¿Cómo se baja el déficit fiscal de manera sostenible?

Según el nuevo informe de IDESA la sugerencia es realizar un
ordenamiento del Estado.

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Idesa, el Instituto para el Desarrollo Social Argentino continúa ofreciendo análisis y propuestas a través de sus informes audiovisuales, en el marco de su vigésimo aniversario, ante las diferentes problemáticas que vive la Argentina en el campo de las políticas públicas.

En el nuevo informe audiovisual el Instituto menciona que todos los años el Congreso aprueba su presupuesto en el que planifica ingresos y gastos. Pero todos los años termina con ingresos que no alcanzan para cubrir sus gastos.

Patricio Temperley, investigador senior de Idesa, explica que “Argentina gastó todos los ahorros que tenía, contrajo toda la deuda interna y externa que pudo y, agotadas estas fuentes de financiamiento, le pidió al Banco Central que emita pesos para que se los preste. Hoy, tenemos un récord de más medio siglo de déficit fiscal”.

Idesa explica que durante mucho tiempo se dijo que tener déficit no es tan malo o, al menos, que es mejor alternativa “que padecer el ajuste”. Pero en momentos críticos, como en la actualidad , las consecuencias son palpables. Pero, ¿qué alternativas tiene un país como Argentina?

Idesa expone que frente a la crisis generada en gran parte por el déficit fiscal, hay 3 caminos:

El “ajuste inflacionario” o el “No hacer nada”. Dejar que la inflación licue gastos y deudas. Es un método muy utilizado porque le permite al gobierno recomponer las finanzas públicas sin tener que tomar medidas explícitas. Algunos casos conocidos, por la situación extrema que plantearon, son la hiperinflación del ‘89 y la megadevaluación de 2002. Son procesos muy traumáticos,  con mucha implicancia sobre la pobreza.

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El “ajuste explícito”. Es decir, actuar con políticas explícitas de ajuste. Básicamente subir impuestos o recortar gastos, pero sin cambiar la organización del Estado. El caso típico se da cuando se profundiza la licuación del gasto previsional,  manipulando la fórmula que regula la movilidad de los haberes. Inflación más modificación de la fórmula produce una reducción de las jubilaciones. Se logran resultados a corto plazo, pero el déficit fiscal reaparece porque en algún momento hay que pagar los juicios a los jubilados. Pan para hoy, hambre para mañana.

“Ordenar el Estado”. O sea aceptar que el Estado tiene graves problemas organizacionales. Se gasta mal y se recauda mal porque hay improvisación y solapamientos. Con todo esto, cualquier intento por reducir el déficit sin cambiar la organización, está condenado al fracaso. Hay que apuntar al origen de los problemas y no a sus síntomas.

Tomando la mención anterior, la diferencia entre ajustar y ordenar el Estado no es una cuestión semántica. El ajuste apunta a corregir en el corto plazo los desequilibrios, pero agrava los déficits de gestión y no tiene una perspectiva sostenible en el tiempo. El ordenamiento implica un replanteo organizacional para recomponer la finanzas, a la vez que se mejora la gestión de una forma sostenible en el tiempo.

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