La doble vara del neocolonialismo del siglo XXI
Carlos Andrés Ortiz, Analista de Temas Económicos y Geopolíticos
Nadie al menos medianamente bien informado, ni menos aun los muy bien formados e informados de la realidad mundial, puede desconocer que el peligroso conflicto bélico que básicamente se desarrolla en Ucrania, es una guerra no declarada de la OTAN contra Rusia, la mega potencia bicontinental que resulta uno de los principales escollos que evitan el ya explícito proyecto de excluyente hegemonía mundial, por parte del grupo “occidental”, básicamente de ambas grandes potencias anglosajonas, con otras potencias alineadas y/o funcionales a dicho objetivo geopolítico.
Y no es un tema menor, que en la agenda a imponer a escala planetaria por el Bloque Atlantista (léase occidentales y sus aliados/subordinados varios), una de las prioridades es imponer con carácter de obligatorio, el “paquete” ideológico de destrucción de los Estados naciones, y la imposición de ataques directos a los valores básicos de la cultura, entre ellos la familia tradicional, el patriotismo bien entendido, y los valores superiores, entre ellos la sana espiritualidad.
Una Rusia debilitada o peor aún, fragmentada territorialmente, dejaría un amplio flanco expuesto y mucho más vulnerable a China, mega potencia que va rauda camino a superar a EEUU, en un plazo muy breve, medido en términos históricos.
Pero parecería que los severos costos económicos, sociales y estratégicos, están incidiendo en forma acentuada y creciente,en los componentes europeos de la OTAN (además por supuesto del sufrido pueblo ucraniano), mientras que al Oso Ruso muy poco o nada parecen afectarle las múltiples sanciones económicas dictadas por la Unión Europea y su vecino insular el Reino Unido.
Lo precedente, sin desconocer ni minimizar los múltiples y crecientes sacrificios que soporta el pueblo de Ucrania, al que parecen haber empujado a una guerra absurda de la cual es más que dudoso que pueda emerger como vencedor, aun con el amplio respaldo de sus vecinos nucleados en la OTAN y azuzados por los anglos de ambos extremos atlánticos.
Ningún análisis bien fundamentado del actual preocupante conflicto bélico, puede omitir los muchos factores históricos y culturales que vinculan fuertemente a Ucrania y a Rusia, partiendo del hecho que el gigante euroasiático y sus vecinos Bielorrusia y Ucrania se fundaron a partir del Rus de Kiev, allá a fines del siglo IX; además de lo cual comparten el complejo alfabeto cirílico, el idioma casi en común, sus pueblos son mayoritariamente eslavos con influencias de los vikingos que casi se pierden en la noche de los tiempos, siendo mayoritariamente cristianos, sin por ello dejar de respetar a otros credos.
Como rápidas menciones, no se deben omitir los sufrimientos del Holodomor (la gran hambruna) en Ucrania, en épocas del duro gobierno de Stalin; como también cabe acotar que Nikita Kruschev, que comandó la Unión Soviética en el período post estalinista, nació en Ucrania, favoreciendo el desarrollo e industrialización de ese por entonces componente de la URSS. Tampoco cabe omitir que a partir de la “revolución de colores” -con clara participación y posiblemente financiación del bloque occidental / atlantista-, se produjeron cambios en la orientación geopolítica de Ucrania, los que se radicalizaron con los levantamientos conocidos como euromaidan, entre 2013 y 2014, expulsándose del poder a los componentes afines a Rusia del gobierno de Ucrania, reemplazándolo por referentes de clara alineación con la Unión Europea y la OTAN.
Desde que se dio el euromaidan, se denunciaron recurrentes ataques de militares o paramilitares ucranianos, contra la población culturalmente pro rusa de las regiones lindantes con Rusia, los cuales provocaron víctimas estimadas en 14.000 civiles. Esas masacres provocaron pedidos de apoyo ruso por parte de las poblaciones de esas regiones limítrofes. Previo a eso, en un golpe de mano con la aquiescencia de la población culturalmente rusa de Crimea, la estratégica península que había sido parte de Rusia y cedida luego a Ucrania en el gobierno de Kruschev, volvió a quedar bajo pleno dominio ruso.
Como se puede constatar, los antecedentes históricos, culturales y étnicos son sumamente complejos, y en base a dichas complejidades se pueden sostener posturas muy encontradas respecto a los territorios que, de la Ucrania post soviética, volvieron hoy a pleno dominio ruso.
Los poderosos medios de comunicación manejados por las potencias atlantistas, enfatizan los ataques mediáticos contra las “usurpaciones de territorios”, el “expansionismo insaciable” y conceptos similares con los que condenan a Rusia. Pero claramente, callan e incluso justifican las usurpaciones territoriales y los hechos de anacrónico intervencionismo político, económico e incluso militar, que evidencian ser una constante del accionar de la OTAN como bloque y de las potencias componentes principales del mismo en forma individual.
Como breve reseña, cabe mencionar la usurpación de amplios territorios por parte de EEUU en perjuicio de México (hace tiempo); la separación de Panamá en perjuicio de Colombia (para construir sin oposición el canal); las múltiples intervenciones militares en América Central y El Caribe; los muchos golpes de Estado en Íbero América en rápida sucesión en los años ’60 y ’70, con claras “supervisiones” y/o instigaciones desde “el norte”; la agresión británica con apoyo directo de EEUU e implícitos de la OTAN contra Argentina en la Guerra del Atlántico Sur; los ataques que desarticularon y sumieron en el caos a la ex Yugoeslavia, a Iraq, Libia (incluyendo crueles asesinatos de Saddam Hussein y el Coronel Kadafi), las agresiones contra Siria (que no desarticularon el país, al ser auxiliado militarmente por Rusia), el golpe de Estado oligárquico – militar contra Evo en Bolivia, las muchas operaciones de lawfare en Sudamérica incluyendo desembozadas intervenciones de opiniones en temas internos por parte de embajadores de EEUU y más sutilmente del Reino Unido, los intervencionismos político – militares de Francia en sus excolonias de África, el brutal endeudamiento de Argentina perpetrado para favorecer a los personeros del neoliberalismo macrista, y el listado no se agota. Evidente doble vara para catalogar acciones, dependiendo que bloque de potencias las realicen.
Todo eso resaltado u ocultado, según el caso, por los mercenarios del periodismo e intelectuales y políticos acomodaticios.