Temer a Temer

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Escriben Guillermo Knass y Martín Leiva Varela, ECONEA. A mediados de mayo nos desayunamos con otro escándalo de corrupción en nuestro vecino tropical, solo que esta vez un poquito más grave ya que involucra al mismísimo primer mandatario, quien valga la paradoja, accede al gobierno por causa de la destitución de Dilma Rousseff, acusada de todos los delitos posibles.

Los sobresaltos políticos de países soberanos deben resolverse en su ámbito interno salvo que no funcionen sus instituciones democráticas (la justicia principalmente) que no es el caso de Brasil o al menos por el momento parece que funciona.

El problema radica en que cada vez que ocurre algo de magnitud en Brasil repercute de manera directa en la Argentina.

 

El gran cliente

Brasil es grande no solo de superficie, sino de habitantes y actividad económica:

Con 208 millones de habitantes y un PBI de 3.135 mil millones de dólares PPA (3, 5 veces más que la Argentina) a lo que le sumamos nuestra proximidad geográfica, hacen que sea el destino más atractivo que tenemos para colocar nuestras exportaciones. Pero también nos convertimos en un importante punto de colocación de productos brasileños, lo cual de acuerdo a la coyuntura histórica, nos trajo más de un problema en cuanto a la salida de divisas.

Existe un modelo de gravedad del comercio internacional que explica que el comercio entre países está condicionado por su tamaño (tamaño de la economía o PBI) y la proximidad geográfica. Basados en este modelo y en la evidencia de los datos, vemos que el comercio de Argentina con Brasil fue, es y será sumamente importante para ambos países, pero repercutirá más en Argentina por ser el de menor tamaño.

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El modelo de gravedad ha funcionado empíricamente de manera correcta. Sin embargo, la tesis central del modelo expone el comercio entre dos países en función de su tamaño, medido a través de su población y/o producto, y de la distancia que los separa. Sin embargo, esta relación tiende a desfavorecer a los países con economías en proceso de desarrollo; ya que lamentablemente las economías más grandes seguirán ganando poder sobre las economías más pequeñas; y por lo tanto, la actividad de intercambio comercial no traería siempre beneficios mutuos.

Principalmente si los países son desiguales en términos de desarrollo se profundizarían las diferencias, esto quiere decir que el más desarrollado exportará más bienes industriales y se desarrollará más, mientras que el menos desarrollado exportará más materias primas por lo que reprimarizará sus exportaciones, produciendo frenos a su desarrollo.

No es el caso nuestro, ya que lo que se exporta a Brasil es lo más avanzado de nuestra industria, por ejemplo, es nuestro principal comprador de la industria automotriz.

Veamos cómo nos va con nuestro vecino en materia de importancia comercial comparado con el resto del mundo

 

 

 

Como se ve, el modelo se corrobora, ya que en 2016 fue el mayor destino de nuestras exportaciones. Sin considerar que fue un año de profunda crisis para Brasil. En periodos de crecimiento normal,  representan el 20 % de nuestras exportaciones.

Así también de nuestras importaciones representaron las compras a Brasil un 25 % en el mismo período.

Como el modelo lo establece, Brasil es el grande, no nosotros, de hecho mirando las compras que realizó al exterior en 2016 nos encontramos con que su principal proveedor fue Estados unidos (17,3% de las importaciones) seguido de China con un 17% y en un cómodo tercer lugar, nosotros, participando en el 6,6 % de sus compras al exterior.

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O sea, son el 25 % de nuestras compras y solo somos el 6,6% de las suyas.

Veamos que nos dice la historia de la balanza comercial bilateral de los últimos veinticinco años:

Como vemos el resultado comercial siempre favoreció a Brasil salvo un breve periodo comprendido entre 1995 y el 2002. Y como vemos el del 2016 fue el tercer déficit más grande de los últimos 20 años, y nada indica que esto mejore.

Entonces:

La crisis política del Brasil se transforma en crisis económica. Implica que Brasil va a comprar menos por la recesión, va a seguir devaluando y nos va a vender más. En sentido opuesto, nosotros seguimos con el atraso cambiario lo que solamente agrava la situación. Esa diferencia de dólares que arroja el saldo comercial bilateral la tenemos que conseguir de algún lado y ahí es donde el endeudamiento externo argentino se incrementa.

Los brotes verdes van a llegar exportando, el modelo de gravedad indica que el que tiene que regar los brotes es Brasil. Con nuestro atraso cambiario, y su crisis política, el panorama de una recuperación económica Argentina se ve indefectiblemente retrasado hasta que la autoridad cambiaria oriente el valor del dólar, entre otras cosas, a corregir el déficit comercial con Brasil.

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