Argentine Finance Secretary Luis Caputo gestures during a news conference in Buenos Aires, Argentina, February 29, 2016. Picture taken February 29, 2016. REUTERS/Marcos Brindicci

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Argentine Finance Secretary Luis Caputo gestures during a news conference in Buenos Aires, Argentina, February 29, 2016. Picture taken February 29, 2016. REUTERS/Marcos Brindicci

El ministro de Finanzas, Luis Caputo explicitó, en Nueva York, ante el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la plataforma política con la que el Gobierno intentará ser ratificado en las elecciones de octubre. Prometió más ajuste, pero después del domingo dedicado a las urnas.

Nosotros queremos ganar las elecciones para profundizar nuestro programa económico. Por eso no se puede encarar ahora el problema fiscal. Si atacamos el déficit, habrá más piquetes y la vida será imposible en Argentina”, transparentó.

Y fue por más. “La prioridad es ganar las elecciones y convalidar las propuestas de Gobierno. Después vamos a encarar las asignaturas pendientes”.

Las asignaturas pendientes, según el modelo bendecido por el FMI, son profundizar el recorte de gastos para bajar el déficit fiscal y achicar el Estado, al que el presidente Mauricio Macri definió como “un aguantadero” heredado.

El ajuste prometido tiene sus excepciones. Si bien el grueso del gasto presupuestario son subsidios a la energía, el transporte y los planes sociales, Macri incrementó 25 por ciento promedio la estructura del Estado, pese a haber prometido una reducción y a haber despedido 11.000 contratados.

Es cierto, como admite Caputo, que un ajuste mayor ahora sería insoportable. Pero no solo por los piquetes, sino porque terminaría por secar los tímidos brotes verdes que se registran en algunos sectores de una economía que tarda más de lo esperado en recuperarse.

Los datos oficiales de pérdida de empleo y cierre de empresas ratifican que hay apenas una tímida reactivación que todavía está lejos de compensar lo perdido. Solo en el sector formal, se esfumaron casi 45 mil puestos de trabajo durante 2016, aunque la caída es más brusca si se compara el cuarto trimestre con el mismo período de 2015: hay 68.314 trabajadores menos.

Hay 4.462 empresas registradas menos en el último trimestre del año pasado, en relación con el último de 2015 y la tendencia no cede. Son 829 menos que en el tercer trimestre de 2016.

El ajuste “moderado”, no es entonces una cuestión de sensibilidad, sino de pragmatismo político. El objetivo es llegar a octubre con oxígeno suficiente para ratificar el programa económico comprometido con los organismos financieros que siguen prestando dinero para sostener el rumbo, pese a que prácticamente ninguno de los objetivos se ha cumplido. Argentina está ahora tercera en el ranking global de inflación, lo que trae aparejado un sensible recorte en el consumo. En febrero, en términos reales, las ventas en los supermercados cayeron alrededor de 18% (inflación menos suba en términos nominales), y más del 20 por ciento en los shopping.

El consumo no es lo único que retrocede. La producción industrial sufrió una caída interanual del 9 por ciento con una herida profunda en el sector automotriz, que sufrió un bajón de 29,7%. 

Pese al esfuerzo del Gobierno por evitar parecerse a los años más oscuros de la historia, cuando se destruyó el aparato productivo y se produjo una brutal apertura de las importaciones, está pasando algo similar, aunque los efectos todavía no pueden analizarse en toda su dimensión. La deuda externa tomada en los primeros quince meses de Macri es de más de 40.500 millones de dólares, casi el mismo monto que la deuda emitida durante la última dictadura, especialmente para financiar importaciones que destruyeron la industria nacional.

Un informe, realizado por las consultoras Ecolatina y Key Market, sostiene que el 2016 registró una pérdida del poder adquisitivo de los salarios, aumento de las tasas de interés, deterioro del mercado de trabajo y el desplome de los salarios en dólares.

En consecuencia, el consumo privado se redujo significativamente. Particularmente en el caso de los electrodomésticos la caída alcanzó el 19 por ciento, siendo la línea blanca la más afectada con una retracción del 21,5 por ciento anual.

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Los datos son elocuentes. Profundizar el ajuste ahondaría los indicadores negativos, pese a que el Gobierno está siendo corrido por “derecha”.

Los economistas del establishment reclaman más mano dura para controlar el déficit fiscal y hasta acusan a Macri de ejercer un “kirchnerismo soft”.

El más duro fue Miguel Ángel Broda, un economista de los más duros. “Acá no hay plan A ni B y esto es insostenible en el largo plazo”.

Macri no es kirchnerista ni soft. Pero entiende -aquí uno de los pecados de quienes lo subestimaron- que si no gana en octubre, se quedará a medio camino en su promesa de refundación. La política ordena hoy ser “gradualista”, aunque los efectos del ajuste ya están a la vista. Ir a fondo enojaría incluso a aquellos que hoy toleran el ajuste todavía disfrutando del aire de cambio.

Todo está pensado en clave electoral. La declaración de Caputo, excusándose ante el FMI y el Banco Mundial por no ir más rápido es una muestra.

Lo están sufriendo incluso los socios menores dentro de la alianza gobernante. El radicalismo no encuentra más espacios por una sencilla razón, explicitada en cada una de las provincias. El objetivo de octubre es fortalecer al Presidente, lo que no necesariamente implica robustecer “democráticamente” a Cambiemos. Por eso, los candidatos han sido cuidadosamente seleccionados por un verticalismo que baja de la mesa chica y que habrá de respetarse.

Ante los lastímeros reclamos del radicalismo, la respuesta, lacónica de los operadores macristas es que los socios reclaman democracias solo en aquellas provincias donde no encabezarán las listas. En donde sí, todos contentos con el “consenso”.

Misiones es una de las provincias donde está en duda el acuerdo por la ambición de un grupo de radicales, que tienen la ilusión de ganarse espacio en las Primarias enfrentando a Luis Pastori, quien fue premiado para que busque su reelección.  Alex Ziegler es la primera víctima de esa verticalidad. Aunque todavía no es oficial, ya está fuera del esquema de Cambiemos y buscando espacios con otros sectores. El eldoradense se inclinaría por un frente inédito, con la confluencia de jóvenes de diversas facciones políticas. Pero ahí sí, él a la cabeza.

El PRO tiene claro que el candidato a senador debe ser Humberto Schiavoni, uno de los hombres de confianza de Macri e integrante de la mesa chica. Ya lo imaginan como eventual presidente del Senado. Es que gane quien gane, no se modificará sustancialmente la relación de fuerzas en el Congreso y el Presidente necesita de lealtades, pero también de muñeca política para poder avanzar en las leyes que requiera. Schiavoni tiene a favor sus vínculos con el peronismo y un conocimiento más cabal de las realidades políticas del interior, de la que hasta ahora carece la conducción parlamentaria.  

La gobernabilidad, de cualquier modo, está sostenida por los mandatarios de todo el arco político, aunque se encargan de marcar sus diferencias, sobre todo con el ala dura que maneja la economía del país.

De paso por Misiones, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti dejó claro que el rumbo no le gusta. “Hay en el manejo de la economía una situación que es contradictoria, porque hay una política fiscal que es laxa y no hay una reducción del régimen fiscal, y una política monetaria constrictiva con tasas de interés altísimas que hace que no haya reactivación y penaliza el consumo”, indicó.

Schiaretti pidió la unidad de los gobernadores para evitar una crisis mayor. Es que el ajuste llega a todos por igual, más allá de la riqueza de cada provincia en particular. Ninguno quiere enredarse en un conflicto como el que vive hoy Santa Cruz, con atrasos de sueldos, sin giros nacionales y la imposibilidad de endeudarse para salir del paso.

La Justicia Social, no viene por la “teoría del derrame, sino por la opción del Estado que es el que fija las reglas de juego y toma las medidas”, sentenció Schiaretti al lado del gobernador Hugo Passalacqua, con quien firmó un inédito acuerdo que posiciona a Misiones a la vanguardia de la biotecnología en el país: Córdoba comprará tres millones de plantines forestales generados en la Biofábrica para repoblar zonas devastadas en esa provincia por el avance de la explotación sojera.

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La Biofábrica es otro de los resultados de políticas de largo plazo que se encararon en Misiones. Denostada por la oposición –hoy en la alianza nacional- como laboratorio “fantasma”, se ha convertido en referencia del desarrollo y el conocimiento genético. El acuerdo con Córdoba, por 20 millones de pesos iniciales, abrirá nuevos mercados en los que también se incluirá a actores privados.  

Passalacqua es uno de los principales sostenes de la gobernabilidad nacional y pretende que los representantes de Misiones en el parlamento sigan en la misma senda aún en tiempos electorales.

Pero en el arranque del tiempo “político”, se desmarcó con sutileza del mensaje que baja Macri. Rechazó la idea de que se considere al Estado un “aguantadero”, como lo calificó el Presidente y recordó que en Misiones él mismo congeló nuevos nombramientos, pese a que es una de las que menos estatales tiene en relación con otras provincias.

También mostró su desencanto con el “poco esfuerzo” que hizo el gobierno nacional por sostener los recursos necesarios para el Fondo Nacional de Incentivo Docente, que ahora deben ser cubiertos por la Provincia. En la misma línea, insistió en que la Nación debe comprar viviendas con madera de Misiones, aún si se concreta la compra de viviendas chinas. 

El mandatario misionero, que el próximo lunes dará su mensaje a la Legislatura, donde se esperan fuertes definiciones de carácter político, confirmó esta semana la convocatoria a elecciones para el próximo 22 de octubre.

Aunque faltan varios meses, incluso para el inicio formal de la campaña, la Renovación está decidida a jugar fuerte para defender el modelo misionerista y hacer frente a los embates de la oposición.

Esta semana fue intensa en reuniones políticas.

Cambiemos mantuvo un encuentro con el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, mientras intentaba disimular el escándalo por la intervención al Incaa y la sospecha de los artistas de que se intenta desfinanciar el cine nacional. El funcionario nacional pidió dejar de lado “diferencias” entre los partidos integrantes de la alianza para fortalecer al Gobierno nacional.

El massismo también está activo. Hubo acercamientos entre quienes quieren conformar el frente del camino del medio, con una coincidencia. Cada sector debe estar representado en alguna de las listas en disputa. Camioneros, el radicalismo de Vanguardia y Trabajo y Progreso de Claudio Wipplinger son los más cercanos a firmar el acuerdo. Todavía resta saber qué hará Héctor “Cacho” Bárbaro, quien coquetea con ser candidato “por la suya”.

La Renovación comenzó a movilizar la tropa. En la Casa de Gobierno, primero entre los funcionarios de primera línea y en el Centro de Convenciones el viernes, donde se encontraron más de mil encargados de agrupaciones, el mensaje compartido fue el de fortalecer la Renovación desde la participación de cada uno.

En el Centro de Convenciones el encuentro fue presidido por el vicegobernador Oscar Herrera Ahuad, secundado por el subsecretario de Gobierno, Ricardo Wellbach y la presencia de varios de los legisladores provinciales y nacionales. “Hay un equipo alineado y empezamos a calentar motores”, definió uno de los dirigentes que lideró la asamblea renovadora.

Los candidatos de la Renovación se conocerán a mediados de junio. Los nombres todavía están bajo estudio, pero habrá aire fresco mezclado con la experiencia de los líderes y conocedores del concepto misionerista.

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