Bolsonaro o Haddad, la grieta de Brasil que impacta en toda la región
Pasadas las 20 del domingo, el Tribunal Electoral de Brasil hizo público los resultados de las elecciones que definían el rumbo de nuestra región. El principal anuncio fue que ninguna fuerza política logró superar el 50 por ciento de los votos, por lo cual, habrá una segunda vuelta. Situación no muy sorpresiva y pronosticada por los principales encuestadores durante las últimas semanas. Sin embargo, durante la misma conferencia revelaron un dato que dejó al mundo entero expectante, y a la sociedad brasileña radicalmente dividida: el candidato de ultraderecha, por demás polémico y controversial, obtuvo más del 46 por ciento de los sufragios, aventajando por 17 puntos al segundo más votado.
El 28 de octubre es la fecha elegida para el ballotage, competirán por la presidencia, por todo o nada, Jair Bolsonaro y Fernando Haddad. El primero es el candidato del Partido Social Liberal (PSL), representante de la ultraderecha, que estuvo a menos de 5 puntos de ganar el gobierno nacional en primera vuelta. Bolsonaro, actual diputado nacional por San Pablo, saltó a la fama por sus discursos públicos de tono racistas, homofóbicos, misóginos y ser un ferviente defensor de la última dictadura militar brasileña.
El segundo, quien reemplazó a Lula da Silva luego que la justicia lo imposibilitara para competir en las elecciones, es el candidato del Partido Trabajador (PT). Partido que gobernó casi dieciséis años el país, y se encuentra intentando recuperarse de la detención de su líder político, Lula, y la destitución de su última presidente, Dilma Rouseff.
A menos de tres semanas de la segunda vuelta la campaña se endureció, los dos candidatos se enfocan, casi exclusivamente, en atacarse mutuamente. Mientras uno es acusado de fascista, el otro es acusado de corrupto, y así pasan los días entre ofensas que van y vienen, poco hablan de sus futuras políticas gubernamentales.
Con el pasar de los días los partidos que quedaron afuera de carrera empiezan a fijar posturas, al igual que los ciudadanos brasileños y las figuras del mundo del espectáculo empezaron a viralizar #AgoraÉHaddad (ahora es Haddad), situación que encuentra estrecha relación con lo sucedido en Estados Unidos en las elecciones de 2016, cuando las estrellas del mundo pop pedían el voto para Hillary Clinton.
Antes de arriesgar predicciones, es importante realizar un pequeño pantallazo de las consecuencias de los comicios del 7 de octubre. Por un lado, dejó un Congreso altamente fragmentado, que hará la tarea de gobernar bastante difícil para cualquiera de los dos candidatos, obligándolos a realizar alianzas parlamentarias porque ningún partido posee mayoría. Los 513 escaños de la Cámara de Diputados quedaron distribuidos en más de 30 partidos, el PT se quedó con 56 diputados (tenía 70 en 2014) y el PSL obtuvo 52. El Senado, 81 escaños en total, quedó distribuido entre 20 partidos, el PT pasó de tener once senadores a cuatro. La mayor derrota la tuvo ex presidenta Dilma Rouseff, quien competía por una banca en la Cámara Alta por su estado natal, Minas Gerais, pero su escaso 15 por ciento la dejó cuarta y no logró entrar.
Por otro lado, también en el ámbito parlamentario, la novedad volvió a ser Bolsonaro, pero esta vez Eduardo, hijo del candidato a presidente, que se convirtió en el candidato a diputado más votado de la historia de Brasil, obteniendo un millón ochocientos mil votos en San Pablo, capital financiera de Brasil.
Trasladándonos a un plano un poco más predictivo, resaltamos que históricamente en Brasil el candidato que más votos saca en la primera vuelta es el ganador en la segunda. Por dos razones: es al que menos votos le falta para alcanzar el 50 por ciento mas 1; y porque el sistema político brasileño es un sistema altamente fragmentado, por lo cual, los partidos que quedan afuera buscan sumarle al que posee más posibilidades de ganar, y de esta formar ocupar lugares en el Gobierno.
Esta situación podría ser muy alentadora para Jair Bolsonaro, ya que, por ejemplo, podría ganar en la segunda vuelta simplemente sumando los votos del Partido de la Social Democracia (4,8%), un histórico rival del PT, y también se identifica como un partido de derecha. Sin embargo, el caso del candidato del PSL es bastante especial dadas sus posiciones tan extremas en temas muy delicados para la sociedad como el régimen militar, la homosexualidad, la pena de muerte, entre otros. Tenemos que ir siguiendo de cerca quienes van a prestarle su apoyo, y pagar el costo político que eso significa.
En cuanto al impacto que tuvo la elección en Argentina, lo primero para destacar es la favorable reacción que tuvieron los mercados ante el triunfo parcial de Bolsonaro, la bolsa de San Pablo cerró el lunes con una suba de hasta un 6%. Esto particularmente se explica por las altas posibilidades que Paulo Guedes encabece el equipo económico si Bolsonaro alcanza la presidencia. Guedes es un economista de 69 años, moldeado en la cuna del liberalismo, realizó su maestría y doctorado en la Universidad de Chicago, y es un ferviente promotor de la apertura de mercado, la reducción de impuestos, el achique del Estado. En sus discursos públicos el economista manifestó que se puede reducir en un 20 por ciento la deuda pública de Brasil (actualmente es el 77% del PBI) mediante privatizaciones, concesiones y venta de propiedades del Estado.
Este repentino shock de confianza del mundo financiero en Brasil podría tener un efecto derrame para toda la región, particularmente para los mercados emergentes como Argentina. También, el día lunes, el Real se apreció respecto al dólar, vale 20 centavos más, lo cual representa una buena noticia para nuestro país, porque productos argentinos se vuelven más competitivos, es decir más baratos, respecto a los productos brasileños en los mercados en los cuales competimos, como por ejemplo en el sector maderero.
Respecto a las relaciones políticas con Argentina, resulta arriesgado llegar a conclusiones adelantadas. No obstante, podríamos entrever que en el caso que gane Haddad, las relaciones serían bastante tirantes, teniendo en cuenta el vínculo histórico del PT con el gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Y en el caso de una victoria de Bolsonaro, tampoco es fácil predecir algún tipo de relación porque con un personaje tan polémico e imprevisible los vínculos dependerán de como forme su gabinete. Seguramente no tendríamos consensos en los grandes foros internacionales, ni podríamos avanzar en políticas regionales en común, en ninguno de los dos casos.
Por último, tenemos que resaltar que el peso regional de Brasil no pasa inadvertido: todavía es, pese a su crisis, la octava economía del planeta. Además, es la segunda potencia militar del hemisferio, siendo Estados Unidos la primera, y comparte fronteras con casi todos los países de América del Sur. Es decir, ninguno de los países vecinos será indiferente al resultado del ballotage. La región entera ya presenta desafíos sumamente serios, que exigen un alto grado de cooperación. Por lo cual, existe una preocupación generalizada en todo el continente por el posible triunfo de Jair Bolsonaro. Particularmente, se teme que militarice las fronteras brasileñas, especialmente las que comparte con Venezuela y complique la situación de los ciudadanos venezolanos que emigran de su país. Los jefes de Estado sudamericanos temen que la presidencia del ultraderechista entorpezca, o destruya, los procesos de integración y cooperación que llevan años funcionando la región, y obstaculice la resolución coordinada de conflictos continentales.