De bicicletas y golondrinas
Escriben Guillermo Knass y Martín Leiva Varela, ECONEA. Llegó la primavera se podría pensar, ya que los dos elementos no hacen más que pensar en un agradable paseo al aire libre en una tarde templada viendo los pájaros volver de su largo viaje.
Pero no, si la historia se repite (“si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, decía el sabio Einstein) y nada indica que la historia sea distinta, lo que hace presuponer que más que la estación de las flores se va a venir un crudo invierno, o al menos la primavera será para los pocos de siempre.
El Carry Trade (nombre en inglés de la operación) es una operación financiera bastante sencilla mediante la cual se toma préstamos de dinero en países con tasas bajas, y se los coloca en países con tasas altas de interés para ganar con la diferencia y por un tiempo corto de tiempo. O sea, por ejemplo tomo un préstamo en yenes japoneses cuyo interés máximo a pagar no supera el 1 %, y lo deposito a interés en Australia (en dólares australianos) que paga un interés del 6 %. La diferencia entre lo que pago y lo que cobro me da una ganancia del 5 %, según el ejemplo de referencia, sin contemplar los gastos de la operación que reducen un poco la ganancia, pero no cambian la manera de entender la operatoria.
Es un negoción! Por la rentabilidad generada por solo mirar los intereses, originados por pedir prestado a la tasa más baja y depositarlo a la más alta. Pero, como toda operación financiera tiene sus riesgos, sino todos lo haríamos y todos ganaríamos dinero; fuera de los riesgos propios de incobrabilidad (si la tasa es alta es porque el riesgo de no recuperar la inversión es alto) existe el riesgo de devaluaciones que erosionan la ganancia. En nuestro ejemplo, por más que ganemos un 5% si el dólar australiano se devalúa con respecto al yen más del 5 %, cuando tengamos que devolver el préstamo en yenes no nos van a alcanzar los dólares australianos porque valen menos.
Entonces necesitamos dos condiciones para tener una bicicleta financiera:
- Una tasa de interés alta que permita pagar la tasa del préstamo y obtener una ganancia.
- Un tipo de cambio estable o un seguro de cambio que para que la ganancia obtenida por las tasas no se pierda con una devaluación.
En Argentina se están dando estas dos condiciones actualmente. De hecho, según un ranking publicado por diario El Cronista Comercial el 23 de marzo (ver http://www.cronista.com/finanzasmercados/Argentina-segunda-entre-los-paises-mas-atractivos-para-el-carry-trade-20170323-0011.html), Argentina es el segundo país más atractivo para esta operación y el año pasado fue el primero. Las ganancias de los que compraron LEBACS (los famosos títulos de deuda del Banco Central de la República Argentina) descontadas una casi nula devaluación, tuvieron un rendimiento del 20 % anual en dólares. En el mundo de hoy esta ganancia es exorbitante.
Ganadores y perdedores
Obviamente los que pidieron préstamos en dólares, cambiaron a pesos y compraron LEBACS u otros depósitos obtuvieron su respectiva ganancia y volvieron a comprar dólares. Son quienes están más que contentos con la primavera Argentina.
Pero la otra cara de la moneda es preocupante por varios motivos:
- Lo atractivo de las tasas altas hace que entren muchos dólares al país. Si bien esto puede parecer bueno ya que siempre que nos quedamos se frena el crecimiento del país, cuando entran por la bicicleta financiera es malísimo. Son dólares que por un lado generan atraso cambiario, ya que la entrada de dólares aumenta la oferta y cae el precio. Esto genera el dólar barato que hace que todos los argentinos compren en Paraguay, Chile o Miami, los más afortunados, atentando contra la producción local.
- Por otro lado, son capitales golondrina, esto quiere decir que ingresan solamente para la especulación, toman las ganancias y se van en el corto plazo. Para ganar 20 % en dólares sin producir nada, alguien tiene que financiarlo, de ahí gran parte de la explicación del endeudamiento en dólares que se está produciendo.
En que termina esto: si la historia se repite como con el plan económico instaurado por Martínez de Hoz en el ´78 cuando dio comienzo a la denominada “patria financiera” nos vamos a encontrar con una fuerte caída del producto por falta de competitividad, caída de exportaciones y aumento de importaciones (o lo que es lo mismo viajes de compras al exterior).
Como esto es insostenible en el tiempo, dado que para mantenerlo se necesita un fuerte ingreso de dólares, que al no ser generado por las exportaciones genuinas, terminan entrando por préstamos hasta llegar a una crisis de deuda como en el año 80.
Entonces después de tener una fiesta de consumo importado y bicicletas en bajada nos encontramos con que los dólares ya no están y nos quedó la deuda a todos.
La esperanza
Como ya conocemos como termina la historia y sabemos que Sturzenegger como presidente del Banco Central y Dujovne como Ministro de Hacienda, saben que queremos pensar “algo distinto van a hacer” pero los datos de endeudamiento no son alentadores en un año de gestión de Macri, donde la deuda se incrementó más del 50 % de todo el período de la dictadura y gran parte debido a la bicicleta financiera. Es hora de cambiar los patines de freno.