… que hoy están en peligro.

¿Cómo se saca el litio? Tradicionalmente se hacía por evaporación: se saca la salmuera, la ponés a secar al sol, y listo. Lento, pero no tan voraz con el agua. El tema es que ahora llegó la “novedad”: el Direct Lithium Extraction (DLE), que usa hasta 10 veces más agua que el método anterior. Un dato que mete miedo: de los sitios con DLE en el Triángulo del Litio, más de la mitad ya consume más agua que los métodos viejos , y un 31% de ellos gastan diez veces más. O sea, no sólo hay poca agua, sino que estamos usando la poca que hay como si sobrara.

Y mientras tanto, los ecosistemas locales —con flamencos, vicuñas, especies únicas— están cada vez más frágiles. Y ni hablar de las comunidades originarias que viven de esa agua, la cuidan hace generaciones y ahora ven cómo se les escurre entre los dedos.

Los investigadores son claritos: el litio es necesario, sí. Pero si no planeamos cómo usar el agua de manera responsable, esto va a terminar muy mal. Hay que medir mejor, monitorear todo el año, y sobre todo dejar de tomar decisiones con planillas que no reflejan la realidad del territorio. Porque una cosa es querer un mundo más limpio, y otra muy distinta es secar los Andes para enchufar la bicicleta eléctrica. ¿Queremos un futuro verde? Que no sea con el norte argentino hecho polvo.

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Formosa, a contramano de Bahía Blanca: Sequía extrema y desesperación

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Formosa vive una realidad climática muy dura y hay mucha preocupación en el campo. Afecta a gran parte del norte.

La provincia de Formosa transita horas desesperantes por una sequía extrema que golpea gran parte de su territorio y el campo. Mientras el foco está puesto en Bahía Blanca por una inundación sin precedentes, la realidad en el norte de Argentina es diametralmente opuesta a nivel climático.

La sequía, que golpea a otras provincias como Chaco, Santiago del Estero y buena parte del norte de Santa Fe, provocó que productores formoseños eleven el reclamo al Gobierno provincial para la declaración de la emergencia agropecuaria. Según el sitio especializado Bichos de Campo, el pedido fue dirigido a la administración de Gildo Insfrán y busca destrabar ayuda estatal para pequeños y medianos productores ante una situación con pocos antecedentes.

Al respecto, la Sociedad Rural Argentina apuntó la necesidad de socorro por parte de los distintos niveles estatales ante el peligro de quiebra de cientos de empresas y la pérdida de miles de puestos de trabajo en una zona de alta vulnerabilidad social.

Es necesario que las autoridades nacionales y provinciales, así como los organismos sanitarios, presten especial atención a la crisis y tomen medidas a la altura de estas circunstancias, señaló la SRA.

Según los productores, la sequía alcanzó niveles inesperados provocando que el ciclo pierda cualquier tipo de rentabilidad. En gran parte de los casos, las campañas apuntan apenas a cubrir los costos de siembra y cosecha, lo que pone en amenaza la vigencia de la actividad agropecuaria en el área.


Sequía y calor, combo fatal

Además de la actividad agrícola, también se ve afectada la ganadería. En ese sentido, con especial foco en Santiago del Estero, productores ganaderos advirtieron un posible quiebre en el ciclo productivo de nuevas cabezas de ganado ya que no se podrá producir el forraje necesario para alimentar los animales.

Ese escenario podría reducir aún más el stock que ya presenta bajas durante los últimos ejercicios a nivel país. Algo que, en góndolas, podría traducirse como un aumento progresivo del precio de la carne afectando directamente a los planes de desaceleración inflacionaria que mantiene el Gobierno nacional.

Respecto al pronóstico, los próximos días no son alentadores según lo previsto por el Servicio Meteorológico Nacional. Tanto para Formosa, como para Chaco, parte de Santiago del Estero y parte de Santa Fe, las temperaturas previstas se mantendrán altas y las precipitaciones no serían tan intensas como para que el suelo recupere la humedad necesaria.

Mientras tanto, en la franja central y el núcleo productivo a nivel agropecuario, el escenario es diferente. Con abundantes precipitaciones sobre el cierre de febrero, la principal área de influencia cuenta con buenos niveles de humedad para encarar el cierre del verano y el paso al otoño.

Muy complejo el panorama en Formosa.


Vacunación contra la fiebre aftosa

Mientras tanto, el Gobierno nacional avanzará de igual manera con la campaña de vacunación 2025 contra la fiebre aftosa establecida por Senasa. La cobertura, que busca alcanzar a la totalidad de las categorías bovinas y bubalinas, se dará en las provincias productoras de Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Catamarca, Mendoza, San Juan, La Pampa y San Luis.

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Los ríos del mundo tuvieron el año más seco en tres décadas

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Inter Press Service – El año 2023 fue el más seco para los ríos del mundo en más de tres décadas, dato que descuella en un panorama de creciente escasez y estés hídrico que incluye a América Latina, indicó un informe divulgado este lunes 7 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, expuso que “los recursos hídricos son un indicador de peligro del cambio climático. Recibimos llamadas de socorro en forma de precipitaciones, crecidas y sequías cada vez más extremas que se cobran numerosas vidas y perjudican gravemente a los ecosistemas y las economías”.

A raíz del aumento de las temperaturas, el ciclo hidrológico se ha acelerado, lo que lo ha vuelto más irregular e impredecible, lo que se traduce en menos agua disponible para las comunidades, la agricultura, la generación de energía y los ecosistemas.

El informe “State of Global Water Resources (Estado de los Recursos Hídricos Mundiales) señala que, en los últimos cinco años consecutivos, los flujos fluviales han sido muy inferiores a los normales, y los flujos de entrada a los embalses han seguido una pauta similar.

Por otra parte, en los últimos 50 años, los glaciares sufrieron la mayor pérdida de masa registrada hasta la fecha, y 2023 fue el segundo año consecutivo en el que todas las regiones del mundo que cuentan con glaciares experimentaron pérdidas de hielo.

Dado que 2023 fue el año más cálido del que se tiene constancia, las elevadas temperaturas contribuyeron a prolongar las sequías.

No obstante, también se produjeron numerosas crecidas a nivel mundial. Los fenómenos hidrológicos extremos se vieron influidos por condiciones climáticas naturales, la transición de La Niña a El Niño a mediados de 2023, así como por el cambio climático inducido por el hombre.

La Niña y El Niño son fenómenos de incremento -alternativo en distintos años- de vientos fríos y cálidos sobre el Pacífico ecuatorial que impactan los regímenes de lluvias y sequías en varias regiones del planeta.

Saulo dijo que con la aceleración del ciclo hidrológico “nos enfrentamos a problemas crecientes de exceso o escasez de agua. Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que favorece las precipitaciones intensas. La evaporación más rápida y la desecación de los suelos empeoran las condiciones de sequía”.

También la fusión de la nieve y los glaciares “pone en jaque la seguridad hídrica a largo plazo de muchos millones de personas. Y, sin embargo, no estamos adoptando las medidas urgentes necesarias”, agregó la secretaria general de la OMM, basada en esta ciudad suiza.

“A pesar de todo ello, es muy poco lo que se sabe sobre el verdadero estado de los recursos mundiales de agua dulce, y no podemos gestionar lo que no medimos”, puntualizó Saulo, al presentar el informe como una contribución para mejorar el monitoreo, intercambio de datos, la colaboración transfronteriza y las evaluaciones.

El informe destacó que América Central, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay se vieron afectados por una sequía generalizada, lo que provocó una pérdida de tres por ciento en el producto interno bruto de Argentina, por ejemplo.

Se registraron los niveles de agua más bajos observados hasta la fecha en el Amazonas, cuya cuenca abraca gran parte de América del Sur, y en el lago Titicaca entre Bolivia y Perú.

La sequía redujo las condiciones de descarga fluvial en 2023, y en todo el continente americano se observaron caudales inferiores a los normales.

Los niveles de humedad del suelo por debajo o muy por debajo de lo normal predominaron en vastos territorios de todo el mundo y América del Norte y América del Sur presentaron condiciones especialmente secas entre junio y agosto.

Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2023, América Central y América del Sur, especialmente Brasil y Argentina, se enfrentaron a una evapotranspiración real muy por debajo de lo normal. En México, esta situación persistió casi todo el año debido a las condiciones de sequía.

En los últimos cinco años consecutivos, los flujos fluviales han sido muy inferiores a los normales, y los flujos de entrada a los embalses han seguido una pauta similar.

Actualmente, 3600 millones de personas carecen de suficiente acceso al agua, por lo menos durante un mes al año, cifra que previsiblemente aumentará hasta superar los 5000 millones de aquí a 2050, según datos de ONU-Agua.

Y el mundo dista mucho de alcanzar el ODS6, entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible referidos al año 2030, sobre agua limpia y saneamiento para todos.

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Cuenca Paraná-Paraguay: cómo producir ante un escenario de bajante

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Los caudales de los ríos Paraguay y Paraná presentan una bajante consecuencia de las escasas precipitaciones registradas durante el invierno y primavera en toda la cuenca, debido a la alta variabilidad climática. Frente a este escenario, técnicos del INTA y del INA analizan la situación actual, comparten las estimaciones para los próximos meses y brindan recomendaciones a los productores.

En más de 100 años de historia hidrométrica, no se registra una situación de sequía hidrológica a este nivel. De acuerdo con información del Instituto Nacional del Agua (INA), el almacenamiento del Alto Paraná persiste por debajo del valor operativo normal y en disminución gradual, con valores cercanos a los observados durante 2022.

“Toda la gran cuenca Paraná-Paraguay está mostrando los efectos de una escasez persistente de lluvias en todo lo que va del año”, indicó Juan Borús, ingeniero del INA. Y agregó que “muy atrás quedó la fugaz crecida de primavera 2023”.

Para Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, lo que ocurre en esta gran cuenca “es un indicador de un ciclo de escasez de agua con el que convivimos los últimos años varios países de Sudamérica, y que se manifiesta no sólo en el curso del río sino también en todos los territorios productivos y biomas de la cuenca”. Incluso, afirmó Mercuri que “el evento El Niño que acompañó gran parte de la campaña 2023-24 con un mejor régimen de lluvias no logró recuperar las reservas naturales de agua y embalses”.

“Agrava esta situación que nuevamente se ha iniciado la primavera con déficit y atraso en las precipitaciones en toda la cuenca, lo que ha sido también una constante de las últimas 5 campañas agrícolas”, explicó el director del CIRN.

En esa línea, Borús llamó a “distinguir las regiones de respuesta rápida ante eventos de las regiones de respuesta reducida” y agregó: “En este comienzo de primavera todo el sistema se encuentra en lo que ya se puede considerar como su piso de caudales en este año”. Sin embargo, aclaró que “hay visos de mayor actividad en esas regiones de respuesta rápida, por lo que un escenario probable es el de una lenta recuperación, quebrando la bajante predominante, sin salir de aguas bajas”.

De acuerdo con Borús, este año se encuadra en un ciclo comenzado en la segunda parte de 2019, cuando comenzó a manifestarse un déficit hídrico predominante en todo el continente sudamericano. “Las similitudes son claras, tanto en lo climático como en lo hidrológico”, aseguró.

En esta línea, explicó que se trata de un ciclo al que aún no se le avizora el fin: “En la historia hidrométrica registrada, de más de 100 años, no se encuentra un ciclo semejante”. Y subrayó: “El actual ciclo es, sin dudas, extraordinario”.

En Itaipú, tanto la afluencia como la descarga se mantienen en niveles de aguas bajas. Los niveles en la cuenca alta del río Paraguay se observan en gradual descenso estacional, significativamente por debajo de lo normal. Sobre el tramo medio se lo observa notoriamente en aguas bajas, en niveles críticos, ya en valores semejantes a los mínimos de 2021 y todavía se prevé persista en leve descenso, de acuerdo con el INA.

El río Paraná se observa en aguas bajas en todo el territorio argentino, debido al déficit sostenido del Alto Paraná y de la cuenca del río Paraguay, aproximándose al mínimo estacional. Por su parte, el río Uruguay se observa en aguas medias, con capacidad de regulación disminuida en relación con el período precedente, estabilizándose y situándose en rango normal.

Los niveles de altura del río Paraguay están en sus mínimos históricos y actualmente los modelos de precipitación para esa cuenca presentan gran incertidumbre, por lo que se esperan niveles bajos de todo el río en los próximos meses.
De acuerdo con Borús, “las causas son climáticas: la evolución de las lluvias a lo largo de los últimos 30 años muestra claramente la total dependencia”. No obstante, “la modificación de los usos del suelo en vastas regiones determina que los extremos climáticos se potencien en extremos hidrológicos severos”, indicó el ingeniero.

Por otro lado, el efecto de regulación de los sistemas de presas de embalse sólo actúa como reductor del rango de oscilación de caudales respecto de los rangos naturales de cincuenta años atrás. “Está claro que esas obras hidráulicas no producen por sí crecidas o bajadas fluviales”, puntualizó.

Ditmar Kurtz, coordinador de Investigación y Desarrollo Tecnológico -del INTA Corrientes explicó que “al 23 de septiembre de 2024, el caudal promedio del río Paraná en la zona de la represa de Yacyretá se situó en el rango de los 8.000 a 9.000 m3/s (EBY 2024)”. Históricamente, el caudal medio del río Paraná varía entre 12.000 y 16.000 m3/s, mientras que el del río Uruguay entre 4.500 y 5.500 m3/s. Para ilustrar, Kurtz señaló que, en “un segundo”, el río Paraná transporta la cantidad de agua suficiente como para regar por inundación, una hectárea durante los tres meses que requiere el cultivo. Es decir, “actualmente y en unas 10 horas el río Paraná transporta el agua suficiente para regar 36.000 hectáreas, y en 20 horas, menos de un día, para regar 72.000 hectáreas casi el 80% del total de lo que se planea sembrar esta campaña en nuestra provincia”.

En la región, si la bajante se agudiza, generará impactos según el tipo de producción. De acuerdo con Kurtz, “para el arroz bajo riego y frente al escenario actual, no se deberían esperar pérdidas de producción por reducción de áreas de siembra, ya que, en la bajante anterior, 2021-2022, la mayoría de los productores y empresas que riegan desde la costa del río, en general, ya realizaron las inversiones necesarias para adecuar todo el sistema de acceso al agua y de bombeo”.

En lo que respecta a la ganadería, “uno de los principales impactos productivos se podría dar en la ganadería de islas”, indicaron desde el INTA Corrientes. En ese sentido, Kurtz aseguró que “la reducción de los niveles de agua en los sectores bajos y de áreas de ribereñas inundables, al secarse, puede afectar la disponibilidad y calidad del forraje”. Y agregó: “Las áreas de pastoreo cercanas a las riberas, al secarse, disminuyen la disponibilidad de forraje natural, lo que repercute en la productividad ganadera, pudiendo incluso aumentar el riesgo de incendios en islas y costas”.

Seguimiento y recomendaciones

El grupo de Recursos Naturales del INTA Corrientes realiza un seguimiento mensual de la dinámica de los cuerpos de agua, prestando actualmente especial atención a la expansión y contracción del valle de inundación del río Paraná, debido a su impacto en la disponibilidad y accesibilidad de los recursos hídricos. Para ello, se emplean tecnologías de teledetección, que permiten generar los datos de superficies y cartografía, los cuales apoyan la formulación o aplicación de políticas públicas.

“La evidencia satelital indica que el área que abarca el valle aluvial de río Paraná ha experimentado un retroceso si comparamos las imágenes de enero y de septiembre de 2024”, explicó Kurtz.

La tendencia actualmente es negativa. “Al comparar el área total cubierta con agua en el valle de inundación del río Paraná, desde el límite entre Misiones y Corrientes hasta Gualeguay, en Entre Ríos, con el sector correspondiente solo a la provincia de Corrientes, se evidencia que la retracción actual del agua en esta última zona (Corrientes) es más pronunciada que durante la bajante anterior, ocurrida en 2020-2021”, puntualizó Kurtz.

Además, la consulta con informantes calificados que trabajan en el mantenimiento de balsas y estaciones de bombeo para el riego de cultivos, corroboran las evidencias detectadas con imágenes. El río Paraná y sus afluentes se retrajeron considerablemente, complicando actualmente el acceso al agua.

El INTA promueve la adopción de buenas prácticas agrícolas para optimizar el uso del recurso hídrico disponible. Ante los pronósticos de precipitaciones inferiores a lo normal, se contrapone una adecuada radiación solar para el desarrollo del cultivo, por lo que se esperan muy buenas respuestas a la fertilización. En particular, el cultivo de arroz bajo riego se beneficia de la escasez de lluvias, ya que cuando llueve poco, la nubosidad suele ser menor y es mayor la oferta de radiación solar. Este cultivo precisa esas condiciones, sobre todo en el período de floración.

Además, el INTA Corrientes investiga alternativas de manejo del agua de riego y de conformación de micro relieves (micro camellones) que permitan gestionar mejor el agua, tanto para regar como para desagotar los lotes.

José Rafart, director del INTA Corrientes, indicó: “La principal recomendación es aprovechar el tiempo y no retrasar ninguna labor”. En ese sentido, consideró que “si todavía no se adecuaron los accesos o canales para obtener el agua del río, es el momento de hacerlo, y en caso de optar por reducir el área a sembrar, es aconsejable priorizar los lotes con mejor accesibilidad y facilidad para el riego, con mejores tipos de suelo y descartar los que presenten mayores dificultades”.

De acuerdo con Rafart, “si los productores o empresas arroceras no realizaron todavía las inversiones para adecuar el acceso al agua para riego, se deberá afrontar el costo de las inversiones necesarias para adecuar el sistema de bombeo y evitar así, abandonar lotes si la bajante se profundiza aún más”.

A los productores ganaderos el director de INTA Corrientes les recomienda revisar, clasificar la hacienda y vender los descartes. Verificar los alambrados que limitan o están cerca del curso de los ríos o brazos que pudieron haberse secado para que no se pierda o se mezcle la hacienda.

“La disponibilidad de agua es nuestro mayor activo natural, debemos continuar analizando y estudiando los cambios que ocurren en su disponibilidad durante los últimos años debido a fenómenos climáticos que ocurren en diferentes escalas de tiempo”, afirmó Mercuri. Y agregó: “Los impactos de esta sequía regional son muy notorios porque nos limitan en momentos críticos de siembra de la gruesa y bajan el potencial de rendimiento de los cultivos de fina en crecimiento”.

Por último, indicó que la bajante impacta en los niveles de napa freática, altera la navegación que depende de la altura y caudal del curso del río, a muchas poblaciones en las riberas del Paraná y de los cursos de agua que desaguan al mismo, que están en la misma condición de aguas bajas”, concluyó por su parte Mercuri.

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Degradación de las cuencas y eventos hidrológicos extremos en Misiones

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El cambio climático se expresará en Misiones con eventos hidrológicos extremos que ya conocemos -las lluvias intensas, las sequías, las olas de calor- pues forman parte de la variabilidad climática propia de la región. Lo que nos advierten desde los estudios específicos realizados por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), es que tales fenómenos se presentarán con mayor frecuencia y serán de mayor intensidad.

Las interrelaciones entre los componentes ecosistémicos de las cuencas, principalmente la cobertura vegetal y los suelos, son fundamentales en la regulación del flujo de agua aportado por las precipitaciones. Tal regulación resulta clave para amortiguar el impacto de las lluvias intensas sobre los suelos y para posibilitar una lenta infiltración del agua, y así, su retención como humedad del suelo y acumulación en los acuíferos, contribuyendo entonces tanto a mitigar los picos de las crecientes como también las consecuencias de la escasez de lluvias.

En Misiones, el componente geológico de coladas de basaltos, por lo general, determina un “piso impermeable” para el acuífero libre o freático a escasa profundidad, lo cual facilita el escurrimiento del agua subterránea hacia los arroyos y, así, su rápida salida hacia los ríos principales de la región. La densa red hidrográfica de Misiones, puede interpretarse como que debido a la reducida capacidad de almacenamiento/retención que posee el territorio, los excesos hídricos se canalizan superficialmente.

La degradación antrópica de las cuencas, mediante la alteración o sustitución de la cobertura vegetal natural, sea esta de selvas o de pastizales, altera sus funciones de regulación e incrementar dicha vulnerabilidad territorial, al favorecer una menor infiltración, un mayor escurrimiento superficial, un menor almacenamiento en el suelo y en los acuíferos: un mayor impacto de los eventos extremos.

En los últimos años hemos asistido a un muy prolongado período de insuficiencia de precipitaciones y, actualmente, se están registrando lluvias muy intensas que superan todos los registros históricos[1], dado lo cual, debieran estar frescos en nuestra memoria   los efectos negativos para las personas, para sus bienes, para la producción, para la salud, para el bienestar en general, asociados a dichos eventos extremos.

Algunos impactos negativos de las lluvias intensas

  • Erosión de los suelos: las gotas de lluvia impactan con fuerza rompiendo los agregados del suelo, convirtiéndolos en partículas más pequeñas que obturan los espacios vacíos, y así reducen la capacidad de infiltración; los suelos se saturan más rápidamente con lo que se incrementa el escurrimiento superficial, y con ello la remoción y el transporte de las partículas según la dirección de las pendientes. En Misiones, dadas las elevadas pendientes que caracterizan prácticamente a casi todo el territorio, se trata de un riesgo elevado. Según INTA, una parte importante del centro y noreste de la provincia se encuentra en la región que presenta el factor de erosividad de las lluvias más alto de la Argentina[2].
  • Deterioro de la calidad del agua: las lluvias intensas incrementan el transporte de sedimentos y partículas hacia los cursos de agua, incluyendo elementos químicos asociados a los agrotóxicos y residuos contaminantes en general, tanto en las áreas rurales como urbanas. En el mejor de los casos ello implica mayores costos de potabilización de las aguas para consumo humano, pero también mayores riesgos para la salud ante la presencia de sustancias químicas tóxicas que no son eliminadas durante dichos procesos; también para los usos recreativos de los arroyos.
  • Daños a los cultivos: el tamaño de las gotas y la energía con que caen durante precipitaciones de gran intensidad producen importantes daños, particularmente en la producción hortícola, al follaje de muchos cultivos, con la caída de frutos, mediante pérdidas por anegamiento, y erosión de los suelos.
  • Riesgo de inundaciones y torrencialidad de los arroyos. Las lluvias intensas, por lo general, y dependiendo del estado hidrológico de las cuencas, son generadoras de rápidos aumentos de los niveles y caudales de los arroyos; ello, debido a que la intensidad de las precipitaciones supera la capacidad de infiltración del agua en el suelo que entonces escurre hacia los cauces. Las pendientes pronunciadas que caracterizan al territorio de Misiones, hacen que dicho escurrimiento adquiera características torrenciales incrementando su capacidad de causar daños aguas abajo, en las márgenes de los arroyos y a la infraestructura que se interponga al escurrimiento (viviendas, alcantarillas, pasarelas, pilares de puentes, tomas de agua, etc.)

En las áreas urbanas, dada la predominancia de superficies impermeables -que se incrementa permanentemente- (pavimentos, empedrados, caminos de tierra compactada, veredas, senderos, playones, techos, etc.), los efectos de estos eventos se magnifican rápidamente. Las intensas lluvias registradas en Posadas a mediados del mes de noviembre del corriente año, han puesto en evidencia  intensidades muy importantes, que claramente superaron la capacidad del alcantarillado público para evacuar los enormes volúmenes de agua precipitados y el escurrimiento agravado por una creciente impermeabilización de las cuencas; se han registrado imágenes de calles convertidas en verdaderos torrentes arrastrando vehículos y contenedores de residuos, inundando viviendas, y haciendo muy peligroso el solo transitar por las veredas.

La gestión de las cuencas como estrategia de mitigación

En junio de 2022 y luego de muchos años de haberse presentado el primer proyecto de ley en la HCR, se sancionó la Ley XVI N° 150 “Sistema de gestión integrada de cuencas hidrográficas” con cuya ejecución se espera que comiencen a aplicarse planes que contengan las medidas necesarias para avanzar en un imprescindible proceso de mitigación de los efectos negativos de las actividades antrópicas sobre la disponibilidad y calidad de las aguas y del ambiente en general de las cuencas. Tales planes también deberían incorporar objetivos y medidas de protección de las cuencas frente a los eventos climáticos extremos.

Al respecto, consideramos necesario:

  • Aplicar un enfoque de gestión ambiental a la gestión de las cuencas hidrográficas, priorizando aquellas que son utilizadas para el abastecimiento de la población urbana, y articulando las acciones con los múltiples actores intervinientes: identificar problemas, evaluar impactos, definir y acordar medidas de mitigación, identificar actores y responsabilidades.
  • Impulsar un modelo productivo más adecuado ecológicamente (agroecología, prácticas agro-silvo-pastoriles) que tienda a una mejor cobertura y protección de los suelos frente a los eventos climáticos extremos.
  • Impulsar la sistematización de los suelos agrícolas con curvas de nivel, cultivos en contra pendiente, cultivos en fajas; también el manejo del agua en las vías de comunicación cualquiera sea su jerarquía y jurisdicción.
  • Plan para una efectiva recuperación de bosques protectores y humedales degradados, legalmente protegidos desde la sanción de la Ley N°854/77 y su decreto reglamentario N°1460/78.
  • Institucionalizar un programa para la Adecuación Ambiental de las Chacras que identifique las medidas de mitigación/protección y establezca los plazos para su ejecución
  • Impulsar un plan especial para el manejo de las áreas de recarga de acuíferos a fin de evitar su degradación y recuperar su función de alimentación de las reservas subterráneas.
  • Pensar en estrategias diferentes de urbanización que eviten y/o minimicen las consecuencias de las problemáticas hídricas que se generan en las áreas urbanas: entre otros aspectos, se debe evitar el continuar con las prácticas generalizadas de cubrir los suelos con pavimentos impermeables. Pensar en construir almacenamientos subterráneos en las zonas más elevadas para retener al menos parte de los enormes los volúmenes de agua que caen durante los eventos extremos de precipitaciones, y reducir así los daños que generan aguas abajo. Tales depósitos también pueden conformar estratégicas reservas de agua para los períodos de sequías. Los estudios del Cambio Climático nos advierten que estos eventos hidrológicos extremos no solo serán más frecuentes, sino más intensos.

Estas reflexiones y propuestas no pretenden ser más que un disparador de ideas que contribuyan a dotar a Misiones de impostergables políticas, planes, programas y acciones destinadas a incorporar a las políticas provinciales las decisiones correspondientes al manejo del agua en nuestras cuencas. Más allá de las leyes sancionadas, los recursos hídricos provinciales están ausentes en las políticas concretas de gestión.


[1] OLINUCK J. En la estación Cerro Azul de INTA, en el mes de octubre del corriente año se midieron 530,8 mm, superándose el record de 450 mm de octubre de 2012

[2] GAITÁN J. et al. Estimación de la pérdida de suelo por erosión hídrica en la República Argentina. 1ª ed. Buenos Aires, Ediciones INTA. 2017. Nota: el factor de erosividad es un indicador de la capacidad erosiva del impacto de las gotas de lluvia según la intensidad de las mismas.

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