La herencia de Bolsonaro condicionará la gestión de Lula da Silva

Lula da Silva ha subestimado la herencia recibida, afirmó el ex ministro Mailson da Nóbrega, y esto lo ha llevado a cometer un gran error inicial.

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Lula da Silva ha subestimado la herencia recibida, afirmó el ex ministro Mailson da Nóbrega, y esto lo ha llevado a cometer un gran error inicial.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT) frustró las expectativas de los economistas y del mercado financiero acerca de la evolución de Brasil. Ellos esperaban que el nuevo mandato fuera una repetición del primero. “A partir de las declaraciones más recientes, incluida la parte económica del discurso de toma de posesión, Lula se acerca al período de Dilma (Rousseff)”, lamentó el economista, exministro de Hacienda y socio fundador de Tendências Consultoria, Mailson da Nóbrega.

El desequilibrio fiscal heredado, no cuantificado ni denunciado, aparece en el centro de la escena, y la necesidad de no hacer concesiones innecesarias. En su 1er. mandato presidencial, Lula da Silva sí contempló algunas cuestiones ortodoxas de la economía que, en aquella oportunidad incluyeron la negativa a ‘defaultear’ su deuda pública. Y así ­ logró un reconocimiento duradero, más allá de otros errores.

Es cierto que Maílson Ferreira da Nóbrega fue un fracaso como ministro de Economía de José Sarney (aquellos días en que Juan Sourrouille fracasaba junto a Raúl Alfonsín). Él siempre dijo que el motivo resultó que no pudo lograr que el Congreso le aprobara algunos proyectos de ley. Pero incumplió casi todas sus promesas y la Presidencia Sarney no fue de las más destacadas en Brasil. Sin embargo, como economista él ha logrado reciclarse, su consultora tiene clientes, y el diario Correio Braziliense decidió consultarlo acerca del inicio de la Administración Lula da Silva.

Según da Nóbrega, Lula aún no se da cuenta del desafío que tiene por delante, y que no heredó un país organizado, como el que sí le dejó Fernando Henrique Cardoso (PSDB), en 2003, y no entendió que ahora se enfrenta a un verdadero legado maldito:

Lula recibe un país, como sabemos, con una situación fiscal muy delicada y un crecimiento mediocre. Y su discurso parece señalar que basta haber llegado al gobierno para superar tal transformación y que llega la felicidad.

Al evaluar el paquete de medidas fiscales de R$ 242.700 millones anunciado por el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, Mailson destaca que el plan tiene el mérito de intentar reducir la brecha presupuestaria de R$ 231.600 millones prevista para 2023. Sin embargo, por el momento, no había demanda para ello.

La gran expectativa hoy del mercado es el nuevo marco fiscal. Entonces, parece que el anuncio se hizo para dar la impresión de que la agenda económica no se vería perjudicada por los hechos del 8 de enero.

Así él se refirió a los eventos difíciles del intento de golpe de Estado de algunos bolsonaristas.

Pero desconocer la situación fiscal del país y la restricción presupuestaria y no preocuparse por una revisión del gasto obligatorio puede hundir las expectativas sobre Lula da Silva.

Aquí un fragmento de la entrevista de Rosana Hessel a Da Nóbrega:

-Después de dos semanas, ¿cuál es su evaluación de los primeros discursos del presidente Lula y de los ministros?

-Diría que Lula frustró las expectativas de los economistas y del mercado financiero, que esperaban que el nuevo mandato fuera una repetición del primero. En otras palabras, que Lula 3 sería una reproducción de Lula 1. Según las declaraciones más recientes, Lula se acerca al período de Dilma, con visiones intervencionistas muy fuertes y con una percepción equivocada del papel de las empresas estatales en la economía brasileña, tal como si Brasil volviera a las décadas de 1970, 1980, o incluso al período de la era del dinero saliendo de la Tesorería del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) en el gobierno de Dilma. Aquel fue el período de la nueva matriz económica, el pedaleo, la expansión fiscal y el retorno a visiones proteccionistas en la economía. Lula dijo en su discurso de toma de posesión que no es aceptable importar plataformas petroleras, aviones, microprocesadores. La plataforma petrolera fue una acción desastrosa y fuente de gran corrupción. Insistir en los microprocesadores es el regreso de la política informática del gobierno militar, que fue un fracaso. Y pensar que Brasil es competitivo en la exportación de aviones, eso sólo es cierto si se habla de Embraer.

-Que es una empresa privatizada…

-Embraer es competitiva en aviones ejecutivos y de pasajeros con hasta 150 asientos. Pero aún no ha llegado al punto en que pueda competir con los gr andes aviones de Boeing y Airbus. Lula incluso insinuó la idea de reindustrialización y la mencionó en su discurso, con apoyo del BNDES a costos adecuados. En otras palabras, es el regreso de los subsidios financieros que no toman en cuenta una realidad posterior al primer mandato de Lula: el surgimiento del mercado de capitales como fuente de crédito a largo plazo. BNDES, en ese campo, pierde relevancia, porque el sector privado dialoga mejor con el sector privado a través del mercado de capitales. El BNDES es, por naturaleza, un órgano burocrático.

-En el nuevo formato del equipo económico, volvió el Ministerio de Planificación, separando la planificación de la gestión. ¿No será complicado?

Es una exageración. A menos que el objetivo sea generar más cargos ministeriales, no creo que tenga sentido. El Ministerio de Planificación manejó los últimos 40, 50 años sin ningún problema. Lo correcto fue la vuelta de los Ministerios de Planificación y el Mdic (Ministerio de Fomento, Industria, Comercio y Servicios). Pero esa idea de un Ministerio de Economía paquidérmico, poderoso, no había funcionado bien en el gobierno de Fernando Collor, con la exministra Zélia Cardoso. (Paulo) Guedes tuvo la idea de convertirse en un ministro poderoso, confundió cantidad con calidad y fusionó 5 ministerios en 1. El ministro más poderoso de Brasil fue Delfim Netto, y solo tenía el Ministerio de Hacienda. No puede haber ilusión de que no habrá conflicto entre estas dos carteras. El potencial de conflicto entre Planificación y Finanzas siempre ha existido.

-Pero en el discurso de toma de posesión del Ministro de Planificación, la ministra Simone Tebet señaló que Lula quería opiniones divergentes en el equipo…

-Es interesante cómo se compró esta idea que es bueno tener opiniones divergentes. Esta es una visión completamente errónea, en mi opinión. Las opiniones divergentes importan en el debate público y en el seminario académico. En el gobierno lo que debe prevalecer es la unidad. Entonces, si ya era difícil cuando no había divergencia, la coexistencia de los dos ministerios, imagínense cuando hay divergencia. Su discurso fue correcto. Harán todo lo posible por trabajar juntos para que no haya conflicto, pero es muy difícil que no lo haya.

-¿Le resultará muy difícil a Lula gobernar con una economía que no crece y con un equipo que no está cohesionado?

-Lula parece no haberse dado cuenta del desafío que tiene por delante. Lo recibe un país, como sabemos, con una situación fiscal muy delicada y un crecimiento mediocre. Su discurso (de Lula) parece señalar que basta haber llegado al gobierno para superar tal transformación que llegue la felicidad, habrá dinero para todos, para reequipar a las Fuerzas Armadas, habrá picanha para los pobres. Este discurso un tanto jactancioso del Presidente influyó en el discurso de los ministros que asumieron. Si miramos los discursos, casi todos incluyen recomposición presupuestaria, quejas por el menor Presupuesto. Parece que la gente no se ha dado cuenta de que esa es la pura realidad de Brasil.

Si tienes un tope de gastos y los gastos obligatorios crecen vegetativamente, los gastos discrecionales empiezan a menguar y te empiezas a quedar sin dinero para la ciencia y la tecnología, para la cultura, para las inversiones… Pero los discursos son como si se tratara de una derogación total de se restablecen el límite de gastos y todos los gastos anteriores. Y, en este caso, el país entrará en una trayectoria de deuda pública muy explosiva.

-¿Cuál es el pecado original de Lula en la salida de este gobierno en el área económica?

-Ignorar la situación fiscal del país y la restricción presupuestaria. El discurso de Lula parece sugerir que el Presupuesto es elástico. Que puedes hacer cualquier cosa y no pasará nada. El propio Ministro de la Casa Civil (Rui Costa) dijo que es más importante gastar eficientemente, gastar bien, que obedecer el techo de gasto. ¿Cuál es el mensaje? Si el gasto está bien hecho, puedes hacerlo a tu antojo, sin límite.

-Y no se puede seguir emitiendo títulos de deuda y, al mismo tiempo, criticar al mercado “nervioso”, que financia la deuda pública…

-Este es un error que siempre comete Lula. Él piensa que el Tesoro Nacional le debe a los bancos. No. El Tesoro le debe a aquellas personas que ponen su dinero directamente en fondos de inversión y de pensiones privados, que son los que más bonos del gobierno compran. Si Lula tiene una dimensión adecuada de la grave situación fiscal de Brasil, verá que, de no resol verse, condenará al país a la mediocridad económica, la inflación y las altas tasas de interés y, por lo tanto, perjudicará básicamente a los más pobres. De haber tenido la estatura, habría dado otro discurso inaugural, similar al de Winston Churchill, quien, cuando asumió como primer ministro británico, prometió solo sangre, sudor y lágrimas.

Lula debió advertir a la sociedad que vamos a necesitar medidas duras para recuperar la función del presupuesto público y restaurar la capacidad de inversión del Estado. Un país no puede tener éxito si el gobierno central solo tiene del 5% al 7% del Presupuesto para implementar políticas públicas. Por eso falta dinero para todo. Y si el nuevo gobierno quiere restaurar los niveles de gasto anteriores, la deuda seguirá una trayectoria explosiva.

Yo diría que si el gobierno no obtiene medidas o formulaciones que generen un ejercicio fiscal creíble, estaremos en una situación complicada . Porque esto generará una caída de la confianza, lo que significa una depreciación del tipo de cambio y un aumento de las tasas de interés futuras. Significa menos crecimiento y más inflación. Todo esto afectará más intensamente a las poblaciones más pobres. Y, además, Lula se enfrenta a una situación opuesta a la que describió en 2003.

-¿Y cuál es la salida?

-Las políticas industriales modernas están orientadas a fomentar la innovación. El mercado privado hace el resto. Es necesario hacer reformas profundas, que no se darán en un solo mandato. Es poco probable que el gobierno de Lula revierta significativamente el proceso de desindustrialización. Lo que sí puede hacer es tomar medidas que permitan, a la larga, que la industria sea más competitiva. Afortunadamente hay un proyecto para eso, que son las propuestas de reforma tributaria del Congreso, la PEC 45 (de la Cámara) y la PEC 110 (del Senado), que van en esa dirección. Pero el BNDES no puede volver al papel que jugó en el pasado. No tienes dinero para eso.

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