El expresidente de Paraguay y actual senador por el Frente Guasú, Fernando Lugo, sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) y está internado en terapia intensiva, informó hoy el legislador de ese partido, Jorge Querey.
“El senador Fernando Lugo ingresó (al sanatorio) con el diagnóstico de un accidente cerebrovascular isquémico, es decir, un pequeño vaso sanguíneo en la parte posterior del cerebro que se ocluye y deja de llegar sangre a esa parte del cerebro”, explicó en conferencia de prensa Querey, quien también es médico neumólogo y terapista.
Lugo tuvo una convulsión en la Cámara de senadores y por eso fue internado en el sanatorio privado San Roque de Asunción, donde está hospitalizado en terapia intensiva.
Querey indicó, asimismo, que Lugo se encuentra estable pero conectado a un respirador y en coma inducido. Permanecerá en terapia intensiva mientras se verifica su evolución, manifestó el legislador, citado por el medio local ABC.
“Dentro de la complejidad, está controlada la situación. Si no tenemos ninguna sorpresa, será buen pronóstico. Está en un coma inducido por medicamentos y conectado a asistencia respiratoria”, agregó.
“La lesión es relativamente pequeña, pero estos fenómenos pueden extenderse o repetirse”, continuó.
“Unas 12 a 24 horas lo tendremos ventilado hasta oxigenar adecuadamente el cerebro. Posteriormente, vamos a tratar de despertarlo y retirarle esos soportes de tal manera a que mejoremos el pronóstico”, acotó.
Querey anunció además que se le va a hacer una resonancia magnética nuclear para evaluar si hay que administrarle otros tratamientos.
Lugo, presidente de Paraguay entre 2008 y 2012, ya había presentado problemas en la presión arterial durante su reciente viaje a Bogotá, adonde asistió a la asunción del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, confirmaron desde su entorno político.
El ACV diagnosticado ahora sería un segundo evento relacionado con el cuadro, manifestó Querey.
De acuerdo a su médico tratante y colega de partido, lo que llevó a Lugo a internarse hoy no tendría relación con el cáncer linfático que se le detectó cuando era jefe de Estado.
El ex presidente paraguayo y actual senador por el Frente Guasú visitó la ciudad de Posadas para compartir diferentes reuniones con sectores del peronismo misionero. En una rueda de prensa habló sobre la oportunidad de conformar nuevamente el frente regional progresista y analizo la realidad lationaméricana.
“Intercambiar experiencias y definir estrategias en común, es la idea principal del encuentro”, comentó Lugo como los ejes de las reuniones llevadas adelante este sábado. Estuvo acompañado por el ex Senador Alberto Grillon y el candidato del Frente Guasú a la intendencia de Asunción Jorge Querey.
“Buscamos puentes políticos para lograr la integración”, afirmó Lugo. Remarcó la necesidad del dialogo constante entre los espacios políticos de la región. Esto comenzó en septiembre del año pasado, cuando Cristina Kirchner llegó a Posadas para presentar su libro “Sinceramente” y aprovechó su estadía en la tierra colorada, para reuniones políticas. En aquel entonces, el ex presidente paraguayo y actual senador por el Frente Guasú, Fernando Lugo, charló con la actual vicepresidenta, donde acordaron impulsar una ola regional “que enfrente al neoliberalismo”. Y el primer paso se concretó este sábado en Posadas, con la visita de Lugo a la sede del Instituto Patria, ubicado en la calle General Paz.
“Conversábamos con la diputada Cristina Brítez cuando asumió Alberto Fernández acerca de la necesidad de que este puente entre Posadas y Encarnación también sea político. Por eso nos reunimos, para intercambiar experiencias, ver qué podemos hacer en común”, explicó ante los medios, Fernando Lugo.
La idea es conformar nuevamente ese espacio de pensamiento de la Patria Grande, más allá de las fronteras políticas de los países latinoaméricanos, “pensar en puentes, no en paredes. Crearlos con una política en clave regional, cómo hacer para ayudarnos en momentos en el que los países de la región están sufriendo las consecuencias de las políticas neoliberales”, coincidieron los asistentes a la reunión.
Lugo evocó los lazos solidarios que tienen posadeños y paraguayos, que se remontan al “20 de septiembre de 1926 cuando el ciclón que azotó la ciudad de Encarnación, los primeros que ayudaron fueron los posadeños” y celebró la inauguración de un espacio del Instituto Patria en Posadas, “que pretendemos sea Patria Grande, que vaya más allá de las fronteras y nos alienta saber que hay un espacio para los jóvenes desde La Cámpora, para que nuevamente se entusiasmen y se suman a la política”.
Reconoció que la política tradicional tiene un gran problema a la hora de hablarles de la importancia de la política a las nuevas generaciones. “El cambio vendrá desde la política, pero debemos volver a motivar y movilizar a los ciudadanos. Debemos llegar con la política a los jóvenes que están en las Universidades o en sus trabajos. La política tradicional no entusiasma, no atrae a nuevas personas a los partidos, debemos crear y recrear nuevas formas de hacer política y nuevos métodos de llegar a los sectores donde nunca llegamos, con su lenguaje”, definió.
Al ser consultado sobre como explicarle a los sectores medios de la sociedad, que fueron los que acompañaron los cambios democráticos en ese “giro a la derecha” en latinoamérica que el neoliberalismo no es el cambio, Lugo explicó que “es un proceso complejo. En nuestro país, Paraguay la clase media ha prácticamente desaparecido, aumentando la pobreza estructural y dejando que la riqueza quede más concentrada en una clase privilegiada muy escasa. Lo que nosotros queremos es ir creando una sociedad más equitativa, que estas grandes barreras o diferencias sociales no se den”.
Consideró que Paraguay tiene todas las condiciones para que todos accedan a salarios dignos que les permitan acceder a condiciones de vida digna. “Ese fue nuestra meta, por ahí hubo quienes no pudieron verlo. Muchos ven en el progresismo una amenaza a los privilegios que históricamente han tenido ciertos sectores”, indicó. Y aclaró que no se busca romper esos privilegios, sino “lograr que haya una sociedad más equitativa”.
En cuanto a la consulta de como se posiciona el Frente Guazú de cara a las elecciones comunales de Paraguay, Lugo recordó que el frente tiene solo 10 años. “Somos una alternativa de amplios sectores. En un primer momento eramos una opción rural y ahora estamos posicionados en las ciudades. Hoy tenemos referentes en casi todo el país. Estamos en una etapa de expansión, con presencia legislativa de siete Senadores, lo que nos da una presencia parlamentaria y nos permite ser referentes políticos en la sociedad paraguaya”, afirmó. Destacando que para los comicios de noviembre llevan candidatos propios en muchas comunas y en otras han conformado espacios de participación con otros partidos.
En consonancia con esto, el FMI habla también de la desigualdad como el problema mundial. Lugo hizo referencia a Thomas Piketti, el economista francés que habla que el problema no es “la falta de recursos, o de bienes; sino la mala distribución. La experiencia de Bolivia fue exitosa durante el gobierno de Evo, con la nacionalización de los recursos naturales y la redistribución equitativa, yo creo que el FMI va a remar contra la corriente y debe tomar nuevas decisiones en particular en los países de lationamérica, porque ha tenido una gran censura por su forma de proponer el desarrollo de las economías. Por ello creo que el FMI está cambiando su concepción del desarrollo. Lo que más hay en el mundo es capital, pero el Capital es cobarde, quiere garantías, quiere seguridad jurídica, seguridad política y estabilidad para los grandes inversores, pero esos recursos aplicados a proyectos nacionales con una reinversión en la propia región será saludables para los países”.
Al ser consultado sobre Venezuela, que es mostrado como el “fin del camino del progresismo”, Lugo destacó que Hugo Chavez “tuvo más cancha libre y fue una experiencia exitosa, donde la explotación de los recursos naturales fue reinvertido en cuestiones de infraestructura y acceso a bienes para la comunidad. Pero hay que reconocer que el bloqueo al Gobierno de Maduro le limitan todas las acciones hasta ahora”.
Participaron de las reuniones la diputada nacional Cristina Brítez; Federico Montero, responsable de políticas internacionales del Instituto Patria; Rafael Pereyra Pigerl presidente del PJ Misionero, entre otros referentes.
Las fotos del candidato de la alianza Ganar, que nuclea a buena parte de la oposición paraguaya, el liberal Efraín Alegre, con la diputada macrista, Elisa Carrió, contrastaron con las de Fernando Lugo, principal aliado de Alegre, con la ex presidenta y actual senadora Cristina Fernández de Kirchner, a quien el ex presidente paraguayo le dedicó elogiosas palabras en las redes sociales.
La coalición opositora de liberales e izquierdistas realizó este fin de semana una gira por las capitales del Río de la Plata. En Montevideo mantuvieron encuentros con referentes del Frente Amplio, entre ellos el ex presidente Pepe Mujica, y fue allí que Alegre se fotografió con Carrió. En Buenos Aires se reunieron con la numerosa colectividad paraguaya que puebla las famosas Villa 31 y Soldati, entre otras. En la capital argentina Lugo visitó a CFK.
Podría decirse que ambas fotografías son el perfecto retrato de un matrimonio que se encamina hacia la ruptura. No son pocos quienes se preguntan al interior del Frente Guasú, que nuclea al luguismo, qué hacen aliados con quienes ya los traicionaron en junio de 2012, cuando se complotaron y destituyeron a Lugo de la Presidencia. No son pocos los luguistas que preferirían cuantas derrotas fueran necesarias, antes que volver a ir aliados con los verdugos.
Sin embargo, el luguismo, un conglomerado de partidos y movimientos políticos de izquierda, tercera fuerza electoral, volvió a sellar una alianza con los liberales. Como buen pa´í (cura, en guaraní), Lugo puso la otra mejilla, sacando de la galera una estrella en ascenso, el comunicador Leo Rubín, un verdadero outsider, quizás el único en las elecciones de abril próximo, como compañero de fórmula de Alegre.
Rubín, miembro de una familia que maneja uno de los holdings de radios más importantes del país, tiene el discurso y la empatía que a Alegre le faltan. “Leíto”, como le dicen sus más cercanos, propone un gobierno que desarrolle políticas sociales para atender la situación de las 2.000.000 de personas que están en la pobreza, según las mismas estadísticas oficiales; un modelo inclusivo, que garantice la gratuidad de la salud, promueva la educación pública, desarrolle políticas medioambientales y atienda las demandas históricas de un inmenso campesinado cada vez más empobrecido; un modelo que se contrapone al de su gran vecino argentino, de quien la diputada Carrió es una de las principales mentoras y punta de lanza cuando se trata de justificar políticas abiertamente impopulares, como el cierre de escuelas, hospitales, los constantes tarifazos y el ajuste a los jubilados, entre otras medidas que han puesto al movimiento obrero en pie de guerra contra el gobierno de Mauricio Macri.
La reunión del presidenciable de la Alianza opositora paraguaya con Carrió, en Uruguay, a la par que Lugo visitaba a CFK en Buenos Aires, provoca por lo menos desconcierto, a la vez que anticipa una relación difícil entre los aliados, en caso que Ganar gane efectivamente el 22 de abril próximo.
En teoría, a diferencia de 2008, esta vez el acuerdo es “programático”, es decir que el PLRA está comprometido a acompañar banderas históricas del Frente Guasú, como la Reforma Agraria Integral, la soberanía energética, el gravamen a la exportación de granos de soja, entre otros temas en que nunca hubo siquiera principio de acuerdo.
Si la foto de Lugo con CFK demuestra la coherencia del ex obispo y su grupo político, la imagen de Alegre con Carrió también es una muestra de coherencia del sector político del que proviene, conservador, ultramontano, que hoy por esas cosas de la coyuntura electoral se ve compelido a adoptar un ropaje “progresista”, casi tanto como Macri antes de su primera elección.
Y el Frente Guasú, por más que para muchos de sus integrantes la nueva alianza sea un sapo difícil de tragar, también acompaña a Alegre casi por obligación, la obligación de poner freno a un modelo, que amén de tener una impronta mafiosa vinculada al narcotráfico e intereses corporativos, es abiertamente excluyente y empobrecedor de las grandes mayorías de la población; un modelo que de vencer el candidato colorado, Mario Abdo Benítez Junior, hijo de quien fuera la mano derecha del dictador Alfredo Stroessner y por ende heredero “natural” de la dictadura, profundizaría la desigualdad en uno de los países más desiguales del mundo.
Pero como bien señala el candidato a Vicepresidente, Leo Rubín, la victoria no termina en abril, sino que depende de la capacidad de movilización que tenga su sector político para defender en la calle sus acuerdos con Alegre, una capacidad de movilización que, en rigor, el Frente Guasú jamás demostró, ni siquiera el 22 de junio de 2012 cuando estaba en juego la cabeza de su máximo líder, Fernando Lugo.
A estas alturas, a dos meses de las elecciones presidenciales de abril en Paraguay, está más que claro, “cristalino” como dice Jack Nicholson en esa película donde hace de comandante de la base de los marines en Cuba, que el único ganador de las internas coloradas de diciembre pasado fue el presidente Horacio Cartes, cuyo proyecto de sucesión presidencial fue derrotado por la oposición partidaria.
Cartes consiguió lo que quería, encabeza la lista de candidaturas al Senado, y aunque su presidenciable Santiago Peña no pasó la prueba, enseguida se las arregló para recomponer el escenario, de tal forma que hoy aparece como el mentor del proyecto político que ofrece el Partido.
Con todo, su figura es la menos rechazada en una larga lista de nombres para el Senado, que no estarían ahí si no fuera porque el sistema electoral paraguayo solo permite el voto a lista completa. Vale decir que el desbloqueo de listas no es un tema que entusiasme, tampoco, a nadie entre la denominada clase política, ni siquiera al “progresismo”.
El caso más paradigmático es el del político luqueño, Oscar González Daher, quien fue expulsado del Senado el 23 de diciembre por tráfico de influencias en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, órgano que designa a jueces y fiscales, en un escándalo de proporciones, y ahora figura otra vez entre los cinco primeros candidatos.
El Partido Colorado ya avisó que no bajará su candidatura. Pero, González Daher, no es el único impresentable de la lista. Lo secundan nombres como Juan Carlos Galaverna, quien confesó haber sido el arquitecto del fraude electoral de 1992, que puso a Juan Carlos Wasmosy en el Palacio de los López, y solo recibió una suspensión de parte de sus colegas; Víctor Bogado, acusado por estafa y cobro de indebido de honorarios, en los sonados casos de la “niñera de oro” y el “mecánico de oro”, entre otras joyitas; Javier Zacarías Irún, cuestionado dirigente del Alto Paraná, y Juan Afara, actual Vicepresidente, empresario y hombre ligado al agronegocio, con todo lo que ello implica en un país con cientos de miles de familias campesinas sin tierra.
Contra todos ellos hay abundante prueba documental y física. Contra González Daher hay un arsenal de grabaciones, que no solo lo comprometen a él, sino que salpican a un número todavía indeterminado de actores, llegando incluso hasta Cartes. Víctor Bogado espera un juicio oral, o mejor dicho todo el mundo espera que Bogado sea llevado a juicio oral. Galaverna confesó abiertamente el delito, relamiéndose de su impunidad, y salió finalmente impune. Afara usó de prestanombre a su hija, recién graduada en Agronomía, para hacerse de tierras públicas en Itapúa.
Con las pruebas contra Zacarías Irún se podría empapelar el Puente de la Amistad, y un poco más. Y con la que hay contra su mujer, Sandra MacLeod, intendenta de Ciudad del Este, se empapelaría fácilmente la supercarretera de Itaipú.
La lista sigue, nadie prácticamente se salva de ser tachado de algo, hasta vínculos con el narcotráfico y otras mafias. Nunca la oferta electoral colorada fue tan mala como en las últimas dos elecciones generales. Pero esta vez, es la suma de todo lo abominable; lo dicen en el mismo Partido Colorado, cuya “unidad granítica”, para usar un término de la jerga acuñada durante la dictadura, está lejos del granito de los viejos tiempos.
La chapa presidencial recayó en el senador Mario Abdo Benítez Jr., que con el seudónimo de “Marito” intenta disfrazar su pasado ligado al stronismo con un ropaje de ternura, modernidad y gestión eficiente. Pero todo el mundo sabe que “Marito” es Mario Abdo, el hijo preferido de papá, la mano derecha de Alfredo Stroessner, cuya fortuna malhabida heredó junto al siniestro apellido. Y la devoción por el tirano, a quien suele reivindicar públicamente, y a quien despidió de estricto luto, cargando incluso el féretro en el cementerio municipal Campos da Esperança, de Brasilia. Por estos días, la foto del sepelio da la vuelta al ciberespacio.
El otro gran salvavidas de plomo de Junior, además de su papá, son los integrantes de la lista al Senado, los propios y los de Horacio Cartes, comenzando por el mismo Cartes, cuya impopularidad y desaprobación alcanza niveles épicos. Y cuyo gobierno ha aumentado la pobreza, el desempleo, la precarización laboral, el hambre, la corrupción que se devora presupuestos, salarios e impuestos, mientras la educación y la salud pública se derrumban.
Cartes ha ganado de tal forma la jugada, que aunque Junior pierda, como pronostican las encuestas, él conseguirá su banca de senador, incluso contra la Constitución que prohíbe taxativamente la postulación a los presidentes, asignándoles una banca vitalicia al dejar el cargo, con excepción de aquellos que fueran apartados de la Presidencia mediante juicio político, como el caso de Fernando Lugo, que hoy es Presidente del Congreso y va por el rekutú (reelección, en guaraní).
En la misma situación está Nicanor Duarte Frutos, que ya fue impedido de asumir la banca que ganó en las elecciones de 2008, donde Lugo derrotó a su candidata presidencial. Es probable que en esta ocasión, ni él, ni Cartes, puedan jurar como senadores. Todo dependerá de la suerte electoral que corra su abominable lista en abril. Según los primeros sondeos, en el mejor de los escenarios, el Partido Colorado obtendría 15 senadores, cinco bancas menos que las que ostenta actualmente, con gran crecimiento de la izquierda y el progresismo. Así las cosas, es probable que después de todo no le alcance a Cartes para llegar, y que en el colmo del surrealismo, el luqueño González Daher se convierta en el senador echado dos veces por la misma razón.
La economía paraguaya continúa mostrando una solidez notable. En una reciente visita a Asunción organizada para dialogar sobre la evolución económica, nos encontramos con una pequeña economía abierta que es vibrante a pesar de choques externos profundos. Aunque los dos socios comerciales más grandes de la región —Argentina y Brasil— sufrieron recesiones y los precios de las materias primas cayeron, el crecimiento de Paraguay conservó la resiliencia en 2015 y 2016. Es interesante observar que la economía paraguaya no se movió en sincronía con la de su vecino más grande gracias a políticas de apoyo adecuadas, una base económica más diversificada y a choques favorables de la oferta.
Ahora, en el contexto de una incipiente recuperación regional, Paraguay avanzará aún más. Es probable que nuestros pronósticos de crecimiento se revisen al alza (en alrededor de ¼ de un punto) y superen ligeramente 4% tanto en 2017 como en 2018 gracias al vigor inesperado de la demanda interna. Esta será una oportunidad para atacar muchas de las dificultades estructurales más profundas que le han impedido al país acelerar la convergencia en términos del ingreso con sus pares de la región.
El año próximo también será importante en vista de las elecciones nacionales programadas para el mes de abril. Uno de los retos más importantes para el nuevo gobierno será trabajar en prioridades de política clave para conseguir preservar la envidiable estabilidad económica y abordar con más ahínco los obstáculos estructurales —como la infraestructura y la educación— a fin de promover la prosperidad y la igualdad.
¿Cuál es la hoja de ruta hacia esos objetivos y cuáles son las prioridades en materia de políticas? Aquí las examinamos más de cerca.
Doble ancla
El factor más decisivo para el éxito de Paraguay ha sido la firme trayectoria de estabilidad económica, respaldada por dos anclas principales. Primero, desde su adopción en 2011, el régimen de metas de inflación ha servido de buena guía a la política monetaria y ha permitido contener la inflación. De hecho, hace poco el Banco Central del Paraguay redujo la meta de inflación a 4% y las expectativas del mercado se han ajustado rápidamente en torno al objetivo de la institución. Gracias a esa credibilidad, el banco central pudo respaldar el crecimiento, bajando las tasas de interés desde abril de 2015 tras fuertes choques externos tales como la caída de los precios de la soja y la debilidad del crecimiento en los socios comerciales. Ahora que la expansión está cobrando ímpetu, el crédito se está recuperando y el nivel general de inflación es más elevado, corresponde retirar poco a poco el estímulo monetario para preservar la credibilidad del banco central.
La segunda guía fundamental es la Ley de Responsabilidad Fiscal, que sirve de ancla a la política fiscal. En vigencia desde 2015, la ley impone un tope de 1,5% del PIB al déficit presupuestario, que el gobierno parece estar encaminado a cumplir nuevamente en 2017. Al mismo tiempo, los presupuestos también han restringido el aumento del gasto primario corriente (es decir, el gasto que no incluye ni los pagos de intereses ni la inversión) por debajo del tope que fija la regla fiscal (4% en términos reales). En consecuencia, la composición del gasto público se ha orientado correctamente hacia una mayor inversión en los últimos años, tras muchos años durante los cuales sectores de vital importancia, como la infraestructura, recibieron fondos insuficientes. Estas inversiones deberían tener efectos beneficiosos para el crecimiento económico en los próximos años.Conservar la disciplina fiscal
Sin embargo, mantener la disciplina dentro del marco de la ley fiscal no ha sido una tarea exenta de dificultades. Las decisiones en torno a las prioridades del gasto público y los aumentos de la deuda pública suelen dar lugar a desacuerdos. Por ejemplo, las deficiencias del proceso presupuestario se pusieron especialmente de manifiesto el año pasado, cuando las tensiones entre los distintos poderes del estado culminaron en el veto presidencial del presupuesto de 2017.
Este año, el ciclo electoral y los cambios institucionales recientes relacionados con la fijación del salario mínimo han intensificado las presiones de gasto en las negociaciones sobre el presupuesto de 2018. Las propuestas encaminadas a aumentar significativamente el gasto corriente (incluido el salarial) podrían violar el tope que le impone al déficit la regla fiscal y podrían afectar la reorientación necesaria hacia una mayor inversión pública, que si se ha registrado en los últimos años. Además, un aumento del déficit el año próximo probablemente implicaría un estímulo fiscal poco deseable durante una fase de aceleración del crecimiento. Por esa razón, ceñirse a la regla fiscal y mantener las tendencias presupuestarias serían dos decisiones decisivas para mantener un buen desempeño macroeconómico.
Retos fiscales a más largo plazo
Pasado 2018, los retos consistirán en afianzar el marco fiscal y las instituciones de Paraguay y en generar más ingresos tributarios. Para ello será necesario mejorar la planificación y el control del presupuesto, así como replantearse algunos aspectos del diseño de la regla fiscal. Aunque Paraguay tiene un bajo nivel de deuda pública en comparación con otros países de la región, otro de los retos es convencer a un público receloso de que el país puede endeudarse sin riesgo e invertir con eficacia. Como se señaló en otros blogs, Paraguay va a la zaga de sus pares en términos de eficiencia y solidez de la inversión pública, selección y administración de proyectos, y procesos de asociaciones público-privadas, que pueden contribuir a mejorar la rentabilidad de la inversión.
En cuanto a la tributación, la movilización de mayores ingresos será importante para atender las necesidades de gasto prioritarias del país, preservando a la vez la solidez fiscal y el bajo nivel de deuda. El sistema tributario de Paraguay se caracteriza por bajas tasas impositivas y el uso intensivo de impuestos indirectos como impuestos sobre el valor agregado, con ingresos escasos provenientes de impuestos sobre la renta personal. Las tasas de los impuestos sobre el valor agregado y sobre la renta de las personas físicas y jurídicas se fijaron en un 10% uniforme en la última gran reforma tributaria, que ocurrió hace casi 15 años. Parece haber llegado la hora de plantearse una reforma tributaria que amplíe la base y mantenga tasas competitivas, entre otras cosas reduciendo desgravaciones y exenciones mucho más generosas que las de los pares de la región. Eso ayudaría en temas como la progresividad tributaria y la desigualdad del ingreso.
Estimular el crecimiento futuro
En lo que respecta a las reformas estructurales, un elemento central de la hoja de ruta es la promoción de las reformas plasmadas en el Plan Nacional de Desarrollo para 2014–30. En vista del ciclo electoral, este año los esfuerzos se han centrado en las prioridades en marcha —sobre todo, la infraestructura—, y no en iniciativas nuevas. Cuando el nuevo gobierno asuma el poder el año entrante, será crucial reavivar el ímpetu de reforma en sectores como la salud y la educación. Hace poco, Paraguay se sumó al Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE, lo cual nos permitirá tener una idea más clara de los retos en este ámbito cuando se publiquen las conclusiones del informe el año próximo.
Por último, otro sector crítico es la reforma de las pensiones, ya que el sistema actual, fragmentado y subfinanciado, no canaliza suficientes ahorros nacionales hacia la inversión productiva. La reforma legislativa de las pensiones mejoraría la supervisión, pero sigue siendo una tarea inconclusa, y convendría que el próximo gobierno no la postergara.
En un contexto marcado por la aceleración económica y el ciclo electoral, no cabe duda de que 2018 se perfila como un año decisivo para Paraguay.