Economis participará en la XI Cumbre Mundial de Comunicación Política
Por Fernando Oz, enviado especial. Por éstas horas los principales asesores en comunicación de la diversa clase política del continente se encuentran tirados al sol en las playas de Cartagena de Indias. Paradójicamente, el apiñamiento de los cerebros más astutos a la hora de planificar las campañas electorales de quienes nos gobiernan no fue reflejado en ninguna de las portadas de los diarios colombianos. Los más apresurados llegarán por la noche al aeropuerto Rafael Núñez. No los convoca el fantástico clima caribeño, sino el debate que arrancará mañana en la XI Cumbre Mundial de Comunicación Política.
Todos los conferencistas y quienes asisten al evento, que tendrá como refugio el Centro de Convenciones de Cartagena, coinciden en que la comunicación es cada vez más compleja y que un gobierno que no goce de una buena política comunicacional se vuelve inviable.
Y probablemente todos coincidan en que los especialistas en la comunicación política están en alerta porque advierten que hay que atender un problema que resulta más complejo que el acto de ganar una elección o sostener un gobierno, y quienes mejor sintetizan el mal son Gaudalupe Urriticoechea y Luis Babino: “La política pasó de escuchar los problemas de la gente a hablar de los problemas del sistema político”. Ambos académicos son consultores en comunicación y trabajaron para diferentes organismos públicos y privados de la Argentina.
Una subjetiva selección y posterior sumatoria de títulos de las conferencias que habrán hasta el viernes podría servir como un resumen de lo que vendrá. El consultor político Santiago Martínez ya llegó de España y mañana hablará sobre la neurocomunicación, y su coterráneo Antonio Gutiérrez Rubí expondrá sobre la política y las campañas sin partidos (políticos). Por alguna razón, lo nuevo siempre llega del viejo continente o del último piso de alguna torre de New York. El avance de las neurociencias sopló las viejas estructuras comunicacionales y las crisis de las también viejas estructuras partidarias abrió la puerta a una nueva forma de hacer política.
El colombiano Jaime Hernández Amín disertará sobre un antiguo laberinto que se renueva con el paso del tiempo: El cerebro social y aquello de la comunicación para transformar sociedades. Y la ecuatoriana Tatiana Larrea nos pondrá ante la paradoja de cómo hacer una campaña limpia y ganar para contarlo.
Y con la tecnología “al alcance de la cartera de la dama y del bolcillo del caballero”, es imposible que los herederos de Maquiavelo no tengan en cuenta los nuevos medios de comunicación y las venditas redes sociales. Es así que los mexicanos Rafael Carreón, Antonio Roldan y Manuel Cossio, nos dirán cómo bajar de manera adecuada la estrategia general a redes sociales, aire y tierra. Y Adna Martínez, que también es mexicana, pondrá sobre el tapete aquello de la imagen artificial, big data, y reelecciones, tres puntos, que según ella, ya son parte de nuestras vidas.
Con tantos aztecas dando vueltas en Cartagena con motivo de la Cumbre, era lógico que alguno de los especialistas de la tierra de Pancho Villa y el Chapo Guzmán lanzaría al debate la cuestión de aquel empresario estadounidense que llegó a la Casa Blanca sin haber hecho ni un tercio de media carrera política. Será Juan María Naveja quién explique por qué sostiene que después de Trump la comunicación política no volverá a ser igual.
Mañana tampoco faltará una argentina que plantee aquello del arte del bla, bla, bla, y será la consultora Daniela Aruj. Y un argentino que intentará explicar por qué votar adelgaza, aquel hombre se llama Ángel y se apellida Beccassino, un fantástico estratega de la comunicación política.
La subjetiva grilla de títulos, más las que se encuentran en el programa, indica que la primera jornada de la XI Cumbre Mundial de Comunicación Política será una interesante carrera maratónica que arrancará a las ocho de la mañana y finalizará a las siete de la tarde. Un buen horario para terminar todos en la playa.
Los hoteles en Cartagena están con una ocupación que supera el 80 por ciento. Serán tres días de debate, tres días en los que habrá más de un centenar de conferencistas, tres días en que las chivas rumberas estarán desbordadas por consultores políticos, asesores políticos, operadores políticos, funcionarios políticos, periodistas políticos, y políticos de verdad que entre copas y copas diagramarán nuevas batallas.
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