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Quality Control y Wood Wilde Web: la agricultura familiar como modelo de sociedad

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En este octubre se cumplen siete años desde que Misiones promulgó la vanguardista ley de Agricultura Familiar.

Hace poco pude compartir esta legislación con amigos concejales de Entre Ríos y créanme que para ellos, como para cualquier persona a lo largo y ancho del planeta, se trata de una conquista gigantesca y un verdadero aporte no distópico frente al colapso

La ley nos propone metas extremadamente ambiciosas. Consignas frente a las cuales debemos meditar, ya no como “problemática de sector primario” sino, dadas sus implicancias y alcance, más bien como bandera de toda la sociedad. 

Misiones tiene lujos como esta y muchas otras leyes que apuntalan una estrategia de conservación y cordura frente a la desquiciada ambición destructiva que por desgracia ha privilegiado el resto del mundo. 

Una ley que nos enorgullece (o debiera hacerlo) pero que dista mucho de ser aplicada como es debido, dado un sinnúmero de factores que hacen a nuestro particular contexto. 

Por ignorancia o interés corporativo, muchos ven en la deficiencia de aplicación de estas leyes, la prueba de su desacierto. Pero ¿a qué se deben en verdad las dificultades vigentes? 

Veamos. 

Un Estado provincial disidente, desobediente, que se declaró en abierta rebeldía contra la destrucción de la naturaleza que impera como modelo global, un Estado subversivo contra hegémonico con la irreverente audacia de promulgar leyes así, está en dificultades financieras, institucionales y humanas obvias a la hora de poner en práctica las revolucionarias implicaciones de transformación profunda pertinentes.

No puede uno ser tan ingenuo en creer que la misma lógica fragmentaria entre Sociedad y Estado que sostiene y legitima el capitalismo monopólico, será también la que pueda ser capaz de llevar adelante éste tipo de transformación. Leyes como las de Agricultura Familiar o la de Agroecología, entre otras, son instrumentos legales de un Estado distinto que busca la construcción de una sociedad también distinta. 

El Estado es una herramienta de direccionamiento colectivo. Lo que del Estado emana trastoca, moldea y edifica el andamiaje jurídico e institucional con el propósito que, desde allí, sea esa sociedad capaz de darse a sí misma patrones de comportamiento y organización consecuentes.

La ley no basta. Sólo señala un rumbo, que no puede ser alcanzado por la coerción.

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El capitalismo monopolista de Estado rechaza toda participación ciudadana porque le es tóxica a la hora de ser eficaz como garante de privilegios para corporaciones, más aún en lo concerniente a las demandas de la división internacional del trabajo. Crea así leyes que propician y hacen previsible la perpetuidad del status quo de saqueo extractivista. Entonces, ¿puede un Estado provincial, dentro de un Estado nacional sostenerse en disidencia sin que esa permanencia esté fundada en un completo involucramiento y participación ciudadana?

¿Puede el mero sistema representativo dar esas garantías? La verdad es que no. Si las leyes por sí solas fueran capaces de asegurar una sociedad más justa y racional, entonces la carrera de abogacía estaría prohibida por ser promotora de “guerrilleros” y “células terroristas”.

Necesitamos entender que Misiones se propuso erradicar la estupidez del extractivismo de una manera no tradicional. Es un fenómeno aún no estudiado por las ciencias sociales, esta propuesta de asalto al poder real. Una propuesta que “se coló por la ventana” del modelo hegemónico y que puso la teoría política tradicional patas para arriba. 

Una oferta revolucionaria disruptiva que demanda participación e involucramiento ciudadano como sangre necesita el cuerpo para su puesta en práctica efectiva. Un empoderamiento del cual aún permanecemos los misioneros muy distantes.

Es que no se supone que de nuestros patrones heredados de consumismo y enajenación surja algo más que la espera de soluciones de quienes están en el poder institucional. Y es legítimo que así sea, pero no podrán ser esos sistemas de creencias y ordenamiento capaces de subsistir en una humanidad que ejercite una libertad interior alineada con la naturaleza.

La Ley de Agricultura Familiar sostiene en su Artículo 1: “Adóptase como modelo de desarrollo productivo, económico, social y ambiental a la agricultura familiar en toda su diversidad, la que es sujeto prioritario de las políticas y acciones que se ejecutan desde las diferentes áreas del gobierno provincial”.

Contemplen la significancia de lo expuesto aquí. Adoptar como modelo la Agricultura Familiar, lo que es lo mismo que decir la Agroecologia, para el desarrollo productivo, económico, social y ambiental de la provincia trae aparejado una trasformación radical de los estándares que impuso durante 200 años el consumismo y la esclavitud mental colonialista. Nos interpela a todos como responsables y co-creadores. Nos coloca en un estadío de participación indispensable. 

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La Agricultura Familiar como modelo de Estado y de sociedad no puede ser algo que funcione paralelo a la lógica de modelos y sistemas de creencias antagónicos. No puede coexistir con aquello que aspira transformar. La ley podrá así, tener vigencia y plena aplicación si es que logra, la política, enamorar con el sueño de un contrato social sustentable. 

Si meditamos en profundidad la problemática, veremos que no se trata en realidad de una propuesta tan novedosa. Si bien recientemente, desde la Neurobiología Vegetal se vienen haciendo aportes que abonan la idea de ver en la naturaleza un modelo no antropocéntrico de sociedad, (lo cual es equivalente a buscar que la Agricultura Familiar sea nuestro modelo), podemos ver un capital teórico y práctico muy valioso incluso en la corriente de reestructuración productiva nacida en Japón allá por la década de los 70 del siglo pasado. Corriente que implicó profundos cambios en la organización del trabajo y que fue vulgarmente conocido como “toyotismo“.

Autores como E. Deming o K. Ishikawa, entre otros, arrojan abundante luz sobre la problemática aquí expuesta y es muy fácil ver la asombrosa coincidencia que se expone con todo lo que la ciencia del mundo natural nos mostró en su avance más reciente.

El Quality Control y el Wood Wilde Web se hermanan hoy como síntesis perfecta a la hora de pensar en la viabilidad en la implementación de la Agricultura Familiar como modelo revolucionario de sociedad. 

Una sociedad que nos merecemos soñar por el simple hecho de aceptar la responsabilidad histórica del presente al ser misioneros,  y por tanto, Guardianes de la Biodiversidad para una humanidad resilientes frente al cambio climático. 

Son estos los ineludibles desafíos que el devenir nos impone. Estar a la altura de esta responsabilidad de empoderamiento colectivo significará salvar vidas que, de otra manera, mientras sigan atrapadas en la dependencia de un capitalismo en franco derrumbe, no podrán jamás hallar posibilidades de supervivencia. 

Sembremos pues esperanza con política de verdad. 

Sembremos futuro. 

Las leyes están.

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