Obesidad

Casi 26 millones de argentinos tienen sobrepeso u obesidad

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La situación alimentaria en la Argentina atraviesa un estado crítico que se arrastra desde hace años. Así lo confirma un documento técnico presentado esta semana en el Vigésimo Tercer Congreso Argentino de Nutrición, el encuentro científico más relevante del país en la disciplina. El informe, elaborado por un equipo de especialistas encabezado por Sergio Britos, advierte que casi 26 millones de personas presentan sobrepeso u obesidad. Sin embargo, la malnutrición también se manifiesta en dietas insuficientes y poco diversas, especialmente en la infancia y en los sectores de menores recursos.

“En las últimas décadas se consolidó un patrón alimentario que combina exceso de calorías con déficit de nutrientes esenciales y de alimentos clave en la dieta. La mayoría de los argentinos realiza una alimentación desequilibrada, que conduce a múltiples deficiencias y a enfermedades crónicas. Pero no se trata de una responsabilidad individual: forma parte de un sistema alimentario que desde un inicio no tiene como objetivo producir dietas saludables, acompañado de una economía que limita el acceso a ellas y de una visible ausencia de Educación Alimentaria y Nutricional”, explicó Britos, coordinador del informe y vicepresidente del Congreso.

El documento, titulado “Sistema alimentario en la Argentina: seguridad alimentaria, dietas saludables y salud ambiental”, detalla que la malnutrición atraviesa todas las etapas de la vida. En la infancia, se expresa en déficits de hierro, vitamina D, calcio, zinc y ácidos grasos esenciales. En la adolescencia, persisten dietas pobres en vegetales, frutas y lácteos, junto con excesos de harinas refinadas, panificados y alimentos de consumo ocasional. En la adultez, predominan la obesidad y enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.

La investigación advierte un dato alarmante: en 2024, la inseguridad alimentaria alcanzaba al 35,5 por ciento de los niños y adolescentes. Es decir, más de uno de cada tres no accede de manera adecuada y sostenida a los alimentos que necesita para crecer. Y lo poco que llega a su mesa suele tener una calidad nutricional muy pobre.

“La malnutrición no es solo la falta de comida, es también el hambre de calidad. Y los datos muestran que nuestro sistema alimentario no logra garantizar lo más básico: que todos accedan a alimentos frescos, variados y nutritivos”, señaló Ayelén Borg, licenciada en Nutrición, coautora del documento y especialista en políticas alimentarias.

El informe aclara que el problema no radica en la falta de disponibilidad: en el país existe una oferta energética superior a las 3.300 calorías y 120 gramos de proteínas por persona. El inconveniente son los incentivos que determinan qué se produce y cómo se distribuye. El sistema genera en exceso granos, aceites y carnes, pero no cubre las cantidades mínimas de frutas, verduras, legumbres ni lácteos. Solo Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe aportan una fracción significativa de los alimentos que integran una dieta saludable. El resto depende de productos que provienen de zonas lejanas, lo que encarece costos y limita consumos de cercanía.

Otro factor que agrava el problema es el costo relativo de los alimentos nutritivos. Comprar 100 calorías de frutas, verduras o lácteos puede costar hasta siete veces más que la misma energía en panificados o harinas; y tres veces más que en alimentos de bajo valor nutricional. Entre 2018 y 2025, durante casi tres cuartas partes del tiempo, los productos más saludables fueron sistemáticamente más caros.

“El sistema impositivo también impacta de manera negativa: hasta el 40 por ciento del precio de los alimentos corresponde a impuestos. Eso encarece aún más lo saludable y refuerza la desigualdad. Hay que poner este tema en la agenda y pensar en mecanismos para que los alimentos de mayor calidad tengan una menor carga impositiva”, agregó Borg.

El documento cuestiona además la Canasta Básica de Alimentos, utilizada como referencia para medir la pobreza, que desde hace años dejó de reflejar una dieta equilibrada. Los alimentos de calidad cuestan en promedio un 37 por ciento más que el valor informado por el INDEC para esa canasta.

En cuanto a las políticas públicas, el análisis subraya que los programas alimentarios vigentes son útiles, pero están fragmentados. El Plan Alimentar perdió su enfoque nutricional original y funciona como una transferencia monetaria sin garantías de calidad en la dieta. Los comedores escolares y comunitarios siguen siendo espacios claves de contención, pero presentan deficiencias de infraestructura, provisión y calidad de los menús. Otros programas, como el Apoyo Alimentario 1000 Días, no aseguran que los recursos se traduzcan en alimentos saludables.

La discontinuidad de iniciativas como ProHuerta también representó un retroceso en el impulso a la producción local y comunitaria. “El enfoque fragmentado y compensatorio de las políticas alimentarias debe cambiar. Necesitamos una mirada de conjunto, con foco en calidad nutricional y articulación entre sectores”, sostuvo Britos.

Respecto a la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, a dos años de su plena vigencia, su impacto es limitado. Aunque más de la mitad de la población afirma estar dispuesta a usar la información de los sellos, solo una parte modifica efectivamente sus compras, y un 30 por ciento sostiene que compraría lo mismo. Para los especialistas, este instrumento debe acompañarse con campañas educativas sostenidas, aún ausentes.

El documento también llama la atención sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos, que persisten en supermercados y hogares, pese a los avances en programas de rescate. Reducirlos tendría un fuerte impacto económico, ambiental y social, al mejorar la disponibilidad de productos nutritivos.

Finalmente, el trabajo enfatiza la necesidad de una transformación en la educación alimentaria. Las Guías Alimentarias para la Población Argentina son técnicamente sólidas, pero carecen de alcance real. “La educación es fundamental, pero no alcanza con decirle a la gente qué debe comer si no tiene los medios para hacerlo. Hay que enseñar, sí, pero también garantizar que lo aprendido pueda ponerse en práctica”, concluyó Britos.

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Senado: bloque misionerista impulsa ley de prevención y control de la obesidad

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En el marco de la reunión de la Comisión de Salud del Senado de la Nación, se presentó el proyecto de ley que propone establecer un régimen integral para la prevención, el tratamiento y el control de la obesidad en la Argentina. La iniciativa, autoría de los senadores misioneros de “Innovación Federal” Carlos Arce (vicepresidente de la comisión) y Sonia Rojas Decut, fue enseñada en el Salón Arturo Illia y contó con la disertación del reconocido médico especialista en nutrición, Alberto Cormillot, Jorge Harraca, Jefe de Servicio de Cirugía Bariátrica y Metabólica del Hospital Privado de Rosario y Mónica Katz, médica especialista en Nutrición.

El proyecto busca declarar de interés nacional la prevención, el tratamiento y el control de la obesidad, definida como una enfermedad crónica, compleja, metabólica e inflamatoria. En el proyecto se destaca que esta patología requiere un abordaje multidisciplinario y continuo, debido a su naturaleza progresiva y al impacto que genera en la salud pública del país. 

Arce sostuvo que “hemos puesto como objetivo principal al paciente, que es lo más importante que tenemos en el equipo de salud” Además, resaltó que “hoy el enfoque jurídico lo define como un trastorno alimentario. Sobre esta definición, en la legislación actual, creemos que es parcial y desactualizada de lo que significa una enfermedad que debe ser considerada crónica con todos los enfoques preventivos e informativos y de tratamiento que debe tener una enfermedad crónica. Lo avalan consensos nacionales e internacionales de todas las sociedades científicas”.

Por su parte, Harraca, compartió la necesidad de actualizar la definición en la legislación vigente para pasar a un abordaje de la salud a la enfermedad. El médico especialista, también puntualizó en que las últimas encuestas nacionales de factores de riesgo muestran un gran crecimiento en los índices de obesidad pasando del 4% en 2005 al 30% en 2023. Sobre este punto, explicó que “el costo económico del 2018 para la Argentina fue de U$S 9.625 millones relacionados a la obesidad, de los cuales la mitad son costos directos en atención de personas con obesidad y sus complicaciones; y la otra mitad son los costos indirectos de pérdida de productividad, ausentismo laboral y mayor mortalidad. Una persona con obesidad mórbida le cuesta a la Nación U$S50.000 anuales”.

Katz, médica especialista en nutrición, focalizó su exposición en que “tenemos que disminuir la discriminación. ¿Por qué? Porque si nosotros logramos que sea una enfermedad no le van a endilgar al paciente con obesidad que es culpable de su enfermedad. Hoy, mucha gente que vive con sobrepeso cree que es culpable, y no lo es. Culpables somos nosotros que empezamos tarde a tratarlo, o la inercia de tantos años de no hacer cosas. Si la declaramos como enfermedad, la persona que vive con obesidad no va a ser culpable y discriminada porque es una enfermedad, porque nadie discrimina al que tiene cáncer”.

Para finalizar Cormillot, explicó que “estamos frente a una enfermedad muy compleja, porque no solamente actúa sobre los hechos del apetito, sino que actúa sobre los hechos del juicio. Entonces, las personas buscan salir por puertas que están pintadas sobre la pared, y no, no va a funcionar. Entonces, estamos en un tren con treinta vagones cargados cuesta abajo sin frenos y esperando que pare solo. Porque sé que el futuro, es el futuro de gente con sobrepeso. Entonces, veamos si nuestro país puede hacer algo”.

Este proyecto representa un paso significativo para abordar una problemática que afecta casi al 60% de la población y cuya incidencia sigue en aumento en todo el territorio nacional. Los legisladores instaron a avanzar en el debate parlamentario para garantizar la implementación de políticas públicas efectivas que protejan la salud de los argentinos.

Entre los principales objetivos de la propuesta, se incluyen:

  • Reconocer la obesidad como una enfermedad multifactorial, otorgándole igual prioridad que a otras enfermedades crónicas.
  • Promover hábitos saludables en la población general y fomentar la actividad física regular.
  • Garantizar el acceso a tratamientos integrales y adecuados mediante la detección temprana y la capacitación de profesionales de la salud.
  • Asegurar la cobertura de tratamientos farmacológicos, quirúrgicos y endoscópicos en el sistema público de salud.
  • Generar programas educativos en escuelas y entornos saludables que promuevan la alimentación adecuada y la resiliencia emocional.
  • Combatir la estigmatización de las personas con obesidad, promoviendo la diversidad corporal.
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Proponen quince medidas para abordar la obesidad en nuestro país

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Una alianza de referentes de organizaciones civiles vinculadas al sector de la salud, conformada -entre otros- por la Asociación Civil Sostén, la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO), la Federación Argentina de Diabetes, la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad, Enfermedad Metabólica y otras Relacionadas con la Obesidad (SACO) y el Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud (IPEGSA), elaboró y presentó un documento de posición denominado Sobrepeso y obesidad: un desafío para la salud y el desarrollo que requiere la participación de la sociedad civil.

Este posicionamiento evaluó las causas que explican el desarrollo del sobrepeso y la obesidad, y exploró 15 posibles caminos para frenar y revertir su desarrollo. El documento, que propone abordar a la obesidad como un problema social, para lo que se requiere un abordaje desde múltiples perspectivas, es el resultado de un ciclo de diálogos entre expertos bajo la consigna “Obesidad, la necesidad de una política integral”, una iniciativa que se inició en 2022.

“Estamos convencidos de que la obesidad es una enfermedad y que debe ser reconocida como tal, pero inclusive es más que eso: es una problemática más compleja, que requiere otro tipo de discusiones y una mirada social, mucho más amplia que la perspectiva estrictamente médica. Por eso, nos propusimos trabajar colaborativamente identificando sus causas y explorando aquellas posibles medidas para contribuir a contrarrestarla”, explicaron los autores del documento.

El Dr. Rubén Torres, médico sanitarista, Presidente y Director de Políticas Sanitarias y Salud Pública de IPEGSA, estuvo involucrado en esta iniciativa y sostuvo que “en el mundo, la prevalencia de obesidad se ha duplicado en los últimos 25 años (sobrepeso y obesidad casi se han triplicado en los últimos 40, afectando ahora al 44% de la población mundial). Hoy, en nuestro país, prácticamente dos tercios de los adultos tienen sobrepeso u obesidad, es decir 6 de cada 10 personas. Eso nos muestra que no estamos siendo exitosos con las medidas que hemos tomado hasta ahora y precisamos una mirada más completa del problema”.

La evidencia del impacto de la obesidad en la salud general es abrumadora: incrementa el riesgo de desarrollar diabetes y otros problemas de salud física y mental como hipertensión arterial, enfermedades respiratorias crónicas, enfermedad renal, cardiovascular, hepática y algunos tipos de cáncer, ansiedad, depresión, además de tensión en las articulaciones, disminución de la capacidad de movimiento y trastornos del sueño, incluyendo apneas, entre otras, sumadas a la estigmatización, discriminación y bullying. Pero también tiene un impacto significativo en la economía de un país y en el desarrollo de su capital humano. 

“Este informe intenta ser un llamado de atención, porque los niños y niñas de hoy tal vez sean la primera generación, en un siglo, que tenga una expectativa de vida inferior a la anterior y -en buena medida- eso se debe al desarrollo de enfermedades crónicas, muchas de las cuales son disparadas por el sobrepeso y la obesidad. Hoy se sabe que la obesidad genera o empeora muchas otras enfermedades, en algunos casos inclusive dificultando su tratamiento”, sostuvo Silvia Fernández Barrio, presidente de AEPSO, organización que también acompaña a personas con obesidad.

En la misma línea, la profesora Judit Laufer, presidente de la Federación Argentina de Diabetes, describió que “cuanto mayor es el exceso de peso y mayor el tiempo que la persona vive con ese exceso de peso, mayor es el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas1: está demostrado que los hombres con obesidad tienen casi siete veces más probabilidades y las mujeres más de 12 veces más chances de tener diabetes que los adultos con peso normal2.

Entre las conclusiones del trabajo, se destaca la necesidad de describir, de una vez por todas, el recorrido de la persona con obesidad, desde el desarrollo de su obesidad y sus causas, los hábitos de ingesta, los patrones socioculturales, el acceso a la comida saludable, la actividad física y los estímulos externos que la promueven o no, los aspectos metabólicos involucrados, las emociones, el estigma del entorno, las dificultades en los vínculos, los intentos fallidos de descenso de peso, la consulta médica, los tratamientos conductuales y farmacológicos, y la cirugía, entre otros aspectos, para identificar oportunidades de intervenciones que puedan cambiar el curso de la enfermedad.

Un problema de salud, múltiples causas y consecuencias

Persiste la percepción social, e inclusive entre algunos profesionales de la salud, de que la obesidad es meramente el resultado de las elecciones individuales relacionadas con la dieta y el ejercicio. Los autores del documento remarcaron que tratar la obesidad como una elección de estilo de vida no ha logrado detener su avance en Argentina y en el mundo; la ciencia de la obesidad es más compleja que eso y hoy se conoce que su desarrollo implica una combinación de factores ambientales, sociales, culturales, biológicos, psicológicos y genéticos.

La Organización Mundial de la Salud estima que el consumo promedio diario de alimentos per cápita en el mundo en desarrollo ha aumentado en 400 calorías, pasando de 2405 kcal en 1985 a 2850 kcal en 2015. En niños y adolescentes, las cifras crecen de manera alarmante: más del 40% tiene sobrepeso y obesidad en Argentina. Además, la obesidad dejó de estar asociada a países y personas de ingresos altos. Por el contrario, es cada vez más un problema de las poblaciones más vulnerables.

“El sobrepeso y la obesidad tienen, además, un gran impacto en las economías nacionales, por la reducción de la productividad, el aumento de la discapacidad, de los costos de atención médica y la reducción de la esperanza de vida. En países que los han estimado, como Brasil, los costos de atención de la salud relacionados con la obesidad se duplicarán, de US$ 5.800 millones en 2010 a US$ 10.100 millones en 2050”, puntualizó la Dra. Marisa Aizenberg, abogada y consultora en Derecho de la Salud, directora académica del Observatorio de Salud de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

“El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades crónicas que derivan de estos son una amenaza para la adquisición de capital humano y el crecimiento económico sostenido, porque afectan directamente la supervivencia de los adultos, la productividad de la fuerza laboral y exacerban cada vez más las desigualdades en salud, lo que contribuye a la brecha en capital humano entre ricos y pobres. Prevenir y controlar el sobrepeso y la obesidad puede impulsar aún más el progreso hacia los objetivos de poner fin a la pobreza”, advirtió el Dr. Rubén Torres.

Los desafíos y cómo enfrentarlos

Hay países que están tomando cartas en el asunto a través de políticas como impuestos a alimentos poco saludables y etiquetado frontal, cuya ley se sancionó y reglamentó en nuestro país el año pasado. Los gobiernos, con un apoyo multisectorial que incluya la voz de la sociedad civil, pueden tener un papel clave en el abordaje de este desafío para la formulación e intervención de políticas en sectores de agricultura, medioambiente, transporte, educación, fiscal y salud, incluyendo:

1. Educación: fortalecer la educación y la información nutricional en todos los ámbitos, desde la edad escolar.

2. Universidades: modificar la enseñanza en el pregrado de las carreras asociadas a la salud, dándole mayor lugar a la obesidad y su abordaje. Esto debería incluir el uso apropiado del lenguaje y las imágenes para que no resulten estigmatizantes.

3. Información: ofrecer educación terapéutica para que pacientes, familias y entornos tengan información acerca de la obesidad, sus consecuencias, formas de prevención, alimentación saludable y actividad física.Para lograrlo, como ya existe en la diabetes, se necesitarán educadores capacitados y reconocidos en el ámbito prestacional

4. Monitoreo de programas: contar con sistemas de información unificados que permitan conocer y monitorear los distintos programas que se llevan a cabo a nivel local en todo el país. Además, se debe facilitar a la población el acceso a información clara y de calidad sobre alimentación saludable y factores de riesgo, entre otros.

5. Acceso a productos saludables: trabajar en medidas y formas para que la población acceda a productos saludables, ya que las frutas y verduras son proporcionalmente más costosas que la comida industrializada.

6. Acceso a actividad física: asegurar los mecanismos e incentivar a los ciudadanos para que puedan realizar actividad física en lugares públicos y trasladarse activamente sin riesgos.

7. Impuestos y subsidios: gravado impositivo de los alimentos poco saludables y subsidio a los saludables.

8. Publicidad: limitación de la publicidad de alimentos ​​no saludables a través de una serie de regulaciones y políticas.

9. Urbanismo: mejora y rediseño urbanos mediante la promoción del transporte activo y el diseño y disponibilidad de espacios para mejorar la actividad física.

10. Estigma: combatir la estigmatización social.

11. Enfermedad: considerar la obesidad como enfermedad y tratarla como tal.  Diseñar políticas de prevención y programas integrales de cuidado y desarrollar equipos preparados.

12. Necesidades de los pacientes: adaptar la atención y las tecnologías en función de las necesidades de los pacientes con obesidad.

13. Abordaje integral: abordar la obesidad de manera interdisciplinaria, integral y escalable.

14. Clasificación: mejorar la clasificación a través de otros parámetros que vayan más allá del índice de masa corporal (IMC), como el sistema de estadificación de la obesidad de Edmonton (EOSS).

15. Tratamiento: garantizar el acceso de la población al tratamiento de la obesidad, independientemente de su condición socioeconómica. Esto incluye el acceso a todo medicamento y tratamiento aprobados y con evidencia científica, incluyendo los tratamientos quirúrgicos en los casos indicados.

“Estamos convencidos de que la obesidad no debe ser vista solo como una enfermedad, sino también como problema social que tiene que ser abordado desde múltiples perspectivas, confluyendo en iniciativas centradas en las personas, que faciliten y hagan posible acceder y utilizar en su totalidad las herramientas de las que el sistema dispone hoy para enfrentar esta epidemia”, concluyeron los autores del documento.

Este documento ha sido elaborado en forma independiente por el Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud, la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis, la Asociación Civil Sostén y la Federación Argentina de Diabetes, con apoyo de Novo Nordisk Pharma Argentina S.A.

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Estilo de vida saludable, actividad física y consulta a especialistas, las claves para prevenir la obesidad

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Profesionales del Hospital Escuela de Agudos “Dr. Ramón Madariaga” brindan información sobre obesidad, una patología que afecta a cerca del 50% de la población argentina, en su mayoría a hombres. Además refuerzan la importancia de consultar y mantenerse informado sobre el estado de salud general para evitar complicaciones relacionadas a esta patología.

La obesidad es una enfermedad acumulativa, crónica, compleja y multifactorial. Más de la mitad de la población Argentina presenta un problema de exceso de peso, y es importante hacer foco sobre ello ya que el sobrepeso y la obesidad pueden ocasionar otros problemas graves y crónicos en la salud (diabetes, hipertensión, enfermedades respiratorias crónicas, enfermedad de los riñones o hígado). Esta patología se trata de forma multidisciplinaria, esto quiere decir que se aborda a través de diferentes focos y con distintos especialistas.

El Hospital Escuela cuenta con un Equipo Interdisciplinario de Tratamiento de la Obesidad, integrado por médicos especialistas en nutrición, licenciados en nutrición, psicólogos y cirujanos especializados en procedimientos bariátricos y reconstructivos, entre otros.

Para prevenir el sobrepeso y la obesidad, los especialistas recomiendan llevar una alimentación saludable, consumir frutas y verduras, disminuir el consumo de bebidas azucaradas y de alimentos altos en calorías y grasas. Otra de las bases a tener en cuenta para prevenir el incremento de peso es la actividad física, un pilar fundamental en el control del peso.

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Drogas para bajar de peso, pueden causar parálisis de estómago de acuerdo a los expertos

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El principio activo de los medicamentos Ozempic® y Wegovy®, la semaglutida, ralentiza el vaciamiento gástrico y en algunos casos puede desencadenar vómitos excesivos.

Los médicos advierten por los efectos adversos que podrían causar las drogas inyectables para bajar de peso, cuyo principio activo la semiglutida, sería la causal de los mismos. Ante la creciente popularidad y demanda de los medicamentos Ozempic® (indicado para pacientes con diabetes) y Wegovy® (indicado para el tratamiento de la obesidad), tuvieron un crecimiento en los países que han sido autorizados.

Los expertos en nutrición observan que, en muchos casos, pueden provocar parálisis estomacal (gastroparesia) en algunos pacientes.

Ambos medicamentos, Ozempic® y Wegovy®, utilizan la droga semaglutida que imita a una hormona natural que ralentiza el paso de la comida a través del estómago, lo que ayuda a los pacientes a sentir más saciedad. Pero, algunos profesionales están preocupados porque estas drogas pueden causar o potenciar la parálisis estomacal en algunos casos, lo que puede llevar a vómitos excesivos.

Wegovy®, fue aprobado en nuestro país, para su venta bajo receta por la ANMAT. El laboratorio quien es fabricante de dos medicamentos que llevan este principio activo, sostuvo que estará disponible en la Argentina en los próximos 12 meses.

El medio CBS News, sostuvo que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) indicó que aún se requiere más investigaciones sobre el tema, ya que no ha podido establecer si los medicamentos fueron los causales de los trastornos digestivos, o fueron provocados por problemas diferentes.

La cadena de noticias estadounidense, por su parte estableció que el laboratorio Novo Nordisk, quien fabrica Ozempic® y Wegovy®, señalaron que los medicamentos son utilizados de manera segura desde hace años para tratar la diabetes y la obesidad. Estos medicamentos conocidos como agonistas de los receptores del péptido -1 similar al glucagón (GLP-1), actúan reduciendo la velocidad en la que los alimentos transitan por el estómago, lo que prolonga la sensación de saciedad de una persona.

Aunque, entre sus efectos adversos se pueden encontrar trastornos gastrointestinales, dolor en el abdomen, náuseas y vómitos. Estos efectos fueron registrados en estudios clínicos, mencionándose en las etiquetas de los medicamentos.

El endocrinólogo estadounidense, refiriéndose a esta situación ante el medio W Radio, sostuvo que Ozempic® no paraliza el estómago, sino que hace muy lento el vaciamiento gástrico. “Los efectos adversos de estos medicamentos derivan de sus propios ‘beneficios’ para el control del peso, la parálisis del estómago es un efecto que puede darse, no es que se paralice, sino que hace demasiado lento el vaciamiento gástrico. Y en personas muy sensibles, pueden sentir que va a ser muy lento y sentirán que la comida se quedó ahí”, indicó.

Sobre la duración de los efectos adversos, de suceder estos durarían más o menos 15 días a un mes luego de su aplicación.

El caso de Sharon Osbourne

La esposa del conocido Ozzy Osbourne, quien es presentadora de televisión, ha sido reconocida además por su experiencia ante los diversos tratamientos a los que se sometió para perder peso, entre ellos una cirugía bariátrica en el 99. A su vez, también reconoció los efectos de utilizar Ozempic®.

“Para mí, la primera semana fue una mierda porque vomitas todo el tiempo y sientes náuseas. Después de un par de semanas, desaparece y luego estás bien. Simplemente no tienes hambre”. Además, afirmó que su estómago cambió y se encogió permanentemente después de utilizar la semaglutida.

Los especialistas destacan que el uso de Ozempic® y Wegovy®, solo deben ser recetados en pacientes con diabetes, obesidad o sobrepeso grave con comorbilidades. La ingesta debe realizarse bajo supervisión médica en el marco de un tratamiento con dieta reducida en calorías y aumento de la actividad física.

La doctora Meera Shah, endocrinóloga de la Clínica Mayo, destacó que el efecto adverso más frecuente que ha notado en los pacientes es las náuseas, seguida de dolor en el abdomen, estreñimiento y diarrea.

La experta afirmó que “estos efectos secundarios pueden mejorar con el tiempo, pero al menos el 10% de los pacientes que inician tratamiento con estos medicamentos deben abandonarlo, ya que los efectos adversos no se alivian”.

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