MONOCULTIVO

Misiones en Venta: ¿Comida en la mesa o dólares en pocas manos?

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En la provincia de Misiones existen alrededor de 27.000 familias campesinas, pero, ¿Por qué son importantes? ¿Por qué no sería mejor que se muden a la ciudad y que sus campos pasen a ser cultivos de soja que nos traiga dólares del exterior?

En menos de 75 años la provincia paso de tener a 7 de cada 10 personas viviendo en la chacra a hoy tener 8 de cada 10 viviendo en la ciudad según los censos poblacionales realizados desde 1947. Esto representa una caída del 50%. Pero, ¿Qué pasó?

A continuación, la línea de tiempo con los sucesos que determinan la realidad actual:

  • El “Gran quiebre” ocurrió entre las décadas de los 60s – 70s, y fue consecuencia de factores como: La crisis del modelo yerbatero y forestal tradicional. El auge de los cultivos industriales (té, tung) que, si bien son agrícolas, requieren menos mano de obra por unidad de superficie. El inicio de la expansión de la frontera agropecuaria con el cultivo de tabaco que, si bien es rural, impulsó la concentración en pequeñas localidades.
  • Aceleración y Estancamiento (Décadas de 1980-1990): La urbanización se acelera. Es clave notar que, en el censo de 2001, la población rural absoluta dejó de crecer (291.788 en 1991 vs. 291.240 en 2001). Esto indica que el crecimiento poblacional natural (nacimientos) se estaba trasladando completamente a las ciudades.
  • Éxodo Acelerado (Censo 2010): Este censo marca un hito dramático. No solo bajó el porcentaje rural, sino que la cantidad absoluta de personas viviendo en áreas rurales se redujo en casi 36.000 personas. Esto es la definición pura de éxodo: la gente está abandonando el campo.
  • Consolidación de la Tendencia (Censo 2022): La población rural representa solo el 17,1% del total. Misiones se consolida como una provincia urbana, con una densidad creciente en el corredor de la Ruta Nacional 12 y un despoblamiento relativo de las áreas más alejadas.

Despoblamiento Rural y Desintegración Social: Como vimos en los datos del éxodo, la migración a las ciudades genera cordones de pobreza urbana. Las familias llegan a las periferias de las ciudades sin trabajo, hacinadas y sin acceso a servicios dignos. Se pierde el tejido social y cultural de las comunidades rurales, con saberes y tradiciones que se transmitieron por generaciones.

A este caos se le suma otro fenómeno mas reciente, el cual también constituye hoy una porción del sector productivo:

Éxodo Urbano en Misiones: El Sueño Rural vs. la Realidad: Se trata de un fenómeno reciente, impulsado post-pandemia, donde un número pequeño pero significativo de personas deja la ciudad para mudarse al campo misionero.

¿Quiénes son?

  • Perfil: Familias o profesionales jóvenes de clase media urbana (ej: de Posadas, Buenos Aires).
  • Motivación: Búsqueda de una vida más sana y natural, lejos del estrés urbano. Muchos son “nómades digitales”.

¿Por qué Fracasan Masivamente?
La idealización choca con una realidad compleja:

  1. Subestimación del Trabajo Rural: Llegan sin los conocimientos prácticos esenciales (siembra, cría de animales, oficios como albañilería). Subestiman el esfuerzo físico extremo y una curva de aprendizaje muy empinada.
  2. “Shock” de Infraestructura: Se encuentran con:
  • Internet inestable o nulo, un problema grave para teletrabajar.
  • Servicios básicos deficientes (cortes de luz, falta de agua corriente).
  • Caminos intransitables y lejanía de centros de salud y comercios.
  1. Inviabilidad Económica: Sus proyectos (huertas orgánicas, cabañas turísticas) suelen fracasar por:
  • Falta de un plan de negocios realista.
  • Altísima inversión inicial y retorno lento.
  • Dificultad para comercializar y competir con productores locales.
  1. Aislamiento Socio-Cultural: Sufren soledad, extrañan su red de contención urbana y les cuesta integrarse en comunidades rurales con códigos sociales muy consolidados.
  2. Brecha de Expectativas: Buscan “tranquilidad” pero encuentran una “vida dura”: monotonía, trabajo sin horarios, insectos, barro y clima adverso.

El fracaso de este éxodo se debe a la romantización de la vida rural sin una preparación adecuada para sus demandas físicas, económicas y logísticas. La ilusión de una “vida sencilla” se estrella contra la compleja realidad del trabajo y la vida en el campo.

¿Es debatible, la disputa entre la agroecología/multiproductividad y el agronegocio, siendo que estas constituyen al estado natural de las chacras locales antes del “gran quiebre”?

Hoy, se intenta elevar a carácter de “debate” la disyuntiva (chacra familiar – latifundio de monocultivo) con inescrupulosos argumentos como: “La agricultura del monocultivo transgénico a escala generará mucho más empleo que ponerse a plantar tomates y zapallo”. Expliquémoslo con manzanas: ¿Qué genera más puestos de trabajo? 1.000 hectáreas repartidas entre 40 familias campesinas que producen sandía, melón, tomate, morrón, lechuga y rúcula para luego vender sus productos en ferias francas de su pueblo? ¿O darle las 1.000 hectáreas a una sola empresa privada para que plante soja, fumigue escuelas, ríos y viviendas con glifosato, y luego venda los granos que cocechó a una empresa china? En síntesis: No podemos darnos el lujo de perder tiempo debatiendo esto.

Pero… ¿Y los dólares que nos daría la soja?

Las exportaciones de soja generan divisas que el país necesita para importar otros productos y pagar deuda. Sin embargo, la ganancia se concentra en unos pocos eslabones de la cadena: los grandes productores, las empresas de insumos (como Bayer/Monsanto), las cerealeras exportadoras y el sector financiero. Una mínima parte de esa riqueza vuelve a las regiones donde se produce, y casi nada llega a los trabajadores rurales o a las comunidades afectadas por los agroquímicos. El “Efecto Derrame” es Débil: La teoría dice que esta riqueza se “derramará” al resto de la economía. En la práctica, gran parte de esas ganancias se fugan al exterior (repatriación de utilidades de empresas multinacionales) o se invierten en sectores no productivos (especulación financiera, bienes raíces en ciudades).

No se trata de un simple “no está bien” desde una perspectiva moral, sino de las consecuencias socioeconómicas, ambientales y culturales que este proceso desencadena.

Estamos hablando de:

  • Pérdida de la Agricultura Familiar y Soberanía Alimentaria: Las chacras misioneras producen alimentos para el mercado local: mandioca, poroto, maíz, verduras, frutas, cerdos, aves. El agronegocio de la soja produce commodities para exportación (porotos, aceite, harina). No son alimentos que se consumen directamente. Si se reemplaza la primera por el segundo, la provincia se vuelve dependiente de importar alimentos de otras regiones, encareciendo la canasta básica y perdiendo control sobre su propia alimentación.
  • Concentración de la Tierra y Desigualdad: El modelo de agronegocio requiere grandes extensiones de tierra para ser rentable. Esto lleva a la concentración de la propiedad en pocas manos (grandes pools de siembra o empresas). Se pasa de un modelo de muchos pequeños propietarios a uno de pocos grandes terratenientes y una masa de población desarraigada.
  • Impacto Ambiental Crítico: La agricultura familiar suele ser más diversificada y, en muchos casos, más amigable con el monte nativo. El agronegocio, en cambio, se basa en el monocultivo a gran escala, que: Agota los nutrientes del suelo. Deforesta para expandir la frontera agropecuaria (en Misiones, esto sería sobre el ya reducido remanente de Selva Paranaense). Depende masivamente de agrotóxicos (herbicidas, pesticidas, fertilizantes sintéticos) que contaminan el suelo y el agua y afectan la salud de las comunidades aledañas.

La importancia de que las familias campesinas se arraiguen en sus chacras es clave para el desarrollo de la economía local, tanto para el sector productivo, como para la salud y el bolsillo de todos los ciudadanos de la provincia. Así de importante es defender al pequeño productor con variedad de cultivos en contraposición a los “pool de siembra” de monocultivo transgénico que pertenecen a empresas extranjeras cuyo fin último es explotar los minerales de la tierra, a costa de la salud del medio ambiente y de las comunidades locales, para llevar las ganancias a manos de grandes terratenientes y empresas extranjeras.

Por estos motivos, iniciativas emergentes como la lucha explicita contra Bayer/Monsanto (Que se traduce literalmente como: “Le compramos la enfermedad y la cura a la misma empresa”), la organización de productores para la deslegitimización de reclamos pro-glifosato, iniciativas como el proyecto “pan sin veneno” y toda iniciativa que defienda la soberanía alimentaria misionera sumados a el respaldo de un marco jurídico establecido por el Régimen de Impulso Integral de las Chacras Multiproductivas o la Ley de Promoción de la Producción de Bioinsumos dan en el clavo en cuanto al necesario apoyo para estas familias campesinas.

Ahora, vuelvo a preguntar: ¿Qué es mejor para la economía de los Misioneros? ¿Bayer/Monsanto o las familias chacreras?

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Sudamérica: una región plantadora de árboles, pero solo de dos especies

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Escribe Matias Avramow en Dialogo Chino – Los cultivos de pino y eucalipto proliferan en Brasil, Chile, Argentina y Uruguay, lo que ha llevado a los expertos a pedir cambios para reducir las amenazas a la biodiversidad, los suelos y el agua.

En el mundo es cada vez más frecuente escuchar un principio simple para actuar contra la crisis climática: plantar árboles. Los bosques son los mayores sumideros de dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que principalmente impulsa el calentamiento global. En 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas afirmó que una forestación significativa puede contribuir a los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5C. Para ello se necesitarían cientos de millones de hectáreas de nuevos árboles.

Sudamérica es una de las principales regiones de plantación de árboles a nivel global, con la segunda mayor superficie del mundo después de Asia concentrada en Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Sin embargo, aunque el 15% de los aproximadamente 131 millones de hectáreas de plantaciones de árboles del mundo se encuentran en Sudamérica, no han ayudado a resolver los problemas de deforestación de la región ni han demostrado ser muy eficaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Esto se da porque la mayoría de las plantaciones en Sudamérica son exclusivamente productivas y, en la mayoría de los casos, monocultivos industriales de pinos y eucaliptos. En otras palabras, se produce una única especie en áreas gigantes, con técnicas que aceleran el crecimiento como el uso de fertilizantes y pesticidas. Estas prácticas favorecen la degradación del suelo y la destrucción de la vegetación autóctona natural.

“Estos monocultivos no recuperan el carbono de la misma manera que los bosques naturales secundarios. Se puede eliminar un poco [de carbono], pero no fomentan la biodiversidad porque son especies exóticas”, explica a Diálogo Chino Carlos Nobre, científico del sistema terrestre en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo y destacado investigador en temas forestales en Brasil.

Millones de hectáreas de especies exóticas

En América del Sur, el 97% de las plantaciones son de especies exóticas, principalmente pino y eucalipto, que se utilizan sobre todo para obtener madera y pasta de papel, respectivamente. Brasil, Argentina, Uruguay y Chile albergan algunas de las mayores superficies plantadas de la región: durante el siglo pasado los cuatro países introdujeron estas especies para desarrollar sus industrias papelera y maderera, con la ayuda de subvenciones e iniciativas gubernamentales para promover su uso.

Mauricio Aguilera, ingeniero forestal de Chile, señala que las plantaciones en su país surgieron para combatir la erosión causada por la agricultura y quema de vegetación nativa antes de 1950. Después de este proceso se comenzó a plantar especialmente pino y eucalipto y se industrializó su producción. Esto ocurrió también en otros países, donde se plantaron árboles en tierras degradadas, dando lugar a un rápido crecimiento de los campos forestales.

Hoy en día, entre los cuatro países suman alrededor de 16,8 millones de hectáreas de plantaciones forestales totales. La mayoría se concentra en Brasil (67%), luego en Chile (19%), Argentina (7,1%) y Uruguay (7,1%). El Eucalyptus globulus, de rápido crecimiento, ha proliferado en la región y en sus sectores forestales: las plantaciones de eucalipto para la producción de pasta de papel predominan en todos estos países excepto en Chile, donde predomina el pino.

Según Hivy Ortiz, que desarrolla iniciativas regionales de agricultura sostenible y resiliente en América Latina y el Caribe para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el panorama de la industria forestal de la región ha cambiado a lo largo de los años. “Los programas de plantaciones originalmente estaban asociados a incentivos forestales. Ahora son, en su mayoría, inversiones privadas”, explica a Diálogo Chino.

Según un reporte del Banco Mundial, en 2021 la mitad de las exportaciones forestales se enviaron a Estados Unidos (28.6%) y China (23.2%). La otra mitad se distribuyó entre 204 países. La mayor parte de esta industria forestal se compone de una combinación de capitales nacionales e internacionales.

“El pino y el eucalipto, en sus lugares de origen, pueden tardar en crecer hasta 28 años porque son sitios más áridos o de latitudes más cercanas a los polos, pero en la mayor parte de Sudamérica se demora cuatro veces menos y por eso también plantar aquí se vuelve tan atractivo”, asegura Mónica Bedoya, administradora ambiental en la Universidad de Tecnológica de Pereira, en Colombia.

¿Qué impactos generan las plantaciones?

En la última década, científicos y organizaciones han advertido sobre los problemas relacionados con las plantaciones de pinos y eucaliptos que desplazan a los bosques nativos. Las consecuencias incluyen la facilitación de la propagación de enfermedades e incendios, al mismo tiempo que consumen grandes cantidades de agua y perjudican los niveles de biodiversidad. “En estos terrenos solo crece eso. Tú estás debajo y no crece nada más”, asegura Bedoya.

Cuatro personas de pie en una plantación de pinos verdes pequeños

Personas trabajando en un vivero de pinos en Los Ángeles, en el centro-sur de la región chilena del Biobío. El pino es la especie más plantada en el país (Imagen: Jean-Pierre Degas / Alamy)

La Universidad Politécnica Salesiana de Ecuador informa que la invasión de plantaciones de pinos y eucaliptos puede poner en peligro zonas de gran biodiversidad. Esto se debe a que aceleran el estrés hídrico local y modifican los suelos mediante, por ejemplo, la salinización y la acidificación.

En Brasil, las plantaciones de eucalipto están muy asociadas a la degradación del suelo en los bosques de la zona de la Mata Atlántica. Paulo Amaral, ingeniero forestal de Imazon, asegura que en esa región queda alrededor de un 6% de bosque nativo.

Según Aguilera, la industria se centra en la eficiencia: reforestar la misma tierra, plantando más árboles, a un ritmo más rápido y en espacios más reducidos.

Aguilera explica que esta eficiencia ha permitido reducir ciertos impactos, pero en el agua y en el suelo confiesa que aún persisten daños. “Efectivamente puede que hayan secado quebradas y aguas de consumo humano de algunas personas que viven en el campo. Posiblemente, porque se plantaron a una densidad muy alta, porque se ubican cerca de las fuentes de agua”, reconoce.

La alta densidad de plantaciones, añade Aguilera, también puede promover incendios forestales, que en el caso de los pinos es un proceso natural, pero que al haber tantos árboles juntos, puede generar estragos como los incendios de 2017 y 2023 en Chile.

¿Pueden existir beneficios ambientales?

En Chile, algunos expertos forestales destacan como un gran beneficio la capacidad de reducir la presión de deforestación al bosque nativo. “Si no fuera por estas plantaciones con especies exóticas, nosotros tendríamos muchos menos bosques originales”, asegura el ingeniero forestal chileno Edison Garcia Rivas.

Chile, a diferencia de Brasil, tiene un territorio más limitado. Por ello, las plantaciones se sitúan entre cordilleras, constituyendo una quinta parte de la cubierta forestal chilena. Desde que se eliminaron los subsidios a la industria en 2012, la expansión de las plantaciones en los bosques nativos ha disminuido sustancialmente.

Esto mismo sucede en el caso de Uruguay. Según asegura a Diálogo Chino el director nacional forestal de Uruguay, Carlos Faroppa, “desde hace años, nuestro país tiene deforestación cero”. Esto, explica, se debe a que la vegetación original del país nunca tuvo mucha cobertura boscosa, predominando varios tipos de pastizales, y también a “la serie de regulaciones que el gobierno viene implementando desde hace años”. Faroppa se refiere a las medidas y certificaciones de exportación que apoyan la gestión sostenible de la producción.

En el caso de Brasil y Argentina, las plantaciones aún no juegan un rol benéfico para la protección de los bosques, aunque no se descarta la posibilidad. Amaral asegura que las plantaciones en la Amazonía pueden “ser una forma de proteger los suelos en etapas iniciales, aunque nunca a largo plazo”.

Ana Di Pangracio, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en Argentina, considera que las actividades forestales deben estar mejor reguladas y se debe incentivar la siembra de árboles nativos. “En Argentina, y estoy segura que en el resto de la región, algo que se debe a nivel de gestión es el ordenamiento del territorio”, añade.

Ortiz no ve a las plantaciones forestales como una actividad altamente degradante, pero advierte: “tienen la función principal de reducir la amenaza al bosque nativo, siempre que se produzca de forma controlada y manejada, sin talar bosque nativo para poner plantaciones”, explica.

Planes de restauración

Existen proyectos incipientes destinados a la restauración de los bosques nativos en Sudamérica desde hace más de una década. La mayoría consisten en remover los incentivos a industrias como la forestal y plantear nuevos marcos normativos que busquen la restauración a través de prácticas productivas mixtas, protección de zonas específicas de bosques y, en casos de zonas muy perturbadas, la plantación de bosques nativos.

Brasil, Chile y Uruguay ya no subsidian la industria forestal y algunos, como Chile, apuntan hacia una producción mixta tanto agropecuaria como silvícola. Daniela Manuschevic, jefa de la división de especies y biodiversidad del Ministerio de Ambiente de Chile, explica: “Las plantaciones multifuncionales buscan conservar y producir tanto productos forestales no madereros como hongos y berries”. Esta sustitución de los monocultivos ayuda a la restauración del suelo, lo que aumenta las tasas naturales de captura de carbono.

En cuanto a las iniciativas de reforestación, uno de los ejemplos más emblemáticos es el de Re.green, en Brasil, que busca plantar un millón de hectáreas en la Amazonía y los bosques del Atlántico. Según Rodrigo Rodrigues, investigador de la Universidad de Sao Paulo, este es uno de los más grandes proyectos y va en consonancia con los objetivos de deforestación cero en Brasil.

Algunos de los esfuerzos de reforestación de América Latina son grandes iniciativas estatales, financiadas por el Estado o por fondos medioambientales como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Fondo Verde para el Clima. En Brasil, Chile, Uruguay y Argentina existen proyectos más pequeños y principalmente financiados por empresas privadas. Carlos Nobre destaca el caso de Vale, una empresa minera de hierro que se comprometió a plantar 500.000 hectáreas de bosques nativos.

Cuando la deforestación continúa y los suelos degradados se vuelven cada vez más impermeables, Manuschevich afirma que las consecuencias para las ciudades o pueblos pueden ser “catastróficas”. Y concluye con una sencilla declaración de intenciones: “En el contexto del cambio climático, ya sean precipitaciones o sequías extremas, los bosques multifuncionales y diversos nos proveen un seguro, una posibilidad de que los impactos no sean tan severos”.

Matias Avramow periodista ambiental mexicano.

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Vetiver, permacultura y preguntas incómodas

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Las extensiones de monocultivo contemporáneas parecieran fascinarnos al permitirnos perder nuestra mirada en estos hipnóticos océanos verdes interminables. Si te interesa en mayor o menor medida el medioambiente, quizás sepas algunas de las razones por las que estas inacabables líneas equidistantes repercuten tan atrozmente en el ecosistema, sin mencionar los insumos de los que dicho sistema depende. La pérdida de biodiversidad, la contaminación ambiental, la deforestación desmedida y la desertificación de los suelos, no son más que síntomas de un problema mucho mayor. Se nos enseño que “el campo” se estructura en torno a un determinado (paquete tecnológico) que engloba un conjunto de herramientas y productos a emplear a la hora de cultivar alimentos a mediana y gran escala. Al menos desde hace ya setenta años, se viene advirtiendo sobre las consecuencias del modelo de producción actual, señalando como éste no incluye entre sus métodos ninguna técnica resiliente para con la “materia prima” de la que el mismo depende, el suelo. 

Las consecuencias del monocultivo en sí, pueden ir desde; extinción de especies nativas, erosión de capa fértil, desalojos de campesinos y pueblos originarios, incremento de incendios y sobreconsumo de agua, entre otras tantas. Pero hay ciertos factores que tienden a ignorarse incluso por quienes luchan en contra de dicho modelo, los cuales tienen que ver con la misma proliferación de biodiversidad dentro de la misma plantación, es decir, con las mal llamadas “malezas” que, en un intento desesperado de la naturaleza por reestablecer su equilibrio, termina por fastidiar los planes del agricultor. Debido a esta emergente, el dueño de la extensión se ve obligado a dispersar mayores cantidades de productos que maten dichas molestias y permitan la proliferación de una única especie de planta, asegurando así una rentabilidad aceptable. 

Lo que a menudo tiende a ignorarse es el mecanismo mediane el cual las mismas plantas de (maíz, soja, trigo, arroz, etc.) absorben los nutrientes de la tierra. Paso a explicar: Las plantas no son maquinas automáticas diseñadas para convertir, mediante una reacción química “fotosintética”, determinados nutrientes en vitaminas y proteínas destinados a la alimentación de animales o humanos. Sino que no son más que una mera parte de un ciclo vivo, en dicho ciclo, la planta interactúa con diversas formas de vida para garantizar su proliferación, entre ellos se encuentran los insectos polinizadores, las redes de micorrizas (hongos) que garantizan el intercambio de carbono, nitrógeno y fósforo, entre otras especies vegetales, o los microorganismos que participan en el intercambio iónico y catiónico, fundamentales en la sintetización de nutrientes. 

El uso desmedido de fertilizantes sintéticos, el monopolio de las semillas transgénicas, y la incorrecta disposición de plantaciones en terrenos con pendiente, desequilibran la diversidad de especies, dando como resultado pérdidas económicas gigantescas para el productor, obligándolo a abandonar el lugar en busca de otro terreno fértil. Desde el punto de vista de la neurobiología vegetal, la eliminación de las redes subterráneas de interacción entre plantas y microorganismos, no solo conlleva una ineficiente absorción de componentes orgánicos, sino que lleva a “estupidizar” al suelo, aniquilando conocimiento milenario que habría sido capturado en las redes del mismo. De este modo, el suelo “ya no sabe” como regenerarse de la misma manera que antes. 

Al día de hoy, existen centenares de técnicas y metodologías destinados a la resiliencia ambiental, la “Permacultura” tiende a ser mas bien una relación del productor-consumidor con el cultivo, en el que se entiende a la biodiversidad, insectos, microrganismos y malezas, como una parte indispensable para la producción de alimento. Desde dicha postura, también se plantea que, a la hora del cultivo de hortalizas, arboles, y demás, el objetivo jamás es la planta en sí misma. Sino que se apunta a fortalecer el suelo en el que yace la misma, sosteniendo que la salud y el valor nutricional ideal de la planta no es mas que un mero producto de un suelo fértil y bien cuidado. Uno de los pilares de la permacultura, es la correcta cobertura del suelo, ya que la proliferación de la biodiversidad del mismo no sería posible en lo que se conoce como un suelo “desnudo”. También lo es la correcta disposición de las hileras del cultivo, es decir, una muy consciente distribución de las mismas en función del terreno a cultivar. En ello, técnicas como el “Keyline” son en extremo vanguardistas, ya que respetan las demarcaciones naturales del terreno, evitando la erosión desmedida y creando “terrazas”, fundamentales a la hora de elaborar una nueva hilera cultivable. 

También existe una “planta mágica”, algo que la agroecología y la permacultura entienden como un “santo grial” si tenemos en cuenta todas las problemáticas antes postuladas. El Vetiver, es una planta de origen hindú, domesticada hace ya varios milenios, destinada originalmente a la perfumería. Esta maravillosa gramínea puede extender sus raíces desde cinco a diez metros de profundidad, reteniendo el suelo fértil de una manera rara vez vista en el reino vegetal, evitando el fenómeno de la erosión, reteniendo la humedad en sus cercanías e impulsando la proliferación de micro y macroorganismos. Además, esta planta tiene un índice de producción de biomasa por encima del promedio, disponiendo así de material para la cobertura del cultivo de hortalizas “Mulching” y asegurando la correcta conservación de la humedad y la biodiversidad del suelo. La extrema concentración de silicio en sus hojas, provoca una muy lenta descomposición de las mismas, haciendo que no tengamos que volver a cubrir nuestros cultivos al menos por un año entero. La cosecha de la biomasa del Vetiver, se realiza al menos cuatro veces al año, disponiendo así de enormes cantidades de material de cobertura. Además, sus hojas tienen todos los nutrientes encontrados en el subsuelo, inalcanzable para las raíces de los cultivos, llevándolos devuelta a la superficie, donde se les puede sacar verdadero provecho. Como si esto fuera poco, tiene una extremadamente elevada capacidad de retención de carbono, es decir, la capacidad de eliminar el Co2 de la atmósfera, brindándonos una herramienta espectacular a la hora de intentar revertir los aberrantes efectos del cambio climático.

Los extremadamente escasos requerimientos técnicos, tecnológicos y energéticos que su cultivo conlleva, nos llevan a cuestionarnos cosas tan fundamentales como, si lo que para los agricultores latifundistas tanto importa es la rentabilidad, ¿Por qué ignoran técnicas que garantizarían incluso su propio provecho? Si la permacultura se ocupa de garantizar la posibilidad a largo plazo de sostener una eficaz proliferación de los cultivos para asegurar el destino de la humanidad misma, ¿Por qué seguimos defendiendo al modelo vigente como la única fuente de alimentación posible del planeta entero? O inclusive ¿Realmente significan las modalidades de producción alternativas, matar de hambre a tres cuartas partes de la población? ¿O es acaso el agronegocio que hoy prima, lo que representa un verdadero peligro a la hora de garantizar el pan en la mesa de las futuras generaciones?

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“Las Regiones son una construcción histórica y deben comprenderse en su contexto”, afirmó Silvia Ospital

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La investigadora María Silvia Ospital participó del primer congreso de Historia Regional en la Universidad de la Cuenca del Plata. Allí planteó la posibilidad de usar la publicidad gráfica y publicaciones periódicas como fuentes para el estudio de la historia regional.
Ospital es investigadora Independiente CONICET (jub.) e Investigadora Centro de Estudios de la Argentina Rural – Universidad Nacional de Quilmes (jub.). También es profesora y doctora en Historia (UNLP). Docente de la Universidad Nacional de Quilmes.
Ella es especialista en temas de historia social argentina. Ha publicado libros y capítulos de libros sobre inmigración. Actualmente realiza investigaciones sobre vitivinicultura y ha iniciado una línea de estudios sobre intelectuales y sus propuestas en materia regional.
Para estos últimos trabajos comenzó a utilizar publicaciones periódicas y publicidad gráfica (en publicaciones periódicas) como fuente documental. Esto es un nuevo enfoque que se viene dando dentro de los historiadores y ella planteó en su charla las formas de aprovechar este material en la comprensión del desarrollo regional.
Desde los círculos académicos más prestigiosos existió durante mucho tiempo la creencia de considerar como válidos para el estudio sólo a ciertos objetos. Afortunadamente, desde hace ya varias décadas el panorama se ha ampliado notablemente y se han incorporado otros objetos de estudio –publicidad, carteles, revistas, etc.– que presentan nuevos desafíos para su análisis
Sobre estos abordajes y sobre algo contenidos de historia de nuestra región charló con Economis.
Destacó que para poder usar publicaciones periódicas de un periodo determinado obliga al estudio del contexto social en que se produce el discurso periodístico, informativo. Comentó que se debe analizar el propósito didáctico de esta publicación, conjuntamente el contexto, la sociedad, la prensa, el discurso y la función de la imagen.
-Cómo pueden usarse las publicaciones periódicas para comprender la historia regional
El congreso apunta a la historia regional, por ello yo decidí hacer una serie de comentarios sobre el uso de la publicidad gráfica y las publicaciones periódicas como fuente para la historia regional. Básicamente porque los últimos años estuve usando ambos elementos para hacer algunos trabajos. La idea es hacer una presentación general de esas temáticas, ver las interrelaciones y comentar un par de trabajos míos, para que sirvan como disparadores de otros proyectos.
-Cómo abordar el uso de estas publicaciones periódicas, comprendiendo que toda publicación tiene su sesgo y mirada, para no perder la rigurosidad.
La rigurosidad está dada por el contexto. Si estoy hablando de los boletines que publicó la asociación de Bodegueros, seguramente me voy a encontrar con una determinada actitud respecto a la agroindustria vitivinícola, si yo estoy leyendo material producido por ejemplo por un sindicato de trabajadores de la viña me voy a encontrar con otro enfoque. Va a haber absoluta coherencia entre una cosa y la otra, no entre las dos, sino entre lo que produce cada grupo.
El trabajo consiste en determinar de dónde viene. Cuando digo que esto que voy a usar viene de tal parte, los autores son estos y estos son sus intereses, estoy siendo absolutamente coherente y clara.
Por ejemplo si estoy analizando publicaciones periódicas emanadas de un Ministerio, estoy hablando de la política pública.
Y por supuesto que no se dice que esto es lo cierto o lo real.
-Esta es la mirada de
Claro, es la mirada de. Entonces lo que tengo que hacer es describir el órgano emisor primero. Para poder describir que esto dice así, así y así porque viene de tal lado.
-Sirve para contrastar las realidades, porque todas son subjetivas
Siempre son subjetivas. Siempre me río de la canción que dice que si la historia la escriben los que ganan, hay otra historia. Hay otra historia, pero tampoco es la verdadera. No existe la verdadera historia. Lo que hay son distintos enfoques sobre determinadas realidades.
Algunas veces se hacen descripciones paradisíacas de algo que no lo es. Entonces eso es lo que se contrasta.
Yo puedo usar estos materiales para hablar de determinadas cuestiones regionales. Si estoy estudiando la producción de yerba mate en esta región voy a tomar, si quiero lo que producen periódicamente los órganos Estatales, locales, provinciales y nacionales o las asociaciones de productores; y con todas esas miradas puedo armar algo. O puedo decir, que este trabajo se basa en el estudio de tal fuente y esta fuente dice tal y tal cosa porque viene de tal lado.
No es que este tipo de selección de material sea novedoso, lo nuevo es el enfoque y la metodología de trabajo. Entonces el uso de estos materiales es mejor desmenuzado y aprovechado.
-El historiador Claudio Montiel hablaba del NEA como una región empobrecida desde el poder central, lo mismo planteó la Doctora Noemí Girbal reconociendo que hay un sesgo unitario desde lo económico. Por ello Montiel planteaba la necesidad de comprender regionalmente porque somos “empobrecidos”
Hay que tener en cuenta que la idea de región es una construcción histórica. Eso seguramente Noemí lo habrá planteado. Uno puede hablar de una determinada región en determinado momento histórico, los límites de la región y las características cambiarán con el tiempo.
Estamos hablando siempre de una construcción. Generalmente en torno a una determinada actividad económica, que es de una determinada manera marca las características de la región. Y en el caso de la Argentina en el 90 por ciento de los casos esa actividad es agrícola. No solamente agrícola, sino agraria en general.
Si uno habla de la región pampeana habla del ganado y las mieses, si habla de Cuyo habla del vino, si habla de Tucumán y Salta habla del azúcar o del tabaco y si uno habla de esta región uno habla de distintas cosas. Corrientes en un tiempo fue profundamente ganadera, en otro incorporó otro tipo de producciones.
Lo que pasa con lo que decís, sobre de qué manera distintas regiones se van quedando para los costados. Eso tiene que ver cómo fue conformado la Argentina como Estado nacional. Fue un agregado de distintos pedazos.
Hubo una serie de elementos que determinaron esa conformación. En muchos casos tuvo que ver con la presencia del Ferrocarril, que llegaba a unas regiones y a otras no. Con las características de las Burguesías locales cuando existían y eran fuertes, que se quedaban para sí con una parte del poder y la riqueza. Otra tiene que ver con que quienes detentaban el poder político y económico hacían acuerdos con el gobierno central.
Vuelvo a insistir que la región es una construcción histórica. Hay momentos que la región tiene ciertos límites y luego otros.
-Esto es así, Misiones ha cambiado varias veces el foco de su producción principal, pero siempre referido a la producción primaria, sea yerba mate, tabaco, madera. Sobre esto el Ministro de Hacienda de la Provincia, Adolfo Safrán dijo en el Congreso que Argentina es una laboratorio de situaciones económicas y por ello es de suma importancia el estudio de la historia económica para poder anticipar medidas
Latinoamérica es un laboratorio, no solo Argentina. Argentina tiene sus características propias, sin lugar a dudas, pero hay ciertos rasgos que son comunes a toda Latinoamérica.
-Se habla de un resurgir de lo nacional, o local como resistencia a la Globalización. Los jóvenes se muestran interesados en esto o es una mirada idealista hacia lo vintage
Por un lado a los muy jóvenes la historia les interesa muy poco, es normal porque están preocupado por el futuro. Como no tienen capacidad histórica, les interesa lo mismo lo que paso hace 100 años o hace 2. Ese rasgo lo veo a veces de comentaristas, que buscan soluciones en el pasado, pero mezclando tiempos.
Los historiadores tenemos metido en la cabeza la cronología. Porque no da lo mismo lo que sucedió en 1880, que en 1930. Aunque uno pueda establecer ideas comunes.
A nivel mundial sí, se ve la globalización potenciada por los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Y por otro lado surgen los nacionalismo, regionalismo o lo que sea, como una forma de controlar esa globalización.
Lo que a mí me da un poco de preocupación, es que hay personas con las mejores intenciones buscando respuestas soluciones, que piensan que la historia es la biografía. Entonces a mí me interesa lo que hizo esta persona, este señor, esta señora, en lugar de tener en cuenta los procesos más integrales.
Nos quedamos en la persona, pero no pueden comprender que uno por más bueno o malo que fuera no es nada sin su contexto. Napoleón sin la Revolución Francesa, no sería el Napoleón que conocemos.
En ese sentido es muy útil leer lo que dicen los grandes historiadores, para reflexionar sobre la realidad histórica. Todo lo que escribió Eric Hobsbawm sobre el siglo XIX es realmente muy útil como análisis para entender los distintos procesos.
A veces quedarse con lo tradicional, en el pasado es muy lindo, muy grato, pero es también una forma de no ver donde estamos parados hoy.
Es cierto que se construyó un país con un centro y con pedacitos a los costados en peor o mejor situación. Ahí hay muchas responsabilidades, no solos del poder central. Hay responsabilidades de sectores regionales que una vez que ordenaron sus “quintitas” se quedaron conformes con la situación.
-Cada espacio trata de mantener su estatus
Eso es normal, todos hacemos lo mismo. A nivel personal, a nivel político. El problema es que cuando un sector con una cuota de poder importante, acá volvemos a hablar de los patrones y los trabajadores. Cuando esos sectores se aseguran una serie de cosas y no se preocupan del resto.
Cuando se conformó el Estado nacional en 1860 en adelante, el gran modelo es la pampa húmeda, que exportó lana, luego carne de oveja, luego carne vacuna, y por supuesto a partir de 1900 granos. Hay dos o tres sectores del interior que se refuncionalizan con producciones quizás de la época de la Colonia y se enganchan magníficamente con este sistema.
Dos ejemplos claros son los de Mendoza con el vino y Tucumán con el azúcar. Que se dedican al mercado interno y la posible exportación. Esto permite que la zona crezca, pero de una forma muy deformada, porque un pequeño sector crece y el resto son trabajadores que se rompen el alma como cualquiera.
-O sea crean asimetrías internas
Claro esa es las características de los países dependientes. No solamente un centro afuera, sino que dentro del país hay varios centros regionales.
-El Ingeniero Agrónomo Javier Souza Casadinho destacó hace poco en una entrevista que siempre hubo en una tensión sobre cuál era el “monocultivo” del país, si la carne, el trigo y ahora la soja y si se podía producir otras cosas.
El gran problema con el campo, producimos trigo o producimos carne. Y según las vueltas que hay afuera, en los mercados internacionales o producimos una cosa u otra.
Lo cual es todo un drama. Porque la rotación de cultivos que se dio durante años permitía una preservación del suelo. Pero con la soja no se permite esa recuperación. Eso se estudia con la corriente de la Historia Ambiental.
Pero no solo es la región central del país, sino que cada microrregión tiene sus “monocultivos” o “monoproducciones”. Claro que aún queda que la imagen más comúnmente asociada con la historia económica argentina, referencia un país exportador de materias primas agropecuarias la Argentina de los ganados y las mieses, según un poeta que mantuvo ese perfil por muchos años y la idea de progreso, matriz mental dominante cuya prevalencia se advierte en el pensamiento de políticos y militares.
Los estudios científicos sobre el surgimiento y continuación del país, en sus versiones económica y social, demuestran una realidad mucho más compleja y multifacética, con emprendimientos no siempre exitosos y con una mirada abarcadora de los territorios argentinos externos a la zona pampeana o al litoral portuario.
Las regiones de Cuyo, el norte occidental, la Patagonia y el territorio misionero tuvieron sus desarrollos propios, con distintas articulaciones con la zona central o con sub-regiones dinámicas, con lógicas de funcionamiento propias y en estrecha relación con otros países vecinos.
Estas regiones que podemos considerar marginales nos hablan de la complejidad y heterogeneidad del mundo rural, de diversas modalidades de inserción y desarrollo, de economías regionales que crecen sin mirar al Atlántico, en suma de un país cuya diversidad económica y social constituye un rasgo característico hasta nuestros días.
El estudio de estas regiones permite conocer una serie de elementos comunes. En primer lugar la presencia fundamental del Estado Nacional, estimulando desarrollos productivos, no solo en los inicios de la actividad sino en su continuidad. En varios casos, el tendido de vías férreas, uniendo zonas productoras con centros consumidores, fue decisivo.
La importancia del mercado interno para azúcar y vino, por ejemplo, fue otro factor común. Finalmente es posible agregar una referencia a la extensa red de relaciones establecida entre el gobierno central y las burguesías locales, cuando estas existían, o con los grupos interesados en la región aunque se encontraran radicados en otros espacios.

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