Persiste la contaminación química en alimentos, aire y aguas

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Inter Press Service – Los contaminantes orgánicos persistentes (COP), sustancias químicas peligrosas para la salud, persisten al cabo de décadas en la leche humana, el aire, el agua, los alimentos, suelos y ecosistemas, advirtió un informe presentado este lunes 17 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Andrea Hinwood, científica jefe del Pnuma, afirmó que “los COP siguen estando omnipresentes, a pesar de los esfuerzos por reducir su uso y producción”.

“Monitorear las concentraciones de COP en el medio ambiente y en nuestros propios cuerpos es vital, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos, para respaldar su evaluación de la contaminación, las emisiones y la exposición, para una toma de decisiones informada”, agregó Hinwood.

Los compuestos químicos tóxicos son sustancias que, generalmente, no ocurren en la naturaleza, sino que han sido sintetizadas a partir de sustancias más simples, y son resistentes a la degradación fotolítica, biológica y química. Entre los más destacados resaltan los pesticidas, los insecticidas organoclorados y los herbicidas.

El estudio del Pnuma se realizó en 42 países en regiones donde los datos sobre COP son limitados, incluidos África, Asia, América Latina y el Caribe, y las islas del Pacífico, para monitorear 30 COP enumerados en el Convenio de Estocolmo a partir de 2021. Se recolectaron muestras entre 2016 y 2019.

El Convenio de Estocolmo, ratificado por 186 países, fue pactado en 2001 en la capital sueca para regular, eliminar y cesar la producción de COP, de los cuales el más famoso fue el Dicloro difenil tricloroetano (DDT), profusamente usado como insecticida a mediados del siglo XX.

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Los COP están relacionados con el cáncer, el daño hepático, la disminución de la fertilidad y un mayor riesgo de asma y enfermedades de la tiroides debido a sus propiedades disruptivas endocrinas.

El estudio del Pnuma encontró reducción de algunos contaminantes químicos en los seres humanos y el medio ambiente, pero siguen apareciendo otros nuevos, a menudo prohibidos posteriormente debido a sus propiedades similares.

La lista de 30 COP monitoreados en el estudio incluye pesticidas y productos químicos industriales, así como COP liberados no intencionalmente  que son subproductos de procesos industriales y de combustión incompleta, como por ejemplo la quema a cielo abierto de desechos.

Se encontraron en cada una de las más de 900 muestras recolectadas, con más de 50 000 puntos de datos generados sobre COP en el aire, el agua, la leche humana, el suelo, la carne vacuna, la leche, la leche en polvo, la mantequilla, el cordero, el cerdo, el pollo, los huevos, el pescado y mariscos, aceite y otros artículos.

El uso de DDT, que alguna vez se utilizó en la agricultura y en campañas conbt5ra el paludismo, ahora está muy restringido, ha disminuido en muestras de leche humana en más de 70 % desde 2004 en promedio mundial.

Sin embargo, el DDT sigue siendo el COP más prevalente en la leche humana, particularmente en los países donde se usó intensivamente.

El estudio encontró que otros COP están presentes en todas partes, incluso en áreas alejadas de cualquier fuente conocida de contaminación.

Se detectaron sustancias químicas reguladas desde hace mucho tiempo, como dieldrín (plaguicida muy tóxico para los animales) y bifenilos policlorados (PCB, sustancias empleadas en sistemas eléctricos e hidráulicos), en niveles elevados en el aire en todo el continente africano, el Caribe y América Latina.

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Algunas sustancias químicas prohibidas han sido reemplazadas en la industria por otras que luego se descubrió que también tenían propiedades de COP, como las miles de sustancias perfluoroalquiladas (Pfas en inglés).

Se las ha empleado en telas, repelentes de manchas, productos antiadherentes (como Teflon), cajas de pizza, compuestos para pulir, ceras, pinturas, productos de limpieza y espumas para combatir incendios. Fueron encontradas en la leche humana o en el agua potable de islas remotas, por ejemplo.

Para Jaqueline Álvarez, jefa de la subdivisión de productos químicos y salud del Pnuma, “esto pone de relieve el riesgo de lamentables sustituciones de COP prohibidos y la necesidad de priorizar la sostenibilidad en el diseño de productos industriales y el comportamiento del consumidor”.

“Los gobiernos no necesitan verse arrastrados a un juego tóxico del escondite, donde un COP regulado es reemplazado por otro nuevo. Este patrón preocupante significa que estas sustancias todavía están presentes en los productos que usamos, comemos, usamos, así como en el aire y el agua”, observó Álvarez.

El estudio se publica mientras los gobiernos se reúnen esta semana en Ginebra, Suiza, para un grupo de trabajo ad hoc de composición abierta sobre el establecimiento de un panel científico-político sobre productos químicos, desechos y prevención de la contaminación.

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