Entre canastas: por qué baja la pobreza en los números pero no en la percepción

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Cada vez que se conoce el dato de pobreza en la Argentina se genera una fuerte polémica, sin importar cuál sea el resultado. Cuando la pobreza sube, se lo atribuye a una consecuencia “inevitable” de la coyuntura económica; cuando baja, se pone en duda la validez de la medición y se la califica como “no representativa”. 

Esto último volvió a ocurrir esta semana, tras conocerse que el INDEC informó una tasa de pobreza del 31,6% en el primer semestre del año. El debate sobre la “representatividad” del dato es legítimo y tiene múltiples aristas, aunque no hay margen para dudar de que el organismo aplica con rigurosidad la metodología vigente. 

La pregunta entonces no es si el dato está mal calculado, sino dónde podría residir el problema de sobrerrepresentación. La respuesta más clara está en la metodología misma.

La pobreza en Argentina se mide a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que releva información sobre ingresos en los principales aglomerados urbanos. El método compara los ingresos de los hogares con el valor de dos canastas de referencia: la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que define la línea de indigencia, y la Canasta Básica Total (CBT), que agrega a la anterior los bienes y servicios no alimentarios considerados esenciales, como vivienda, transporte, salud, educación y vestimenta. En cada región se calculan los valores de las canastas a partir de la estructura de gastos de los hogares y la evolución de los precios. La CBA se valúa con una canasta específica de alimentos y se ajusta según los precios del IPC, mientras que la CBT se calcula mediante el coeficiente de Engel, que surge de la proporción entre gasto en alimentos y gasto total. 

El inconveniente es que este coeficiente proviene de encuestas de gasto de los hogares realizadas hace muchos años, lo que provoca que rubros hoy centrales (alquileres, servicios públicos, transporte, comunicaciones o servicios digitales) estén subrepresentados, con el riesgo de que la canasta total quede “chica”. Esta es una de las principales críticas al método vigente, ya que la estimación de la CBT puede no reflejar de manera adecuada la estructura de gasto contemporánea. 

A ello se suma la insuficiente actualización de la canasta utilizada para medir el IPC, lo que genera que productos y servicios actualmente relevantes tengan un peso muy bajo o no figuren en la medición oficial.

Existen además otros factores que inciden en la lectura de los datos. Los cambios abruptos en precios relativos, propios de una economía con alta inflación, alteran los hábitos de consumo y pueden distorsionar los cálculos. A esto se suman modificaciones en la captación de ingresos en la EPH, que si bien mejoran la calidad del registro, pueden alterar la comparación histórica: un mejor relevamiento de ingresos reduce la pobreza medida, aunque ello no necesariamente signifique un aumento real en el poder adquisitivo de los hogares.

Un punto central en este debate es que el concepto de pobreza utilizado en Argentina es estrictamente monetario. La línea que divide a pobres y no pobres se traza únicamente con base a ingresos, sin incorporar dimensiones adicionales vinculadas al acceso a servicios, vivienda, educación o calidad del empleo. Este enfoque tiende a chocar con la percepción social: gran parte de la población se siente más empobrecida de lo que reflejan los datos oficiales

No se trata de que el INDEC “mienta” o “dibuje” cifras, sino de que la metodología vigente captura de manera incompleta un fenómeno complejo y volátil como la pobreza en la Argentina.

Pero ahondemos un poco más en los datos principales para Posadas. En el período de referencia, la pobreza fue del 38,1%: contra igual semestre del 2024, cayó en 17,8 puntos porcentuales; contra el semestre anterior (es decir, el segundo del 2024) la disminución fue de 5,3 puntos; además, logró posicionarse también por debajo de los niveles del segundo semestre 2023 (38,4%) y volvió a iguales niveles que el primer semestre 2020 (también 38,1%). 

Contra igual período del 2024, la reducción de la pobreza alcanzó a unas 67.656 personas, mientras que unas 20.078 personas dejaron de ser pobres en los últimos seis meses en el aglomerado misionero. ¿Cómo se logró esto? Veamos punto por punto. Las Canastas Básicas para el NEA se movieron relativamente en línea con el IPC, aunque con una velocidad algo menor: a nivel interanual, la CBA creció 38,0%, la CBT 42% pero e IPC “solo” 37,1%. A nivel semestral, los precios crecieron al 13,2%, la CBA creció levemente por encima (13,3%) pero la CBT lo hizo en 12,4%. ¿Qué nos muestra esto? Que los valores de las canastas básicas (indicativos de las líneas de pobreza e indigencia) crecieron menos que la inflación. Esto es clave para entender algunos aspectos como “si el salario cae en términos reales, como puede ser que baje pobreza”, aunque volveremos con ello luego. 

Ya detallamos que, en el NEA, la CBA creció 38,0% interanual y 13,3% semestral mientras que la CBT lo hizo en 42% interanual y 12,4% semestral. En ese marco, ¿Cómo se movieron los ingresos en Posadas? Todos los indicadores de este tipo crecieron por encima de la variación de la CBT: la suma del ingreso familiar (es decir, la suma de todos los ingresos que haya en un hogar incluyendo laborales y no laborales) creció 108,0% interanual y 28,9% semestral; los ingresos laborales crecieron mas que los no laborables (para el interanual, +119,2% y 81,9% respectivamente; para el semestral +31,7% y +21,8%); en esta línea, la media del Ingreso Per Cápita Familiar creció 105,7% interanual y +26,9% semestral, al tiempo que la media del ingreso por adulto equivalente tuvo variaciones de 106,1% interanual y 27,5% semestral. 

Hasta aquí vimos cómo, en términos relativos, los ingresos en Posadas crecieron por encima de las canastas regionales. ¿Qué se observa en valores absolutos? Posadas tiene el ingreso por adulto equivalente más alto del NEA con $ 518.412, cuando en Corrientes es de $ 456.110; en Formosa de $ 453.137; y en Gran Resistencia por $ 394.022. En ese marco, la Canasta Básica Total promedio del NEA para un adulto equivalente fue de $ 293.567. Esto nos dice que el ingreso medio por adulto equivalente de Posadas le permitió adquirir 1,42 CBT, por encima de 1,25 de Corrientes y 1,26 de Formosa. Sin embargo, esos dos aglomerados mostraron niveles de pobreza inferior al misionero, por lo cual entra en juego, entonces, la distribución de esa media. 

¿La mejora de los ingresos de Posadas vino de la mano del empleo? Según el INDEC, no necesariamente. El mismo informe del organismo dice que la tasa de empleo cayó 3,1 puntos semestral y -5,5 interanual, por lo que la mejora de los ingresos laborales principalmente se pudo haber dado por recomposición de sectores, pero no por mayor apertura del mercado de trabajo que tomó el camino inverso. Pero aun con ello, la mayor parte del sector privado formal, por caso, ha tenido un retroceso salarial durante buena parte del primer semestre del año.

¿Cómo entender, entonces, la aparente contradicción entre caída del empleo, retroceso salarial en segmentos formales y, a la vez, una fuerte baja de la pobreza? La respuesta está en la propia dinámica metodológica. La pobreza se mide en función de si los ingresos superan o no el valor de las canastas.

Durante el período analizado, los ingresos familiares en Posadas crecieron muy por encima de la CBT, lo que permitió a una parte importante de los hogares ubicarse por encima de la línea de pobreza, aun con un mercado laboral debilitado, aunque ello no necesariamente implica una mejora en la calidad de vida. En el mejor de los casos, podría “estabilizarse” una condición, pero no necesariamente mejorarla. 
El dato de pobreza se cruza con otros, además, como el nivel de morosidad récord de hogares. Al final del día, entonces, la cuestión se reduce en que el INDEC toma el ingreso total respecto a una canasta subrepresentada, pero no se considera lo que se llama el “ingreso disponible” que es, al final del día, el que le da calidad de vida a la gente.

Si mis ingresos crecen por encima de inflación, pero mis costos fijos crecen por encima de ello incluso con conceptos no representados (o mínimamente representados) en la canasta (como alquileres que sí se considera pero con alta subponderación; o como cuotas de créditos personales, por ejemplo) entonces no seré estadísticamente pobre, pero vivo mi vida en condición de pobre.

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