El futuro de la Educación se escribe con TIC y TAC

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La educación, tal como la conocemos hoy, tiene sus raíces en un modelo que data de hace más de dos siglos: el sistema educativo prusiano. Diseñado para formar ciudadanos obedientes, disciplinados y preparados para integrarse eficazmente en la línea de producción. Este sistema prioriza la estandarización, la memorización y la jerarquía en las aulas. Pero ¿es este el modelo que necesitamos en el siglo XXI? La educación disruptiva surge como una alternativa que desafía estas estructuras, proponiendo una enseñanza flexible, colaborativa y centrada en el desarrollo del potencial individual.

El sistema prusiano, implementado a gran escala durante el siglo XIX, buscaba homogeneizar el aprendizaje. Las aulas se convirtieron en espacios donde el maestro dictaba y el alumno recibía pasivamente. El objetivo no era fomentar el pensamiento crítico, sino inculcar obediencia y preparar trabajadores para las fábricas.

Esta herencia perdura: horarios estrictos, programas uniformes y evaluaciones que priorizan el rendimiento individual por sobre la colaboración. Las preguntas que impulsan la creatividad o la innovación son reprendidas.

En octubre del año 2018 se sancionó la ley VI – N.º 212 de Educación Disruptiva de la provincia de Misiones, Argentina. Este conjunto de innovadoras normativas tiene como propósito transformar el sistema educativo mediante la incorporación de nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y las tecnologías de aprendizaje y conocimiento (TAC). Esta legislación busca generar un cambio significativo en la forma en que se enseña y se aprende, fomentando métodos innovadores y creativos.

La iniciativa resulta en un contraste más que necesario para la aún vigente educación de modelo prusiano que se torna cada vez más ineficaz en el siglo XXI. Limitando el potencial creativo de millones de jóvenes a una mecanizada obediencia que, lejos de prepararlos para la vida, los deja completamente desamparados. Este sistema educativo tuvo su momento álgido a mediados del siglo XX cuando la garantía sistemática de trabajo bien pago tenía asidero, ofreciéndo una expectativa de 40 años de duración laboral, mientras que hoy ese número desciende a 4,5 años.

La Escuela de Robótica, el Parque Industrial y de la Innovación Posadas, y el Polo TIC se unieron para llegar al interior de la Provincia, creando la Red de Espacios Maker. La cual consiste en ser una extensión de la Escuela de Robótica replicada en decenas de municipios distribuidos en la provincia de Misiones. En cada nodo, se aplican exclusivamente métodos de enseñanza disruptiva, con mesas redondas, parejas pedagógicas (Técnico – Pedagógico) y se potencia el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y los potenciales individuales de cada alumno. Esto permite la participación de alumnos con una franja etaria de 4 años en adelante.

No hace falta destacar que, la importancia de dicha iniciativa provincial, no se reduce meramente a una educación de calidad como una mejora al aún vigente sistema de educación prusiano. Es decir, no milita en pos de tratar a los jóvenes como simples productos o estadísticas que sigan órdenes a rajatabla, sino que se trata de la transición necesaria hacia una educación que prepare a las generaciones venideras para las condiciones que impone este siglo.

En un contexto de colapso social y ambiental, no solo hacen falta más individuos con pensamiento crítico, sino fortalecimiento de comunidades y de sus redes. He ahí el valor de la apuesta tecnológica en territorio por parte del gobierno de turno. Estas iniciativas, además de ser disruptivas, no aparentan un sentido racional, ya que parecieran tomar un curso “a contra corriente” al combinar Apuesta Tecnológica con Apuesta Rural, incentivando un diálogo respetuoso entre estos dos mundos y evitando al mismo tiempo el éxodo rural.

Bien sabemos que urgen alternativas que nos permitan transitar hacia un mundo resiliente, sin sacrificar en el camino los valores culturales y tecnológicos aprendidos durante épocas de abundancia de recursos. Por ello, son plausibles todas las iniciativas que promuevan una transición inteligente hacia ello.

Sin olvidarnos, claro está, que el camino para llegar a este ideal no será el más fácil, pero sí el necesario.

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