Pensar en verde: el valor de la selva que puede cambiar la ecuación económica de Misiones

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El tema comienza a ganar espacio en el debate global sobre el cuidado del medioambiente y cómo deben ser compensados los países que más están haciendo por conservarlo o recuperarlo. Argentina se propuso llegar en 2050 a la meta de emisión de carbono neutral -conseguir emisiones de dióxido de carbono netas iguales a cero equilibrando la cantidad de dióxido de carbono liberado a la atmósfera con una cantidad equivalente retirada de la atmósfera o fijada por plantas, o comprando los suficientes créditos de carbono-.

El último estudio oficial del Gobierno argentino de 2016, destaca que Misiones es la única provincia con tendencia a ser carbono negativo, es decir, retiene más de lo que emite. 

Ese dato viene de la mano de la biodiversidad que conserva Misiones, pero al mismo tiempo plantea un enorme desafío sobre cómo seguir sosteniendo la conservación al mismo tiempo que se garantizan recursos y alimentos para una población cuya expansión no puede avanzar sobre territorios protegidos. 

Hasta ahora los cálculos sobre cuánto vale la selva estaban basados en una ecuación marcada por lo que Misiones deja de ganar con productos agrícolas, como la soja o el maíz, y los impuestos que no se recaudan por el monte. La selva frenando la expansión de la frontera agrícola. 

Hace un año, un estudio del ministerio de Hacienda de Misiones calculaba que si 25 mil familias de productores misioneros se dedicaran a producir soja, tendrían una renta potencial anual por 79.000 millones, equivalente a casi un 80% del presupuesto provincial con una rentabilidad de casi 23.000 millones. 

Al mismo tiempo, a valores de 2020, Misiones dejaba de percibir 10.400 millones de pesos en impuestos a los Ingresos Brutos por actividades comerciales e industriales que podrían llevarse adelante en las 1,6 millones de hectáreas protegidas. 

Como Misiones no tiene intenciones de tocar el monte que ya es una marca registrada, sostiene un reclamo a la Nación por servicios ecosistémicos durante los últimos años, por 126 mil millones. Hasta ahora ningún Gobierno ha atendido ese reclamo, pero ahora la misma Nación le puso números (más altos) al valor de la conservación. 

En un documento que consiguió el ministerio de Cambio Climático de Misiones, la Nación asigna un valor de 6.947 dólares por hectárea de bosque subtropical y de 180.927 dólares por hectárea en un humedal, ambos ambientes que coexisten en Misiones. No se trata de estimaciones, sino de información oficial.

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Con esos números en mano, el ministro de Cambio Climático, Patricio Lombardi agrega otro dato: el valor intangible de conservar la biodiversidad casi intacta, con el ecosistema funcionando a pleno con un depredador tope como el yaguareté, que vive en estado natural en la selva misionera, mientras que en los Esteros del Iberá o el Impenetrable chaqueño, se están haciendo esfuerzos para su reintroducción. 

De acuerdo al último inventario de Bosques de Nación, Misiones tiene 1.612.558 hectáreas de bosque en distintos tipos de conservación. Aplicando la fórmula con los números de Nación, equivale a 11.202.440.426 dólares. Ese sería el valor de la selva misionera. 

Esos números expuestos en el documento de Nación son mucho más altos que los que estimaba Misiones. 

Actualmente en las oficinas de Cambio Climático -un enorme salón con vista al río Paraná que funciona como coworking sin despachos ni divisiones por donde circulan permanentemente intendentes y ambientalistas en la búsqueda de acciones sustentables- se está haciendo un estudio con biólogos e ingenieros ambientales sobre el valor de la biodiversidad, tomando parámetros de la Organización de Naciones Unidas.

La Selva Misionera es uno de los bosques más biodiversos del país y el de mayor biodiversidad del continente luego del Amazonas. Debido a su importancia, WWF la incluyó en la lista Global de las 200 ecorregiones mundialmente prioritarias para la conservación.

Pero hay otro dato que entusiasma más que el valor abstracto de la selva: el International Monetary Fund -el FMI- puso un precio base de 50 dólares para la tonelada capturada de carbono. Se calcula que en una hectárea se capturan tres toneladas de carbono al año. Es decir, cada hectárea de selva multiplicada por 150 dólares. 

Kristalina Georgieva es, sorprendentemente, una de las principales impulsoras de que los países ricos paguen a los países pobres y en desarrollo como un mecanismo para reducir emisiones y al mismo tiempo, equilibrar la balanza financiera. 

“Para mitigar el cambio climático, es fundamental contar con un precio del carbono fuerte. La solidaridad entre los mayores emisores, en forma de un precio mínimo internacional del carbono, así como la solidaridad con el mundo en desarrollo, mediante apoyo financiero, determinará en gran medida nuestras perspectivas para mitigar los riesgos y adaptarnos a las consecuencias”, dijo Georgieva el 14 de mayo, en una conferencia ante la Pontificia Academia de las Ciencias.

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El Papa Francisco impulsa el concepto de acreedores ambientales. Esa idea invierte la ecuación y convierte a países como Argentina, en acreedor de sus prestamistas.

Por supuesto, para que eso se haga realidad, habrá que tener mucha fe. 

Lombardi adhiere a la idea, pero sabe que su concreción es una quimera. “Nosotros además de producir yerba y té, producimos servicios ecosistémicos premium que el mundo valora cada día más. Además fijamos Carbono. Hoy, países como Suiza, pagan más de 100 dólares por una tonelada”, señala el ministro. 

Mientras tanto, advierte que hay otras medidas que se pueden tomar para mitigar el cambio climático. El ministro diseña junto a su equipo -con mayoría de mujeres- distintas acciones con los municipios. Algunas avanzadas, otras en proceso. 

Por caso, Posadas, Garupá y Candelaria contarán con una nueva planta de procesamiento de los residuos sólidos urbanos. Cambio Climático, junto al Instituto provincial de Desarrollo Habitacional gestionaron los fondos con el ministerio de Ambiente de Nación. Se estima una inversión de 11,2 millones de dólares. 

El EcoParque industrial de Cerro Azul está a pasos de la concreción, con industrias comprometidas con procesos amigables con el ambiente. También hay diálogos con multinacionales que quieren comprar bonos de carbono y hasta con la Federación Internacional de Automovilismo, que quiere hacer una exposición de autos eléctricos en Misiones. La motricidad eléctrica es una realidad en el ministerio: los despachos se realizan en motos eléctricas, que le fueron donadas al organismo, que tuvo que poner un tótem de carga en la Costanera posadeña para la recarga de los vehículos no contaminantes. 

Lombardi también insiste en un concepto para compensar a quienes cuidan de la naturaleza: “Es de abajo hacia arriba”, explica. “La ONU le da dinero a los Gobiernos centrales, pero no a los intendentes, que saben más que los ministros de cómo se cuida el ambiente en el terreno y cómo gestionar una economía más sustentable. Eso hay que cambiar de modo urgente”, sentencia. 

El 3 de septiembre, en el Congreso de Cambio Climático que se hará en Francia, se expondrá el “caso Misiones” y esa interpelación a los demás países.

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