Telmo Albrecht, el médico que deja la tranquilidad de Córdoba para colaborar en el hospital de Andresito

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A sus 72 años, el doctor Telmo Albrecht sigue recorriendo 1.500 kilómetros cada 15 días desde La Granja, Córdoba, hasta Comandante Andresito, una localidad misionera situada a 350 kilómetros al norte de Posadas, fronteriza con Brasil. Lo hace para colaborar en el hospital local, una institución de Nivel I que atiende a una población mayormente compuesta por productores yerbateros y tareferos.

Compromiso inquebrantable con la salud pública
Albrecht, quien trabajó como médico en Andresito e Iguazú durante la década del 90, mantiene una conexión especial con Misiones. Entre 1999 y 2003 fue ministro de Salud Pública de la provincia, además de desempeñarse como director del hospital de Iguazú y presidente del Concejo Deliberante de esa ciudad. Hoy, su compromiso lo lleva a ofrecer servicios como médico generalista en Andresito.

“Voy a seguir ejerciendo mientras me sienta útil y tenga salud”, asegura. Su jornada comienza a las 7 de la mañana y se extiende hasta las 19, siempre dispuesto a brindar atención médica en una comunidad que describe como “su casa”.

¿Qué lo motiva a regresar al hospital de Andresito?
“Es un placer enorme volver a un lugar donde comencé hace más de 30 años, cuando el sistema de salud funcionaba en un pequeño centro con una salita de parto y una habitación con nueve camas de internación. Comparar aquello con el hospital de hoy, que ha evolucionado de manera extraordinaria, es motivo de orgullo. Además, compartir con enfermeras que trabajaron conmigo en esa época, y con el intendente Bruno Beck, quien también fue mi compañero en el Ministerio de Salud Pública, refuerza mi compromiso. Tanto él como el Gobierno provincial han invertido mucho en salud”.

¿Qué recuerda de sus primeros años en Andresito?
“Llegaba los fines de semana porque no había médicos de guardia. Esa situación me generó un fuerte sentido de responsabilidad hacia esta comunidad, al punto que ahora vengo 15 días por mes para ayudar. Misiones es mi casa, y siento un gran agradecimiento hacia Andresito e Iguazú por todo lo que me dieron”.

“Misiones es un ejemplo en salud pública”

Desde afuera, ¿cómo percibe el sistema de salud pública en Misiones?
“Muy bien. El hospital de Iguazú funciona a pleno y el de Andresito es un lujo. Aquí se han realizado inversiones significativas tanto a nivel provincial como municipal. Por ejemplo, se renovaron aires acondicionados, sanitarios y ventiladores, se pintó el hospital y se mantienen las ambulancias en óptimas condiciones. Esto demuestra el compromiso del intendente Bruno Beck y del gobierno provincial”.

¿Cómo compara la situación sanitaria en Córdoba?
“Córdoba tiene una gran red hospitalaria y las mejores universidades, pero aun así enfrenta un déficit de médicos y recursos humanos. Los hospitales regionales están saturados y la demanda en los centros de salud municipales es altísima. Esto no es exclusivo de Córdoba, es una realidad que se vive en todo el país”.

¿Cree que el rol del médico ha cambiado en los últimos años?
“Definitivamente. Hace 40 años, estudiar medicina garantizaba estabilidad laboral, reconocimiento social y, muchas veces, un bienestar económico. Hoy, el médico debe priorizar el compromiso con la comunidad y entender que su rol es atender a quienes más lo necesitan. Además, el cambio en la composición de género en la profesión, con un 60% de mujeres, también impacta en las dinámicas laborales. Muchas médicas tienen responsabilidades adicionales que dificultan cubrir guardias extensas, generando un desbalance”.

¿Se ha perdido el juramento hipocrático?
“No diría que se ha perdido, pero las prioridades han cambiado. Por ejemplo, algunos médicos jóvenes evitan hacer certificados de defunción o cubrir emergencias fuera de su horario. Para mí, eso forma parte del compromiso que asumimos al estudiar medicina. El juramento hipocrático incluye servir a la gente en cualquier circunstancia”.

Vocación heredada

¿Qué lo llevó a estudiar medicina?
“Crecí viendo a mi padre, quien fue médico los 365 días del año en un pequeño pueblo de Santa Fe. Nunca salíamos de vacaciones porque su compromiso era absoluto. Esa vocación me marcó profundamente. Estudié con los Jesuitas en el Colegio Inmaculada Concepción, donde nos enseñaban que venimos al mundo para servir. Eso es lo que trato de transmitir a los jóvenes médicos: antes de comenzar a trabajar en grandes ciudades, deberían pasar al menos seis meses en comunidades humildes para entender el verdadero valor de su profesión”.

¿Cómo impacta la crisis económica en el sistema de salud?
“La crisis ha incrementado la cantidad de pacientes que dependen del sistema público. Por ejemplo, en La Granja, hace cinco años atendíamos 700 consultas mensuales, y el 90% de los pacientes no tenían cobertura. Hoy ese número asciende a 2.400 consultas al mes. Los médicos debemos adaptarnos a esta nueva realidad, siendo conscientes de que muchas veces los pacientes no tienen dinero ni para los medicamentos”.

¿Qué opina sobre la migración de médicos a otros países?
“Es cierto que algunos médicos buscan oportunidades en Brasil o Paraguay, pero en Misiones los salarios han mejorado significativamente. El médico misionero gana igual o más que en Córdoba. No puedo hablar de súper especialidades, pero en términos generales, los médicos aquí están bien remunerados”.

¿Hasta cuándo se pondrá la chaquetilla de médico en Andresito?
“Mientras me sienta útil y pueda aportar mi experiencia, seguiré viniendo 15 días por mes. Es mi forma de agradecer y devolver algo a esta tierra que tanto me ha dado”.

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Jejy’a, the Gourmet Fruit from Misiones’ Rainforest that Delights the Most Demanding Cuisines

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The farm is located at about 30 km from Comandante Andresito town, with a long dirt road, the river, and Iguazú National Park just a short distance away. The rainforest surrounds everything in the Peninsula and it is a key factor in the development of the product that Myrna offers to the world: Jejy’a. This superfruit has been available since immemorial times but it is only now harvested sustainably. It comes from  the fruit of the palmito plant (Euterpe edulis), a treasure hidden in the rainforest of Misiones. However, just a few years ago, eating palmito was a synonym for cutting down trees, and Myrna decided that she was not going to cut down endangered trees, instead, she was going to use the fruits in a jam factory that she had set up in the middle of the farm. 

“We produce artisanal products such as jams, syrups and native fruit pulps; but when native fruits are not available, we use cultivated fruits instead. Additionally, we are reforesting with native fruit trees to improve our production”, explains Myrna Elizabeth Korniejczuk to Economis. Myrna is the head of Sabores de la Selva (Flavors from the Forest), a family-run venture.      

Jejy´a is a Guarani term that was chosen when the palmito pulp project was being developed to differentiate it from the açai in Brazil, which is a very similar fruit. They both belong to the palm tree family, but it is difficult for people to know the difference, it just takes time. Nevertheless, it is a Guarani term that means “pulp of the palmito fruit.” We produce it sustainably from the native rainforest while preserving the rainforest. That’s the core idea behind the entire venture: to protect what remains of our rainforest and encourage other people to do the same. For that reason, we joined Puente Verde, a preservation project that has a lot of  advantages. The program is very important because, some years ago, the surrounding area of my farm was rainforest, and it’s astonishing how easy it is to get permission for the slash-and-burn agricultural technique, clearing  20, 30 or even 50 hectares. I think that the municipality is making significant progress with the Green Corridor and offering tax exemptions as a means of preservation is a fantastic idea. But I think that this goes beyond the municipality. We are in the heart of the rainforest and work hard to preserve whatever is left. We are near the Falls, opposite to the Iguaçu National Park (Brazil), the Yacuy Park and the reserve. The goal is to preserve what little remains of the native rainforest,” explains the producer, who has spent her entire life in the area. 

Are you planting trees in your native rainforest farm?

Yes, we used to have  a two-and-a-half-hectare yerba maté plantation , but between 2021 and 2022 it was lost due to a severe drought in Andresito. So, my family and I talked about what we were going to do because we didn’t have any other income. We decided to set up this jam production factory and plant native fruits on the land where yerba maté had grown in the past. To make that happen , we had to sell one hectare of our farm, as we had no other source of income to sustain ourselves. Unfortunately, that was the part I didn’t like, but sometimes what is most costly it hurts the most, we sold it and with that money we could set up the production facility.

This is a laboratory, how did you set it up?

It was difficult to build. Andresito is 35 kilometers away and the roads are unpaved, so it was also challenging for the bricklayer to bring the necessary materials. However, I had contacts from my time working in the Agroecological Cooperative of Peninsula, contacts for registration of the products and the production facility. Maria Ojeda, a food safety specialist, helped me to set up the facility to be ready for approval. She came with the people in charge of registering the Jejy´a pulp and jam, first at local and then at provincial level. Now we are working on obtaining national registration for honey extraction and packaging.

Where are you selling now?

We are selling directly to private individuals from the area. People who are familiar with our plant and call and say “Can you bring me such and such product?” In Iguazú we are taking orders from hotels and restaurants. They are interested in the  native fruit pulp and specialized products we offer.

You stopped producing yerba maté and now you are planting native plants… Are you making a living from fruits today? 

Yes, the three of us, my husband, my daughter and I are living off the fruits and pulps. However, many fruit plants are still young because they are being replanted. Native fruits take three to four years to grow, the quickest to mature is pitanga (Eugenia uniflora), while the rest take between eight and ten years. So I have some plants, I have two or three little plants but I buy the rest of the produce from  neighbors. A large portion  of the native fruits that people request in Iguazú come from them, as my small      production is not enough and one of the requirements of the Puente Verde Program is that this initiative should help the local community.

The concept of a family venture is “literal”. Her husband is the one who collects the fruits from the trees without cutting them down, climbing up just as a child. This way, the trees aren’t damaged and an “abundant harvest” is achieved.

Nowadays you are generating an economic activity in the area …

Yes, this  is because  I buy fruits and pulp from people who have large plantations. Therefore, to avoid wasting all that fruit, we turn it into jam. 

For that reason, you were chosen as one of the businesswomen in the Economic Confederation…

The truth is that I didn’t expect that award, it was something really nice, because this is a family business, and everyone contributes in some way, not just my husband and I.       

Preserve and regenerate

We are planting a variety of fruit plants to boost our business, but it becomes challenging during the dry months of the year, especially with some creatures, such as monkeys. They affected us severely, as they ate the palmito from the native rainforest. They pounced in just one single area because there is so little rainforest left, which impacted negatively on all of us who are working to protect it. It was a pity, as there was no production that year. That means that this is the first year that we can produce, with a good yield of palmito pulp, which is the most affected plant in the rainforest. The life of an entrepreneur is not easy; we have to face things beyond our control because running a business here is very different.

You have to be passionate…

Yes, it is about striving for a better future for ourselves, our children and grandchildren. I do this with a future vision in mind, when I’m no longer here, I hope my daughters will continue with this project, and continue preserving the native rainforest. I wish it to become a chain where all the knowledge is passed down from generation to generation, everything we have learned, and the most important thing: to love the native rainforest, to cherish what we still have of it with all its creatures and bugs. They may sometimes be challenging but they are all part of it. 

Juan Carlos Argüello

Journalist, director of Economis 

Traductor: Clarisa Benítez

Revisor: Luciana Sisterna

Revisión final: Norma Andrada

Tecnicatura Universitaria en Traducción e Interpretación en Inglés – UCAMI

Correo: c.extension@fch.ucami.edu.ar 

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De Andresito a Nueva York, la yerba que conquista sabores en Argentina

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Por tercer año consecutivo, la yerba mate Andresito fue elegida por el público como la del “mejor sabor”, en la Feria Caminos y Sabores que se hace en la Rural de Palermo. ¿Cuál es el secreto de esta marca que tiene menos de 30 años y que de a poco está conquistando destinos tan disímiles como Australia o Nueva York? Control estricto de calidad y una trazabilidad que garantizan un producto sin altibajos, cuenta su presidente, Juan Carlos Amann, segunda generación de productores y quién reemplaza a su padre Federico en la presidencia de la cooperativa fundada en 1982, cuando el plan de colonización de Andresito daba sus primeros pasos. 

“Estamos muy contentos por el premio, consecutivo es el tercero, pero son cuatro en total: en 2018, 2022, 2023 y 2024 fuimos galardonados en lo que es sabor y calidad a lo que es yerba”, celebra Juan Carlos en una entrevista con Economis

¿Cómo se consigue eso?

Nosotros tenemos como premisa el control de calidad, que se lleva a cabo día a día en la planta de proceso y creo que mantener eso es clave. En la propia industria se hace todo el proceso. La cooperativa no compra canchada de terceros para poner en su paquete sino que compra la hoja verde de los productores y eso pasa por la parte de secado, estacionamiento, molienda y envasado todo la misma planta. La trazabilidad es estricta y eso es lo que perdura en el tiempo y mantiene la calidad, y lo que lleva al sabor.

¿Cuántos socios hay en la Cooperativa? 

Está compuesta por 126 socios de los cuales 100 están de forma activa. Conjuntamente trabajamos con proveedores no socios que están fuera de la cooperativa y a quienes se les compra materia prima. 

La historia de Cooperativa Yerbatera Andresito está fuertemente vinculada al pueblo que estaba naciendo a fines de los 70, con el atractivo de las tierras para plantar en una zona virgen. Hasta 20 hectáreas de yerba mate se podían plantar en el incipiente plan de colonización, con un mercado definido por la extinta Comisión Reguladora de la Yerba Mate. Gracias a la riqueza de la tierra, los yerbales prosperaron rápidamente, pero llegado el tiempo de cosecha y al no existir en la zona una planta procesadora, sobraba yerba mate y los caminos de tierra hacían imposible la comercialización en los días de lluvia. Ante este escenario, los productores decidieron crear la Cooperativa Yerbatera Andresito y fundar el primer secadero de la zona. La asamblea constitutiva se llevó a cabo en agosto de 1983 ante la presencia de 92 productores.

“En el 83 empezaron a dar producción los primeros yerbales y no había a quien venderle, todo lo que era camino para salir afuera eran terrados. Entonces se juntaron un grupo de colonos y fundaron la cooperativa, que trabajó vendiendo yerba canchada hasta 1996 y en ese año lanzó su propia de marca, Yerba Mate Andresito”, recordó Amann. 

¿Y qué mercado han ganado?

Andresito es una yerba que está bastante impuesta en el mercado, tenemos nuestro gran foco comercial en gran Buenos Aires, también estamos en Córdoba, Rosario, Resistencia. En Misiones hay mucha competencia, estamos presentes pero es un nicho que tiene muchos distribuidores. Después llegamos al resto del país por distintas cadenas comerciales pero en menor cantidad. El año pasado retomamos el comercio internacional. Empezamos con pocas cantidades para ingresar al mercado, pero ya tenemos algunos clientes que están haciendo su segunda compra lo que lleva a que el producto esté rotando. Exportamos a Australia, Nueva York, Estados Unidos, República Checa, Vietnam y Argelia. Estamos haciendo más trabajo de comercio internacional con las ferias y demás para seguir expandiendonos. 

En el mercado interno, más allá de la coyuntura que marca una caída generalizada de la demanda, a la yerba Andresito no le va nada mal. El año pasado terminó octava entre las marcas más vendidas, con un salto significativo con 7,5 millones de kilos hasta octubre, mientras que en 2022 había ocupado el puesto catorce, con 6.393.280 kilos. La marca andresiteña tiene un tres por ciento del mercado total. 

¿Cómo les afectó la caída de precios de la materia prima?

Es un problema para la producción y para toda la línea productiva de la yerba. Veníamos acostumbrados cada día hacer números para arriba y ahora hay una retracción del precio y justo en un año en el que hay sobreproducción, a comparación del año pasado que afectaron mucho la seca y las condiciones climáticas, por lo que hay un excedente en producción. La alternativa que se busca ahora es abrir nuevos mercados y ver la forma que aumente la demanda que va acompañado con el aumento de precios, no hay otra modalidad. Hay que buscar nuevos consumidores.  

Juan Carlos es el segundo Amann en la presidencia de la cooperativa. Sucede a su madre. “Mi papá vino en el 82 y es socio fundador de la cooperativa, y ahora vamos quedando los hijos”, explica. 

¿Cómo es heredar este compromiso con la yerba y la producción?

Toda la vida estuvimos en la cooperativa, mal o bien siempre estuvimos, es como una empresa familiar para nosotros, somos muchos socios, somos dueños y debemos cuidarlo como tal, hay momento buenos y momentos malos como ahora, difíciles, pero es un desafío y no hay que dar el brazo a torcer y que eso siga creciendo con mucho orgullo. Los que estamos en la comisión cooperativa tenemos la camiseta puesta y aunque a veces es complicado pero hay que sacarlo adelante.

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Andresito, donde cuidar el monte sale más barato

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El contexto económico es complejo. La desregulación del mercado yerbatero derrumbó los precios de la materia prima de la principal producción del pueblo, que es también el más perjudicado por el reparto de la coparticipación provincial. 

Sin embargo, Andresito puso en marcha una revolucionaria decisión que implica recaudar menos. Menos recursos a cambio de un legado verde. Un ejemplo que contrasta con otras iniciativas que también buscan preservar la biodiversidad y combatir el cambio climático. En el primer mundo están empezando a cobrar impuestos a los productores para compensar las emisiones agrícolas. Dinamarca dio ese primer paso en el mundo y a partir de 2030, este impuesto climático sobre la agricultura se cobrará a 300 coronas danesas (40 euros; 43 dólares estadounidenses) por tonelada de CO2e producida, y aumentará a 750 coronas danesas (100 euros; 107 dólares estadounidenses) para 2035.

Andresito era hasta hace unos años, el último municipio creado en Misiones. Más allá del Parque Nacional Iguazú, a fines de los 70 y principios de los 80 se puso en marcha un plan de colonización que llevó a numerosas familias a desafiar el monte para producir yerba mate y extraer madera en una zona que entonces era selva virgen. Cuarenta años después todavía queda monte, aunque no tan abundante. Y Andresito decidió premiar a quienes lo preserven en su chacra con la exención de las tasas que cobra el municipio. 

El intendente Bruno Beck sonríe al explicar los detalles del plan de conservación, porque se puso en marcha justo en momentos de contracción económica. “En Andresito han votado este cambio cuyas consecuencias en la actividad económica y sobre todo en la yerba mate, son negativas. Pero también así como a nivel nacional se está pidiendo el ajuste del Estado también los privados lo tienen que hacer y es cuestión de acomodarse. Nosotros hicimos el ajuste necesario dentro del municipio, no hemos renovado muchísimos contratos que cumplían con un servicio, hemos restringido muchos servicios y por supuesto al tener nosotros como municipalidad una actividad que representa el 70% que es la yerba mate, hoy con los bajos precios nos afecta muchísimo en todo. Tenemos más de 1470 kilómetros solo de caminos, son los mismos kilómetros que de aquí a Mar del Plata, mantener caminos de condiciones para sacar la producción es complicado por el alto costo de los combustibles y los repuestos. Entonces no afecta muchísimo lo que está pasando en general, pero no por eso hay que bajar los brazos, al contrario, hay que poner más esfuerzo, hay que buscar otras iniciativas y poder superar la situación”, detalla. 

En ese contexto, cobra otra dimensión la decisión de resignar recursos a cambio de cuidar el entorno natural. 

“No bajamos las tasas, las sacamos”, saca pecho Beck. “Hay una realidad: Si no cuidamos el medioambiente en esta zona, donde estamos rodeados de parques, el esfuerzo que hacemos es vano. Incentivamos el cuidado del monte, de la biodiversidad, para nosotros es importantísimo eso y de alguna manera generamos la iniciativa en la gente, podemos cuidar, podemos hacer algo. No es mucho. Ojalá la Provincia también pudiera hacer eso”, reflexiona el alcalde que lleva varios mandatos frente al municipio.  

La respuesta a la iniciativa municipal fue muy positiva. “Hasta ahora no hemos tenido ningún tipo de problema, al contrario. Esto nos está obligando a seguir avanzando, porque hay mucha gente que todavía tiene monte en las chacras, pero no tiene ningún resultado económico, entonces ese también es el objetivo de incentivarlos para que conserven”.

Detrás del plan de conservación ambiental hay varios jóvenes y también Hugo Cámara, un ambientalista que adoptó a Andresito como lugar de vida. “El Municipio a través del Concejo Deliberante crea una ordenanza con la figura de corredores municipales de conservación y desarrollo, esta es una figura novedosa que pone en valor algunas áreas del municipio, donde es necesario mantener la conectividad entre los diferentes bloques de áreas protegidas. Andresito tiene varias áreas protegidas, pero también tiene muchas propiedades privadas que están fuera de las áreas y que tienen un bosque interesante para conservar, entonces lo que hicimos fue crear esta figura y crear dos corredores, uno que ya está prácticamente establecido que es el corredor Urugua-í, el más conocido por el de Ecoducto, que es casi un símbolo y otro en la Península, con un corredor que tiene más o menos unas 5.000 casi 5.300 hectáreas. El objetivo es preservar los mini corredores que unen las diferentes áreas protegidas. Hoy estamos alrededor de 11 áreas protegidas dentro del corredor, sumando áreas nacionales, provinciales y las reservas privadas que tienen  diferente tipo de gestión”, enumeró Cámara. Entre las principales áreas protegidas están Puente Verde, rodeada por lodges como Surucuá, o reservas como la que produce yerba orgánica para Guayakí, o una parcela de Bayka, que lidera Matías Romano, el propietario de San Sebastián de la Selva, que encaró hace unos años un intenso plan de recuperación de la selva frente al Parque Foerster. 

Fotos gentileza Elías Dias Da Silva.

El cuidado del monte es también un atractivo para otras economías, como el turismo. “El municipio da un incentivo fiscal para la conservación, esa es una figura novedosa a nivel municipal. La respuesta ha sido muy buena. En este momento llevamos siete propiedades que están ya compartiendo área de conservación y alrededor de 300 hectáreas que sumamos de conservación dentro del corredor. Eso es un número importante porque son áreas clave para conservar, propiedades importantes y gente que, no solamente por  la exención de tasas, ha reconocido que su chacra tiene algo especial: La Península siempre fue algo especial para todos. Lo que hay que trabajar un poco es eso, sentir el orgullo de que la chacra forma parte de un proyecto y que conserva la biodiversidad. No cualquiera tiene un yaguareté caminando por su chacra, unos lo pueden ver como una catástrofe y otros como un orgullo”, argumenta Cámara.

“Es lento, porque obviamente esto lleva un proceso, no es que nosotros solamente declaramos la reserva, sino también la hacemos el plan de gestión, se hace un relevamiento, un mapeo, se determina cuál área, porque no toda la propiedad ingresa, solo la propiedad que tiene bosque. La exención no es sobre el lote entero, sino sobre el lote que vas a conservar”.

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Puente Verde, conexión salvaje

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Para llegar hay que recorrer casi 30 kilómetros desde el centro de Andresito, el pueblo al norte de Misiones, a unos 350 kilómetros de Posadas. La interminable ruta de tierra recorre un tramo de yerbales, algunas chacras, un par de escuelas y casas cada vez más alejadas. Monte. Mucho monte. Al final del extenso camino emerge una nueva reserva natural. Su nombre obedece al factor clave que juega, enclavada en la Península de Andresito: Puente Verde, una conexión salvaje entre el Parque Nacional Iguazú, el manso río homónimo aguas arriba de las famosas Cataratas que se conforman 70 kilómetros aguas abajo, y el parque nacional del lado brasileño, además de otras nueve áreas protegidas privadas y provinciales.

Son 183 hectáreas de monte en buen estado de conservación, compradas por Aves Argentinas –la organización ambiental más antigua de Latinoamérica- para re-generar un vínculo entre los parques y garantizar la supervivencia de la inconmensurable fauna y flora del lugar, con palos rosas y palmitos como emblemas. 

Se identificaron 282 especies de aves -más del 50 por ciento de lo que hay en Misiones-, tapires, monos, roedores, serpientes y el mítico yaguareté. 

Las cámaras trampas y los vecinos han logrado captar a varios ejemplares distintos recorriendo la zona. Sus rugidos, cuentan los guardaparques, suelen escucharse en la espesura del monte. También se escucha al pájaro campana, un ave que se creía extinta en Misiones. Pronto se incorporará un ejemplar de maracaná de lomo rojo, un loro sanado en el hospital Güira Oga con el que se buscará conformar plantel estable de una especie que se extinguió en Misiones en el proyecto de recuperar el monumento natural. 

Puente Verde forma parte de una iniciativa mayor. Un corredor biológico de Andresito de unas 5.300 hectáreas, de las cuáles 3.574 son bosques y 1.700 hectáreas son chacras cuyos dueños están dispuestos a preservar el monte en el marco de una iniciativa promovida por el municipio: exención de tasas a cambio de cuidar la selva. Un sector está sobre el río Iguazú, el otro entre el Parque Foerster y el Parque Provincial Urugua-í. En ambos márgenes del pueblo hay una característica distintiva: un creciente interés por la preservación, desde pequeñas parcelas hasta grandes extensiones.

Puente Verde está rodeado por chacras que también cuidan el monte, como el lodge Surucuá o la reserva que produce yerba orgánica para Guayakí. La preservación genera más de 20 empleos directos en ese extremo de la provincia, donde además del cuidado del monte hay un ambicioso plan de restauración de especies: desde el loro vinoso y el yacutinga hasta árboles como el loro negro o el cedro. Hay un amplio vivero con distintas especies para replantar en el monte propio y también entregar a los vecinos que quieran replicar el rewilding.

Un árbol puede tardar entre diez y 50 años para alcanzar su altura máxima. Será difícil que quienes están trabajando en Puente Verde vean el resultado de su dedicación. “La restauración es una actividad de esperanza, de futuro”, reflexiona Hugo Cámara, uno de los nombres detrás de Puente Verde. A sus 63 años, exuda una pasión juvenil por lo que hace. Pasión por la naturaleza. La misma que refleja Julián, un entrerriano de 24 años que hace varios meses vive en medio del monte como uno de los encargados de la reserva y también del vivero. El joven vino hace cinco años a Misiones, a estudiar en la escuela de Guardaparques de San Pedro. No se quiere ir. Ya es uno más entre los vecinos de las chacras cercanas. 

“Conservar es un proceso de mediano y largo plazo. Puente Verde, además de estar trabajando en conservación, y el monitoreo de biodiversidad, es un centro de atracción a mucha gente que viene a ver aves al norte de Misiones particularmente, por tratarse de un lugar donde hay una infraestructura con muy buenos senderos como para hacer recorridos. También hay información, nosotros no alojamos gente, pero hay un lugar para acampar, por el momento es solo para socios de Aves Argentinas. Estamos haciendo un proyecto de uso público extendido para insertarnos en la oferta turística regional, aunque eso llevará un tiempo.  Entonces somos una reserva que trabaja en conservación, en restauración y también trabaja aportando lo que es el desarrollo turístico de esta zona recibiendo gente que viene principalmente a ver y a fotografiar aves”, detalla Cámara. 

Las aves son el principal atractivo, pero también hay presencia de mamíferos grandes, aunque mucho más difíciles de ver. “Te eriza la piel”, cuenta Julián en voz bajita. Se refiere al “verdadero rey de la selva”. El yaguareté, que se sabe que está, aunque no se lo vea. El joven guardaparque tiene el oído entrenado y lo escuchó varias veces, en las noches, en el monte y cerca del río, además de verlo en las cámaras trampa. Además del yaguareté en Puente Verde hay tapires, agutíes, tapetíes -conejos nativos-, pecaríes y varias especies de monos. 

Julián se siente cómodo en la selva. Se crió en contacto con la naturaleza, ya que su padre también es guardaparque. “Quiero dedicar la vida a la conservación. Misiones me enamoró. Me apasionan las aves”, explica. Esa pasión también atrae a muchos voluntarios que se suman para el trabajo de campo, como llevar los plantines del vivero al terreno y el monitoreo de las cámaras trampa.  

Puente Verde se ha convertido en un centro de atracción, atraemos talentos, inversores y también negocios sustentables como es el caso del turismo, pero uno de los principales logros es que haya puesto de alguna manera a la Península Andresito en un lugar privilegiado, un lugar de interés, el llamar la atención”, resalta Cámara.  El corredor “Península de Andresito” posee una superficie total de 5.276 hectáreas distribuidos en 68 lotes con una superficie promedio por lote de 77,5 hectáreas.

El objetivo es que Puente Verde sea uno de los puntos centrales del Corredor biológico local, gestado por el municipio de Andresito y que involucra a otros productores dispuestos a preservar sus porciones de monte. La península de Andresito es como una cuña que ingresa dentro del Parque Nacional brasileño, y que rodea el río. Es clave para conservar. “La península siempre fue algo especial para todos. Lo que hay que trabajar es que el dueño se sienta orgulloso de que su chacra forme parte de un proyecto de conservación. No cualquiera tiene un yaguareté caminando por su chacra, unos lo pueden ver como una catástrofe y otro lo pueden ver como un orgullo”, analiza el especialista. 

También existe la posibilidad de que los propietarios además de conservar elijan restaurar, lo que demanda la inversión que significa plantar, mantener y limpiar -sobre todo el pasto elefante-, para poder plantar especies nativas. 

Plantar un árbol y hay que esperar 50 años hasta que crezca ¿que te genera eso? 

“Restaurar es un acto de esperanza, un acto de fe, porque muchos de los que somos medio viejitos no vamos a ver los resultados, pero es un compromiso verdadero, a largo plazo, porque de alguna manera es un legado.Restaurar es eso y también hay que hacer una diferencia importante, porque restaurar dentro de un área protegida donde estamos buscando recuperar ambiente es una cuestión, pero también se puede restaurar en un área productiva incluyendo plantas frutales, que después puede usar para una producción sustentable”. 

El palmito es una de esas plantas frutales que está teniendo un aprovechamiento sustentable. Sin tumbar la planta, se aprovecha la pulpa, se extraen los frutos para hacer dulces y salsas. 

Pese a su extensa experiencia en la materia, Cámara se emociona cuando habla del monte. “Es un ambiente espectacular, es como un súper organismo que vive por sí mismo, la clave de la selva es justamente lo completa que es, esa lluvia de hojas permanente que hace que el suelo sea lo que es y esa circulación interna de la energía es como un súper organismo que funciona por sí mismo”, desmenuza.

Ese compromiso con el monte va de la mano de otra pasión: la música. “Soy músico y cuando se empieza a conocer los grandes autores de la música argentina o la música popular, te das cuenta que ahí está la naturaleza o está la selva. Ramon Ayala en su música habla de eso, entonces creo que es parte de nuestra identidad. No podemos concebir a Misiones sin su selva. Entonces creo que todo aquel que ama a su provincia, que ama su territorio, ama su paisaje, de alguna manera debería contribuir para conservarlo, porque si se pierden los referentes, se pierde la cultura. ¿Para qué vas a nombrar algo que ya no está? Con el tiempo desaparece de tu vocabulario y nadie se acuerda de lo que era”. 

Puente Verde está para evitar ese olvido. Es la punta de un corredor verde mucho más extenso. Andresito es yerba pero también es monte. Un monte que con trazos visibles y otros silenciosos, recobra su opulencia.

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