“Más allá del impacto ambiental, también es importante la sustentabilidad económica y pensar en el contexto social”
AAS – Domaine Bousquet 25 años de agricultura orgánica certificada
AAS – Domaine Bousquet 25 años de agricultura orgánica certificada
Aunque su familia ya se dedicaba a la vitivinicultura, el camino profesional de Anne Bousquet empezó en una rama distinta: la de la economía. En 2005, sin embargo, comenzó a ponerse en marcha un mecanismo que, casi sin que se diera cuenta, la terminaría sumergiendo en la pasión familiar: su padre ya había fundado Domaine Bousquet en Argentina y necesitaba ayuda.
“Con mi marido, Labid Al Ameri, nos estábamos mudando de Boston a Bruselas. Me acababan de ascender en la compañía en la que trabajaba a cargo del análisis y proyecciones para la industria europea de envases de papel y Labid trabajaba en finanzas con la posibilidad de traslado”, recuerda Anne. “En ese momento, mi padre estaba a punto de tener la primera cosecha comercial de Domaine Bousquet y convocó primero a Labid para que lo ayude a venderla. Era un desafió, nunca había vendido una botella, pero como nos sentíamos parte del proyecto como familia, decidimos invertir parte de nuestros ahorros personales en el primer container de Domaine Bousquet y almacenarlo en una bodega en Amberes, Bélgica”.
La movida tuvo tanto éxito que Labid se entusiasmó y terminó incorporándose a Domaine Bousquet como Director Comercial. Y tres años después, Anne decidió seguir sus pasos: con Eva, su hija, cumpliendo su primer año, se mudó a Tupungato, Mendoza.
“Fue un shock, yo no hablaba español. Y una nueva vida que se convirtió en nuestra pasión. Dos años más tarde mi padre se retiró, conservó 40 hectáreas y nos vendió la superficie restante junto con la bodega. Con Labid y mi hermano Guillaume, que vive en Burdeos y es encargado de parte de las ventas europeas de Domaine Bousquet, somos socios.
-¿Cómo fue trabajar en Gualtallary en aquel entonces, cuando aún no era el terroir super codiciado que es hoy?
-Cuando la bodega comenzó fue difícil. Gualtallary era un territorio virgen: extensiones semi-desiertas, sin plantaciones, sin agua, sin electricidad y al que solo se podía acceder por medio de un único camino de tierra.
Los lugareños descartaban el área por considerarla demasiado fría para el cultivo de uvas. Mi padre, en cambio, sintió que había encontrado la perfecta combinación entre su patria francesa (con baja acidez y clima cálido) y el Nuevo Mundo (soleado, con elevada acidez natural y un gran potencial para vinos relativamente frutales).
Tupungato era apenas un pueblo. La industria del vino ha transformado la economía de Tupungato y nosotros estuvimos allí primero: es uno de los logros que más me enorgullecen. Decidimos acompañar el crecimiento y desenvolvimiento de esa comunidad que es nuestra comunidad. Actualmente el 80% de nuestros empleados son tupungatinos.
Mi padre, con toda su experiencia en los viñedos de mi familia en Francia, supo entender y aprovechar la singular importancia del agua. El agua no llega fácilmente a Gualtallary, así que lo primero que hicimos en 1998 fue cavar un pozo de 150 metros. Una decisión fundamental ya que nos permite administrar el riego según la necesidad. La experiencia de tradición vitivinícola francesa, donde el clima es tan diferente al de Mendoza, fue una gran herramienta a la hora de tomar decisiones.
En el 2023, Domaine Bousquet cumplió un cuarto de siglo de agricultura orgánica certificada. El punto de partida estuvo íntimamente relacionado con las condiciones climáticas y de suelo de Gualtallary, ideales para el cultivo orgánico de vides ya que contribuyen a la sanidad de las uvas.
“Creo que ni siquiera se tomó la decisión de ser orgánicos, fue algo que entendimos y fue natural, que no se dudó”, explica Anne. “Nunca hemos utilizados productos de síntesis química en nuestros suelos. No lo concebimos como una estrategia comercial, porque en ese momento no había demanda de orgánicos”.
Actualmente, el compromiso de Domaine Bousquet como empresa va más allá de la agricultura orgánica: es también una bodega regenerativa, biodinámica, sustentable y sostenible. “Lo enumero así porque es una progresión y siempre hay una nueva instancia superadora”, señala Anne. “Más allá́ del impacto ambiental, también es importante la sustentabilidad económica y pensar en el contexto social que rodea a cada organización. Siempre podemos ser más sustentables. No sólo en términos de medioambiente, también en términos socioeconómicos. Y confirmando lo que somos, recibimos la certificación B Corp que significó un gran orgullo y reconocimiento a nuestros 25 años de compromiso a una economía sostenible para las personas y el medioambiente”.
-¿Qué importancia tienen las certificaciones al momento de elaborar y comercializar vinos orgánicos y sustentables?
-Las certificaciones son muy importantes. Son garantías de procesos, que se cumplen siguiendo normativas de calidad, y el consumidor tiene que saber que, si está certificado, se está haciendo.
Muchas veces escuchamos, por ejemplo en ferias, que hay bodegas que dicen que son orgánicas porque el clima en Argentina permite trabajar de esta manera, pero eso no habla del trabajo a conciencia. Algo que repito siempre es que estar certificados es la diferencia entre “estar saliendo” y “estar casados”.
-¿De qué manera la vitivinicultura orgánica se refleja en el perfil final de los vinos?
La viticultura orgánica da como resultado vinos de mayor concentración, con mayor expresión de la fruta y del terruño del cual provienen.
En este momento estamos trabajando con prácticas regenerativas, un paso más de la viticultura orgánica. La viticultura regenerativa intenta recuperar e incrementar la salud de los suelos y el resultado es la obtención de más plantas sanas, y por lo tanto, uvas más sanas que producen buena levadura y, en consecuencia, una buena fermentación. Así evitamos la necesidad de realizar correcciones durante la elaboración del vino. Lógicamente, la expresión del vino es sorprendente.
-¿Cuáles son las respuestas que la viticultura orgánica tiene frente al cambio climático?
-La industria del vino en general no puede quedar ajena a tomar medidas para cuidar el futuro. Cuando uno está trabajando cerca de la tierra, ve desde el origen los problemas que está causando el cambio climático, y cómo repercuten en nuestra materia prima. Y, en consecuencia, en nuestra producción no hay manera de no tomar conciencia de que algo hay que hacer.
Nuestra respuesta como bodega comprometida es, como dije antes, buscar siempre aplicar para ser más sustentables y sostenibles. Trabajar en la concientización de que cada uno, desde su lugar, puede aportar y poner su granito de arena.
Desde 2021 somos uno de los miembros fundadores de Sustainable Wine Roundtable (SWR), una coalición global formada por diferentes actores de la industria vitivinícola -bodegas, productores, distribuidores, minoristas, industrias auxiliares y comunicación y más- unidos para que el sector sea un líder en sustentabilidad a nivel mundial, y así fortalecer la acción a medida que aumentan los desafíos y consecuencias en torno al cambio climático.
Fuente Asociación Argentina de Sommeliers (AAS)