Guerra no declarada OTAN-Rusia: la política exterior requiere firmeza y coherencia

Escribe Carlos Andrés Ortiz

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Este escrito parte del total respeto, a los muchos argentinos de origen ucraniano, muy numerosos en particular en mi provincia, así como a los menos numerosos hijos de inmigrantes rusos, que también los hay. Por supuesto que causa profunda pena tanta muerte y destrucción, así como los inmensos “efectos colaterales” con fuerte impacto en la economía mundial.

Pero se debe analizar con mayor profundidad el conflicto y su contexto. Claramente, la guerra que se está librando básicamente en territorio de Ucrania, es un enfrentamiento no declarado pero muy explícito, entre la OTAN y Rusia. Decir OTAN es sinónimo de manejo casi discrecional de EEUU y Gran Bretaña (a veces cuesta dilucidar cual de ambos anglosajones tiene la última palabra, si la Banca de Nueva York o la de Londres), en cuyo contexto la vieja Europa se muestra como subordinada o aliada menor de los anglos.

Todo parece indicar que la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), está usando de carne de cañón, al abnegado pueblo ucraniano, en una pretendida guerra de desgaste y empantanamiento en la cual pretenden sumir a Rusia, nación que es un gran escollo de los que pretenden imponer al como sea la globalización a ultranza, con todo su materialismo y exclusión social.

Así lo indican los inexistentes esfuerzos del Bloque Atlantista (mandante de la OTAN) para encontrar vías de entendimiento y cese del fuego; por el contrario, evidencian estar echando leña al fuego… En mérito a la brevedad, el análisis geopolítico y por lo tanto histórico de los cambios en el tablero del Poder Mundial, se analizará -Dios mediante- en artículo separado.

Coherente y notablemente, Argentina se mantuvo neutral en las dos guerras mundiales, las cuales no eran nuestras, sin duda, no cediendo a las presiones que exigían nuestra cuota de carne de cañón al servicio de intereses foráneos.

Esa neutralidad bien fundamentada y ejercida, además del rol en defensa de Venezuela en 1903, ante la seria amenaza de agresiones militares punitivas, por cuestiones financieras; y el accionar crucial para poner fin a la fratricida y absurda Guerra Del Chaco entre Bolivia y Paraguay, cimentaron un sólido prestigio diplomático argentino. 

A eso se le agregaría la Doctrina de la Tercera Posición, eje de la política exterior del peronismo; la cual fue uno de los basamentos doctrinarios, tal vez el central, en la conformación del Movimiento de Países no Alineados, constituido en la segunda mitad de los años ’50. Previo a eso, en 1946, Argentina estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, haciendo caso omiso a las presiones en contrario desplegadas por EEUU y GB, así como los cipayos locales al servicio de esas potencias. 

No es tampoco un tema menor, que el analista geopolítico y filósofo ruso Aleksandr Dugin, para la elaboración de su Cuarta Teoría Política, se basó en buena medida en la Doctrina Política del Peronismo, tal como incluso lo expresó con fina sutiliza en una disertación en Buenos Aires. 

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Para algunos analistas geopolíticos, estamos ya inmersos en la “Tercera Guerra Mundial en Cuotas”, con serio riesgo del desenfreno del cataclismo nuclear, preocupación también expresada por el Papa. Si Ucrania se incorporara a la OTAN, con previsibles instalaciones misilísticas, Moscú y otros centros neurálgicos podrían tener amenazas concretas pendientes a solo cinco minutos de trayectoria hipersónica.

Añadiendo conflictos, los bombardeos de las fuerzas ucranianas a la zona del Donbas (con población ruso parlante y culturalmente afín a Rusia), fueron denunciados como un genocidio con más de 14.000 muertes. 

Como alguien graficó, Ucrania fue instigada por los anglosajones y sus aliados menores, a provocar al Oso Ruso…y el oso reaccionó; justificadamente o no, según desde donde se mire. La OTAN parecería dispuesta a seguir la guerra, hasta el último soldado…de Ucrania, suministrando ingentes partidas de armamentos, además de asesores y -supuesta o creíblemente- mercenarios. Los objetivos se evidencian múltiples, con EEUU y seguramente GB fijándolos, a saber: 
a) empantanar y desgastar a Rusia en un conflicto costoso de larga duración. 
b) reemplazar el gas y el petróleo rusos, vitales para la Unión Europea (y en particular, su “locomotora económica” Alemania), reemplazándolos por el mucho más costoso GNL de EEUU y otros proveedores de hidrocarburos, todos más caros que los combustibles rusos (por logística, menores costos operativos y cercanía). 
c) Destruir o al menos frenar los crecientes lazos comerciales que vinculan a la Unión Europea con Rusia, para reemplazarlo por acuerdos con EEUU y GB. 
d) entorpecer o impedir las alternativas de Ruta de la Seda, que desde China están previstas a toda Europa Continental. 
e) obligar a los miembros europeos de la OTAN a invertir más en armamentos, muchos de los cuales podrían ser de manufactura yanqui o británica. 
f) descolocar a la industria europea, por mayores costos, abriendo una ventana a las exportaciones y empresas de EEUU. g) Hacer vulnerable a China, debilitando a su principal aliada, buscando presionarla desde el oeste – noroeste (si sumieran a Rusia en el caos o la inercia total), y el sur – sureste, al reavivar el conflicto por Taiwán y el Mar de la China.

 En todo ese muy preocupante y potencialmente dantesco panorama destructivo, las presiones a terceros países para definirse en los foros diplomáticos, son claramente muy fuertes. Y eso ocurre contra Argentina, como toda Íbero América y El Caribe. 

Cabe analizar cual es el contexto general, que no debería omitirse en ninguna evaluación nacional con sentido patriótico, para el accionar diplomático argentino. 
1) Gran Bretaña es potencia usurpadora de territorios y amenaza nuestras fundadas pretensiones en la Antártida Argentina, además de poner en riesgo nuestra soberanía en La Patagonia, tanto por el poder militar concentrado en Malvinas, como por el accionar de operadores enquistados acá, como ciertos terratenientes británicos y los secesionistas mapuches, operando con libreto dictado desde Mapuche Nation, ONG sita en Bristol. GB cuenta con el pleno respaldo de la OTAN. 
2) Hace cuatro décadas que no podemos reequipar a nuestras Fuerzas Armadas, por el embargo británico, con el pleno respaldo de la OTAN. Solo Rusia y China se mostraron dispuestas a suministrarnos equipamiento en calidad y cantidad acordes a nuestros requerimientos, de lo cual faltan decisiones por parte de Argentina.
3) Tenemos valiosos Acuerdos Estratégicos con Rusia y China, que permitirán financiar obras estratégicas para nuestro desarrollo, en condiciones muy favorables para Argentina, que las Potencias Atlantistas no evidencian estar dispuestas a dar. 
4) Rusia y China apoyan nuestros fundados reclamos en el tema Malvinas, en el cual la oposición total es de GB, EEUU e Israel (aliado directo de ambas potencias). 
5) Como notable gesto amistoso, Rusia envió -entiendo que sin que medie pedido argentino-, un buque para ayudar a localizar al ARA San Juan. Como no trascendió, es de suponer que no nos pasó factura por ese valioso servicio. 
6) En plena pandemia de COVID, cuando las Potencias Atlantistas acaparaban vacunas, más allá de sus necesidades, Rusia nos suministró importantes lotes, en sucesivos embarques trasladados por Aerolíneas Argentinas. Ese gesto fue muy valioso, e incluso se acordó producir acá la vacuna Sputnik V. 
7) En la reciente visita de nuestro presidente a Rusia, en medio de cordiales diálogos, A. Fernández ofreció que “Argentina sea la puerta de entrada de Rusia en América Latina”. Incompatible eso con la “condena” a Rusia expresada solo semanas después, por nuestro presidente. 

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En todo ese contexto geopolítico, ineludible en todo análisis y acciones coherentes, además acordes a las posturas diplomáticas históricas de Argentina, de no intervención en conflictos de otras potencias; lo lógico y correcto hubiese sido la abstención en el voto emitido en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; y opiniones medidas en pro de la paz y nunca acusatorias, por parte del presidente y/o el canciller de Argentina, en el delicado tema de la guerra en Ucrania. 

Pero en las visitas presidenciales a tres países de Europa Occidental, nuestro presidente avaló la postura anti rusa de la UE y la OTAN, sin la ecuanimidad de considerar todo el contexto, incluyendo la extrema agresividad de la OTAN. Injustificable desde todo punto de vista, más aun en un gobierno que se dice peronista, en posturas diplomáticas esenciales, dejando de lado nuestra tradicional neutralidad, además de alinearse con los agresores de nuestra soberanía. 

Solo un alineado total a los designios imperiales anglosajones, un neoliberal enquistado en el peronismo, como lo fue Menem, pudo involucrarse en la agresión a Iraq, trasgrediendo la tradicional postura no intervencionista y neutral, de la cual pudimos enorgullecernos antes.  ¿Cómo compatibilizar el “alineamiento pro OTAN”, con las intenciones de incorporarnos al BRICS?

No se ve coherencia alguna, y seguramente serán necesarios ingentes esfuerzos diplomáticos para corregir todo eso. Posiblemente, las presiones del FMI pudieron tener mucho que ver con esos gruesos furcios diplomáticos argentinos. 

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