Revolución Verde: Misiones apuesta por los bioinsumos y sustituir agrotóxicos
“Vamos a trabajar muy fuerte en una ley que presentamos hace unos años, que es la eliminación del glifosato, uno de los elementos más dañinos del mundo. Uno de los venenos más nocivos que generó la industria. No vamos a discutir que sirvió para empujar un modelo de agricultura, pero a la luz del cambio climático, creo que sobran razones”, anticipó hace poco más de un año el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira. Esta noche, la ley se hizo realidad. Misiones aprobó una norma que impulsa el uso de bioinsumos en toda la producción agrícola y al mismo tiempo, sustituir el uso de glifosato, con un período de gracia de dos años para la adaptación de la producción.
La Cámara de Diputados convirtió en ley este jueves el marco regulatorio para la investigación, desarrollo, producción, procesamiento, registro, comercialización y utilización de productos biológicos naturales, conocidos como “bioinsumos”, que aportan a las políticas de sostenibilidad y sustentabilidad aplicadas a la agroindustria en Misiones.
Se entiende por bioinsumos a todo producto biológico que consista o haya sido producido por microorganismos o macroorganismos, extractos o compuestos bioactivos derivados de ellos y que estén destinados a ser aplicados como insumos en la producción agropecuaria, agroalimentaria, agroindustrial, agroenergética e incluso en el saneamiento ambiental agropecuario.
La ley tiene los siguientes objetivos:
- generar líneas de trabajo colaborativas a los efectos de promover el desarrollo de insumos biológicos;
- optimizar los procesos de elaboración de los productos utilizando métodos de purificación totalmente orgánicos;
- promover planes de acción para el adecuado manejo del riego agropecuario y la eficiencia del uso del agua;
- diseñar y ejecutar acciones tendientes al crecimiento y desarrollo sustentable de los cultivos en la Provincia;
- incentivar al desarrollo de nuevos procesos tecnológicos para la producción de bioinsumos a los fines de impulsar su utilización como herramienta primordial en el territorio;
- enfatizar el empleo de técnicas relacionadas con el reciclaje de materiales orgánicos para mejorar la fertilidad del suelo, el control biológico de plagas y enfermedades, utilizando semillas provenientes de sistemas de producción orgánica;
- difundir los beneficios y la importancia de la utilización de bioinsumos.
También se crea el Registro Provincial de Productores de Bioinsumos, con la finalidad de conformar una base de datos actualizada de todas aquellas personas humanas o jurídicas, que tengan por objeto principal la investigación, desarrollo, elaboración, producción, exhibición y comercialización de productos biológicos, elaborados de organismos vivos y sus derivados.
El artículo 7 es clave: sustituir el uso del glifosato, sus componentes y afines en el territorio provincial.
El glifosato tiene fama negativa, pero es uno de los tantos herbicidas que históricamente se utilizaron en producciones que no se limitan a la yerba, el tabaco o el té como comúnmente se cree, sino que alcanzan a las propias frutas y verduras que día a día se consumen en las mesas de toda la provincia.
Su prohibición, sin embargo, va en línea con mojones que fueron marcando la chacra.
En el 2004, a través de un esfuerzo mancomunado con las empresas tabacaleras y el Instituto Nacional de y Tecnología Agropecuaria (INTA) y de una decisión consensuada con los productores, el Gobierno de la Provincia convirtió a Misiones en la primera provincia que erradicó el uso del bromuro de metilo en la producción de tabaco y de hortalizas a campo.
Pese a la mala fama, el sector tabacalero fue el pionero en cuanto a promover el uso responsable de agroquímicos y trabaja junto al ministerio de Ecología en acciones conjuntas para mitigar el impacto de su uso. Algunos ejemplos puntuales son la puesta en marcha del Centro de Acopio de Envases Vacíos de Agroquímicos en Dos de Mayo y la ausencia del glifosato dentro del paquete tecnológico del sector.
En la argumentación de la iniciativa -firmada entre otros por el propio Rovira-, recuerda que la “revolución verde” que se inicia hacia los años 40 tuvo como consecuencia el gran aumento de la producción agrícola mundial, debido principalmente a la intensificación de las áreas cultivadas, al uso masivo de fertilizantes y pesticidas sintéticos, maquinarias pesadas y al avance tecnológico en riego. Este avance sin embargo tuvo consecuencias negativas, tales como la disminución de la biodiversidad, la aparición de plagas resistentes, desequilibrios en los agroecosistemas y efectos perjudiciales en el medio ambiente.
“Se han evaluado diferentes preparados en varios cultivos con resultados positivos, comprobando que el uso de bioinsumos puede generar mejoras en el rendimiento y efectos estimuladores del crecimiento en las plantas estudiadas, además son de bajo costo para el control de plagas y enfermedades y tienen menor riesgo de contaminación ambiental porque se fabrican con sustancias biodegradables y de baja o nula toxicidad, ya que cientos de microorganismos benéficos pueden contribuir al control biológico de plagas de plantas o animales, o incluso a mejorar la productividad de los cultivos a través de su incorporación en suelos y partes de la planta como los bioinoculantes, todo esto sumado a que representa una oportunidad para cientos de pequeños productores. Hay varios antecedentes en la tierra roja y de hecho se están logrando buenos resultados en el cultivo de hortalizas de hoja y de fruto, también hay resultados en yerba mate y ensayos con tabaco para bajar la utilización de fertilizantes con síntesis química y reemplazarlos por los orgánicos. La sociedad está demandando que se produzcan pesticidas más ecológicos, que se promueva el uso de químicos naturales utilizables tanto para la siembra como para plantar vegetal de cultivo, que ayuden a controlar plagas y mejorar el rendimiento, pero siempre dentro de la gama de productos orgánicos amigables con el entorno. A esto se suma la tranquilidad que aporta a los productores al trabajar con estos productos sin ningún tipo de riesgo, y por medio de la creación del Registro Provincial de Productores de Bioinsumos se busca conformar una base de datos actualizada sobre productores para el diseño de políticas y programas dirigidos al fortalecimiento de dicha producción, los que a su vez se verían beneficiados a partir del otorgamiento de créditos por medio de los organismos competentes”, señala la argumentación de la ley.
La nueva norma entiende la necesidad de conceptualizar el alcance de bioinsumos como herramientas tecnológicas eficientes para incrementar la productividad del sector agrícola y agropecuario de manera sustentable, ello en concordancia con las políticas públicas que en los últimos años se implementaron en Misiones, como la ley de Agricultura Familiar; el programa de Soberanía Alimentaria; la Protección de Semillas Nativas y Criollas; y la Ley de Emergencia Alimentaria, las cuales promueven entre otros objetivos el desarrollo humano integral, bienestar social y económico de los productores, mediante el fortalecimiento del flujo comercial, la generación de empleo local y política de desarrollo planificado e integral que por medio de la incorporación de saberes y tecnología apropiada garantiza la producción agroecológica, la generación de valor agregado, la distribución a través del comercio justo y la economía social.
Estos insumos requieren una regulación específica y ágil, con procedimientos claros, y armonizados, como también la promoción y potenciación de las empresas que hoy se dedican a la elaboración e investigación de los mismos.
Pese a la resistencia de algunos sectores, la ley da un paso adelante incluso de la industria pesticida. La multinacional Bayer apuesta por el mercado potencial de la agricultura regenerativa para duplicar las ventas de su división Crop Science, hasta superar los 200.000 millones de euros anuales.
En su cumbre de innovación de 2023, celebrada en Nueva York, Bayer ha destacado su objetivo de superar los 100.000 millones anuales en mercados de la industria auxiliar agrícola, duplicando así el mercado potencial de la división, que actualmente asciende a más de 100.000 millones por la venta de sus productos principales.
Según un comunicado difundido este miércoles, estos mercados auxiliares incluyen soluciones para mejorar la fertilidad de los cultivos, productos biológicos, biocombustibles, tecnologías de captura de dióxido de carbono (CO2) en suelos agrícolas, herramientas para la agricultura de precisión, plataformas y mercados digitales.
La compañía pretende destinar 30.000 millones para promover prácticas agrícolas regenerativas y permitir que los agricultores “contribuyan tanto a la seguridad alimentaria mundial como a la mitigación del cambio climático”.
La cartera de nuevos proyectos incluye algunos como el sistema Preceon Smart Corn, rasgos de nueva generación para el control de plagas y malas hierbas en maíz y soja, trigo híbrido, arroz de siembra directa, una nueva molécula herbicida y dos nuevos fungicidas.
El objetivo es aumentar la productividad de los suelos agrícolas, además de su preservación y la reducción del impacto ambiental de la agricultura, según Bayer.