Energía soberana o negocio corporativo
Parafraseando a Bill Clinton, se podría titular “es la energía, estúpido”.
La Historia Económica enseña y los datos duros de la realidad corroboran que el estratégico Sector Energético es un factor clave de la soberanía nacional, o en su defecto, es mero coto de depredación mega corporativo.
Dicho de otra forma, la Energía asumida en su rol estratégico es un poderoso factor de desarrollo socio económico, mientras que librada al arbitrio de los grandes jugadores internacionales y sus socios menores o meros subordinados locales, convierte a la nación en objeto de ordeñe de riquezas que se vuelcan rápidamente al exterior, dejándonos sin los recursos y sin las cuantiosas divisas que su manejo irrestricto les permite depredar a los poderes corporativos usufructuarios del libertinaje del “libre mercado”; más aun cuando esos poderes cuentan con plenos respaldos de funcionarios del riñón de la CEOcracia, que desinhibidamente operan “de los dos lados del mostrador”, con la cobertura de silencios cómplices de las corporaciones mediáticas oligopólicas, que responden a los mismos intereses o directamente son asociados a los mismos; con organismos de control oficial que más parecen entes de coberturas de latrocinios; y con un Poder Judicial “domesticado”, cómplice o temeroso.
La definición de “países de ordeñe”, o “elegantemente” “países ‘milk’ “, fue la que no tuvo más alternativa que expresar, si bien en voz muy baja y casi con vergüenza, un profesor de la Maestría en Gestión de la Energía, buen docente en lo técnico, pero operador neoliberal al fin, que “deschavó” la política de saqueo del petróleo y el gas argentinos, perpetrada en los apátridas años ’90; con la española Repsol como mascarón de proa. Hoy ese modelo se profundizó y se perpetra sin recato alguno, bajo la cobertura mediática y la casi total suma del poder público.
Fue en esos deplorables años ‘90, en los que sin ninguna restricción por parte del Estado Argentino, cooptado por personeros neoliberales (igual que ahora), las empresas extranjeras se dedicaron frenéticamente a vaciar nuestras reservas de gas y petróleo, enviándolas presuras al mercado externo para “hacer Caja”, divisas que con la cómplice permisividad de esos años, no tenían ninguna obligación de traer al país. O sea que nos quedamos sin los hidrocarburos y sin las divisas de las
incontroladas exportaciones. ¡El saqueo perfecto! Mientras construyeron 10 gasoductos al exterior, para vaciar más rápidamente nuestras reservas trabajosamente conseguidas por la petrolera estatal, ni les importó nada abastecer a amplias regiones de nuestro territorio que no contaban con el servicio de gas natural. Hoy existe “libertad” (linda palabreja) para exportar e importar gas, pero poco o nada importa abastecer a los usuarios argentinos…allí “la libertad” es la de no contar con gas natural (o que sea carísimo), o reemplazarlo por cualquier otro combustible, o “libertad” de no consumirlo y pasar frío o no poder cocinar, así de simple.
Con la soberbia muy propia de la oligarquía unitaria, clasista y racista, un joven profesional de apellido germánico invitado a una cátedra, al opinar sobre el Gasoducto del NEA, dijo tajantemente que la traza debía ir directamente a Santa Fe, sin interconectar a las cuatro provincias por entonces excluidas (Formosa, Chaco, Corrientes, Misiones), rematando con la brutal expresión “total para que necesitan gas natural allá”, como si fuésemos infrahumanos (pudiendo hacerse un paralelismo con el racista calificativo que los nazis aplicaban a los pueblos eslavos); concepto unitario recalcitrante que contesté con vehemencia, poniendo paños fríos el titular de la cátedra. Apostillas del cursado de la Maestría.
Como La Historia enseña, no puede omitirse que en el siglo XIX teníamos una dependencia total del carbón británico, dependencia que luego mutó al petróleo importado provisto básicamente por Shell y Esso entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuando machaconamente los medios adocenados repetían que “en Argentina no hay petróleo”, tapando la realidad de algunos yacimientos ya detectados y modestamente explotados en Salta.
Tales eran las presiones desde adentro y afuera del gobierno nacional para impedir la exploración petrolífera del vasto territorio nacional, que la importación de un moderno y poderoso equipo de perforación, de industria y tecnología alemana (o sea no británica), tuvo que ser encubierta como destinado a buscar agua subterránea. Ese equipo, trabajando en cercanías de Comodoro Rivadavia, en 1907 detectó el primer gran yacimiento petrolífero científicamente comprobado.
Desde antes, con lógica y bases geológicas, algunas voces –muy acalladas por el coro “bienpensante”- de varios patriotas suponían la existencia de vastos yacimientos de hidrocarburos. Pero afirmar la existencia de petróleo era “políticamente incorrecto”, pues afectaba intereses británicos y los de la oligarquía vacuna, socia menor y cómplice del viejo imperio.
Descubierto el gran yacimiento de Comodoro Rivadavia, previsoramente el Estado Nacional reservó una gran área cercana al mismo para ser manejada o explotada en beneficio nacional. Pero rápidamente, las presiones del establishment influenciado por las petroleras anglosajonas lograron reducir la vasta área originalmente protegida para el Estado.
Todas las necesidades de combustibles de Argentina estaban bajo manejo de las petroleras británica y norteamericana, incluso afectando severamente toda acción soberana, como lo pudo constatar el patriota General Mosconi, cuando una de esas empresas extranjeras negó suministro para unas maniobras del Ejército Argentino, el cual por entonces incluía a la novel Fuerza Aérea.
Yrigoyen, en 1922, al término de su primer mandato, creó YPF, la primera petrolera estatal del mundo, nombrando al frente de la misma al General Ingeniero Enrique Mosconi y a su principal colaborador, el también General Ingeniero Alonso Baldrich.
Rápidamente YPF pasó a ser la principal petrolera de Argentina, bajando sensiblemente los precios de los combustibles, pues su referencia eran los costos nacionales de producción, mucho menores a los del Medio Oriente, que regían el mercado mundial; además de lo cual se preocupó por abastecer a todo el territorio continental nacional, a diferencia de las anglosajonas, que solo se interesaban por priorizar la rentabilidad, concentrándose en los puntos más rentables de nuestra enorme superficie.
No sorprende entonces que el golpe de Estado de 1930, orquestado tras bambalinas por liberales anglófilos, para lo cual usaron a supuestos “patriotas” uniformados “al estilo Lavalle” (por aquello de ser “la espada sin cabeza”), sea considerado “un golpe con olor a petróleo”, pues además de volver a imponer el liberalismo a ultranza, si bien “matizado” con medidas para favorecer intereses oligárquicos y extranjeros, con la sumisión explícita a Gran Bretaña y la desarticulación de las parciales mejoras y cambios sociales y económicos que pudo implementar el yrigoyenismo; esa toma por asalto del poder tuvo como objetivo principal descabezar la conducción de YPF, erosionar su rol de regulador del mercado de combustibles al haber priorizado su implementación como ente estratégico promotor del desarrollo nacional, y echar por tierra el criterio de fijar precios de combustibles según los costos reales nacionales, tomando como referencia falaz los costos internacionales; maniobra que buscó maximizar abusivamente las utilidades de las dos petroleras extranjeras. Casi un calco de las medidas del accionista de Shell Aranguren, actual Ministro de Energía.
Golpe de Estado que castigó con severas persecusiones a Mosconi, y con la cárcel a Yrigoyen y a Baldrich, entre otros, con procesos prearmados, que en realidad castigaban su patriotismo. Se pueden analizar paralelismos con los “encarcelamientos preventivos” de la actualidad…
En lo referente al servicio eléctrico, que comenzó en Argentina muy parcialmente a fines del siglo XIX, con los esfuerzos de algunos pequeños empresarios argentinos, en plena época del contubernio ultra liberal del medio siglo largo mitrista; pasó prontamente a ser copado por empresas extranjeras, básicamente británicas y alemanas, más alguna suiza.
Hasta bien avanzada la primera mitad del siglo XX, las concesiones a las empresas generadoras eran atribuciones municipales. Tan alevosas y desvergonzadas llegaron a ser las maniobras para otorgar concesiones, y para renovarlas, que los involucrados eran llamados ”concejales chadistas”, por su sumisión explícita a los dictados de la CHADE, una de las principales empresas generadoras, de capitales extranjeros. Algún autor menciona que incluso una céntrica sede partidaria en Buenos Aires, prohijada por el alvearismo (radicalismo oligárquico) fue adquirida mediante una “donación” de esos orígenes.
Tan prolongadas fueron esas influencias impresentables (pero nunca judicialmente condenadas), que comenzando en los albores del pasado siglo, llegaron hasta “el proceso” (1976), en el cual Martínez De Hoz, “atendiendo desde los dos lados del mostrador” instrumentó una “nacionalización” de la CIADE (la Ítalo), pagando mucho más que lo que sus desvencijados y obsoletos equipos de generación valían, y que por caducidad de la concesión, en poco tiempo debían pasar al Estado Nacional. Infame negociado consumado con el beneplácito y complicidad de la Junta de Comandantes y las cúpulas cívico – militares que gobernaban en esos oprobiosos años.
Otra característica constante de los gobiernos liberales que manejaron a Argentina casi sin solución de continuidad, ha sido la de oponerse y poner innumerables e interminables trabas, cuando no alentar maliciosas campañas de desprestigio, para oponerse a la generación hidroeléctrica, de forma tal de mantener la dependencia argentina respecto a la generación termoeléctrica (la que antes quemaba carbón, luego petróleo, y hoy principalmente gas).
El mismo tipo de oposición de parte del establishment, vinculado fuertemente a la generación termoeléctrica (quemando petróleo y gas), soportó desde sus inicios el Sector Nuclear Argentino. Pero cabe destacar positivamente que La Armada, más allá del ultra liberalismo que la caracterizó, tuteló a la actividad nuclear, incluso con varios altos oficiales recibidos de Ingenieros Nucleares, de los cuales el más conocido fue Castro Madero, que llegó a ser presidente de la CNEA y gran impulsor de su desarrollo, si bien ciertos actos represivos instrumentados en su época, aun hoy son muy controversiales.
Desde la década del ’80 del siglo XX, surgieron “como de la nada” pero prohijados por los anglosajones y principalmente por Gran Bretaña, nuevos actores de poder, que contando con generosas financiaciones y fortísimos respaldos publicitarios, operaron desde entonces y con creciente fuerza, apelando a argumentaciones básicamente emotivas y dudosos o nulos argumentos científicos, para desde “la ecología” atacar el desarrollo nacional y oponerse a toda competencia seria a la generación termoeléctrica, o sea montando feroces y falaces campañas contra la generación hidroeléctrica y la nuclear.
En su momento, los gobiernos de Perón, Frondizi, y de Onganía impulsaron fuertemente las energías hidroeléctrica y nuclear. Analizado con rigor histórico, el golpe de Estado de 1966 tuvo características atípicas, que no lo encuadran dentro del habitual ultra liberalismo y antiindustrialismo que caracterizó a los golpes cívico militares de la segunda mitad del siglo XX. Posiblemente mucho de su mérito corresponda al patriota General Guglialmelli.
En cambio, los gobiernos que se asumieron como “de libre mercado”, que exaltaron “la ciudadanía” pero nunca “al pueblo”, siempre fueron funcionales a los intereses petrolíferos – gasíferos, y paralizaron, trabaron, achicaron o postergaron los proyectos hidroeléctricos y nucleares. Particularmente nefastos fueron el menemato y el delarruato, que conformaron los tristemente célebres años ’90, particularmente agresivos en contra de los proyectos y las tecnologías hidro y nuclear. Entre otras aberraciones perpetradas, se destacan el achicamiento presupuestario y el congelamiento total de vacantes en la Comisión Nacional de Energía Atómica; y el desguace rápido y total de Agua y Energía Eléctrica, ente señero que entre otros activos, atesoraba muy valiosos archivos con datos técnicos de casi todos los cursos de agua de nuestro país, los cuales con notable sadismo antinacional se destruyeron o perdieron casi totalmente.
Claramente, los operadores de los años ’90, se reciclaron en su casi totalidad, en una versión recargada, en el actual gobierno neoliberal, como los impresentables “8 exsecretarios de energía”, de negativas gestiones en aquellos años, hoy en puestos importantes avalando los tarifazos, los frenos de obras públicas ya comenzadas, y las políticas “libremercadistas” pro termoeléctricas además de pro eólicas y solares a ultranza; estas últimas con condiciones prebendarias contrarias al Interés Nacional, conformando un verdadero “salvavidas de plomo” que suministrará energía de muy baja calidad (por sus oscilaciones e imprevisibilidades que caracterizan a las “renovables”), y por las tarifas dolarizadas e indexadas, amén de un sinnúmero de otros privilegios que serán solventados por el Estado Nacional y los consumidores.
Los doce años del peronismo kirchnerista muestran logros notables junto con algunas dilaciones complejas de justificar
La exitosa terminación de la gigantesca Central Hidroeléctrica Yacyretá, hoy la principal usina que abastece a Argentina, además de parcialmente a Paraguay, fue un hecho muy destacado, saliendo de años de parálisis e indefiniciones; se suma al fuerte relanzamiento del Plan Nuclear, incrementándose 11 veces su presupuesto, terminándose la muy postergada Atucha II, volviéndose a trabajar en el Proyecto de centrales modulares CAREM, y articulando un ambicioso plan de tres nuevas grandes centrales nucleares, dos con asistencia tecnológica y apoyo financiero de China, y otra con similares condiciones acordadas con Rusia.
Otros logros considerables fueron aumentar 60 % la Potencia Instalada del sistema eléctrico nacional, ampliar considerablemente la Red de Alta Tensión, con 5.500 Km. nuevos construidos más inversiones considerables en Redes de Media Tensión; ampliaciones de las redes de gasoductos y comienzo de la construcción del Gasoducto del NEA; reestatización de YPF que posibilitó aumentar las producciones de hidrocarburos.
En mérito a la brevedad, en artículo separado se analizarán los dos últimos años, de retorno al neoliberalismo en su versión más cruda y recargada.
Para más datos históricos, consultar el libro “El Sector Eléctrico – Análisis Histórico, Situación Actual y Proyecciones a Dos Décadas”, y a su amplia bibliografía. Libro disponible gratuitamente en el blog.