Estamos entrando en el último mes del año y con ello, comenzamos los debates respecto a que esperar para el cierre y, más aún, que podemos ver en el horizonte para el año que viene. En términos de estadísticas públicas, el tradicional rezago de la difusión no nos permite ver en tiempo real a la mayoría de los indicadores más relevantes, pero es factible hacer cierta aproximación.
Repasemos en primer lugar que ocurre en el plano nacional. Algo de esto ya hablamos la semana pasada en la columna de Economis pero vale recordar puntos centrales. Primero, la actividad económica. El último mes del tercer trimestre, es decir septiembre, mostró una merma mensual el 0,3% según el Estimador Mensual de Actividad Económico (EMAE-INDEC), un proxy de la evolución del PIB.
En términos interanuales, la merma de la actividad llegó al 3,3%. Si bien hay rojos en ambos indicadores, el dato resonante fue el resultado acumulado trimestral: el tercer trimestre 2024 creció 3,4% vs. el segundo trimestre de igual año, resultado alcanzado pese a la merma de septiembre pero producto de importantes rebotes de julio y agosto. Este punto es central para encarar el último trimestre.
Sobre esto, esta semana se conoció el dato del Indicador General de Actividad (IGA) de Orlando Ferreres y Asociados (OJF), que es uno de los indicadores de actividad de elaboración privada más precisos que existe actualmente y de gran reputación. Según el IGA-OJF, en octubre habría un repunte mensual del 0,2% pero, más importante aún, es que la caída interanual sería de sólo -0,3%, quedando a tiro de recuperar niveles previos. Al respecto, se escuchan muchas voces que critican este tipo de análisis, partiendo de la base de que como la actividad económica tuvo derrumbe entre diciembre y febrero, es casi inevitable volver a mostrar variaciones positivas año-año. Pueden entenderse las críticas, pero no por ello es un dato menor.
Justamente el gobierno nacional (a veces forzando mucho las comparaciones temporales) tiene como objetivo que la actividad vuelva a los niveles de noviembre-diciembre para así mostrar una recuperación plena de la fuerte recesión que atravesó todo este año.
En la “épica” libertaria, haber hecho una devaluación feroz y aplicado el “mayor ajuste de la historia de la humanidad” según dicen, pero en solo un año volver a recuperar lo perdido en términos de actividad, es un hito en sí mismo. Algo de razón tienen.
Volviendo un poco a los resultados del IGA-OJF de octubre, lo relevante además de recortar la caída interanual dejando a tiro del equilibrio, es que dos sectores fundamentales del devenir económico comenzaría ya a mostrar recuperación: la Industria, según este indicador, crecería 1,4% interanual y el Comercio +0,3%. En ambos casos, se alcanzó luego de más de un año de caídas consecutivas. Por supuesto que esto deberá ser ratificado con el dato del EMAE-INDEC, pero presenta un panorama optimista.
De cara a 2025, lo que todos estamos mirando es justamente la evolución del nivel de actividad. Pero naturalmente, hay otras cuestiones de relevancia que no hay que desatender. El plano financiero, aun con un cierre de mes algo ruidoso, sigue mostrando resultados positivos. Reservas Internacionales lograron crecer 5,6% en noviembre y llegan +8,8% en el año, el BCRA compró USD 1.440 millones en el mes (pese a la fuerte venta del pasado viernes, que fue la primera en 42 ruedas), el Riesgo País sigue en niveles debajo de los 800 puntos y cayó 23% en noviembre y el SP Merval medido en dólares superó los 2.000 puntos y se expandió 27,5% en noviembre y +113% en el año. Mercados celebran, y los veinte palos verdes que ingresaron por el blanqueo le compraron al gobierno de Milei, por lo menos, un semestre de tranquilidad.
Lógicamente, los nuevos episodios en Brasil obligan a mirar atentamente los posibles efectos en la economía local; además, no hay que perder de vista la situación de la cuenta corriente: la salida de divisas por turismo y gastos en el exterior generó un déficit de la balanza de servicios por USD 744 millones; si a ello se suma el giro anticipado de dólares a Estados Unidos realizado por MECON para pago a bonistas, el rojo de cuenta corriente cambiaria supera los USD 1.500 millones.
¿Qué pasa en la economía real? Quizás lo más relevante en términos de optimismo sea uno de los resultados que dejó el éxito del blanqueo: los dólares que ingresaron permitieron capitalizar a los bancos que expandieron los créditos y permitió financiar muchos proyectos privados (sobre todo energéticos a través de ON); esto a su vez mueve sectores específicos de actividad y toda la cadena que la rodea (proveedores, empleo, etc.), aunque de manera muy heterogénea y no esparcida en todos los sectores.
Por otro lado, los indicadores que seguimos mes a mes muestran volatilidades si miramos la variación mensual. Esta semana en particular conocimos tres. Uno fue el de ventas en supermercados, que en septiembre cayeron 0,4% mensual en el país, cuando el mes previo fue +0,1%, en julio 0% y en junio +0,1%. En Misiones, fue más 4,8% en junio, +5,3% en julio pero -2,8% y -8,3% en agosto y septiembre.
El otro fue el de la construcción, quizás el que más esperanza trae por la magnitud de su resultado. En septiembre creció 1,6% mensual en el país pero fue +18,0% en Misiones; en ambos casos, fue el tercer mes consecutivo de subas mes/mes. Centrémonos un segundo en el caso misionero: entre julio y septiembre se recuperaron 1.019 empleos en el sector. Yendo hacia atrás, en el primer trimestre del año se perdieron 1.137 y en el segundo trimestre -128. Así, el saldo global del año está en -246 al cierre del tercer trimestre, cuando al cierre del segundo, era de -1.265. Esto es altamente relevante, sin dejar de mencionar además que el volumen de empleo de septiembre fue el más alto de todo el año, aunque aún muy por debajo del año pasado. El impacto de diciembre 2023 y enero 2024 costará mucho recomponer, pero se está en ese camino.
La suba del empleo en la construcción misionera viene de la mano de un crecimiento del nivel de actividad del sector: la cantidad de permisos otorgados para edificar en Posadas crecieron fuerte en agosto y septiembre, con especial salto de julio a agosto donde pasaron de 19 a 48 e igual nivel se sostuvo en septiembre. En otros municipios de la provincia, ya agosto había mostrado importantes repuntes, como ser Leandro N. Alem (+50% mensual) y Oberá (+30% mensual), entre otros. Falta muchísimo para recomponer el sector, pero hay señales.
El tercer es el mercado automotor de noviembre, que mostró resultados diversos. A nivel país, cayó patentamientos de autos -20,5% mensual pero el de motos creció 6,7%. En Misiones la caída fue para ambos segmentos: -20% mensual en autos y -12% en motos. En los meses previos hubo un vaivén en Misiones: en autos fue +25% en julio, +9% en agosto, -1% en septiembre y +1,1% en octubre. En motos fue +23%, +20%, -18% y +15% en esos mismos meses. Por ende, hay intentos de recomponer pero con mucha inestabilidad aún.
Por otro lado, el Gobierno provincial informó también esta semana que la actividad económica mostró un leve repunte en septiembre y octubre, con alzas del 3% real mensual en la producción y ventas del 3%, una tendencia contraria a los primeros meses del año donde se llegó a ver caídas del 15%. También destacó el gobierno el impacto de los programas Ahora con alza real del 31% intermensual.
Ante estos escenarios, es innegable que existe una considerable mejora para la provincia en comparación con los niveles de actividad que se vio en el primer semestre del año, aunque todavía queda camino por recorrer para recuperar todo lo perdido y también hay mucha heterogenidad en las intensidades y velocidad de recuperación entre los diferentes bloques sectoriales de la economía. Por ello, la clave es lograr cerrar el 2024 con indicadores parados en tendencias crecientes, aunque sean débiles, pero sostenidas.