Agroecología en crecimiento: yerbateros de Guaraní y Los Helechos adoptan prácticas sostenibles

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Productores de yerba mate en Misiones dan un paso clave hacia la certificación agroecológica

En la cooperativa La Caiyal, ubicada en Colonia Yapeyú, municipio de Guaraní, 12 productores de yerba mate provenientes de Los Helechos y Guaraní firmaron su adhesión al Sistema de Certificación Participativa, marcando el inicio de su transición hacia la producción agroecológica. Durante el encuentro, también recibieron los certificados de inscripción que formalizan su incorporación al sistema, consolidando su compromiso con un modelo de agricultura sostenible y respetuoso del medioambiente.

El Sistema de Certificación Participativa se presenta como una herramienta clave en este proceso. Este enfoque incluye a productores, organizaciones y consumidores en la evaluación y validación de prácticas agroecológicas, garantizando la calidad de los alimentos mientras fomenta vínculos más estrechos entre quienes producen y quienes consumen.

Compromiso con la agroecología y la soberanía alimentaria

Con la adhesión formal, los productores se comprometen a implementar técnicas agrícolas que regeneren los suelos, preserven la biodiversidad y reduzcan el uso de insumos químicos. Esta transición no solo contribuye al cuidado del ambiente, sino que también promueve la soberanía alimentaria al priorizar métodos de producción locales y sostenibles.

“La agroecología representa una alternativa concreta para construir un futuro más equitativo, consciente y respetuoso con nuestro entorno. Este avance refuerza el compromiso del sector yerbatero con una visión que beneficia tanto al medioambiente como a las comunidades,” destacaron referentes del sistema.

Un puente hacia la sostenibilidad

La entrega de certificados y la firma de adhesión son pasos fundamentales que reflejan el interés creciente por prácticas agrícolas sostenibles dentro del sector yerbatero de Misiones. El rol de la certificación participativa resulta crucial, no solo como un mecanismo de validación, sino también como un puente para fomentar una agricultura más consciente y equilibrada.

Esta iniciativa destaca el impacto positivo de la colaboración entre diversos actores y reafirma el liderazgo de Misiones en la promoción de modelos productivos que integran la sostenibilidad con la salud de las comunidades. La transición agroecológica de estos productores de yerba mate se posiciona como un ejemplo a seguir en el camino hacia un sistema agroalimentario más justo y respetuoso con el medioambiente.

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Presentarán en Misiones el programa: “Crecer Cooperando”

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El Programa “Crecer Cooperando. Transición hacia agricultura regenerativa para la reducción del impacto ambiental” se presentará este martes a las 8:30 hs. en el Centro Regional de INTA Misiones (Ruta Nacional 12 km 7 ½) en la ciudad de Posadas, Misiones. Este proyecto beneficiará a productores y pequeñas cooperativas agrícolas de provincia de Misiones vinculadas a la producción de yerba mate y mandioca

La Fundación Banco Credicoop implementará una nueva edición del Programa “Crecer Cooperando”, cofinanciado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID – LAB). En esta oportunidad estará ligado a la agricultura regenerativa, cuya finalidad consiste en técnicas para reconstruir la materia orgánica y la biodiversidad del suelo, siendo el principal objetivo el del control y disminución de la huella de carbono.

En este marco y en continuidad con una agenda de acciones innovadoras ligadas al cuidado del medio ambiente, se desarrollarán prácticas que permitan restaurar las características de la naturaleza y la salud del suelo, como así también aumentar la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas, garantizando la disponibilidad y seguridad de agua y alimento, logrando mejorar las condiciones de las regiones, como así también incrementar el valor de la producción.

Las actividades se llevarán a cabo durante los próximos 4 años, contando con la colaboración técnica del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), mediante una metodología especialmente diseñada para este proyecto que incluirá diagnósticos y análisis de suelo en las fincas de los beneficiarios para obtener la huella de carbono, y en función de ello determinar una estrategia de reducción del impacto ambiental a través de planes de mejora que contemplan la capacitación y asistencia técnica a los productores, finalizando con mediciones, evaluación de resultados y las posibilidades de vinculación para el financiamiento. Estas acciones serán realizadas en las Estaciones Experimentales del INTA como así también en chacras y cooperativas.

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Certificaciones participativas en Misiones, el camino a la agroecología

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Escribe Sergio Alvez, Agencia Tierra Viva. Sistema Único de Certificación Participativa (SUCP). Así se denomina el proceso que deben aprobar los emprendimientos productivos de Misiones para constatar que completaron la transición a la agroecología. El certificado que los reconoce como “sistemas productivos 100% agrecológicos” ha sido completado, hasta el primer trimestre de 2024, por doce chacras (unidades productivas rurales de hasta 25 hectáreas), que obtuvieron el sello otorgado por la Secretaría de Estado de Agricultura Familiar provincial. 

Estos doce emprendimientos se encuentran distribuidos en los municipios de Wanda, Puerto Iguazú, Colonia Guaraní, Oberá, El Soberbio, Salto Encantado y Puerto Iguazú. Además, existen otras ochenta chacras que están atravesando el proceso de transición, de alrededor de cuatro años. El SUCP es una herramienta que surge de la Ley Provincial Nº 68 de Fomento a la Producción Agroecológica —sancionada en 2014 y reglamentada en 2020—, que creó también el Registro de Productores Agroecológicos.

Por norma, el SUCP se realiza en articulación entre la secretaría de Agricultura Familiar, las familias de productores, organizaciones no gubernamentales y de consumidores. Cuenta también con un Manual Operativo, diseñado por el Técnico Superior en Agroecología David Sendra y la Técnica en Producción Agropecuaria Viviana Sieb.

“Las grandes empresas agroalimentarias poseen el control de los mercados y de las cadenas establecidas entre productores, distribuidores y consumidores, monopolizando los canales de comercialización. Esta situación trae aparejada la necesidad de crear e implementar procedimientos que otorguen confianza a los diferentes productos que pretenden destacar atributos particulares. Así es que nace la necesidad de marcar una diferencia entre productos agroecológicos y los denominados convencionales, para garantizar la confianza de las personas consumidoras en los alimentos que adquieren y consumen”, explican los autores del manual.

El municipio de Apóstoles adhirió a la ley de Agroecología Provincial
Foto: Agrifam Misiones

Los mecanismos comprendidos en el sistema apuntan a “dar respuesta a los pequeños y medianos productores que desean comercializar su producción en el mercado interno y que optan por no entrar (o no pueden por limitaciones socioeconómicas y territoriales) en la dinámica exportadora. Al tratarse de un movimiento de generación espontánea, este proceso se genera de abajo hacia arriba, siendo los grupos de productores, con un objetivo común, la base y el motor del sistema, siguiendo un modelo de autogestión” aseguran.

Wanda, al frente de la transición agroecológica en Misiones

Situada a cincuenta kilómetros de las Cataratas de Iguazú y con una población cercana a las 15.000 personas, el municipio de Colonia Wanda es una de las tantas localidades de la provincia de Misiones que durante las primeras décadas del siglo XX fueron colonizadas por inmigrantes oriundos de Polonia. De hecho, el nombre del pueblo remite a una antigua princesa polaca.

Wanda se caracteriza por la presencia de minas de piedras preciosas que atraen a turistas nacionales y extranjeros. Sin embargo, la principal actividad económica del municipio es la forestación de pino y eucaliptos. De las 54.000 hectáreas que componen el territorio wandense, 10.000 corresponden a plantaciones de la compañía forestal de capitales chilenos Arauco, según información brindada por la propia empresa. Además, existe un pequeño polo yerbatero y emprendimientos (alojamientos, locales gastronómicos, venta de artesanías, entre otras actividades) que intentan captar parte del flujo incesante de turistas hacia Cataratas.

En materia de producción de alimentos, Wanda se destaca por su producción frutihortícola y cuenta con experiencias de pollos y huevos agroecológicos como la Cooperativa de Trabajo Wanda. Es parte del entramado territorial norteño, que en Misiones ostenta la mayor cantidad de chacras  certificadas como agroecológicas.

Una de las certificadas en Wanda es la chacra Biodiversidad, encabezada por Beatriz Zemunich, productora que también integra la Red de Agricultura Orgánica de Misiones (RAOM) y es vicepresidenta del Consejo de Producción Agroecológica, establecido por la ley provincial.

Foto: Agrifam Misiones

Junto a su familia, “Betty” lleva más de dos décadas abocada a la producción libre de agrotóxicos, en la que destacan las frutas, verduras, plantas medicinales y flores. “Mi inclinación hacia la agroecología se dio gracias al contacto con la cosmovisión del Pueblo Mbya Guaraní. Eso cambió en mí la forma de relacionarme con la tierra”, afirma Beatriz en diálogo con Tierra Viva.

La chacra Biodiversidad divide su producción en áreas destinadas al cultivo de mandioca, maíz, zapallo, pepino, melón, sandía, porotos, maní, caña dulce, frutales y un vivero que mixtura las plantas medicinales con las ornamentales. “Además hay muchas plantas nativas como guavira, pitanga, jabuticaba, ubajay y otras.  También hago rescate de orquídeas nativas y elaboro tinturas madres y repelentes”, cuenta Betty, quien actualmente asesora más de 150 huerteros de la zona.

La mayor parte de su producción se comercializa en mercados y ferias de la región norte de la provincia, donde el flujo de turistas hacia Iguazú constituye una parte importante de la demanda. Los productores de la zona norte de la provincia, cuyas chacras ya han sido certificadas como agroecológicas (y otras que se encuentran en proceso de transición) están unificados en el Grupo de Certificación Participativa Tekoa Porá.

“Cada mes nos juntamos en una chacra distinta. Se busca dar soluciones a determinados problemas que tiene el productor en su proceso agroecológico; se les va capacitando en forma conjunta y participativa. Nos acompañamos, siempre con apoyo técnico de la Secretaría de Agricultura Familiar. Valoramos mucho el sistema de certificación, porque no sólo deja un aprendizaje enorme y una transformación definitiva, sino que genera un efecto contagio muy poderoso”, advierte la agricultora.

Foto: Agrifam Misiones

El interés por la agroecología está creciendo entre los productores de la zona norte. Lo que los colonos van entendiendo, en función de las experiencias que estamos teniendo, es que la agroecología mejora nuestro espacio de producción porque cuida el medio ambiente, cuida el agua, cuida el suelo, nos cuida a nosotros, nuestra salud, nuestro alimento, nuestro sustento. El alimento que sana es el alimento que nutre. Es fundamental entender que la agroecología involucra a la salud ante todo”, enfatiza Zemunich.

Wanda y la primera Dirección de Agroecología municipal

Con estas experiencias en territorio, la Municipalidad de Wanda formalizó la apertura de su Dirección de Agroecología, un espacio institucional único entre los 78 municipios de la tierra colorada. “Esta localidad es la primera en contar con una dirección exclusiva para la agroecología, capaz de proporcionar respaldo a los productores locales en su transición hacia prácticas agroecológicas y fomentar el desarrollo de mercados locales y turísticos para los productos”, explicó tras la apertura, la secretaria de Agricultura Familiar, Marta Ferreira.

La encargada de la Dirección de Agroecología de Wanda es la técnica agrónoma Kovina Grahl, quien viene de cumplir tareas territoriales y de asistencia a pequeños productores y cooperativas en diferentes puntos de la provincia. Grahl fue convocada por la intendenta electa Romina Faccio, primera mujer que alcanza la jefatura comunal en la historia de Wanda.

“Durante la campaña, cuando me convocaron, planteé la idea de constituir una Dirección de Agroecología y apuntar a que Wanda pueda transformarse en un municipio agroecológico, para abrazar a muchos productores que hoy ya están trabajando y haciendo producciones en forma agroecológica, darles impulso y acompañarlos en cuestiones organizativas, comerciales, burocráticas y en todo lo que necesiten para afianzarse como productores agroecológicos”, indicó Grahl en diálogo con Agencia Tierra Viva.

La flamante directora afirma que “el objetivo es llevar un registro de todos estos productores, iniciar un proceso de transformación junto a aquellos que estén interesados en hacer una transición desde lo convencional hasta llegar a un sistema agroecológico en sus chacras, y fomentar mucho más el mercado, que sea más accesible para toda la población y para la región”.

Chacra El Hormiguero de la familia Mampaey en la localidad de Ruiz de Montoya, se realizó la presentación del Sistema Único de Certificación Participativa,
Foto: Agrifam Misiones

La Dirección también se encargará de llevar adelante la restauración y protección de  arroyos y vertientes. “Necesitamos redireccionar cauces, trabajar mucho en la cosecha de agua de lluvia, ya que tenemos aproximadamente 2.000 milímetros anuales de agua de lluvia se desperdician, no se almacenan”, propone Grahl.  

Un sistema de participación que extiende la agroecología

En el municipio de El Soberbio, a 200 kilómetros de Wanda y  cerca de los Saltos del Moconá, se ubica otra de las chacras certificadas en el marco del SUCP. Fortaleza es un emprendimiento nacido en 2014 que nuclea a varias familias en torno a la producción de alimentos agroecológicos (con especial incidencia de la cúrcuma), el agroturismo, la jardinería, la bioconstrucción y capacitaciones basadas en agricultura sintrópica —un proceso que busca regenerar la fertilidad de los suelos a través de la reforestación de árboles nativos—.  

Ricardo Martín, referente de chacra Fortaleza, califica de positivo al proceso de certificación participativa y cuenta que ofrecen su producción en el mercado agroecológico de El Soberbio, por dónde pasan por año miles de turistas rumbo a Moconá, y también a espacios de otros puntos del país. Además de cúrcuma, un pilar de su producción es el jengibre en polvo. “Estamos fortaleciendo el agroturismo, los eventos y capacitaciones en nuestra chacra, los ciclos de voluntariado y otras actividades”, indica.

En el incipiente mapa de las chacras certificadas por el SUCP, también se encuentra Silvestre, el espacio de la familia Sand, históricos productores de yerba mate y té de la localidad de Oberá. Iván Sand, responsable de Silvestre, explica que —junto a otros productores de la zona centro— conforman el grupo Oberá Agroecológica.

Foto: Agrifam Misiones

“Fueron varios años de trabajo para obtener la certificación agroecológica de nuestras chacras, de acuerdo con las normas que establece la ley provincial. Somos productores que trabajamos y vivimos de la chacra, en nuestro caso produciendo té en hebras de manera artesanal y una yerba mate agroecológica que se vende en diferentes puntos de la provincia y el país. Con la certificación damos un valor agregado a nuestros productos y al consumidor la seguridad de que acceden a alimentos elaborados y producidos bajo normas de cuidado del medio ambiente, seguridad social y económica también. Queremos promover que otros productores se sumen y avancen en esta línea”, indicó Sand.

En el territorio conocido como 2.000 Hectáreas, en Puerto Iguazú, existen dos proyectos que lograron la certificación agroecológica y que tienen en ambos casos una característica similar: están integrados mayoritariamente por mujeres productoras. Se trata de las chacras “Ranchos Flores del Cielo” y “San Francisco de Asís”

Andrea Capelari, miembro de “Ranchos Flores del Cielo”, expresa que “la transición hacia la producción agroecológica es un camino sin retorno, y, en ese sentido, el sistema de certificación brinda muchas herramientas técnicas y la posibilidad de estar en contacto con otros productores que apuestan a lo mismo”.

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Huertos alimentan, educan y mejoran ambiente urbano en Brasil

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Escribe Mario Osava de IPS Noticias – Son solo 392 metros cuadrados, es decir 0,04 hectáreas, de huertos en un barrio céntrico de Río de Janeiro, pero produjeron 1133 kilos de hortalizas entre abril y noviembre de este año y ya constituyen un aula para visitas y cursos sobre producción agroecológica en Brasil.

Se trata de un proyecto de la Acción de la Ciudadanía contra el Hambre, la Miseria y por la Vida, una asociación civil que hizo perenne la mayor campaña contra el hambre que hubo en Brasil, iniciada en 1993 por Herbert de Souza, el sociólogo y activista conocido como Betinho, fallecido en 1997.

Es una de las numerosas iniciativas de agricultura urbana que se multiplican en muchas ciudades del país. En el municipio de Río de Janeiro, la alcaldía tiene su propio programa de Huertos Cariocas, que ya cuenta con 56 unidades en comunidades pobres y escuelas.

Varios de los 400 miembros de la Red Favela Sostenible también se dedican a la producción agrícola urbana, a veces vinculada a la preservación y recuperación de los bosques remanentes en los cerros de Río de Janeiro, que tiene una población de 6,2 millones, que suben a 12 millones al englobar su región metropolitana. Del total de habitantes, 22 % vive en las favelas, los barrios pobres y hacinados.

Un ejemplo es el de Ana Santos, quien coordina el Centro de Integración de la Sierra de Misericordia (CEM), en la zona norte de la ciudad, donde se siembra mediante un sistema agroforestal, que combina árboles y hortalizas debajo, y se enseña agroecología.

En ese aprendizaje participan incluso los 45 niños de la Escuela Popular de Agroecología, que acoge a estudiantes de la enseñanza formal en horarios extraescolares.

Santos cuenta a IPS que también integra la Red Carioca de Agricultura Urbana, un movimiento de agricultores, consumidores, técnicos y activistas del tema, vinculado al derecho a la ciudad.

En Río de Janeiro cerca de 1500 personas se dedicaban a la agricultura urbana en 2019, estimó la local Empresa  de Asistencia Técnica y Extensión Rural. Su producción alcanzaba 30 toneladas anuales. Esas cifras probablemente aumentaron en desde la la pandemia de covid-19, que estimuló ese tipo de actividad.

El huerto urbano de bancales rectangulares, dedicado al cultivo de hortalizas que abastecen la Cocina Solidaria de la Acción de la Ciudadanía, que elabora y distribuye 100 comidas diarias en envases individuales a la población que vive en la calle, desempleados y otras personas amenazadas de hambre en Río de Janeiro. Imagen: Mario Osava / IPS

Acción contra el hambre

El proyecto de la Acción de la Ciudadanía se destaca por incluirse dentro de una organización nacional que, en sus 30 años de actividad, cumplidos en abril de 2023, distribuyó más de 55 000 toneladas de alimentos a 26,4 millones de personas. Cuenta con una red de más de 3000 comités locales para recolección y distribución de alimentos.

Brasil tiene 5570 municipios y una población de 203 millones de habitantes. Esa iniciativa comenzó durante la pandemia, pero ganó empuje organizado y planificado en este año de 2023.

En los patios de la Acción en el barrio de Gamboa se cultivan dos huertos, con fines productivos y pedagógicos.

El huerto de bancales circulares, entre los dos galpones que componen la sede de la Acción de la Ciudadanía sirve mejor a la enseñanza.

“La forma circular permite una mirada de la diversidad de vegetales en su conjunto, facilita reunir los visitantes para el diálogo”, explicó a IPS la agrónoma Joana Duboc,  coordinadora del área de Agroecología de la institución.

En otro huerto, de bancales rectangulares, está instalado en un patio lateral y sus cultivos principalmente proveen hortalizas a la Cocina Solidaria, otra iniciativa inaugurada en 2021 con equipos modernos y personal capacitado, que ofrece comidas diarias, listas y envasadas, a 100 personas que viven en las calles o en situación vulnerable en Río de Janeiro.

Una visión amplia del huerto en forma de “mandala”, en círculos, con hortalizas y plantas medicinales, en el patio central de la sede en Río de Janeiro de la Acción de la Ciudadanía contra el Hambre, la Miseria y por la Vida, que distribuyó 55 000 toneladas de alimentos en Brasil en sus 30 años de existencia. Imagen: Mario Osava / IPS

La cocina cuenta con 18 trabajadores. El huerto provee una cantidad variable de hortalizas, “a veces 40 kilos a la semana, otras 20, depende de la estacionalidad de cada producto”, dijo a IPS la nutricionista Evelin Rocha que cuida que las comidas sean “saludables, nutritivas y sabrosas”.

“Nuestro mayor desafío ya no es producir comidas, sino obtener indicadores sociales de los posibles beneficiados, quienes son, cuantos, donde vive la población vulnerable, en que condiciones, si trabajan. Necesitamos datos, herramientas para mejorar la eficacia de la acción”, acotó Licia Marca, coordinadora de la Cocina Solidaria, que ya distribuyó 640 000 comidas en 88 áreas diferentes de la ciudad.

Una parte de la producción de los huertos se destina a los colaboradores de la Acción, adicional a la de la propia cocina.

Caroline dos Santos de Paula en el Huerto Carioca que ella dirige en el Morro de São Carlos, una favela cercana al centro de Río de Janeiro. Es una de los 56 huertos que mantiene la alcaldía en comunidades pobres y escuelas de la ciudad. Imagen: Mario Osava / IPS

Cursos de agroecología

“Los huertos son pedagógicos y experimentales. Mostramos en la práctica que es posible producir una tonelada de alimentos en una pequeña área”, destacó Duboc mientras apuntaba la siembra de tomates, lechugas, coles y otras hortalizas y plantas medicinales, además de la pequeña plantación de banana y acerola (Malpighia emarginata), además de otras frutas propias de Brasil, como la jabuticaba (Plinia cauliflora).

Ella también conduce el curso de agroecología “Traspatios en acción”, de 40 horas en tres meses. Los alumnos son 70 en total, 30 presenciales, de Río de Janeiro, y 70 dispersos por todo el país, que siguen las clases virtualmente.

“La agricultura urbana puede atender mucha gente y reducir la inseguridad alimentaria. Además es nuestro reencuentro con la naturaleza. La ciudad ya fue un ambiente natural, ahora se trata de rescatarlo, incluso para crear un ambiente más agradable y mitigar la crisis climática en la ciudades”, observó la agrónoma.

Caroline dos Santos de Paula es una de las tres personas que cuidan directamente los huertos de la Acción de la Ciudadanía de lunes a viernes.

El huerto urbano del que Caroline de Paula es la «gerente integradora» también produce plantas ornamentales, que se vende en las ferias y las tiendas comerciales de los alrededores y pueden ser adquiridas por los vecinos de la favela situada en el centro de Río de Janeiro. Imagen: Mario Osava / IPS

Favelas con huertos y bosques

Pero en los fines de semana trabaja en un Huerto Carioca de la alcaldía, en el Morro de São Carlos, una favela del Estacio, céntrico barrio de la ciudad.

De Paula no sabe precisar cuanta es la extensión del terreno pendiente del cerro, con áreas llanas donde cultiva hortalizas, fruteras, plantas ornamentales y medicinales. Hay áreas aún por cultivar, ocupada por gramíneas o árboles.

Faltan recursos, como equipos y dinero para pagar trabajadores eventuales, y especialmente mano de obra. Los nueve hortelanos con que cuenta son insuficientes porque ellos ganan solo una beca de 500 reales (100 dólares) mensuales y tienen que buscar ingresos adicionales para sobrevivir, explicó de Paula.

Ella, como “agente integradora”, es decir dirigente y capacitadora, gana el doble, 200 dólares. Como se trata de una beca y no de un empleo formal, aceptó trabajar en la Acción de la Ciudadanía, donde gana mucho más y tiene los derechos laborales asegurados.

Una parte de la producción se vende a restaurantes o en un mercado hortícola. “Los vecinos de la comunidad se benefician al comprar productos orgánicas, sin agroquímicos, más baratas que en las tiendas o ferias. Un kilo de banano orgánico lo vendemos a seis reales (1,2 dólares) el kilo, mientras cuesta casi el triple en el comercio normal”, apuntó de Paula.

Ana Santos, del CEM y de la Red Favela Sostenible, también trata de difundir los principios de la agroecología y fomentar iniciativas productivas, pero asumió una misión con un sesgo más ambiental.

Busca proteger y reforestar la parte alta de la Sierra da Misericordia, donde se instaló la Tierra Prometida, una pequeña comunidad rural-urbana de la zona norte de Río de Janeiro, donde viven unas 180 familias.

Son cerca de seis hectáreas en que su movimiento va plantando árboles, nativos del Bosque Atlántico de Brasil y exóticos, en general frutales, a la vez que se cultivan hortalizas a su sombra.

La producción de semillas y abono por compostaje es otra actividad, para distribución entre los agricultores urbanos.

“Con apoyo del gobierno y una política de soberanía alimentaria, para producción en circuitos cortos, local, que ahorra transporte, se podría producir muchos alimentos en la ciudad. Y en Río de Janeiro se puede tener “un bosque en cada favela”, sostuvo Santos.

Mario Osava  corresponsal de IPS desde 1978 y encargado de la corresponsalía en Brasil desde 1980
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“Más allá del impacto ambiental, también es importante la sustentabilidad económica y pensar en el contexto social”

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AAS – Domaine Bousquet 25 años de agricultura orgánica certificada

Aunque su familia ya se dedicaba a la vitivinicultura, el camino profesional de Anne Bousquet empezó en una rama distinta: la de la economía. En 2005, sin embargo, comenzó a ponerse en marcha un mecanismo que, casi sin que se diera cuenta, la terminaría sumergiendo en la pasión familiar: su padre ya había fundado Domaine Bousquet en Argentina y necesitaba ayuda. 

“Con mi marido, Labid Al Ameri, nos estábamos mudando de Boston a Bruselas. Me acababan de ascender en la compañía en la que trabajaba a cargo del análisis y proyecciones para la industria europea de envases de papel y Labid trabajaba en finanzas con la posibilidad de traslado”, recuerda Anne. “En ese momento, mi padre estaba a punto de tener la primera cosecha comercial de Domaine Bousquet y convocó primero a Labid para que lo ayude a venderla. Era un desafió, nunca había vendido una botella, pero como nos sentíamos parte del proyecto como familia, decidimos invertir parte de nuestros ahorros personales en el primer container de Domaine Bousquet y almacenarlo en una bodega en Amberes, Bélgica”. 

La movida tuvo tanto éxito que Labid se entusiasmó y terminó incorporándose a Domaine Bousquet como Director Comercial. Y tres años después, Anne decidió seguir sus pasos: con Eva, su hija, cumpliendo su primer año, se mudó a Tupungato, Mendoza. 

“Fue un shock, yo no hablaba español. Y una nueva vida que se convirtió en nuestra pasión. Dos años más tarde mi padre se retiró, conservó 40 hectáreas y nos vendió la superficie restante junto con la bodega. Con Labid y mi hermano Guillaume, que vive en Burdeos y es encargado de parte de las ventas europeas de Domaine Bousquet, somos socios.  

-¿Cómo fue trabajar en Gualtallary en aquel entonces, cuando aún no era el terroir super codiciado que es hoy?

-Cuando la bodega comenzó fue difícil. Gualtallary era un territorio virgen: extensiones semi-desiertas, sin plantaciones, sin agua, sin electricidad y al que solo se podía acceder por medio de un único camino de tierra. 

Los lugareños descartaban el área por considerarla demasiado fría para el cultivo de uvas. Mi padre, en cambio, sintió que había encontrado la perfecta combinación entre su patria francesa (con baja acidez y clima cálido) y el Nuevo Mundo (soleado, con elevada acidez natural y un gran potencial para vinos relativamente frutales). 

Tupungato era apenas un pueblo. La industria del vino ha transformado la economía de Tupungato y nosotros estuvimos allí primero: es uno de los logros que más me enorgullecen. Decidimos acompañar el crecimiento y desenvolvimiento de esa comunidad que es nuestra comunidad. Actualmente el 80% de nuestros empleados son tupungatinos.

Mi padre, con toda su experiencia en los viñedos de mi familia en Francia, supo entender y aprovechar la singular importancia del agua. El agua no llega fácilmente a Gualtallary, así que lo primero que hicimos en 1998 fue cavar un pozo de 150 metros. Una decisión fundamental ya que nos permite administrar el riego según la necesidad. La experiencia de tradición vitivinícola francesa, donde el clima es tan diferente al de Mendoza, fue una gran herramienta a la hora de tomar decisiones. 

En el 2023, Domaine Bousquet cumplió un cuarto de siglo de agricultura orgánica certificada. El punto de partida estuvo íntimamente relacionado con las condiciones climáticas y de suelo de Gualtallary, ideales para el cultivo orgánico de vides ya que contribuyen a la sanidad de las uvas. 

“Creo que ni siquiera se tomó la decisión de ser orgánicos, fue algo que entendimos y fue natural, que no se dudó”, explica Anne. “Nunca hemos utilizados productos de síntesis química en nuestros suelos. No lo concebimos como una estrategia comercial, porque en ese momento no había demanda de orgánicos”. 

Actualmente, el compromiso de Domaine Bousquet como empresa va más allá de la agricultura orgánica: es también una bodega regenerativa, biodinámica, sustentable y sostenible. “Lo enumero así porque es una progresión y siempre hay una nueva instancia superadora”, señala Anne. “Más allá́ del impacto ambiental, también es importante la sustentabilidad económica y pensar en el contexto social que rodea a cada organización. Siempre podemos ser más sustentables. No sólo en términos de medioambiente, también en términos socioeconómicos. Y confirmando lo que somos, recibimos la certificación B Corp que significó un gran orgullo y reconocimiento a nuestros 25 años de compromiso a una economía sostenible para las personas y el medioambiente”. 

-¿Qué importancia tienen las certificaciones al momento de elaborar y comercializar vinos orgánicos y sustentables?

-Las certificaciones son muy importantes. Son garantías de procesos, que se cumplen siguiendo normativas de calidad, y el consumidor tiene que saber que, si está certificado, se está haciendo. 

Muchas veces escuchamos, por ejemplo en ferias, que hay bodegas que dicen que son orgánicas porque el clima en Argentina permite trabajar de esta manera, pero eso no habla del trabajo a conciencia. Algo que repito siempre es que estar certificados es la diferencia entre “estar saliendo” y “estar casados”.

-¿De qué manera la vitivinicultura orgánica se refleja en el perfil final de los vinos?

La viticultura orgánica da como resultado vinos de mayor concentración, con mayor expresión de la fruta y del terruño del cual provienen.

En este momento estamos trabajando con prácticas regenerativas, un paso más de la viticultura orgánica. La viticultura regenerativa intenta recuperar e incrementar la salud de los suelos y el resultado es la obtención de más plantas sanas, y por lo tanto, uvas más sanas que producen buena levadura y, en consecuencia, una buena fermentación. Así evitamos la necesidad de realizar correcciones durante la elaboración del vino. Lógicamente, la expresión del vino es sorprendente.

-¿Cuáles son las respuestas que la viticultura orgánica tiene frente al cambio climático?

-La industria del vino  en general no puede quedar ajena a tomar medidas para cuidar el futuro. Cuando uno está trabajando cerca de la tierra, ve desde el origen los problemas que está causando el cambio climático, y cómo repercuten en nuestra materia prima. Y, en consecuencia, en nuestra producción no hay manera de no tomar conciencia de que algo hay que hacer. 

Nuestra respuesta como bodega comprometida es, como dije antes, buscar siempre aplicar para ser más sustentables y sostenibles. Trabajar en la concientización de que cada uno, desde su lugar, puede aportar y poner su granito de arena.

Desde 2021 somos uno de los miembros fundadores de Sustainable Wine Roundtable (SWR), una coalición global formada por diferentes actores de la industria vitivinícola -bodegas, productores, distribuidores, minoristas, industrias auxiliares y comunicación y más- unidos para que el sector sea un líder en sustentabilidad a nivel mundial, y así fortalecer la acción a medida que aumentan los desafíos y consecuencias en torno al cambio climático.

Fuente Asociación Argentina de Sommeliers (AAS)

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