El fútbol como problema para Macri

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La gran cantidad de opiniones publicadas en estos días sobre el papelón de la Copa Libertadores y sobre el operativo de seguridad por la realización de la Cumbre del G-20 en Argentina pueden dejarnos con la impresión de que estamos ante un tema menor. Una regla del análisis de la política dice que aquello de lo que más se habla nunca es lo más importante. Sin embargo este tema tiene cierta relevancia. En alguna medida, no sabemos cuál aún, el gobierno de Mauricio Macri va a quedar afectado por esto.
Ni la final de la Copa Libertadores entre River y Boca ni la Cumbre del G-20 producen en sí mismos un rédito para el gobierno. La opinión pública, compuesta de votantes, no cree que se trate de eventos cuya ocurrencia sea un mérito de dirigente político alguno. Tampoco es cierto, como suele repetirse, que la reputación internacional de la Argentina como país quede afectada por este tipo de cosas. Las imágenes siempre se juegan hacia adentro. Y ahí sí puede haber dolores de cabeza si las cosas salen mal. Como está sucediendo: la sociedad quedó algo impactada por lo que sucedió el pasado fin de semana. El ataque al micro que llevaba a los jugadores de Boca y la suspensión del partido necesitan encontrar un culpable. Y el G-20, además, es una especie de fastidio porteño.
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Al oficialismo esto lo afecta por motivos singulares. Boca Juniors y el fútbol en general son los  verdaderos territorios de origen del presidente Macri. Para el electorado, allí fue donde comenzó la popularidad y la carrera política que lo llevó a la Casa Rosada. Y además, la seguridad es el caballo de batalla presidencial. La política destacada.
Por esa razón, el fútbol es el órgano más sensible del Presidente. El problema de la violencia en las canchas que no cesa, los escándalos de la AFA y la FIFA, la percepción de que desde el estado se favorece siempre a Boca… todo eso puede volverse en contra de la reputación presidencial. En la gestión de los clubes de fútbol suele haber mucha turbidez. No casualmente, el punto más grave del enfrentamiento entre Mauricio Macri y Elisa Carrió fue cuando la diputada y socia presidencial dijo que ella “no fundó Cambiemos para que el país termine siendo gobernado por Boca”. Con Boca nadie se puede meter. La mayoría de los consultados por las encuestas dice creer que Mauricio Macri mantiene influencia en Boca.
Por otra parte está la seguridad. Si en algún momento se baraja la posibilidad de una fórmula presidencial Macri – Bullrich es por el hecho de que en las encuestas la seguridad es la única política pública que cuenta con valoración positiva. Los argentinos consideran que hay mucha inseguridad y el problema sigue siendo una de las prioridades, pero reconocen que el gobierno nacional hace cosas en la materia. La lucha contra el narcotráfico, el despliegue de la Gendarmería en barrios peligrosos, el empoderamiento de los agentes. Por eso el impacto específico de algo tan vistoso como este partido lastima al Presidente en dos formas y simultáneamente. En su propio territorio su gestión más destacada no funcionó. El problema tiene relieve simbólico.
Las acusaciones de corrupción en la obra pública de Santa Cruz terminaron siendo el aspecto más problemático para Néstor Kirchner. Porque ahí estaba la esencia de su promesa. Menem nunca había prometido transparencia, pero Kirchner sí: incorporó a su gobierno a la izquierda progresista y reivindicó como nadie a las organizaciones de los derechos humanos. En la Argentina, hasta hace no demasiado tiempo ambas instituciones eran una reserva de moralidad. También había prometido más servicios estatales, y ello estuvo representado en “las obras”. Por eso mismo, la contradicción entre esa promesa y la realidad mostrada en las pantallas afectó la identidad progresista que el kirchnerismo reivindicaba para sí. La clase media entusiasmada se desilusionó. Hoy Macri enfrenta algo parecido: opacidad y mala gestión combinadas en el seno del terruño presidencial pueden convertirse en una perdurable imagen de fracaso.

 
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Perdidos en el Laberinto de Espejos

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Parece el título de una obra de Stephen King, de suspenso y terror, pero es el tiempo en que vive nuestra Argentina.
A cada paso que damos, nos encontramos … con nosotros mismos y eso nos aterra.
Podemos vernos al desnudo, recorremos metros y metros, indagamos en distintos sectores sociales, instituciones, espacios públicos, espacios privados e inexorablemente, sin salida, nos topamos con el espejo que nos permite vernos al desnudo, ello nos causa terror, pánico, vergüenza, desánimo.
País de mierda… expresión repetida por estos días hasta el hartazgo, políticos de mierda, clubes de mierda, policía de mierda, jueces de mierda… estamos perdidos en nuestro propio laberinto y es una película de terror.
Tal vez llegó el tiempo de asumir que no somos, no fuimos capaces de modificar nuestros caminos cuando tuvimos la oportunidad, a la puerta de la salida, doblamos a la derecha, luego giramos a la izquierda y así seguimos, repitiendo movimientos pendulares con ideas revolucionarias -¡si! creer que por ganar una elección que te legitima por cuatro años podés derrumbar todo lo anterior y rehacer todo de nuevo, eso te pone en la categoría revolucionario-, el pensamiento es realmente infantil, la sociedad, respetando la teoría organicista, como ser viviente, evoluciona, crece, madura y para ello necesita años, aaaaaaaaños de coherencia.
Acordar y diseñar políticas de largo tiempo, requiere de madurez, y es lo que nos falta, a todos, no se salva nadie, somo todavía -socialmente- niños caprichosos.
Repensarnos como Sociedad es un imperativo necesario y urgente. Los jóvenes, ese capital incalculable que tenemos, ya son ciudadanos del mundo -era digital y globalización mediante-, y cada vez más sueñan con la normalidad, lejos, muy lejos de estas  tierras. Perder ese capital -el sentir por la Patria-, es nuestro último escalón para la disgregación social.
Como me dice un amigo… Siempre se puede estar peor. Pero no quisiera creer que la única salida de este país sea Ezeiza. 

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El superclásico de América entre River y Boca moverá $1.100 millones

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Además de la gloria eterna, Boca y River lograron en este 2018 llenar sus arcas para mantener planteles muy costosos que se desarmarán en el futuro inmediato. Los premios de Conmebol, el negocio de la televisión y las recaudaciones en la Bombonera y el Monumental aparecen como los principales ítems del desglose.

Cuando el sábado por la noche uno de los dos esté festejando y el otro lamentando por no haber conseguido el título, habrá terminado el negocio de los casi $1.100 millones que rondaron a esta coronación del nuevo campeón de América: una cifra inédita para Sudamérica.
El primer punto en esta danza de millones está en los premios que determinó la Conmebol para repartir en esta 58º edición con u$s 103.85 millones, que supone más de cinco millones que la edición anterior que coronó a Gremio. El ganador de la final se llevará u$s 6 millones, mientras que el perdedor de la Superfinal de América se quedará con u$s3 millones.
Hasta el momento tanto las arcas de Boca como River recibieron u$s1,8 millones por los tres partidos de la fase de grupos (u$s600 mil por cada encuentro de local), u$s750 mil de octavos, u$s950 mil de cuartos y u$s1,35 millón por superar la fase de semifinales.
Teniendo en cuenta el minuto de publicidad en ambas finales según las estimaciones de las principales agencias de publicidad, y teniendo en cuenta la bonificación del sábado al domingo de la primera final, da un total de u$s8,23 millones para la transmisión oficial de Fox Sports. A este número hay que sumar un estimativo de u$s2,5 millones más para el resto de los canales asociados a esta gran final argentina de Copa Libertadores 2018.
Las recaudaciones récord del partido de ida en la Bombonera de cerca de $65 millones y con la potencialidad de arañar los $100 millones en el Monumental ponen este ítem entre los principales para un evento único y que no volverá a repetirse con estos condimentos.
Sumando todos estos items, hablamos de una serie de Superfinal de América que angloba un negocio de casi u$30 millones, es decir que transformados a la moneda local son unos $1.100 millones.
Cabe destacar que este número engrosa si agregamos items como merchandising, la venta de comida y el turismo deportivo especial para estas dos final, sumado al mercado informal que pese a los controles persiste en los estadios del fútbol argentino redondean un negocio multimillonario de diez.

Una mirada a los millones dentro de la cancha

Otro de los números destacados de esta final es la valuación de ambos plantelesen una de las últimas presentaciones de Boca y River con este gran rejunte de estrellas, ya que luego de este 2018 la cotización del dólar y la devaluación impactarán de lleno sobre todo el fútbol argentino.
Según la valuación que realiza el sitio TransferMarkt el equipo de Boca está valuado en u$s 132,63 millones, mientras que su par de River tiene una cotización de u$s 85,53 millones generando un total de u$s218,16 millones, con Cristian Pavón como principal valuarte del ‘xeneize’ y Gonzalo Martínez para el ‘millonario’.

Por Doble Amarilla
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José “Pepe” Basualdo: “No me gusta como juega Boca”

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En el marco del programa “Clínicas de Fútbol” que impulsa el Ministerio de Deportes, el ex jugador de Vélez Sarfield y Boca Juniors, José “Pepe” Basualdo llegó a Posadas para capacitar a entrenadores, líderes barriales, futbolistas, profesores y padres. Además visitó a Don Hugo Sangalli, un fana de Boca que tiene 86 años e indudablemente habló de la final de Copa Libertadores.

Simple y sencillo. Apenas bajó del avión que lo depositó en Posadas, una de las glorias de Boca Juniors visitó a un fanático que lo esperaba en su casa para charlar y recordar partidos memorables. Es que Don Hugo impuso los colores Xeneizes en el barrio “Aguas Corrientes” en la chacra 39 y con sus 86 años continúa con la pasión latente.
“Es un orgullo que Pepe me visite, nos dio muchas alegrías. Marcó nuestra etapa dorada”, expresó emocionadamente Don Hugo. “Siempre es bueno retribuir el cariño que nos brinda la gente. Nos debemos a ellos”, señaló Basualdo.

A un puñado de horas del inicio de la serie de la Superfinal de la Copa Libertadores de América entre Boca y River, el “Pepe” se metió en la contienda y analizó el duelo que comenzará a disputarse en la Bombonera “Será un evento mundial. Se alinearon los planetas y se dio la final tan deseada que los pedíamos con la mente y parece que lo logramos. Ahora a disfrutarla”.
“River tiene una pequeña ventaja, maneja muy bien el mediocampo con jugadores que pueden generar marca pero también pueden jugar. Mientras que Boca tiene jugadores con mucha capacidad de marca y no tanto juego. Depende mucho de las individualidades que puedan causar Villa, Pavón y Benedetto”, comparó y al mismo tiempo indicó que los Xeneizes “tienen más variantes a la hora del recambio”.
Aunque Basualdo fue sincero e indicó que “no me gusta como juega Boca, me hubiese gustado un equipo más compacto en el que Pavón pueda brillar”.
“Estos partidos son totalmente distintos. El que se levante mejor, el que este más convencido seguramente le irá mejor. En ese aspecto el trabajo de los técnico en la semana fue clave”, sentenció.
José “Pepe” Basualdo hace 14 años que ejerce la dirección técnica dirigiendo en el ascenso argentino, asimismo en equipos de primera división del fútbol sudamericano como la Universidad de Chile y Oriente Petrolero de Bolivia entre otros. Por estos momentos pasa sus días brindando capacitaciones deportivas con el objetivo de darle una mirada distinta al fútbol.
“Transmito mis experiencias a lo largo del deporte y, no solo a los futbolistas sino también a los padres, quienes muchas veces piensan que el chico es el que debe salvar económicamente a la familia, y eso es al revés”, indicó y continuamente resaltó que los jóvenes deben divertirse y los adultos solamente deben acompañar y apoyar el proceso de crecimiento.

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Las claves de un súper triunfo de River sobre Boca

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Carácter, temperamento y templanza fueron algunos valores y características que sacó a relucir, una vez más, River Plate ante Boca en la Bombonera. Con el cuerpo curtido y pecho inflando, preparados para estas batallas, el conjunto de Marcelo Gallardo sacó a relucir todo su potencial para llevarse, de principio a fin, el superclásico argentino por 2-0.

Ya es una constante en los últimos años. El “Millonario” se acostumbró a festejar los clásicos ante el Xeneize, revirtió el pasado reciente con un proceso y fisonomía que le impregnó el “Muñeco” desde su arribo a Núñez. Es más, en el barrio de La Boca, aún, Guillermo Barros Schelotto no pudo salir sonriente después de un duelo con River: Empate en marzo del 2016 y derrota 3-1 en 2017. Indudablemente a ello hay que sumar la final de la Súper Copa Argentina, en Mendoza, allá por el mes de Marzo. Por eso, Marcelo Gallardo nuevamente mostró que está hecho para este tipo de duelos, más allá que este era por la sexta fecha de la Superliga Argentina.
“No pasamos sobre saltos. Cuando vos vas perdiendo en tu cancha, con tu gente, tenés que ir a buscar. Tenés que someter al rival que juega de visitante. Y nosotros nunca sentimos eso”, apuntó el DT riverplatense, como enseñando a su colega a jugar estos partidos.
River asfixió a Boca desde los primeros minutos, se instaló en campo rival para jugar lejos del arco de Armani. Propuso nuevamente un duelo de individualidades (Palacios – Barrios, Pratto – Mas, Pity – Jara y Ponzio – Tévez) para edificar una victoria sin mayores contratiempos. Producto de esa presión y de incomodar al dueño de casa, llegó el primer golpe: Montiel le ganó a Pavón en mitad de cancha para que Palacios conduzca el ataque, que en un momento pareció diluirse hasta que Martínez se llenó el empeine de pelota para romper el cero (14′). Y un puñado de minutos después, a los 21’, el “10” salió lesionado tras un caño a Jara e infracción de Barrios.

El acto de rebeldía tenía que aparecer en algún momento en Boca, fue en el inicio de complemento, aunque sin demasiada claridad. Vigliano no juzgó la mano/penal de Ponzio (antes, el de negro, no echó a Cardona por un tremendo codazo a Enzo Pérez) cuando parecía que el local se le iba encima a las visita. Pero quedó solamente en eso, esporádicas arremetidas, sin producción propia y dejando prácticamente como única opción a apariciones individuales de Cristian Pavón. Además, los encargados de cambiar el rumbo del partido, Cardona y Zárate, descarrilaron en pleno viaje y desnudaron un conflicto que seguramente llenará programas de televisión.
Y el “profesor” Gallardo, una vez más, estuvo certero al momento de corregir y modificar piezas para perfilar la victoria. Con Zuculini y “Nacho” Scocco, en cancha, solamente quedaba el golpe que dejara a Boca en la lona, que finalmente llegaría a los 23’, luego de una buena maniobra colectiva entre “Juanfer” Quintero y Borré para que Scocco inflara el arco y sentencie, lentamente, el superclásico. Sólo quedó tiempo para una nueva aparición extraordinaria de Armani, tapando una bola imposible, como las que ya tiene acostumbrado, ante un cabezazo de Mas.

Nuevamente River lo ganó desde lo táctico, con un lector de partidos como Gallardo que se anticipa a un posible resultado y lo corrige en los momentos claves, oportunos. Solamente pasaron seis fechas de campeonato e indudablemente quedarán secuelas pensando en las próximas fechas y deseando un hipotético cruce en semifinal de Copa Argentina o porque no, una final de Copa Libertadores.

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