Salir de la burbuja

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Salir de la burbuja”. Esa es la preocupación central de los gobernadores del Norte Grande que buscan desde la unión, reparar las históricas asimetrías internas de la Argentina, que condenan a las provincias desde los tiempos iniciales de la república. La burbuja no es otra cosa que el escenario donde la política del país central disputa sus liderazgos en una pelea que va dejando jirones de la Argentina.

Ninguno de los diez gobernadores del Norte Grande quiere inmiscuirse en esa batalla campal que enfrenta al Gobierno y a la alianza Cambiemos, cada una además con sus propios frentes internos. Por eso la coincidencia en fortalecer el bloque como herramienta de negociación que perdure en el tiempo y paulatinamente ir consiguiendo reivindicaciones demoradas. 

No es un trabajo simple. La burocracia tarda en reaccionar pese a las promesas conciliadoras del Gobierno nacional. No es casual que los gobernadores se sientan más cómodos con Juan Manzur, ex gobernador de Tucumán, como interlocutor, que con Santiago Cafiero, devenido en canciller después de un insípido paso por la Jefatura de Gabinete. Manzur no sólo es del norte, sino que entiende las demandas que impone gobernar. Muchos funcionarios del gabinete, los bravucones de la coalición gobernante y los dirigentes enrolados en la oposición, no cargan con esa mochila.

En medio de la crisis económica, los discursos incendiarios más duros no provienen de la oposición, sino de los mismos integrantes del Gobierno, que responden al ala dura del kirchnerismo. Olvidan que lo que está en juego no es una porción del poder, sino el futuro inmediato de millones de argentinos que luchan para llegar a fin de mes y observan atónitos los berrinches internos. 

La inflación es el problema central de la economía argentina y condiciona toda la discusión política. Pero no es un problema nuevo. Argentina convive con una inflación alta desde mediados del tercer kirchnerismo, Mauricio Macri se despidió con récord y Alberto Fernández no logra encontrar la fórmula para aplacarla. Pero algunos funcionarios parece que la descubrieron ayer y que la única responsabilidad es del actual presidente y su ministro de Economía, Martín Guzmán, quien, ajeno a las disputas palaciegas, busca generar condiciones de “normalidad”, que tanta falta hacen en la economía y el día a día. No es con verborragia ni con empujones que los precios van a dejar de aumentar. Argentina necesita salir de la grieta y, por un momento, pensar en el todo. 

Particularmente, la inflación es hoy un problema global, instalado por la pandemia y que está afectando en buena medida a países que habían olvidado de qué se trataba. La inflación en España llegó al 9,8% en marzo,  lo que supone la inflación más alta desde mayo de 1985. En Alemania creció al 7,3%, la más alta desde la reunificación en 1990. Estados Unidos, donde no debería haber inflación, registra una suba interanual de 6.4 por ciento. El Índice Nacional de Precios al Consumidor Ampliado de Brasil registró en marzo una variación del 1,62%, lo que supone el dato más alto para este mes desde 1994 y una inflación interanual de 11,3%, por encima del 10,54% observado en los 12 meses. Es el valor más alto en tres décadas. En Chile, donde recién llegó Boric, la inflación anotó un alza mensual de 1,9% -muy por encima de los pronósticos del mercado-, registrando su mayor escalada mensual desde octubre de 1993 (2,6%), en casi 30 años.Es un problema multicausal, agravado por la pandemia. Y que claramente tiene a la Argentina cautiva desde hace años. 

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Sin embargo, en lugar de fortalecer, las facciones del Gobierno juegan a responsabilizar al otro. “Controlar la inflación es tarea de la macroeconomía, del diseño del Ministerio de Economía”, disparó Ricardo Feletti, el secretario de Comercio Interior, que hasta ahora no propuso ninguna receta mágica, más que control de precios y subsidios. Y fue más allá: “Economía tiene que bajar líneas claras de política económica que reduzcan la volatilidad y preserven ingresos populares, si no esto se va a poner feo”. ¿Se va a poner feo? Ya está feo. Para millones de argentinos ya está feo o muy feo. 

Las declaraciones podrían ser un exabrupto de algún opositor incendiario, pero son inadmisibles en un funcionario de primera línea del Gobierno. Si no está de acuerdo con los lineamientos, debería dar un paso al costado y dejarle el sillón a alguien que sí esté convencido, en lugar de agregar más nafta al fuego. 

Hacer política no es comentar la realidad, sino intentar cambiarla. Sugerir formas, modos, caminos. Tirar piedras es misión exclusiva de la oposición y lo bien que cumple esa tarea. Es irresponsable que haya integrantes de la coalición gobernante apostando a que cuanto peor mejor. Esa insensatez echa por tierra algunos datos que permiten tener cierto optimismo: reactivación del consumo, recuperación industrial y del empleo después de una crisis iniciada en 2018 que la pandemia no hizo más que agravar. 

Como contraste, dejar que expresiones como la de Feletti pasen de largo, habla mucho de la firmeza del Presidente. La guerra contra la inflación hasta ahora se limitó a esperar sin demasiada convicción a que los precios bajen, bastante parecido a la indolencia. 

Los gobernadores saben que no pueden torcer esa realidad. Por eso están abroquelados en defensa del terruño. 

Son hoy la mejor muestra de sensatez en la política argentina, sin importar el color político. Dos de los mejores valorados de la Argentina están en el grupo Norte Grande: Gerardo Morales, de Jujuy y el misionero Oscar Herrera Ahuad (también, el intendente de Posadas, Leonardo Stelatto, es el alcalde mejor valorado de la Argentina, con 69,2 por ciento de imagen positiva, 2,2 por ciento más que en el ránking previo de CB Consultora).

No es casualidad que Alberto Fernández, Mauricio Macri y Cristina Fernández, ostenten las imágenes negativas más altas. Tampoco el crecimiento de Javier Milei, el economista que tiene su imagen más alta en Corrientes, con 56,8 por ciento, mientras que en Misiones, llega al 55. Impensado hasta hace unos meses. 

El gobernador jujeño, con 72,1% de imagen positiva enfrenta al macrismo duro dentro de Cambiemos y está decidido a que un radical sea el próximo presidente y haga olvidar el fiasco de la alianza. Enfrenta en esa disputa al propio Macri, a Patricia Bullrich y a Horacio Rodríguez Larreta, quien pidió paz interna: “No jodamos más con esa boludez de halcones y palomas, vamos a ganar la elección en 2023”.

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Por su parte, Herrera Ahuad está concentrado en la gestión, que se traduce en una economía en crecimiento por encima del promedio nacional. 

Misiones cerró el 2.021 como una de las provincias con mayor cantidad de empleo creado y este año empezó del mismo modo, creando trabajo registrado

En enero el empleo privado formal creció 5 por ciento en Misiones, lo que implica 4670 trabajadores más que en enero del año pasado. Contra diciembre el empleo en Misiones creció 0,6% -también por encima del promedio nacional-, lo que equivale a 583 empleos creados en un mes. Misiones tiene 103.594 puestos de trabajo registrados en el sector privado y es el mercado laboral más grande del Nea, el único con más de 100 mil empleos. Durante la pandemia, al mismo tiempo que se custodiaba la salud, Misiones explicó el 53 por ciento del empleo creado en el NEA y tiene más nuevos empleos que Chaco, Formosa y Corrientes sumados: 5.883 contra 5.196.

En el podio de los mejor valorados desde hace meses, Herrera Ahuad sorprendió esta semana con el nombramiento del nuevo ministro de Cambio Climático: el outsider Gervasio Malagrida, quien supo ser, incluso, adalid opositor hace algunos años. Al mismo tiempo, nominó a Fernando Santacruz en la flamante dirección de Economía Circular, en el mismo ministerio. El joven ambientalista proviene del radicalismo, aunque hace un tiempo se acercó a la Renovación e incluso fue candidato en las elecciones pasadas. 

Ambos nombres ocuparon las discusiones políticas durante la semana, pero en la Renovación recordaron que así nació la coalición: con hombres y mujeres de diversos orígenes y pertenencias, que deben después demostrar en el terreno la aptitud política para el lugar que ocupen. Sin generar revuelo, dos mujeres que asumieron responsabilidades públicas también encarnan esa mixtura: Belén Hernández, flamante directora de Turismo de Posadas, viene del ámbito privado, mientras que Josefina Pividori, se puso al frente del primer gabinete de perspectiva de género en el ministerio del Agro, con el objetivo de que la nueva ruralidad, incluya y contenga de otra manera a las mujeres. 

Esa génesis contrasta con la grieta que se exhibe impúdica en el Frente de Todos y en Cambiemos, donde el desencanto de muchos dirigentes precede a una ineludible fuga de cara a 2023. La única forma de construir es desde la búsqueda de puntos en común. No se hace política en la ruptura ni desde la extorsión sindical de un piquete.

La simbiosis de peronistas, radicales e independientes, bautizada ahora como “misionerismo”, se desmarcó con la boleta corta y es probable que encare las elecciones del año próximo de la misma manera, para atender primero las demandas locales y que después cada ciudadano elija lo que mejor convenga en las nacionales. Lejos de ser un problema, puede ser una atractiva cualidad. Son muchos los dirigentes activos y jóvenes de otros espacios, particularmente en los municipios, que buscan sumarse a la Renovación.

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