Sesgos de género aún limitan participación de las mujeres en economía y política
El mundo consiguió pocos avances en la superación de los prejuicios contra las mujeres en la última década, y aproximadamente 9 de cada 10 hombres y mujeres siguen manteniendo en la actualidad un sesgo contra este género.
Bloomberg – El mundo consiguió pocos avances en la superación de los prejuicios contra las mujeres en la última década, y aproximadamente 9 de cada 10 hombres y mujeres siguen manteniendo en la actualidad un sesgo contra este género.
Así lo revela el nuevo informe del Índice de Normas Sociales de Género publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que señala que un 49% de la población global todavía cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, y un 43% opina que los hombres son mejores ejecutivos empresariales. Y peor aún, “un alarmante 25% de la población cree que está justificado que un marido le pegue a su esposa”, dijo el PNUD.
“Estos sesgos siguen alimentando los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres, que se manifiestan en el desmantelamiento de los derechos de estas en muchas partes del mundo por la reacción organizada contra la igualdad de la mujer, además de la escalada de violaciones de los derechos humanos en algunos países”, señala el texto.
La nueva actualización del índice tuvo dos fases: datos de 2010 a 2024, y de 2017 a 2022, tomando en cuenta la proporción de personas sin prejuicios y la proporción de personas sesgadas por dimensión para 80 países y territorios (que representan el 85% de la población mundial).
¿Cómo se materializan los sesgos contra la mujer?
“Las normas sociales que menoscaban los derechos de la mujer perjudican a la sociedad en general y frenan la expansión del desarrollo humano”, dijo el jefe de la Oficina encargada del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, Pedro Conceição.
El informe es claro al señalar que estos sesgos son tangibles también en la enorme falta de representación de las mujeres en posiciones de liderazgo.
Por ejemplo, el porcentaje de mujeres que ocupan la jefatura de Estado o de gobierno se ha mantenido sin mayores cambios, alrededor del 10 %, desde 1995, y en el mercado laboral las mujeres ocupan menos de la tercera parte de los cargos directivos.
El PNUD hace énfasis en que en la actualidad, las mujeres tienen más formación y habilidades que nunca. Sin embargo, en los 59 países en que las mujeres cuentan con un mayor nivel educativo que los hombres, la brecha media en los ingresos sigue siendo de un asombroso 39% en favor de los hombres.
Y es que los prejuicios de género prevalecen tanto en hombres como en mujeres, pero en un mayor porcentaje en los primeros. Parte de los resultados indican que el porcentaje de personas con al menos una idea preconcebida contra las mujeres se distribuye así por categorías: en la política (57,34% mujeres y 65,07% hombres); en la educación (24,93% y 31,23%); y en la economía (54,50% y 64,74%).
¿Qué hacer? La importancia de las políticas públicas
El papel de los gobiernos también es cuestionado y reafirmado en el informe del Índice de Normas Sociales de Género, explicando que estos tienen un papel crucial en el cambio de las normas sociales de género, desde la adopción de políticas de permiso parental, que han cambiado las percepciones en torno a las responsabilidades del trabajo de cuidados, hasta las reformas del mercado laboral que han llevado a un cambio en las creencias en torno a las mujeres en la fuerza de trabajo.
“Un punto de partida importante es reconocer el valor económico del trabajo de cuidados no remunerado”, explicó Raquel Lagunas, directora del Equipo de Género del PNUD.
Y añadió: “Esta puede ser una forma muy eficaz de cuestionar las normas de género. En los países con los mayores niveles de prejuicios de género contra las mujeres, se estima que ellas dedican seis veces más tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado.”
Avanzar hacia la igualdad de género es una necesidad, dicen los autores del informe, pidiendo a diferentes sectores centrarse en ampliar el desarrollo humano a través de la inversión, los seguros y la innovación. Esto incluye invertir en leyes y medidas políticas que promuevan la igualdad de las mujeres en la participación política, ampliar los mecanismos de seguridad, como el fortalecimiento de la protección social y los sistemas de atención, y fomentar intervenciones que sean particularmente eficaces para desafiar las normas sociales nocivas, las actitudes patriarcales y los estereotipos de género.
El texto final también recomienda abordar directamente las normas sociales mediante la educación y la implementación de políticas que fomenten la igualdad de género, y cambios a nivel legislativo que reconozcan los derechos de la mujer en todas las esferas de la vida, y una mayor representación en la toma de decisiones y en los procesos políticos.