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El G20 y el misionerismo, contrastes

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La saga de infortunios comenzó el 5 de noviembre cuando el presidente Mauricio Macri se levantó con ganas de que haya hinchada visitante en la final superclásica de la Copa Libertadores de América. Le siguió, solícita, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich: “Si tenemos un G-20 ¿No vamos a dominar un River-Boca?”. La improvisación quedó al desnudo con un par de energúmenos tirando piedras al colectivo que trasladaba a los jugadores de Boca Juniors al estadio Monumental y un llamativo operativo de in-seguridad que obligó a suspender la segunda final y a evaluar trasladar el partido decisivo nada menos que a la Madre Patria, en el estadio del Real Madrid.
El fracaso rotundo y la incapacidad de brindar seguridad en un partido únicamente con hinchada local fueron opacados sólo por la inminencia del G-20. Pero en el operativo participaron fuerzas federales y la policía de Capital Federal, que obedecen a una misma línea política. No hubo interna que explicara las fallas que parecieron guionadas para contradecir al propio Presidente.
Es simbólico que con un Jefe de Estado tan futbolero, se haya perdido la posibilidad de disfrutar de un superclásico, el último atractivo del devaluado fútbol argentino, caso único en el mundo en donde no se permite el ingreso de la hinchada rival. Es mucho más simbólico que el mítico superclásico que coronaba una inédita Copa Libertadores de América, deba mudarse a España, contradiciendo el nombre mismo de la competencia y tirando a la basura más de 200 años de historia. La pelota se mancha. “Madrid es un poquito Sudamérica”, tiró Gianni Infantino, el mandamás de la FIFA para coronar el bochorno. El misionero Ramón Puerta acotó algo parecido: “Es el lugar ideal, es una capital del mundo del fútbol”, dijo el embajador sin ninguna lectura histórica.
Solo la llegada de los líderes mundiales del G-20 tapó, un poco, el papelón. Con la cumbre sí tuvo razón la ministra de Seguridad: no hubo caos ni violencia. Si mucha desprolijidad que se fue corrigiendo con el paso de las horas. Pero las primeras horas pasaron al borde de la vergüenza: ante la ausencia de autoridades argentinas, el francés Emannuel Macron fue recibido por un operario del aeropuerto con chaleco amarillo (en Francia está en marcha una extensa protesta de “chalecos amarillos” en contra del aumento del combustible del 15 por ciento y una reforma laboral que se quiere imitar en la Argentina). Después la banda militar saludó a un funcionario chino de tercera línea en vez de Xi Jinping, que fue recibido por Gerardo Morales ante la ausencia de otra autoridad nacional. Gabriela Michetti aportó un pésimo francés y un peor italiano y quedó para el recuerdo al quejarse porque “lamentablemente” debía irse a la asunción del presidente de México.
Un poco más grave, en términos diplomáticos, fue haber quedado en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China al consentir Macri una declaración de Donald Trump que cuestionaba la economía “depredadora” del gigante asiático.

Trump fue el preferido del argentino (no se puede decir que haya habido reciprocidad) mientras duró la cumbre. Quizás por la vieja amistad que los une, pero nadie recibió más atenciones. Vladimir Putin, Xi Jinping, Macron, el canadiense James Trudeau y hasta la amiga de la casa, Christine Lagarde, pasaron a un segundo plano.
A cambio, el platinado prometió seguir respaldando “reformas económicas” y presionó para que Argentina compre material militar.
Antes de irse Trump y Xi Jinping cenaron a solas. Quizás aflojen las tensiones de la guerra comercial. El riesgo argentino habrá sido innecesario, pero en la diplomacia, la memoria es larga. Se verá.
La cumbre del G-20 culminó sin grandes títulos. El consenso alcanzado en la declaración es un compendio de buenas intenciones al que nadie puede oponerse.
El éxito de la cumbre no modificará la percepción que tienen los argentinos del mal momento económico que tiene a la inflación, la pobreza y el desempleo como principales preocupaciones. Pero el Gobierno no parece conmoverse: esta semana anunció un aumento de los peajes para “compensar” a las concesionarias por la devaluación y el menor tránsito como consecuencia de los tarifazos en combustible. En Misiones, por caso, para ir y volver de Posadas a Iguazú, habrá que pagar 200 pesos.
Lejos de la mirada puesta en Buenos Aires, para Latinoamérica, los cambios más trascendentales pueden venir de México, donde asumió Andrés Manuel López Obrador como la excepción a la ola política que recorre el continente. El izquierdista asumió con un nuevo Nafta que se selló en Argentina y que será uno de los pilares del neodesarrollismo nacional que defiende.
También hay que prestarle atención a Brasil, donde en un mes asumirá Jair Bolsonaro, que ya está negociando acuerdos mucho más potentes con Estados Unidos que los que puede imaginar la Argentina. El el asesor de Seguridad Nacional de la Presidencia de Estados Unidos, John Bolton ya viajó a Brasil y el hijo del presidente electo estuvo en el país del norte diagramando “acuerdos de cooperación”.
Brasil, para Misiones, tiene una relevancia mucho mayor que cualquier pacto lejano que pueda trabar la Argentina con alguno de los países del G-20. Por caso, el gigante vecino está dispuesto a financiar la construcción del anhelado puente San Javier-Porto Xavier, que Argentina no está en condiciones de costear.
El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, dejó claro que Misiones está lejos en el mapa geopolítico de las inversiones. “No podemos hacer todo junto”, respondió, escueto, cuando le preguntaron por la reactivación del tren de cargas entre Posadas y Buenos Aires. No vale la pregunta sobre qué significa el todo. El plan Belgrano siquiera comenzó.
Misiones puede sacar mejor provecho de la cercanía. El gobernador electo del estado de Paraná, Ratinho Junior anunció a Guto Silva, como jefe de la “Casa Civil”, una especie de jefatura de gabinete que coordina las relaciones con los demás poderes y representa al Estado. Silva conoce a pleno las relaciones de frontera y es casi un misionero por adopción: está realizando un doctorado en Gestión de Negocios en la Universidad Nacional de Misiones. Las relaciones bilaterales que está tejiendo el gobernador Hugo Passalacqua, se enriquecerán mucho más.
En cambio, la Nación ratificó que Misiones no merece ninguna mirada especial por su zona de frontera. El ministro de Producción, Dante Sica comparte la mirada con su antecesor: con el dólar alto, las asimetrías se esfumaron y no hay nada de qué quejarse. Claramente, los empresarios no opinan lo mismo. Basta una rápida lectura a los documentos entregados por la Confederación Económica de Misiones y la Cámara de Comercio de Posadas, para percibir que la economía local no puede depender únicamente de un tipo de cambio alto y requiere sí de una mirada particular, que, paradójicamente, no llegó a pesar de que el propio Gobierno promovió herramientas como el artículo 10 de la ley Pymes. “Nos podemos dar un tiempo para analizar el artículo 10 de la ley Pymes”, respondió Sica al analizar el tipo de cambio.
“Es patético que un ministro de Producción diga eso: Jugamos con el dólar hasta que se la banque y cuando aumente tanto, veremos qué hacemos. Demuestra incapacidad. Si es el ministro de Producción te tendría que dar herramientas para producir”, disparó enojado un referente comercial posadeño. La queja se extiende a todo el circuito comercial, especialmente en Posadas. No existe recuperación vía tipo de cambio porque la inflación empató rápidamente lo ganado por devaluación. Salarios, impuestos y bono de fin de año completan el combo.
Los empresarios advierten que no se recuperó competitividad. “La Argentina es cara”, dijo Cristina Ryndycz, gerente de la Asociación de Productores, Industriales y Comerciantes Forestales de Misiones. La madera es uno de los sectores más golpeados por la caída en las exportaciones provinciales, de la que solo se “salva” la yerba mate, con un crecimiento del 26 por ciento, en contraste con una depresión promedio de 4,8. Es cierto que el dólar más alto compensa, pero los exportadores pierden por retenciones y costos salariales, además de los de producción, más altos por efecto inflación.
La mirada sesgada de la Nación respecto a Misiones contrasta con los esfuerzos locales por potenciar la economía. El Gobierno vuelca enormes recursos a través de diversos planes y gestiona dinero que no se consigue en el mercado.
Por eso cayó tan mal en la Rosadita que algunos comerciantes ejercieran una competencia desleal y se aprovecharan de sus clientes a costa del esfuerzo financiero del Gobierno y el banco Macro. Hubo dos excluidos del Ahora Misiones y podría haber varios más durante la semana.
La explicación es sencilla: el Ahora Misiones es un programa que tiene tres aportes: el comercio aporta 10% de descuento real. Los bancos y la Provincia otro 5% de descuento real más el costo financiero para que se pueda comprar en hasta 12 cuotas sin intereses. Por ejemplo una computadora que sale 15000 pesos a precio contado debe dar un descuento de 1500 real que la tarjeta le debita al comercio y acredita en el resumen al comprador. Si un comercio dice que hace descuento por pago efectivo por esa computadora vendiéndola a 13500 de contado y a 15000 con el Ahora Misiones, en realidad lo que está haciendo es recargar al precio de lista los 1500 para que cuando la tarjeta le debite el comercio no tenga costo alguno y no termina aportando ningún esfuerzo al programa.
Es posible que el rubro informática y electrodomésticos tengan menos margen de ganancia, pero en el Gobierno consideran que debieron plantear  algún Ahora especial para su rubro, con menos porcentaje de descuento (menos aporte del comercio) y a su vez menos esfuerzo de los bancos y Provincia (para ser equitativos y proporcionados con los otros rubros que aportan más y reciben más)
La exclusión no es definitiva. Pero los comercios del rubro si sabían que no podían cumplir debieron hacerlo explícito.
De todos modos, el árbol no tapará el bosque. La decisión es fortalecer el financiamiento público de la economía real, como lo demuestra la nueva línea de financiamiento para el sector forestal, presentada por el Fondo de Misiones.
Asimismo, a mediados de la semana vendrá Juan José Ciácera, el presidente del Consejo Federal de Inversiones, con una cartera de créditos para la pequeña industria tealera, contenida en la CEM, con 200 mil dólares cada una. Los préstamos fueron gestionados por el ministro del Agro, José Luis Garay, a pedido del Gobernador. La tasa Libor es inexistente en comparación con el 5 por ciento en dólares que cotiza el mercado financiero.
El Gobierno entiende que, más allá de las consideraciones de rigor –“En esta aventura en la que estamos los argentinos, cuanto más juntos estemos, mejor”, reflexionó el Gobernador durante la visita de Sica-, no se puede esperar demasiado de la Nación. Es momento de fortalecer el misionerismo, cuyos símbolos se celebraron esta semana. El yaguareté y el general Andresito fueron homenajeados como propia identidad.
“Estamos festejando el cumpleaños de Andresito. ¿Y por qué tanta dimensión con Andresito? Porque era un hombre de lucha, un bravo, un guerrero; tenía noción de Patria y trabajó por su Patria chica que era Misiones y por el resto de la Patria después”, destacó Passalacqua desde San José.
“Tanto Andresito como Artigas eran Blandengues. En un intercambio de cartas, Artigas le decía: ‘mandá desde el amor, mandá cerquita de la gente’…por eso mi corazón y el corazón de ustedes no pueden estar sino en la cercanía del corazón de Andrés Guacurarí; él nos enseñó lo que es estar cerca de la gente, él nos enseñó lo que es gobernar desde el amor, no desde el temor, el terror o el castigo”, continuó.
Finalmente, volvió al intercambio epistolar entre Artigas y Andresito: “Dijo una cosa que para mí sella definitivamente el proyecto histórico de Andrés Guacurarí. Le dice Artigas en una carta a Andresito ‘no te rindas ante nadie’….y ¿saben qué?…tal vez la mayoría de la gente no tenga esta frase en la cabeza, pero la tienen en el corazón, porque el misionero no se rinde ante nadie y ante nada, no importa si vienen tormentas, huracanes o viento de frente…siempre vamos a ir hacia adelante”.
El modelo misionero es seguido atentamente por quienes intentan recrear una vía por encima de la grieta. La convivencia entre peronistas, radicales e independientes en un gobierno que tiene quince años y que hace gala del respeto a la oposición que se expresa desde la Legislatura, donde sus proyectos son analizados y aprobados, no es algo que se encuentre a menudo en la política nacional que busca romper con el péndulo Macri-Cristina, hoy por hoy excluyentes protagonistas electorales.
Pero una tercera vía es posible, con la participación de diversos expresiones políticas -como las religiosas, reveló el diputado nacional Ricardo Wellbach, uno de los referentes del diálogo fluido entre los principales actores nacionales con los dirigentes misioneros-. No es casual que Juan Manuel Urtubey, Felipe Solá y Sergio Massa, tengan en su agenda visitas a Misiones.

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