#8M Mercedes D’ Alessandro: “Sigue pasando que en un caso de violencia o femicidio se preguntan si tenía la pollera muy corta”
La economista y autora de Economía Feminista, analizó en una entrevista con Economis, las desigualdades sociales, laborales, económicas, que aun enfrentan las mujeres y el “esfuerzo intelectual” que significa comprender la igualdad de derechos. Con datos, explica los logros y desafíos que aún quedan por delante.
¿Cuáles son y dónde están las mayores desigualdades que enfrentan hoy las mujeres?
Las mayores desigualdades que enfrentan las mujeres están en el ámbito del trabajo doméstico no remunerado. Las mujeres en la Argentina realizan el 76 por ciento de las tareas que implican lavar, cocinar, planchar, hacer las compras, llevar a los chicos a la escuela, ayudarlos a hacer las tareas, esto es un dato muy relevante porque lo que te está mostrando es que cuando termina la jornada laboral, llega a su casa y se encuentra con que tiene que hacer un montón de cosas más. Son tareas que caen asimétricamente sobre las mujeres y tienen un gran peso cultural porque lo cierto es que la mujer es una trabajadora full time además de ser una ama de casa, casi full time.
En la economía feminista eso se denomina pobreza de tiempo y eso implica que una mujer que tiene que arreglarse con los chicos y con todas las tareas del hogar obviamente va a tener menos tiempo disponible para trabajar por un salario, esto acarrea que muchas veces agarren trabajos precarios, mal pagos. Todos los indicadores muestran que el nivel de precarización laboral de la mujer es mayor al de los hombres, así también es la brecha salarial, entre las trabajadoras formales es del 27 por ciento, mientras que entre las precarizadas es del 40 por ciento. En este sentido es importante es importante que el presidente Macri haya tenido en agenda este tema, pero lo cierto es que para poder cerrar esa brecha salarial es necesario entender de dónde surge, y yo creo que ahí todavía falta un largo camino y hay que empezar más rápido que tarde para poder tener las herramientas para avanzar sobre esta cuestión.
¿Cuáles son los logros que se alcanzaron en estos años?
Creo que a partir del 2015 con #NiUnaMenos y con las movilizaciones de las mujeres, todos los temas de género empezaron a estar en la agenda, la violencia machista sin dudas uno de los más llamativos pero en los últimos tiempos también el aborto legal, seguro y gratuito se volvió un eje, y apareció en todos los programas, en la tapa de los diarios, e incluso el Presidente lo mencionó en el discurso de apertura de sesiones. Yo creo que esos son grandes avances, grandes logros, porque el tema del aborto también es un tema económico, también atraviesa la desigualdad, nosotros tenemos en Economía Feminista datos que muestran que un aborto clandestino hoy ronda los 20 mil pesos, las pastillas que son un método más seguro para abortar salen alrededor de tres mil pesos, sin embargo tenemos que el 75 por ciento de las mujeres en la Argentina gana menos de 10 mil pesos y que hay muchísimas que ni siquiera ganan dos mil pesos por mes, entonces esto deja en evidencia que las mujeres pobres tienen abortos clandestinos en muy malas condiciones, exponen mucho su salud, mientras que las que tienen mayores ingresos pueden acceder a un aborto un poco más seguro pero aun en estas condiciones pésimas que afectan y dejan expuestas sus vidas y su condición incluso psicológica porque el hecho de que sea ilegal genera muchas preocupaciones y una carga emocional muy fuerte. En la Argentina se calcula que hay alrededor de 500 mil abortos por año, es decir hay muchísimas personas haciéndolo constantemente, es un tema de salud pública que debe ser abordado con educación sexual, con anticonceptivos gratuitos pero también con aborto legal.
¿Es correcta la forma en la que muchas veces se da esa batalla por la igualdad?
El mensaje está llegando de a poco, creo que el movimiento feminista, el movimiento de mujeres ha encontrado distintos canales para hacerse escuchar, pero que por supuesto cuesta porque hay muchos prejuicios porque vivimos en una sociedad machista que nos ha formateado en un montón de cosas, y cambiar estructuras que uno tiene incorporado siempre tiene un costo. No es tan simple que las personas entiendan que tenemos la capacidad de decidir sobre nuestro propio cuerpo, no es tan fácil comprender que los papás también tendrían que estar en la casa cuidando a los niños y lavando los platos y la ropa al mismo ritmo que las mujeres. Cuesta mucho, me acuerdo hasta hace muy poco cuando había un femicidio se cuestionaba si la chica tenía la pollera muy corta, incluso sigue pasando hasta el día de hoy. Hay mucha resistencia porque tenemos naturalizadas un montón de cosas, entonces cambiar la forma en la que pensamos es un esfuerzo intelectual y creo que en algunas cuestiones avanzamos bastante y espero que podamos seguir profundizando esos cambios porque son importantes no solo para las mujeres sino para toda la sociedad. Los varones son víctimas de un montón de mandatos sociales, como ser el macho proveedor, no llores porque sos puto y eso es un problema, el tema de la virilidad, etc. Entonces creo que estamos dando un paso importante en la sociedad de avanzar con determinados temas que nos traban y nos ponen obstáculos que deberían ser mucho más fáciles de rebatir.