La fragmentación de la inversión extranjera directa golpea más fuerte a las economías emergentes
Escriben JaeBin Ahn, Ashique Habib, Davide Malacrino y Andrea F. Presbitero
Escriben JaeBin Ahn, Ashique Habib, Davide Malacrino y Andrea F. Presbitero – Las pérdidas del 2% en la producción mundial a largo plazo debido al desplazamiento de la inversión extranjera directa ponen de relieve las razones por las que debe defenderse la integración mundial.
A medida que aumentan las tensiones geopolíticas, las empresas y las autoridades económicas analizan nuevas estrategias para dotar a las cadenas de suministro de más resiliencia repatriando la producción o desplazándola a países de confianza.
La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos sostuvo en abril de 2022 que las empresas deben localizar las cadenas de suministro en países con afinidad ideológica. Más recientemente, la Comisión Europea propuso la Ley sobre la industria con cero emisiones netas para contrarrestar los subsidios que prevé la Ley de reducción de la inflación de Estados Unidos. Y, por su parte, China aspira a reemplazar la tecnología importada con alternativas locales para reducir su dependencia de los rivales geopolíticos.
Estos ejemplos ponen de manifiesto la creciente tendencia hacia la fragmentación geoeconómica, como se describe en el capítulo analítico de la edición más reciente de Perspectivas de la economía mundial. Nuestro análisis del impacto que tiene esta tendencia en la inversión extranjera directa (IED) indica que esos flujos se han caracterizado por patrones divergentes en los distintos países receptores, en especial en sectores estratégicos como el de semiconductores. El flujo de IED estratégica hacia países asiáticos comenzó a disminuir en 2019 y ha experimentado una leve recuperación en los últimos trimestres, salvo los flujos hacia China que aún no se han recuperado.
En los últimos diez años, la proporción de flujos de IED entre las economías con afinidad geopolítica no ha dejado de crecer, incluso más que la proporción destinada a países con proximidad geográfica; esto sugiere que la localización geográfica de la IED responde cada vez más a preferencias geopolíticas.
Estas tendencias también indican que si las tensiones geopolíticas continúan intensificándose y se profundizan las divergencias entre países en función de la fractura geopolítica, la IED podría concentrarse aún más dentro de bloques de países alineados.
Además del desplazamiento de los nuevos flujos, analizamos si, debido a la creciente fragmentación, las inversiones directas existentes podrían relocalizarse en otras jurisdicciones; para ello construimos un índice que mide la exposición a estos fenómenos por país. Las economías de mercados emergentes y en desarrollo son más vulnerables que las economías avanzadas a la relocalización de la IED, en parte por su mayor dependencia de los flujos provenientes de países con menos afinidad geopolítica.
Varias grandes economías emergentes son vulnerables a la relocalización de la IED, lo que sugiere que el riesgo de fragmentación no se concentra únicamente en unos pocos países. Tampoco son inmunes las economías avanzadas, en especial las que tienen importantes stocks de IED en sectores estratégicos. Como las vulnerabilidades también pueden aplicarse a flujos que no corresponden a IED —un aspecto que se analiza en detalle en el capítulo analítico del Informe sobre la estabilidad financiera mundial de abril de 2023— un aumento de las tensiones políticas podría desatar una reasignación importante de los flujos de capital a escala mundial.
Si bien la reconfiguración de las cadenas de suministro podría eventualmente fortalecer la seguridad nacional y contribuir a mantener una ventaja tecnológica respecto de rivales geopolíticos, la relocalización o la localización por afinidad ideológica en socios existentes tenderá a reducir la diversificación y los países serán más vulnerables a los shocks macroeconómicos. Por su parte, nuestro nuevo análisis sugiere que la relocalización de la IED más cerca de los países de origen de los flujos podría perjudicar a las economías receptoras al tener un menor acceso al capital y a los avances tecnológicos.
Nuestro análisis indica que la entrada de empresas multinacionales en países extranjeros con frecuencia beneficia de forma directa a las empresas nacionales. En las economías avanzadas, una mayor competencia de empresas extranjeras incentiva a las empresas nacionales a mejorar su productividad. En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, los proveedores nacionales se benefician de las transferencias de tecnología y de una mayor demanda local de componentes que terminan utilizándose en las industrias en las etapas finales de procesos de producción.
Estos beneficios son mucho más factibles cuando las empresas extranjeras ingresan en un país para producir insumos y abastecer a empresas relacionadas; tal es el caso de la fábrica de semiconductores de Samsung Electronics en Vietnam, la cual fabrica productos que se venden principalmente a otras unidades del conglomerado coreano en todo el mundo. Esto se debe a que este tipo de IED vertical se concentra entre los productores de mercancías intermedias que emplean tecnologías más sofisticadas y requieren un mayor nivel de formación.
Un mundo más pobre
Por último, utilizamos escenarios hipotéticos para ilustrar el impacto que podría tener la fragmentación de los flujos de inversión a largo plazo. En general, un mundo fragmentado probablemente sea un mundo más pobre. Estimamos que las pérdidas de producción mundial a largo plazo rondan el 2% del producto interno bruto mundial. Estas pérdidas posiblemente se distribuyan de manera desigual. Las economías en desarrollo y de mercados emergentes se ven especialmente afectadas al tener un menor acceso a las inversiones de economías avanzadas, pues esto reduce la formación de capital y las mejoras de productividad derivadas de la transferencia de tecnología y de conocimientos.
Si bien la desviación de los flujos de inversión beneficiará a algunos, esos beneficios están sujetos a gran incertidumbre. Algunas economías, como las que mantienen relaciones con diferentes bloques políticos, podrían beneficiarse del redireccionamiento de las inversiones. Sin embargo, tales beneficios posiblemente se vean en parte contrarrestados por los efectos derivados de una demanda externa más débil. Por otra parte, en un mundo fragmentado con crecientes tensiones geopolíticas, a los inversionistas posiblemente les preocupe que las economías no alineadas se vean obligadas a elegir un bloque en el futuro, y esta incertidumbre podría intensificar las pérdidas.
Debido a los costos económicos generalizados que conlleva la fragmentación de la IED, las autoridades económicas deben sopesar detenidamente las motivaciones estratégicas de una relocalización o localización por afinidad ideológica con los costos económicos que acarrean para sus propias economías y los efectos secundarios sobre otras jurisdicciones.
Las estimaciones de grandes pérdidas de producción generalizadas demuestran por qué es fundamental promover la integración mundial. en especial cuando las principales economías respaldan las políticas aislacionistas. Al mismo tiempo, el actual sistema multilateral basado en reglas debe adaptarse a los cambios en la economía mundial y debe complementarse con mecanismos creíbles para mitigar los efectos secundarios de las acciones políticas unilaterales.
A medida que la incertidumbre política amplifica las pérdidas causadas por la fragmentación, deben tomarse medidas multilaterales para minimizar la incertidumbre, lo que incluye mejorar el intercambio de información mediante el diálogo multilateral. Por ejemplo, la creación de un marco de consulta internacional sobre el uso de subsidios para incentivar la relocalización o la localización de la IED por afinidad ideológica podría ayudar a los gobiernos a identificar consecuencias no buscadas. Podría, asimismo, mitigar los efectos secundarios en otros países al reducir la incertidumbre y promover la transparencia en cuanto a las políticas disponibles.
JaeBin Ahn, es economista del Departamento de Estudios del FMI.
Ashique Habib, es Economista en el Fondo Monetario Internacional (FMI), en donde trabaja en la División de Supervisión Multilateral
Davide Malacrino, es Economista en el Departamento de Estudios del FMI
Andrea F. Presbitero, es economista de la División de Vigilancia Multilateral del Departamento de Estudios del FMI