¿Invasión extraterrestre? Creer o reventar

Escribe Lucas Doroñuk

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La confesión más esperada por conspiranoicos tuvo lugar en Estados Unidos. Finalmente, varias declaraciones dieron a entender ese tan buscado contacto alienígena. Sin embargo, hay quienes sospechan que se trata de una vieja receta “yankee” para quitar la atención popular del medio. 

Si hay algo que Estados Unidos hizo bien, fue crear mitos. En ese entramado de relatos mitad real, mitad ficción, los extraterrestres juegan un papel fundamental. Toda una industria se mueve al respecto, más allá del trabajo y los años de vida que le dedican los ufólogos.

El Estado de Nevada, por ejemplo, se transformó en La Meca para los teóricos de la vida en otros planetas, donde se generó un circuito de consumo y un marketing descomunal. Todo esto potenciado por el famoso caso Roswell, el Área 51 y una lista sin fin de apoyo hollywoodense. 

En perspectiva, es interesantísimo el debate sobre la vida fuera del planeta Tierra y es algo que la humanidad debe plantearse seriamente en el marco del proceso evolutivo, pero aquí la cuestión es que siempre es utilizada esta excusa para desviar temas de vital importancia en la vida diaria. 

No es casualidad que cada vez que existe un avistamiento extraterrestre, siempre es en Estados Unidos. Parece ser que no solo Dios atiende en Norteamérica, sino que los aliens también. 

Lejos de polemizar con los creyentes, acá el tema son las autoridades estadounidenses. Todo indica que lo acontecido esta semana parece ser otra técnica de disuasión pública. En los últimos días, David Grusch, un ex agente de inteligencia de Estados Unidos, confesó en una audiencia que el Estado encontró restos biológicos no humanos en OVNIS. Esto caló tan hondo en la sociedad que no tardó en ser abrumadoramente viral en redes sociales, inclusive exigiendo algún tipo de respuesta al gobierno de Joe Biden. Obviamente que, en concatenación con los hechos de fuerte rebote popular, los yankees hicieron de las suyas: la NASA confirmó la creación de un comité para investigar el contacto con OVNIS y extraterrestres. 

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Esto provocó una psicosis social en el mundo de la ufología. La excitación y la exaltación fueron las emociones que brotaron en los foros conspiranoicos, y que, por supuesto, es un tema apasionante. Pero acá hay perro encerrado.

El mismo día que Grusch hacía las declaraciones que desataron la fiebre ufóloga, Hunter Biden, el hijo del presidente, afrontaba una dura acusación. Fue justamente el tribunal de Delaware el que se encargó de revisar una causa federal por fraude fiscal (aparentemente, el hijo de Biden no paga impuestos), donde Hunter se iba a declarar culpable para pagar una simple pena y que todo quede en el olvido. Todo se complejizó cuando una de las autoridades encontró algunas otras irregularidades dentro de la causa que no eran competentes y que iban a ser enjuiciadas como parte del todo. Por ejemplo, él mismo era acusado, dentro de los fraudes fiscales, por portar armas siendo un adicto reconocido, algo que es un crimen grave en Estados Unidos. Esto generó que Hunter Biden cambie su situación y se declare inocente, alargando aún más el proceso judicial.

¿Se imaginan que pasaría en Estados Unidos si explotara esa bomba mediática del hijo del presidente, en una presidencia debilitada? Podría ser decisivo. 

Biden tiene una gestión marcada por problemas económicos, política exterior donde perdió gran parte de la hegemonía estadounidense y una imagen pública débil. Aquí es donde se unen los alienígenas y la política estadounidense. 

No es casualidad que justo resurjan temas de interés masivo como el contacto del ser humano con el extraterrestre, cuando el hijo del presidente estaba intentando manipular a una Corte. Es gravísimo y lo saben, por eso hay que atar los cabos sueltos. 

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Solo basta con un revisionismo medianamente crítico para entender que es una táctica disuasoria, uno de esos artilugios que Estados Unidos logró utilizarlo tan bien en su historia y que siempre es efectivo. Los flashes, los títulos y las portadas fueron nuevamente arrastrados por los amigos de ET, mientras la maquinaria política y de la superestructura jurídica estadounidense quedó intacta.

Lejos de considerar como un tema de menor relevancia a los OVNI, la realidad marca que el Pentágono volvió a salirse con la suya, con una maniobra tan espectacular como frívola, tal y como si se tratase de un capítulo de Los Simuladores. Basta con pensar que gran parte de la actividad alienígena siempre se concentra en un solo país como se nombró previamente, y, por otra parte, en momentos aún más críticos de la historia no revelaron nada al respecto. ¿Por qué ahora? Todo parece indicar que hay que cuidar a un frágil presidente que busca que le explote una bomba en las manos, pensando en las próximas elecciones en su país. Creer o reventar… Estados Unidos lo hizo otra vez.

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