Misiones en Venta: ¿Comida en la mesa o dólares en pocas manos?

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En la provincia de Misiones existen alrededor de 27.000 familias campesinas, pero, ¿Por qué son importantes? ¿Por qué no sería mejor que se muden a la ciudad y que sus campos pasen a ser cultivos de soja que nos traiga dólares del exterior?

En menos de 75 años la provincia paso de tener a 7 de cada 10 personas viviendo en la chacra a hoy tener 8 de cada 10 viviendo en la ciudad según los censos poblacionales realizados desde 1947. Esto representa una caída del 50%. Pero, ¿Qué pasó?

A continuación, la línea de tiempo con los sucesos que determinan la realidad actual:

  • El “Gran quiebre” ocurrió entre las décadas de los 60s – 70s, y fue consecuencia de factores como: La crisis del modelo yerbatero y forestal tradicional. El auge de los cultivos industriales (té, tung) que, si bien son agrícolas, requieren menos mano de obra por unidad de superficie. El inicio de la expansión de la frontera agropecuaria con el cultivo de tabaco que, si bien es rural, impulsó la concentración en pequeñas localidades.
  • Aceleración y Estancamiento (Décadas de 1980-1990): La urbanización se acelera. Es clave notar que, en el censo de 2001, la población rural absoluta dejó de crecer (291.788 en 1991 vs. 291.240 en 2001). Esto indica que el crecimiento poblacional natural (nacimientos) se estaba trasladando completamente a las ciudades.
  • Éxodo Acelerado (Censo 2010): Este censo marca un hito dramático. No solo bajó el porcentaje rural, sino que la cantidad absoluta de personas viviendo en áreas rurales se redujo en casi 36.000 personas. Esto es la definición pura de éxodo: la gente está abandonando el campo.
  • Consolidación de la Tendencia (Censo 2022): La población rural representa solo el 17,1% del total. Misiones se consolida como una provincia urbana, con una densidad creciente en el corredor de la Ruta Nacional 12 y un despoblamiento relativo de las áreas más alejadas.

Despoblamiento Rural y Desintegración Social: Como vimos en los datos del éxodo, la migración a las ciudades genera cordones de pobreza urbana. Las familias llegan a las periferias de las ciudades sin trabajo, hacinadas y sin acceso a servicios dignos. Se pierde el tejido social y cultural de las comunidades rurales, con saberes y tradiciones que se transmitieron por generaciones.

A este caos se le suma otro fenómeno mas reciente, el cual también constituye hoy una porción del sector productivo:

Éxodo Urbano en Misiones: El Sueño Rural vs. la Realidad: Se trata de un fenómeno reciente, impulsado post-pandemia, donde un número pequeño pero significativo de personas deja la ciudad para mudarse al campo misionero.

¿Quiénes son?

  • Perfil: Familias o profesionales jóvenes de clase media urbana (ej: de Posadas, Buenos Aires).
  • Motivación: Búsqueda de una vida más sana y natural, lejos del estrés urbano. Muchos son “nómades digitales”.

¿Por qué Fracasan Masivamente?
La idealización choca con una realidad compleja:

  1. Subestimación del Trabajo Rural: Llegan sin los conocimientos prácticos esenciales (siembra, cría de animales, oficios como albañilería). Subestiman el esfuerzo físico extremo y una curva de aprendizaje muy empinada.
  2. “Shock” de Infraestructura: Se encuentran con:
  • Internet inestable o nulo, un problema grave para teletrabajar.
  • Servicios básicos deficientes (cortes de luz, falta de agua corriente).
  • Caminos intransitables y lejanía de centros de salud y comercios.
  1. Inviabilidad Económica: Sus proyectos (huertas orgánicas, cabañas turísticas) suelen fracasar por:
  • Falta de un plan de negocios realista.
  • Altísima inversión inicial y retorno lento.
  • Dificultad para comercializar y competir con productores locales.
  1. Aislamiento Socio-Cultural: Sufren soledad, extrañan su red de contención urbana y les cuesta integrarse en comunidades rurales con códigos sociales muy consolidados.
  2. Brecha de Expectativas: Buscan “tranquilidad” pero encuentran una “vida dura”: monotonía, trabajo sin horarios, insectos, barro y clima adverso.

El fracaso de este éxodo se debe a la romantización de la vida rural sin una preparación adecuada para sus demandas físicas, económicas y logísticas. La ilusión de una “vida sencilla” se estrella contra la compleja realidad del trabajo y la vida en el campo.

¿Es debatible, la disputa entre la agroecología/multiproductividad y el agronegocio, siendo que estas constituyen al estado natural de las chacras locales antes del “gran quiebre”?

Hoy, se intenta elevar a carácter de “debate” la disyuntiva (chacra familiar – latifundio de monocultivo) con inescrupulosos argumentos como: “La agricultura del monocultivo transgénico a escala generará mucho más empleo que ponerse a plantar tomates y zapallo”. Expliquémoslo con manzanas: ¿Qué genera más puestos de trabajo? 1.000 hectáreas repartidas entre 40 familias campesinas que producen sandía, melón, tomate, morrón, lechuga y rúcula para luego vender sus productos en ferias francas de su pueblo? ¿O darle las 1.000 hectáreas a una sola empresa privada para que plante soja, fumigue escuelas, ríos y viviendas con glifosato, y luego venda los granos que cocechó a una empresa china? En síntesis: No podemos darnos el lujo de perder tiempo debatiendo esto.

Pero… ¿Y los dólares que nos daría la soja?

Las exportaciones de soja generan divisas que el país necesita para importar otros productos y pagar deuda. Sin embargo, la ganancia se concentra en unos pocos eslabones de la cadena: los grandes productores, las empresas de insumos (como Bayer/Monsanto), las cerealeras exportadoras y el sector financiero. Una mínima parte de esa riqueza vuelve a las regiones donde se produce, y casi nada llega a los trabajadores rurales o a las comunidades afectadas por los agroquímicos. El “Efecto Derrame” es Débil: La teoría dice que esta riqueza se “derramará” al resto de la economía. En la práctica, gran parte de esas ganancias se fugan al exterior (repatriación de utilidades de empresas multinacionales) o se invierten en sectores no productivos (especulación financiera, bienes raíces en ciudades).

No se trata de un simple “no está bien” desde una perspectiva moral, sino de las consecuencias socioeconómicas, ambientales y culturales que este proceso desencadena.

Estamos hablando de:

  • Pérdida de la Agricultura Familiar y Soberanía Alimentaria: Las chacras misioneras producen alimentos para el mercado local: mandioca, poroto, maíz, verduras, frutas, cerdos, aves. El agronegocio de la soja produce commodities para exportación (porotos, aceite, harina). No son alimentos que se consumen directamente. Si se reemplaza la primera por el segundo, la provincia se vuelve dependiente de importar alimentos de otras regiones, encareciendo la canasta básica y perdiendo control sobre su propia alimentación.
  • Concentración de la Tierra y Desigualdad: El modelo de agronegocio requiere grandes extensiones de tierra para ser rentable. Esto lleva a la concentración de la propiedad en pocas manos (grandes pools de siembra o empresas). Se pasa de un modelo de muchos pequeños propietarios a uno de pocos grandes terratenientes y una masa de población desarraigada.
  • Impacto Ambiental Crítico: La agricultura familiar suele ser más diversificada y, en muchos casos, más amigable con el monte nativo. El agronegocio, en cambio, se basa en el monocultivo a gran escala, que: Agota los nutrientes del suelo. Deforesta para expandir la frontera agropecuaria (en Misiones, esto sería sobre el ya reducido remanente de Selva Paranaense). Depende masivamente de agrotóxicos (herbicidas, pesticidas, fertilizantes sintéticos) que contaminan el suelo y el agua y afectan la salud de las comunidades aledañas.

La importancia de que las familias campesinas se arraiguen en sus chacras es clave para el desarrollo de la economía local, tanto para el sector productivo, como para la salud y el bolsillo de todos los ciudadanos de la provincia. Así de importante es defender al pequeño productor con variedad de cultivos en contraposición a los “pool de siembra” de monocultivo transgénico que pertenecen a empresas extranjeras cuyo fin último es explotar los minerales de la tierra, a costa de la salud del medio ambiente y de las comunidades locales, para llevar las ganancias a manos de grandes terratenientes y empresas extranjeras.

Por estos motivos, iniciativas emergentes como la lucha explicita contra Bayer/Monsanto (Que se traduce literalmente como: “Le compramos la enfermedad y la cura a la misma empresa”), la organización de productores para la deslegitimización de reclamos pro-glifosato, iniciativas como el proyecto “pan sin veneno” y toda iniciativa que defienda la soberanía alimentaria misionera sumados a el respaldo de un marco jurídico establecido por el Régimen de Impulso Integral de las Chacras Multiproductivas o la Ley de Promoción de la Producción de Bioinsumos dan en el clavo en cuanto al necesario apoyo para estas familias campesinas.

Ahora, vuelvo a preguntar: ¿Qué es mejor para la economía de los Misioneros? ¿Bayer/Monsanto o las familias chacreras?

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