La inversión pública como motor de reactivación ¿alcanza?

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Durante el primer semestre del 2020, el esfuerzo fiscal del Estado nacional estuvo centrado en la asistencia financiera tanto a sectores particulares como a provincias, a partir de la situación de congelamiento de la actividad por el ASPO, a través de transferencias corrientes que permitan sostener un piso de gasto enfocado, justamente, en la emergencia. 

De ese modo, puso en marcha programas de asistencia como ATP, IFE, ampliación de universo y montos de AUH y Tarjeta Alimentar, y otros programas de crédito orientados a monotributistas y pyme. En esa línea, el contexto actual con la segunda ola y las nuevas restricciones obligaron a restablecer el ATP, ya con otro formato y otro nombre (REPRO II), que hace foco en sostener el gasto corriente vía pago de salarios. 

En ese contexto, lógicamente y naturalmente, la inversión pública, entendida esta como el desembolso de recursos del estado nacional orientados a financiar obra pública, adquisición de equipamiento y materia u otro bien de capital, estuvo frenada, cobrando un leve impulso recién hacia finales del 2020. Sin embargo, en los primeros meses del 2021 dio un salto importante, a partir de la premisa de que la inversión pública permite reactivar la actividad. 

Tanto las transferencias de capital como la inversión real directa del Estado nacional a las provincias tuvieron un importante crecimiento en el período enero-mayo 2021, alcanzando la suma de $109.495 millones, un 197% más que en el mismo período de 2020. 

Si lo vemos en pesos contantes, es un 98,8% mayor al 2020, y también está por encima de 2019 (21,9%), pero por debajo de 2018, 2017 y 2016. Por ende, hay una aceleración importante, pero aún por debajo de otros años, sin poder volver a tocar el techo de 2017 (está casi 50% por debajo en pesos constantes). 

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Aún con eso, y considerando las limitaciones de tipo económica (por financiamiento) y sanitarias, la aceleración de la inversión es notable y puede leerse en dos dimensiones: económica, como parte de un proceso justamente de reactivación; y también política, por ser año electoral, momentos en los cuales, históricamente, se acelera este tipo de erogaciones. 

¿Qué vemos en Misiones? Entre enero y mayo, la provincia tuvo transferencias de capital e inversión real directa por parte del Estado nacional por un total de $2.337,4 millones, con mayor peso de las transferencias (59% del total). Cuando se contrasta contra el mismo período de 2020, hay un incremento a pesos corrientes del 96,6%, y en términos reales, del 31,2%. 

Es decir, la inversión pública está hoy por encima de los niveles del 2020 y, al igual que lo observado en el caso nacional, está también por encima de los niveles del 2019; pero siguiendo esa misma línea, la inversión pública en Misiones está aún por debajo del 2018, 2017 y 2016. El caso más fuerte se ve al observar contra 2017, que fue el año donde la inversión tocó un techo: en 2021 la misma está 70,7% por debajo de 2017, siempre en términos reales.

Si bien el incremento de este período 2021 contra el año anterior es importante para el caso misionero, no se condice para nada con lo que están experimentando el resto de las provincias del NEA: Corrientes mostró un incremento similar (medidos en términos reales), con un alza del 40,1%, pero Chaco y Formosa dan un salto muy fuerte: +197,5% y +223,7% respectivamente. De hecho, el promedio regional muestra un incremento del 115% real, quedando Misiones muy por debajo de eso, y la provincia, por ende, está hoy con el menor incremento de la inversión pública nacional en el territorio. 

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Además, en términos nominales, Misiones llega una ejecución de $2.337,4 millones, tal como se detalló previamente, siendo la segunda más baja de la región, solo por encima de Corrientes (acumulada $1.853 millones), pero queda bastante debajo de Formosa ($3.215 millones) y mucho más debajo de Chaco ($5.062,6 millones). 

A nivel per cápita, la situación es similar: Corrientes acumula la más baja ($1.653 por correntino), seguida de Misiones ($1.853 por habitante); mientras el Chaco y Formosa lo duplican: $4.203 en el primer caso, y $5.312 en el segundo. 

Muchas veces desde esta columna insistimos en que la Nación suele dejar a un costado a Misiones, muchas veces con argumentos económicos, y muchas otras veces, políticos. Si bien la sintonía entre el gobierno renovador y el albertismo es buena, es mucho más profundo el vínculo de la Nación con los gobiernos chaqueños y formoseños, lo cual explica muchas veces esta diferencia. 

También es cierto que hoy, la provincia de Misiones cuenta con finanzas mucho más holgadas que el resto de las provincias del NEA, que le permiten hacer frente a inversión propia (que de hecho, lo hace); pero ello no le quita fuerza y motivos al reclamo a la nación, sino todo lo contrario: imagínense todo lo que podría hacerse si el apoyo nacional es aún más fuerte.

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