Camino de Solidaridad y Generosidad

Escribe monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el domingo 32o durante el año [07 de noviembre de 2021]

El pasado fin de semana hemos iniciado en la diócesis el proceso sinodal en comunión con el camino que está transitando toda la Iglesia. Con una profunda invocación al Espíritu Santo en el Consejo de Pastoral ampliado y con la celebración de la Misa en la Catedral nos hemos puesto en marcha. Este acontecimiento será una ocasión providencial para revisar nuestro caminar juntos y hacer resonar el Evangelio de Jesús con nuevas fuerzas.

El documento preparatorio del Sínodo nos recuerda que «la sinodalidad representa el camino principal para la Iglesia, llamada a renovarse bajo la acción del Espíritu y gracias a la escucha de la Palabra. La capacidad de imaginar un futuro diverso para la Iglesia y para las instituciones a la altura de la misión recibida depende en gran parte de la decisión de comenzar a poner en práctica procesos de escucha, de diálogo y de discernimiento comunitario, en los que todos y cada uno puedan participar y contribuir. Al mismo tiempo, la opción de “caminar juntos” es un signo profético para una familia humana que tiene necesidad de un proyecto compartido, capaz de conseguir el bien de todos. Una Iglesia capaz de comunión y de fraternidad, de participación y de subsidiariedad, en la fidelidad a lo que anuncia, podrá situarse al lado de los pobres y de los últimos y prestarles la propia voz. Para “caminar juntos” es necesario que nos dejemos educar por el Espíritu en una mentalidad verdaderamente sinodal, entrando con audacia y libertad de corazón
en un proceso de conversión» (Documento preparatorio del Sínodo, 9).

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El Evangelio de este domingo nos da una clave indispensable para emprender este camino. La imagen de una viuda de condición humilde que coloca dos pequeñas monedas de cobre como limosna nos enseña la actitud de entrega generosa de la propia vida. «Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir» ((Mc 12,44), dice Jesús.

Lamentablemente en un mundo tan mercantil, atravesado por el materialismo que promueve un creciente individualismo, cuesta entender que actitudes como la de esta viuda del Evangelio son necesarias para construir un mundo más justo, más fraterno y más solidario. Justamente la solidaridad es la que debemos hacer florecer en los momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia. «La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es en gran parte, cuidar la fragilidad.

Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles» (cfr. Fratelli Tutti, 115).

Damos gracias a Dios porque en nuestro pueblo se conservan todavía estas actitudes profundamente enraizadas de la solidaridad y la generosidad. Estas mismas actitudes tendremos que poner en acción en este proceso de camino sinodal. La comunión, la participación y la misión deben estar impregnados de generosa entrega paras ser fecundos.

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«Nuestro “dar” a Dios en la oración y a los demás en la caridad debería huir siempre del ritualismo y del formalismo, así como de la lógica del cálculo, y debe ser expresión de gratuidad, como hizo Jesús con nosotros: nos salvó gratuitamente, no nos hizo pagar la redención. Nos salvó gratuitamente. Y nosotros, debemos hacer las cosas como expresión de gratuidad. Por eso, Jesús indica a esa viuda pobre y generosa como modelo a imitar de vida cristiana […]

Cuando nos sentimos tentados por el deseo de aparentar y de contabilizar nuestros gestos de altruismo, cuando estamos demasiado interesados en la mirada de los demás pensemos en esta mujer […] nos ayudará a despojarnos de lo superfluo para ir a lo que realmente importa, y a permanecer humildes». (Papa Francisco, ángelus 11.11.2018).

Contemplando con Jesús la bella imagen que el Evangelio nos presenta pidamos crecer en solidaridad y generosidad para superar el egoísmo y el individualismo que enferman nuestro corazón y envenenan nuestra sociedad.

Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas.

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