Talibán, una anomalía social

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Se cumplieron 3 años del retorno del famoso régimen extremista islamico en Afganistán. Cuando su poderío se asomó a Kabul en 2021, miles de incógnitas surgieron, sobre todo entendiendo los nuevos tiempos que corren y lo alejado de la senda realidad que puede estar su reglamento moral en la sociedad.

En un chispazo de poder y bajo el vacío de control plasmado por el retiro de EEUU en la zona, no hubo casi resistencia extranjera para que los talibanes vuelvan a ser los mandamases afganos. En un intento desesperado por escapar del país, miles de personas comenzaron a vaticinar en qué se transformaría su vida con este cambio radical, el cual ya lo conocieron en el pasado.

¿Qué es un “talibán”?

La transcripción de su nombre podría significar lisa y llanamente como “estudiante”, aunque estudiando más a fondo sería más bien “estudiante religioso” o “seminarista”. Es un grupo de la faceta más extremista del islamismo. Lejos de quedarse solamente en el hecho de profesar el islam, este grupo decidió impartir bajo sus gobiernos y zonas de control una interpretación de la ley de la sharia absolutamente estricta.

La ley de la sharia o ley islámica es una ley no escrita pero que es trasladada de generación en generación y que en el islam caló hondo. La misma es preexistente a la religión de Mahoma y lo que busca es impartir un reglamento social, moral y cultural que tenga como objetivo final el orden. Cierto es que era utilizada en zonas y población dispersas de la península arábiga previo al arribo del islam, pero su presencia cultural fue tan arraigada que terminó quedándose.

La ley de la sharia queda a interpretación de cuánto gobierno o poder desee y utiliza a la religión del islam como su motor para lograrlo. Es una mezcla de política y clero que deriva en las dictaduras más sangrientas de Medio y Extremo Oriente.

Esta visión sumada a la postura deobandi es un combo explosivo, entendiendo un sentimiento de revanchismo hacia la URSS como así también hacia Occidente.

El Régimen Talibán llevó al máximo la aplicación, hasta el día de hoy, de la ley islámica.

Mujeres, el flagelo talibán

Este grupo es el que más sintió el golpe. Entre los derechos perdidos y los cambios ejecutados, tanto en el gobierno de los 90’s como en la actualidad es el hecho de salir a la vía pública con tutores varones, la no posibilidad de estudiar ni de capacitarse y quizás lo más visible: el retorno del burka.

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Una de las cuestiones más características del islam es la utilización del famoso velo en las mujeres, hay de distintos tipos, y el que imponen los talibanes es el más extremo. El mismo tapa de pies a cabeza a la mujer y en los ojos usan una especie de rejilla.

A eso se le suma la imposibilidad de asistir a ciertos lugares públicos, ni acompañadas ni solas, y con un cierre gradual de los salones de belleza o sitios de moda, adaptándose únicamente a lo impuesto por el régimen.

Quizás uno de los temas más aberrantes que afrontan las afganas desde el retorno talibán son los matrimonios forzados. Según Amnistía Internacional, en su primer gobierno el 80% de estos casamientos fueron contra la fuerza de las mujeres, inclusive promoviendo el matrimonio con menores de 16 años.

¿Qué pasa si las mujeres desobedecen esto? Literalmente es el escarmiento público. Sobre todo en su primera experiencia se vieron lapidaciones públicas, incluyendo lanzamiento de piedras hasta que la mujer falleciera. También asistieron a que se les lance ácido en la cara o se las prenda fuego, como así también ahorcamientos públicos. Hoy persisten estas prácticas aberrantes y represivas aunque con mayor intención de que no se “viralicen” las imágenes.

Viejos rostros nuevos

Entre 1996 y 2001 fue la primera experiencia en el poder de este grupo. Su visión completamente extremista del reglamento moral, combinado con la sed de poder, dejó imágenes impresionantes de su breve pero contundente régimen. El mismo cae por una operación estadounidense que en 2021 llegó a su punto final tras años de guerra civil.

En su gobierno de la década de 1990 se estima que cerca de 160.000 personas padecieron una hambruna brutal generada por la decisión de no dar los alimentos que eran provistos, en ese entonces, por la ONU. A la política de tierra arrasada le siguió una fuerte avanzada sobre todo aquello que supuestamente representaba a Occidente. Desde interpretación de géneros musicales e instrumentos considerados impuros hasta fotografía y cine. Esta represión absoluta llevó a un socavamiento cultural que tuvo como punto culmina la destrucción de casi todo rastro del budismo, incluyendo los famosos Budas de Bamiyan de más de un milenio de antigüedad. Algunos lo consideran un genocidio cultural.

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Afganistán en perspectiva geopolítica

Lejos de la religión y de las atrocidades que lograron los talibanes, la gran incógnita es sobre su valor. La historia demostró que tanto la Unión Soviética en la década de 1980 y EEUU desde el 2001 hasta el 2021 tuvieron el afán de terminar dominando esta zona.

En términos geográficos es una región montañosa con muchas cavernas y cuevas. De hecho, esta característica fue vital para los muyahidines contra los soviéticos y para Bin Laden contra Estados Unidos. Sin embargo, en términos estratégicos es importante.

Afganistán se encuentra entre China, India, Pakistán y Medio Oriente. Es tomado, por su posición, como el sitio ideal para dividir Medio Oriente del Extremo Oriente. Esta situación lleva a que goce de una posición privilegiada y deseada para hacer negocios como para posiciones militares de potencias varias.

A eso se le suma un factor no menor. Afganistán es el mayor productor de amapolas del mundo. Esta flor que parece inocente es el componente principal para la elaboración de una de las drogas más potentes y caras del mundo: la heroína. No es casualidad que haya tanto interés internacional sobre ese lugar, ya que es sabido que el negocio de las drogas es duro, crudo y donde no importa demasiado las consecuencias que impliquen para conseguir su cometido.

De esta manera, Afganistán entre geopolítica, drogas y terrorismo se encuentra en una encrucijada clave, donde el Régimen Talibán propone un modelo político que parece retrotraer a la antigüedad. Un emirato de facto con características abrumadoramente represivas es su respuesta ante las implicancias que genera el “mundo nuevo”, el cual puede ser el occidentalismo estadounidense o la doctrina pseudo comunista de China. El medio, quienes peor la pasan son sus habitantes, rehenes de un poderío sacado de lo más profundo del medioevo.

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