Los santos de ayer y de hoy

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Carta de Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para la Solemnidad de Todos los Santos 1 de noviembre de 2020

En este domingo celebramos un acontecimiento importante para la Iglesia: la Solemnidad de todos los Santos, y al día siguiente en la liturgia tendremos presente la Conmemoración de todos los fieles difuntos. En estas dos celebraciones la Iglesia tiene presente a aquellos que han partido a la Casa del Padre. En el caso de los santos, son aquellos varones y mujeres que como nosotros experimentaron el llamado a la santidad y han buscado responder cumpliendo la voluntad de Dios en sus vidas. Varones y mujeres con nuestras mismas fragilidades y búsquedas, que la Iglesia con la «potestad de las llaves» ha declarado Santos. Ellos son miles, a
algunos los conocemos, y a ellos les imploramos que en la Casa del Padre donde están, intercedan ante Él por nosotros. Al día siguiente, rezamos por todos los difuntos. Muchas personas rezarán en los cementerios y en las Iglesias por sus seres queridos.

Queremos subrayar en esta reflexión dominical la necesidad de recordar que todos estamos llamados a la santidad. Por ahí, equivocadamente, podemos creer que la santidad es un llamado privilegiado para otros. O bien, erróneamente, pensamos que los santos fueron varones o mujeres que se caracterizaron sólo por realizar grandes milagros y ser personajes cuyas vidas fueron siempre extraordinarias. En realidad la santidad es un llamado para todos, que tiene que ser asumido en la vida diaria, en cada opción, en la cotidianidad.

Es cierto que aunque sabemos de «la universal vocación a la santidad» en la Iglesia, los contextos de nuestro tiempo hacen que las palabras «santidad», «virtud» y otras, tengan muy poca presencia en los avances tecnológicos y globalizados de nuestra época. Sin embargo, el testimonio cotidiano y silencioso de tantas personas hace que encontremos signos de esperanza. Hemos percibido especialmente en Aparecida que la evangelización, hoy como ayer, requiere que renovemos nuestro compromiso de ser «discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida».

El próximo 15 noviembre viviremos la 19a edición de la Peregrinación a nuestro Santuario Diocesano de Loreto. Este año, por la pandemia, será una peregrinación virtual. A las 11 h. celebraremos la Misa que será transmitida por Radio Tupá Mbaé, Canal 12 y otros medios de comunicación. Este año no suspenderemos las misas del domingo por la mañana como otros
años para que todos puedan participar de la misa de los Mártires de las Misiones en cada comunidad.

Estas celebraciones nos ayudan a tener muy presente la memoria de la evangelización realizada por muchos hace varios siglos. La memoria de nuestros Santos Mártires de las Misiones, con su vida y su sangre entregada en la misión por anunciar a Jesucristo, nos permiten asumir los desafíos presentes. La Iglesia en Misiones, con la fuerza y el gozo de vivir inserta en el corazón de las antiguas Misiones Jesuíticas, es heredera del espíritu que animó a los misioneros a evangelizar a los pueblos indígenas, y que se testimonia en las reducciones dispersas en su territorio. En estas tierras han plantado la evangelización hombres y mujeres que vivieron la santidad, entre ellos San Roque González, San Juan del Castillo y San Alfonso Rodríguez, los Mártires de las Misiones.

El retomar el camino de la memoria, la presencia de la Virgen de Loreto y su reducción, como un lugar de peregrinación en los tiempos de las mismas misiones en el siglo XVII, con sus tres espacios sagrados que convocaban a los devotos: la Capilla de Nuestra Señora de Loreto, el templo mayor y la Capilla del Monte Calvario, y los restos del tan querido P. Antonio Ruiz de Montoya que descansan allí, han llevado a que Loreto sea nuestro Santuario Diocesano.

Tenemos conciencia de esta herencia viva de las misiones jesuíticas de Loreto, con la proximidad de Santa Ana y San Ignacio, sumando la cultura y religiosidad de los inmigrantes y la fuerte religiosidad vigente en nuestro pueblo. Todo esto contribuye decididamente a la conformación de una identidad misionera en la que se integra lo antiguo y lo nuevo con sus valores propios.

Pidamos este domingo que la memoria de los santos, nos ayude a vivir hoy la santidad.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas.

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400 años de Concepción de la Sierra

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para la Solemnidad de la Inmaculada Concepción [8 de diciembre de 2019]

En nuestra Patria, por una autorización de la Santa Sede, desde hace algunos años, cuando coincide un domingo de Adviento con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, se permite celebrar a nuestra Madre en esta fecha, el 8 de diciembre, que es tan significativa para los cristianos en nuestra tierra. Este año queremos celebrar y agradecer a Dios por los 400 años de Concepción de la Sierra Concepción que fue una de las reducciones jesuíticas de los 30 pueblos guaraníes. Concepción fue una de las comunidades más importantes sobre el río Uruguay fundada por San Roque González de Santa Cruz. Viviremos con intensidad esta celebración con la misa de la mañana y tendremos la gracia que durante el día estará el corazón incorrupto de nuestro querido Santo. Esta será una celebración clave en el camino del año Mariano que estamos viviendo como Iglesia en la Argentina

En relación a esta celebración de la Inmaculada habitualmente he tratado de reflexionar sobre el valor de la pureza, especialmente ligado a nuestros niños y jóvenes. Debemos reconocer que teniendo en cuenta los peligros que acechan al tema de la vida en todas sus dimensiones, y el ambiente sobre todo que ofrecen algunos medios de comunicación, hablar de la pureza en los niños y jóvenes parece absurdo. Por un lado, nos escandalizamos de la violencia y los problemas juveniles, y por otro, la comunicación consumista, el alcohol y la droga entre otros, se multiplica descontroladamente.

Hace algún tiempo, los obispos argentinos, hemos enviado un mensaje que expresa nuestra preocupación sobre el tema de la droga y el narcotráfico en donde señalamos que «la sociedad vive con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en nuestro país. Son muchos los que nos acercan su angustia ante este flagelo. Nos conmueve acompañar a las madres y los padres que ya no saben qué hacer con sus hijos adictos, a quienes ven cada vez más cerca de la muerte. Nos quedamos sin palabras ante el dolor de quienes lloran la pérdida de un hijo por sobredosis o hechos de violencia vinculados al narcotráfico. Sabemos que este problema es un emergente de la crisis existencial del sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad. Se refleja en el deterioro de los vínculos sociales y en la ausencia de valores trascendentes. Cuando este mal se instala en los barrios destruye las familias, siembra miedo y desconfianza entre los vecinos, aleja a los chicos y a los jóvenes de la escuela y el trabajo.

Tarde o temprano algunos son captados como ayudantes del “negocio”. Hay gente que vende droga para subsistir, sin advertir el grave daño que se realiza al tejido social y a los pobres en particular… Lo que escuchamos decir con frecuencia es que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes. La sociedad a menudo sospecha que miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios de la justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos. Esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de cambio. Pero también es funcional y cómplice quien pudiendo hacer algo se desentiende, se lava las manos y “mira para otro lado”. Esta situación está dejando un tendal de heridos que reclaman de parte de todos, compromiso y cercanía. Jesús nos pide que nos inclinemos ante quien sufre y que tratemos con ternura sus heridas. San Pablo nos enseña a “tener horror por el mal y pasión por el bien” (Rm 12, 9). Por eso no debemos quedarnos solamente en señalar el mal.

Alentamos en la esperanza a todos los que buscan una respuesta sin bajar los brazos: A las madres que se organizan para ayudar a sus hijos. A los padres que reclaman justicia ante la muerte temprana. A los amigos que no se cansan de estar cerca y de insistir sin desanimarse.

A los comunicadores que hacen visible esta problemática en la sociedad. A los docentes que cotidianamente orientan y contienen a los jóvenes. A los sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos que en nuestras comunidades brindan espacios de dignidad humana. A los miembros de fuerzas de seguridad y funcionarios de otras estructuras del Estado que aún a riesgo de su vida no se desentienden de los que sufren. A todos los que resisten la extorsión de las mafias».

La droga no es el único mal que padecen nuestros jóvenes y adolescentes. Seguramente podríamos enumerar una grilla larga de males que se suman a esta plaga.

En este día en que celebramos a Nuestra Madre en su Inmaculada concepción, le pedimos su intercesión por nuestros niños y jóvenes, por el respeto a su dignidad y pureza. Ellos son el presente y el futuro, y todo lo que invirtamos en ellos, será un signo de esperanza.

Un saludo cercano y hasta el próximo domingo. Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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La diócesis de Posadas tiene tres nuevos sacerdotes

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En la noche del viernes 6 de diciembre, Monseñor Juan Rubén Martínez ordenó tres nuevos sacerdotes en la Iglesia Catedral San José de Posadas, ellos son los presbíteros Francisco Javier Alegre, Víctor Abelardo Benítez y Leandro Germán Kuchak.

En una celebración eucarística, acompañada por todos los sacerdotes de Posadas y algunos también de la diócesis de Oberá, estuvieron presentes algunos diáconos y toda la comunidad del pueblo de Dios. Allí el obispo posadeño invitó a los nuevos sacerdotes a ser puentes entre Dios y la comunidad.

Para la celebración eucarística, también llegaron los familiares de los nuevos sacerdotes, desde distintos lugares del país y desde otros países. Durante la homilía, el prelado diocesano se mostró muy emocionado y destacó el gozo que significan estas ordenaciones ya que es un hecho inédito para este momento que siempre desde diferentes lugares se busca alejar a los jóvenes de Dios.

“Agradezco a Dios por esta bendición, porque sus familias dijeron que sí y los acompañaron en esta decisión. A partir de este momento, ustedes se transforman en puente de Dios con los hombres y son para el pueblo de Dios.

“Estas ordenaciones porque son muy significativas para la misión evangelizadora de la Iglesia, porque todos sabemos la gran necesidad de sacerdotes que hay siempre. Nos gusta decir que “la mies es mucha y los operarios no son tantos”. Por eso queremos decir Gracias a Dios porque va proveyendo, pedimos por más, pero Dios va proveyendo y por eso queremos tener un corazón agradecido”, dijo Monseñor Juan Rubén Martínez Monseñor, también recordó que cada uno de nosotros está llamado por Dios a diferentes vocaciones y a estos tres jóvenes los llamó a servirlo desde el sacerdocio, a ser puentes entre Él y su pueblo. Ellos han experimentado esta vocación, este llamado y le dijeron que Sí al Señor. Este sacramento que es de segundo grado de la Iglesia se imprime, lo haciendo imponiendo carácter y la Gracia del padre, en el corazón de estos jóvenes para siempre.

El obispo en cada ordenación sacerdotal, recuerda con una pequeña catequesis el significado de la vocación del sacerdocio, en esta oportunidad explicó que es un “llamado a ser puentes” y está anclado profundamente en el llamado que hace Dios y en la respuesta de estos jóvenes. Este puente está anclado una parte en Dios y la otra en el pueblo, es por eso que son “puentes de Dios para el pueblo de Dios” y esto es bueno tenerlo profundamente comprendido. 

Para finalizar, Monseñor, les recordó a los nuevos sacerdotes que están llamados a “dar la vida”, que no es otra cosa que amar y tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús, tener un corazón compasivo, cercano, salir al encuentro de todos y contarles que Dios los ama, no por ser perfectos, sino por ser sus hijos. Debemos ser humildes y compasivos para llevar amor a donde reina la soberbia y la maldad y así poder ser verdaderos puentes entre Dios y su pueblo. Siempre es bueno que recordemos que por más de que el tiempo pase rápido, y tengan muchas cosas o tareas para hacer, lo que no pasa nunca es el amor de Dios derramado en las comunidades. La vida pasa rápido pero el servicio y el amor no lo hace.

Luego de la celebración eucarística los nuevos sacerdotes hicieron la bendición y saludaron a sus familiares y amigos, en un excelente clima de fiesta. Y luego de eso compartieron un brindis en las instalaciones del colegio Santa María.

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Sobre la Ley de Educación sexual integral

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 24° domingo durante el año [16 de septiembre de 2018]
En esta reflexión dominical quiero recordar y agradecer a nuestros maestros y profesores.
A todos, pero particularmente a los maestros de zonas rurales y a los que con tanto sacrificio viven la vocación maravillosa de la docencia. En mis recorridas pastorales por la Diócesis, cuando me encuentro con ellos, no dejo de asombrarme y valorar el trabajo, la
entrega y la significación que tiene la presencia de la misión que realizan.
Quiero señalar también la preocupación que en estos días nos genera el proyecto de ley que pretende vulnerar los derechos constitucionales que garantizan la existencia de los idearios educativos, con la reforma de la llamada Ley de ESI (educación sexual integral).
En nuestra diócesis hace varios años que la estamos aplicando desde nuestros idearios. Lamentablemente, se quiere imponer como pensamiento único el de la «perspectiva de género» a la que intentan contraponer la que llaman erróneamente «perspectiva
religiosa».
Nuestra perspectiva no es religiosa, es, en todo caso, «personalista». Integramos el valor de la sexualidad en la persona humana y su maravillosa dignidad. De este modo se considera a la persona como sujeto de derechos y no meramente como un objeto que, más que construirse culturalmente, es expuesto a la manipulación ideológica.
Pedimos que la Ley de ESI continúe siendo democrática y plural y no instrumento de manipulación ideológica.
En este tiempo y especialmente desde el aporte del acontecimiento y documento de Aparecida tenemos una certeza más profunda sobre la necesidad de asumir nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucristo, cada uno desde nuestra vocación, llamado y misión. En definitiva, es señalar que nuestra evangelización será consistente asumiendo el llamado a la santidad, de todos, pero especialmente de los laicos que son la gran mayoría del pueblo de Dios. No dudamos que hay muchos laicos que son católicos practicantes de su fe.
Testimonios que aún en el silencio de la cotidianidad y sin ser noticia, no dejan de ser fecundos y seguramente verdaderos  constructores del Reino.
Pero lamentablemente en la necesaria evangelización de la cultura de nuestra Patria y Provincia, sobre todo en la dirigencia social, política, económica, comunicacional… notamos que falta mayor presencia de laicos, cristianos practicantes de su fe, desde sus opciones, criterios, acciones que humanicen y pongan valores cristianos en nuestra sociedad. Las luchas de poder, las excesivas estrategias y pragmatismos, oscurecen el que podamos tener horizontes de esperanza en nuestra Provincia y Patria.
Es probable que todos, incluidos los sacerdotes, debamos poner más atención en acompañar con una espiritualidad apropiada a  nuestros laicos, para que logren vivir la santidad desde su vocación y misión. Es cierto que algunos laicos cuando se inician en el proceso de conversión tienden a encerrarse en la dimensión religiosa, especialmente a profundizar actos de piedad y a ligarse con aquellos con quienes se sienten contenidos, y con quienes comparten la misma fe.
Pero ocurre que a veces no ligan suficientemente esa fe y el llamado a la santidad en las cosas de la vida diaria, tanto familiares como sociales, en criterios y opciones ligados a la justicia, a la verdad, a compromisos de ciudadanía. Desde ya que la fe que no es practicada, o se va perdiendo, o bien se va tornando en algo ideológico, o en una religiosidad ritualista y pagana.
El Señor en el texto del Evangelio de este domingo (Mc 8,27-35), señala las exigencias del discipulado: «El que quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí y la Buena Noticia, la salvará».
Sin una fe simple y humilde es difícil entender que amar es dar la vida, y este es el código de la verdadera felicidad. Aunque es difícil, muchos cristianos entienden este llamado y lo viven en la cotidianidad.
Aun sabiendo que muchas veces el medioambiente es adverso a las propuestas del cristianismo, también sabemos que es posible ser mejores cristianos.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Caminos de comunión

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 22° domingo durante el año [02 de septiembre de 2018]
El domingo anterior iniciamos una reflexión sobre uno de los desafíos que nos propone el documento elaborado por los Obispos argentinos: «Navega mar adentro». Es clave que profundicemos en dicho desafío sobre evangelizar la búsqueda de Dios, sobre todo en nuestro contexto latinoamericano y misionero donde hay una búsqueda genuina en lo religioso, que convive con mucha superstición y predicación proselitista que manipula, negocia y confunde esta genuina búsqueda de Dios de nuestra gente.
Este domingo queremos seguir profundizando en este texto: «Además existen grupos pseudorreligiosos y programas televisivos que proponen una religión diluida, sin trascendencia, hecha a la medida de cada uno, fuertemente orientada a la búsqueda de bienestar y sin experimentar lo que significa adorar a Dios» (NMA 31)
El desafío de evangelizar la búsqueda de Dios exige que los cristianos nos comprometamos a realizar un camino de maduración en la Fe. En esto se ha insistido en Aparecida, así como en nuestro Sínodo Diocesano sobre la necesidad de realizar un camino de  formación integral como discípulos y misioneros de Jesucristo, el Señor, considerando que este es un proceso de seguimiento a transitar durante toda la vida.
Hace algún tiempo una persona, profesional y docente, me decía que era cristiano, pero que creía en la reencarnación o sea en que su espíritu vivió en otras personas y épocas del pasado y se encaminaba a vivir nuevas vidas en el futuro, sin darse cuenta de que la reencarnación no es compatible con la revelación cristiana. Los cristianos creemos en la resurrección. La resurrección de Cristo y la nuestra es confesada en el credo desde los primeros siglos y se diferencia absolutamente de posturas orientalistas que creen en la reencarnación.
Sobre las erróneas propuestas proselitistas y estos negocios mediáticos es importante advertir que manipulan la genuina búsqueda de Dios de nuestra gente presentándose como espíritus amplios y ecuménicos, y silenciando que son propuestas superficiales e inconsistentes que en corto tiempo dañan la genuina búsqueda de Dios, dejando a la gente en una profunda insatisfacción y con frustraciones personales y grupales, que después son difíciles de revertir.
Es importante señalar la centralidad que los cristianos le damos tanto al diálogo ecuménico como al diálogo interreligioso, y que no es lo mismo el uno que el otro. El ecumenismo hace referencia al camino de comunión que realizamos los cristianos que tenemos un mismo bautismo y que confesamos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y por lo tanto creemos en un Dios uno y trino. En este camino ecuménico se encuentran católicos, ortodoxos y hermanos de otras confesiones cristianas. Otra cosa es el diálogo con el judaísmo y con otros grupos religiosos no cristianos, sobre todo monoteístas.
Sobre el ecumenismo que no es la mezcla de todo, sino una búsqueda fundamental de comunión en nuestro tiempo nos dice Aparecida: «El ecumenismo no se justifica por una exigencia simplemente sociológica sino evangélica, trinitaria y bautismal: expresa la comunión real, aunque imperfecta que ya existe entre los que fueron regenerados por el bautismo y el testimonio concreto de fraternidad. (DA 228). De esta manera buscamos cumplir con el deseo de Cristo: «que todos sean uno, lo mismo que lo somos tú y yo, Padre y que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,21). En Aparecida también se señala la relación con el judaísmo y el diálogo interreligioso: «Reconocemos con gratitud los lazos que nos relacionan con el pueblo judío, con el cual nos une la fe en el único Dios y su Palabra revelada en el Antiguo Testamento. Son nuestros “hermanos mayores” en la fe de Abraham, Isaac y Jacob»
(DA 235). «El diálogo interreligioso, en especial con religiones monoteístas, se fundamenta justamente en la misión que Cristo nos confió, solicitando la sabia articulación entre el anuncio y el diálogo como elementos constitutivos de la evangelización» (DA 237).
El Evangelio de este domingo (Mc 7,1-8. 14-15. 21-23) nos presenta al Señor enseñando sobre la recta búsqueda de Dios: «Y Jesús, llamando otra vez a la gente, le dijo “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que hace impuro es aquello que sale del hombre”». En la genuina búsqueda de Dios y la religiosidad de nuestra gente encontramos un aporte y servicio en valores a nuestra cultura.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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