La devaluación no es una solución al endeudamiento

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Escribe Daniel Lacalle / Mises Institute – Devaluar el dólar estadounidense: cómo hacer que Estados Unidos vuelva a ser más pobre

En los últimos días, hemos leído numerosos artículos sobre un posible acuerdo entre la administración estadounidense y sus principales socios comerciales para devaluar el dólar estadounidense. Se le ha llamado “El Acuerdo de Mar-A-Lago”, un concepto inspirado en el Acuerdo Plaza de 1985, que tenía como objetivo devaluar el dólar estadounidense para abordar los desequilibrios comerciales. Ese plan fracasó.

El objetivo, según los medios financieros, sería debilitar el dólar estadounidense, impulsar la competitividad de las exportaciones estadounidenses y reequilibrar el comercio mundial. Otra propuesta consiste en reestructurar la deuda estadounidense mediante el intercambio de las obligaciones existentes por bonos a más largo plazo, como los bonos del Tesoro a 100 años, para aliviar las presiones fiscales. Sin embargo, esta sería una idea peligrosa y potencialmente contraproducente.

El concepto del Acuerdo de Mar-A-Lago parte de dos premisas equivocadas, que son creer que las exportaciones estadounidenses no son lo suficientemente grandes debido a una moneda fuerte y que la deuda es demasiado alta debido a la fortaleza del dólar estadounidense. Ambas son simplemente incorrectas.

Las exportaciones de Estados Unidos son relativamente bajas en comparación con otras naciones, con un 11 por ciento del PIB, en comparación con el 42 por ciento de Alemania, el 29 por ciento del Reino Unido o el 21 por ciento de Japón, por ejemplo. Sin embargo, las principales razones de las exportaciones relativamente pequeñas de Estados Unidos no tienen nada que ver con la moneda. Estados Unidos es un mercado enorme y las empresas nacionales no necesitan exportar para fortalecer sus ganancias y ventas. También es rica en recursos naturales, lo que la hace relativamente autosuficiente, lo que reduce la necesidad de importaciones y, por extensión, limita el incentivo a la exportación. Estados Unidos es el mayor productor de petróleo y gas del mundo, y el valor estimado de sus recursos naturales es de aproximadamente 45 billones de dólares. Además, con 331 millones de personas en 2023, el gasto de los consumidores representa aproximadamente el 70 por ciento del PIB de EE. UU.

Estados Unidos es uno de los mercados más grandes del mundo, pero lo más importante es que es el más rico. La mediana del gasto de los consumidores individuales es mucho mayor que en países como China o India, y el tercio superior de la distribución del ingreso representa alrededor del 56 por ciento del gasto. Con 5 billones de dólares en 2024, es el mayor mercado minorista del mundo. Además, la economía de los Estados Unidos es principalmente una economía de servicios. Los servicios, incluidos los servicios profesionales y empresariales, son más difíciles de exportar, y el tamaño y la riqueza del mercado interno hacen que en la mayoría de los casos no sea necesario vender en el extranjero.

La manufactura en los Estados Unidos no es pequeña, del 10 por ciento del PIB, debido a la fortaleza de la moneda nacional, sino a las cargas impuestas por la regulación a las industrias. Además, reducir artificialmente los costos con una moneda más débil es una fórmula perdedora, ya que siempre hay alguien más dispuesto a destruir su moneda más rápido.

La manufactura estadounidense no puede competir en el extranjero destruyendo el poder adquisitivo de la moneda. Significa pobreza inmediata para los estadounidenses. Debe competir en productos de valor agregado, como lo han demostrado la tecnología y otros sectores.

Canjear la deuda existente a corto plazo por bonos a largo plazo también es una pésima idea porque crearía el incentivo para que el gobierno aumente el endeudamiento y no aborde su problema de gasto estructural. Reestructurar la deuda forzando una depreciación artificial del dólar estadounidense también asustaría a los inversores en bonos, que temerían, con razón, que otras administraciones recurrieran al mismo truco en el futuro. ¿Por qué compraría un bono a 100 años de una nación que puede devaluar su moneda regularmente cada vez que regresan esos desafíos de deuda? Esta propuesta no es una herramienta para mantener al dólar estadounidense como moneda de reserva mundial, sino una garantía de pérdida de su estatus global.

Ninguno de los desafíos de exportación y deuda de Estados Unidos mejoraría con una devaluación del dólar estadounidense, y uno crucial se deterioraría: la inflación.

Estados Unidos ya sufre una inflación elevada debido a las políticas fiscales y monetarias equivocadas. La inflación acumulada del 24 por ciento sufrida por los estadounidenses en los últimos cuatro años provino precisamente de las medidas intervencionistas sobre la cantidad y el precio del dinero, que inflaron el gasto público y la deuda, lo que llevó a un crecimiento récord de la oferta monetaria en décadas y, con él, a las actuales presiones inflacionarias. Con una devaluación, los precios subirían inmediatamente en dólares estadounidenses y el poder adquisitivo de los salarios disminuiría.

La devaluación no mejora la productividad ni el valor agregado industrial, por lo que cualquier disminución en los costos se traduciría en el empobrecimiento de los trabajadores y ahorradores estadounidenses.

La devaluación es un default de facto y la manifestación de la insolvencia de una nación.

No se puede esperar devaluar la moneda al mismo tiempo que se controla la inflación y la deuda. La devaluación hace que el gobierno abandone el ajuste necesario de sus hábitos de gasto, y el problema de la sostenibilidad de la deuda resurge en un corto período de tiempo. Los salarios reales sufren, el consumo real se debilita, toda la economía se empobrece artificialmente en dólares estadounidenses a medida que aumenta la inflación, y solo los sectores clientelas y el gobierno se benefician porque pueden perpetuar sus ineficiencias y desequilibrios en una moneda cada vez menos valiosa.

La devaluación no es una solución al endeudamiento. Incentiva un mayor endeudamiento en un gobierno que ya es adicto al gasto. Además, empeora el efecto de desplazamiento, ya que la deuda pública desplaza al crédito del sector privado, que se encarece a medida que la moneda se debilita y la inflación aumenta.

Si la devaluación de la moneda fuera una medida real de competitividad, Argentina y Venezuela serían las naciones más competitivas del planeta.

La devaluación zombifica a unos pocos sectores clientelares poco competitivos y a un gobierno fiscalmente irresponsable a costa de empobrecer a todos los demás.

Un dólar estadounidense fuerte reduce las presiones inflacionarias y mantiene bajas las tasas de interés. Ambos efectos son positivos para los ahorradores, los trabajadores y las familias a medida que la economía privada se fortalece y los salarios reales mejoran. Un dólar estadounidense fuerte también es positivo para el gobierno y las empresas. El capital y la inversión extranjera directa fluyen hacia los EE.UU., y los costos de endeudamiento de las empresas y el gobierno se mantienen bajos debido al aumento de la demanda. Las empresas también pueden realizar adquisiciones internacionales a un costo más barato, tanto en tasas más bajas como en ajustes cambiarios.

Una política monetaria sólida y una moneda fuerte también son esenciales para mantener el estatus de moneda de reserva mundial. Si una pequeña proporción de los sectores económicos de EE.UU. sufre de un dólar fuerte, es un precio que vale la pena pagar a cambio de ser la nación más rica del mundo, con la moneda más utilizada, una reserva de valor y una inversión digna para el resto del mundo.

El mayor error que puede cometer la administración Trump es seguir políticas de devaluación de empobrecer al vecino para disfrazar un desequilibrio estructural del gobierno.

La devaluación no es una herramienta para las exportaciones. Es una herramienta para el amiguismo y siempre termina con la desaparición de la moneda como reserva valiosa.

Los problemas de los Estados Unidos son complejos y no hay una solución fácil. Necesita abordar su excesiva regulación e impuestos que agobian a los fabricantes, pero también necesita frenar el gasto público y la interminable flexibilización monetaria que erosiona el poder adquisitivo de los salarios y hace sufrir a las familias y las pequeñas empresas.

Si la administración actual trabaja para defender los empleos estadounidenses, los salarios de los trabajadores y las familias, un dólar estadounidense fuerte es prueba de que está logrando sus objetivos.

Una economía fuerte no necesita una moneda débil.

Daniel Lacalle economista y gestor de fondos, profesor de economía global en el IE Business School de Madrid.

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El largo y sinuoso camino hacia un mercado cambiario normal

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El acuerdo con el FMI es necesario para continuar normalizando el mercado cambiario. Sin embargo, la falta de precisiones sobre el contenido de este acuerdo genera incertidumbre que se traduce en pérdida de reservas y aumento de la brecha cambiaria.

El 10 de diciembre de 2023 el mercado cambiario estaba bajo un fuerte stress: el dólar oficial atrasado, la brecha por las nubes y las reservas netas en casi US$ 12.000 millones negativas. El gobierno decidió devaluar el dólar oficial y mantener las restricciones que regían hasta ese momento. Así se inició la primer etapa, que consistió en demorar pagos de importaciones, medida heterodoxa pero que permitió, junto con la devaluación, mejorar la posición neta de reservas del BCRA.

Era evidente que un programa económico pro-mercado no podía mantener esas restricciones por tiempo indefinido.

Se decidió, entonces, aliviar la deuda pasada, que era totalmente ilíquida, dándole a las empresas la oportunidad de adquirir bonos del BCRA (Bopreal) que podían cambiar por divisas. Luego se redujo el plazo de pago para las importaciones, acercándolo a una situación más normal.

Apareció luego la segunda etapa, que fue el blanqueo de capitales. Los individuos tuvieron la opción de evitar multas si depositaban los dólares en una entidad financiera local. Así, éstas pudieron aumentar sus préstamos en dólares y quienes los recibieron, los vendieron al BCRA para hacerse de pesos. Pero esta etapa está próxima a agotarse, ya que el stock de préstamos en dólares se acerca a los máximos alcanzados en 2018 al mismo tiempo que se redujeron algo los depósitos privados expresados en esa moneda.

La tercera etapa es el acuerdo con el FMI que, tarde o temprano, tenía que ocurrir porque a partir del año 2026 (y, sobre todo, desde 2027 en adelante) la Argentina debía empezar a pagar el capital adeudado, sin que hubiera certeza de que se podrían obtener fondos adicionales del mercado además de los que son necesarios para renovar la deuda con privados.

Luego de ese acuerdo, los siguientes pasos hacia la normalización requieren acceder al mercado de capitales para, al menos, renovar el capital que vence de los bonos restructurados en 2020 y levantar la mayoría, sino todas, las restricciones cambiarias que todavía subsisten (pago de la mayoría de importaciones a 30 días, imposibilidad de pagar dividendos al exterior en forma normal, restricciones a la dolarización de portafolios que se concretan a través del límite mensual de US$ 200 para personas y las
restricciones cruzadas que postergan por 90 días el acceso al mercado oficial de cambios a la empresa que opera en el mercado libre).

La falta de precisiones sobre el contenido del acuerdo entre la Argentina y el FMI generó una incertidumbre que se tradujo en pérdida de reservas y un aumento en la brecha cambiaria. Hay tres puntos que son relevantes: a) la magnitud de los fondos frescos que desembolsará el FMI, b) el timing de esos desembolsos, y c) cuáles serían los cambios en la política cambiaria oficial de depreciación al 1% mensual anunciada hace pocas semanas.

La Argentina tiene vencimientos de capital con el FMI por alrededor de US$ 14.000 millones entre 2026 y mediados de 2029. El gobierno ha anunciado que el acuerdo es por US$ 20.000 millones, pero no se sabe si eso incluye a los US$ 14.000 millones o si todo (o buena parte) son fondos adicionales que pueden mejorar la posición de reservas.

Nótese que una posibilidad es que el desembolso inicial sea cercano a los US$ 20.000 millones, lo cual le daría tiempo a la Argentina hasta 2026 para reunir los US$ 1.100 millones de capital que vencen ese año y luego US$ 4.300 millones en 2027 y más de US$ 6.000 millones por año, pero recién en 2028 y 2029.

Una solución en ese sentido le daría mucha liquidez al BCRA y, probablemente, le permitiría mantener la política cambiaria sin grandes cambios o con cambios menores como sería una banda estrecha dentro de la cual flotaría el peso, al menos hasta que haya cedido la tensión que generan las elecciones de medio término.

Fondos iniciales muy acotados mantendrían o incluso agravarían la incertidumbre, probablemente forzando a una depreciación más fuerte del tipo de cambio. Aún en este caso, es poco probable que haya un evento disruptivo como los vividos en el pasado por varias razones: la mejora en la posición fiscal reduce la vulnerabilidad, la cuenta corriente del balance de pagos devengada es positiva, aun cuando la de caja se haya convertido en negativa, ya se están materializando shocks positivos a las exportaciones
en energía y estaría cercana la fase de desembolsos de capital de algunos proyectos mineros.

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Tokenización de activos en Argentina: la CNV habilita la inversión digital en acciones, inmuebles y commodities

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El Gobierno lanza un régimen de tokenización para digitalizar la inversión en acciones, un departamento o una tonelada de soja

Una resolución de la CNV puso en marcha la normativa que permitirá crear una “representación digital” de esos activos y comercializarla a través de las billeteras cripto

A través de una resolución de la Comisión Nacional de Valores (CNV), el Gobierno lanzó un régimen de tokenización que apunta a darle marco normativo a los negocios vinculados a la digitalización de inversiones. Se introduce el concepto de “representación digital” de bonos, acciones, fideicomisos y otros activos que, de esa forma, podrán ser negociados libremente por las billeteras registradas para operar con criptomonedas en el mercado argentino.

La decisión abre la puerta para tokenizar no solamente títulos valores que cotizan en el mercado de capitales sino que tiene otras aplicaciones. Los casos más difundidos son los del mercado inmobiliario y los del agro, apuntando a tokenizar un inmueble, un campo o una tonelada de soja, siempre que estén basados en un fidecomiso. En la CNV explican que hay mucha creatividad en este terreno, por lo que en el mercado ya advirtieron que podría tokenizarse desde el pase de un jugador de fútbol hasta una lista de casamiento.

La tokenización implica que ese activo tiene una representación digital que puede subdividirse para facilitar su compraventa entre muchos pequeños inversores. Para ello, debe participar un Proveedor de Servicios de Activos Digitales (PSAV), el nombre técnico que reciben los exchange cripto, siempre que estén registrados en la CNV.

Las ventajas del sistema, según sus impulsores, es que puede llegarse con mayor simpleza a captar inversiones por montos bajos, con menores costos, de manera más eficiente y sobre todo en un público joven, acostumbrado a adoptar nuevas tecnologías.

La emisión de un bono corporativo con este esquema, por ejemplo, podría contar con esos beneficios sin modificar en ningún sentido su solidez en relación con las vías tradicionales. En todos los casos, el activo tokenizado queda depositado en Caja de Valores, tal como en las operaciones convencionales.

“A través de esta regulación se recepta a la representación digital de valores negociables como una especie particular dentro del género tokenización, garantizando la seguridad, trazabilidad, inmutabilidad, fungibilidad y verificabilidad de las operaciones que se realicen con ellos”, señaló la CNV. La entidad abrió un período de consulta pública para la norma y luego dispuso un “sandbox regulatorio” durante un año, lo que implica que se ajustarán las disposiciones en base a su funcionamiento durante ese plazo.

El presidente de la CNV, Roberto Silva, explicó que la Argentina “aspira a ser pionera en este tema, tal como lo fue con el registro de PSAV”, una regulación ausente en el resto de la región.

“Somos un faro a nivel regional. Nuestro objetivo es liderar en este terreno y que el país cuente con toda la tecnología de punta, no podemos quedar afuera de lo que está avanzando en el mundo”, señaló Silva. Por último, destacó que espera que, por medio de la consulta pública, a la CNV lleguen “aportes para tener la mejor norma posible”.

Dentro de este nuevo régimen, se admitirá la tokenización a través de la representación digital, total o parcial, de acciones, obligaciones negociables, cuotapartes de fondos comunes de inversión cerrados, valores representativos de deuda o certificados de participación de fideicomisos financieros con oferta pública y CEDEARs.

Las representaciones digitales de los valores negociables mencionados serán negociadas en las plataformas o las apps móviles de los PSAV registrados ante la CNV.

“No hay dos títulos, no hay un subyacente, sino que se trata de una representación adicional de un valor negociable preexistente depositado ante el agente depositario; no requerirá de autorización diferencial de oferta pública más allá de que deberá haber sido prevista y solicitada a la Comisión para representar digitalmente valores negociables ya existentes”, explicó la CNV.

Los exchange registrados serán los responsables de comercializar los valores negociables, ya sea una acción o la porción de un inmueble, representados digitalmente y de la administración, custodia y gestión del entorno digital. Además, se admite que el tenedor de la representación digital pueda solicitar en cualquier momento el reemplazo de aquella por formatos tradicionales.

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Caputo reconoce que el actual sistema cambiario no es “consistente” ni “sostenible”

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Luis “Toto” Caputo admitió que el actual sistema cambiario del gobierno nacional no es “consistente” ni “sostenible”. Lo hizo al anunciar la renovación del swap con China, en una frase llamativa que alimenta las versiones sobre un inminente cambio a partir del acuerdo con el FMI.

El ministro de Economía publicó en su cuenta de X el comunicado del Banco Central, que conduce su mano derecha y socio Santiago Bausili, donde se anuncia el acuerdo con China para renovar por un año el tramo activado del swap por 5 mil millones de dólares.

La última frase del anuncio es más que llamativa. Afirma que la renovación del swap le permitirá al BCRA “reducir los riesgos en su transición hacia un régimen monetario y cambiario consistente y sostenible, en un contexto internacional desafiante para los flujos de capitales externos”.

Caputo reconoce que el actual sistema cambiario no es “consistente” ni “sostenible”
La frase, agregada a cuento de nada en el comunicado, habilita la interpretación de que el gobierno comienza a blanquear que aceptó la condición del FMI para dejar de lado el crawling peg y pasar a un nuevo régimen, posiblemente el de flotación entre bandas. Esto en los hechos implica una devaluación, que Caputo y Milei negaron durante meses.



Con esa frase Caputo admite lo que los más variados economistas le advirtieron durante meses sobre el agotamiento del actual sistema cambiario, que producto del atraso del dólar provocó la sangría de reservas de los últimos meses.

Milei y Caputo defendieron durante meses el sistema de cambio casi fijo con intervención del Banco Central, bajo la premisa de que habría una convergencia de inflación, devaluación y tasas para poder liberar el mercado de cambios. Pero ahora el ministro habla de ir a un régimen que sea “consistente y sostenible”.

Esta afirmación agitó aún más las versiones que incluso desde el propio gobierno se agitan, como hizo un rato antes Lucas Llach, la mano derecha de Federico Sturzenegger. Ante un tuit que preguntaba sobre si el lunes habrá un nuevo régimen cambiario, el ex vice del BCRA afirmó: “Diría que sí, si todo eso va bien”.

Sturzenegger arrastra una larga interna con Caputo a quien le cuestiona el tipo de cambio fijo. El ministro desregulador quiere una flotación del dólar, en consonancia con lo que pide su amigo Rodrigo Valdés, el chileno que está a cargo el hemisferio Sur en el FMI.

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En medio de las turbulencias nacionales, Misiones mejoró su calificación crediticia

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En un contexto nacional de fuerte incertidumbre económica, con inflación elevada, caída de la actividad y tensiones financieras, Misiones recibió una señal positiva desde el ámbito financiero: la calificadora Moody’s Argentina modificó de negativa a estable la perspectiva de sus calificaciones crediticias, manteniéndolas en BB+.ar. “Los resultados de 2024 han superado las expectativas originales“, remarca el análisis.

La agencia argumentó que la mejora se debe al buen desempeño fiscal de la provincia durante 2024, que superó las expectativas, en gran parte por una contención del gasto corriente y una reducción de la inversión de capital. “Los componentes relevantes del gasto corriente evolucionaron por debajo de la inflación”, señala el informe.

Además, se destaca que Misiones mantiene un bajo nivel de endeudamiento y una reducida proporción de deuda en moneda extranjera, lo que la protege frente a los vaivenes del tipo de cambio, un factor clave en la actualidad argentina.

No obstante, la agencia advierte que la provincia continúa mostrando una alta dependencia de los recursos nacionales y una base de ingresos propios “relativamente débil”, características comunes a muchas jurisdicciones del país. A futuro, se espera que la recuperación económica y la desaceleración de la inflación ayuden a mejorar los ingresos fiscales reales.

Según Moody’s, una mejora futura en la calificación requerirá un aumento sostenido de la participación de los ingresos propios sobre el total de recursos. En cambio, un deterioro fiscal o un crecimiento significativo de la deuda podrían provocar una baja.

“La acción de calificación refleja que no se esperan cambios significativos en los fundamentos crediticios de la provincia en el corto y mediano plazo”, concluyó la calificadora.

📌 Claves del informe de Moody’s sobre Misiones

FORTALEZASDEBILIDADES
✔️ Márgenes operativos sólidos❌ Alta dependencia de transferencias nacionales
✔️ Baja carga de deuda❌ Débil entorno operativo general del país
✔️ Escasa exposición al riesgo cambiario

Factores que pueden mejorar la nota:

  • Aumento sostenido de ingresos propios.

Factores que pueden deteriorarla:

  • Deterioro fiscal mayor al previsto.
  • Crecimiento abrupto del endeudamiento.
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