Una enorme oportunidad perdida

Escribe Alejandro Pegoraro

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Desde hace ya varios pares de meses, el sector automotriz puso en alerta que las decisiones del gobierno nacional vinculadas a las restricciones de importaciones iban a perjudicar de lleno en el mercado. Dicho y hecho: en octubre, los patentamientos de automóviles de 0km tuvieron una muy fuerte caída del 26,9% interanual en el total nacional, además de retroceder 14% en relación a septiembre, que ya había sido malo.

Hay un diagnóstico muy claro en el sector: hay una demanda muy alta por vehículos, pero no existe oferta para contenerla; es decir, no hay suficientes unidades a la venta, y esa situación tiene dos razones principales: un problema local y un problema global. Vamos de a uno.

En relación al problema de escalada global, lo que existe es una crisis por falta de microchips, que son los semiconductores que llevan los dispositivos de los autos modernos, que resultan vitales para el funcionamiento de los sistemas de seguridad, conectividad, confort y mecánica. Para tener una idea de como impactan los microchips en la fabricación de un automóvil, un Chevrolet Onix, que es el segmento B, puede tener hasta 1.000 microchips

¿Por qué hay una crisis en este punto? En primer lugar, Taiwán es uno de los principales fabricantes de microchips, y desde hace un año y medio el país está afectado por una sequía, siendo el mayor período en 55 años. Las lluvias caídas ahora no alcanzan siquiera el 40% de la estimación prevista. A raíz de esto, el gobierno taiwanés aplicó un uso racional del agua en la población y en la industria. ¿Qué tiene que ver esto con los microchips del auto? Todo. El agua es un elemento fundamental para la fabricación de microchips, porque requiere de numerosos lavados de sus componentes, ya que una sola partícula de polvo podría arruinar toda una partida. Ante esto, hay una reducción obligada en su producción.

El segundo argumento que explica la crisis es el impacto de la pandemia: en primer lugar, por la paralización de la producción a raíz de las diferentes medidas vinculadas a la restricción a la circulación. Pero eso no fue todo: cuando se levantaron las restricciones, el mercado mundial pedía más que nunca microchips, ya que la demanda de celulares, tablets, notebooks y computadoras de escritorio explotó en todo el mundo, sobre todo por los efectos del home office y las clases virtuales. En ese marco, las principales productoras de microchips redireccionaron” su producción hacia esas industrias, y la vinculada a automóviles quedó en segundo plano.

Para tomar magnitud de esta situación vinculada a la producción de microchips, desde la industria afirman que en los primeros tres meses de este año la pérdida de producción de chips fue de aproximadamente 1,4 millones; a junio, esa pérdida subió a 2,6 millones. ¿Cuándo podría volver a niveles de satisfacer plenamente la demanda del sector automotriz? Quizás, recién en la segunda mitad de 2022.

Vamos ahora al problema “local”. Desde finales de 2020 existen diferentes restricciones para operar en términos de importaciones de insumos y de unidades, que impactan en diferente medida a distintos sectores de la industria en general y a la automotriz en particular. Quienes más sufren estos problemas son las empresas autopartistas nacionales (pymes, mayormente). Hoy, un vehículo que se produce en el país tiene un promedio de 70% de piezas importadas. Sin piezas, no hay producción.

Esta situación generó que plantas de fabricación de vehículos y autopartes esté con producción parada, y en ciertos casos, con suspensión de personal.

Ante la demanda creciente (sostenida, particularmente, por la brecha cambiaria), no hay producción que impulse la oferta de modo tal de satisfacer esa demanda. Consecuencia: caída de ventas.

Las estimaciones que realiza el sector demuestran el claro impacto de esta situación: al primer trimestre del 2021, se estimaba cerrar el año con 450.000 unidades patentadas; luego, esa cifra bajó a 420.000. Hoy, están pensando en 380.000 unidades. A partir de estos problemas, no hay un solo una consecuencia fiscal (se dejarán de recaudar cerca de 200 millones de dólares), sino que además se pone en juego los puestos de trabajo.

Hecho el diagnóstico, volvamos a los datos concretos de los patentamientos de octubre: en todo el país, fueron 27.513 unidades, siendo así el peor mes del año. Si se observa los datos mes a mes del 2021, vemos que solo en el mes de mayo hubo un número más bajo (22.931), pero ello se debió a que durante medio mes no hubo operaciones ante el cierre de comercialización por impactos de la segunda ola del Covid19 y las medidas de restricciones implementadas a partir de ello. En los demás meses, tanto para atrás como hacia delante de mayo, con situación de circulación mas normalizadas, los patentamientos estuvieron siempre por encima de las 30 mil unidades, salvo en octubre, donde se tocó un piso.

Comparando con igual mes del 2020, la caída es brutal: -26,9%, la peor desde agosto 2020, y contra el mes anterior también hubo una merma significativa (-13,8%). De hecho, se trata del peor octubre en más de diez años.

A nivel provincias, todas experimentaron situaciones de caídas, aunque en diferentes magnitudes: la más baja se vio en Santiago del Estero (-7,1%) y la mayor en Río Negro (-43%)

En Misiones, por su parte, la caída fue aún más grande que el promedio nacional: con un total patentado de 428 unidades, el descenso interanual fue del 32,3%. Al igual que pasó en el total país, fue el peor octubre en muchos años, y la caída interanual es la más alta desde mayo 2020, donde aún influencian los plenos impactos del inicio de la pandemia. Además, contra el mes anterior, Misiones cae 11%, y el volumen patentado es el menor del año, con la excepción de mayo (por idéntica razón que la explicada en el total nacional).

Durante los primeros seis meses del año, Misiones mostraba una muy buena performance de los patentamientos, que luego fue diluyendo en la medida que se acrecentaban los problemas para importar y producir. Por ende, una vez más la provincia (al igual que las demás) necesita que el gobierno nacional empiece a actuar. Volviendo a condiciones normales, o lo más parecidas a la normalidad posible, Misiones puede volver al sendero del crecimiento, porque lo que sí existe es demanda.

Si bien esta situación no se trata de un perjuicio directo a la provincia (ya que impacta en todas) vemos como nuevamente una decisión centralista perjudica a Misiones. El Estado nacional está dejando que se pierda una enorme oportunidad de fortalecimiento del mercado automotor (que tan golpeado estuvo, principalmente, los últimos tres años), y no permite el despegue provincial en este punto. No solo se trata de que más gente tenga autos, se trata de mayores puestos de trabajo, fortalecimiento de la industria, ampliación del uso de la capacidad instalada, y recaudación tributaria.

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