Con la yerba y el té, récord de certificaciones de agroalimentos con calidad diferenciada

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La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía de la Nación estableció el reconocimiento, registro y protección de la Indicación Geográfica (IG) “Aceite de Oliva Virgen Extra de San Juan” y se suma a las otras cinco IG reconocidas en los últimos 6 meses, que constituyen un récord de certificaciones que tenían hasta el momento un promedio de una por año (desde diciembre de 2010 a noviembre de 2024 se obtuvieron 14 reconocimientos).

Estas certificaciones se enmarcan en el proceso de fortalecimiento de los alimentos argentinos con identidad territorial llevado adelante por la Subsecretaría de Economías Regionales y Pequeños y Medianos Productores. Impulsadas por el trabajo articulado con los sectores productivos y gobiernos provinciales, benefician de manera directa a más de 440 productores, con potencial de alcanzar a más de 2.000 en el mediano plazo.

Junto al reciente reconocimiento del Aceite de Oliva Virgen Extra de San Juan establecido a través de la Resolución N° 77/2025, las Indicaciones Geográficas reconocidas en los últimos seis meses fueron: Té Argentino; Orégano de San Carlos (Mendoza); Cereza del Valle de Los Antiguos – Patagonia (Santa Cruz), Pimentón del Valle Calchaquí de Salta, Miel de Flores de Atamisqui de Santiago del Estero.

Además, las seis nuevas Indicaciones Geográficas representan un impulso significativo para las economías regionales, abriendo nuevas oportunidades en los mercados nacionales e internacionales, donde estos alimentos ya comienzan a posicionarse por su calidad y autenticidad.

Hasta la fecha, Argentina cuenta con 19 Indicaciones Geográficas y Denominaciones de Origen reconocidas oficialmente, que reflejan la diversidad y riqueza cultural de nuestros productos agroalimentarios.

En un contexto global donde la demanda de alimentos diferenciados y de calidad aumenta sostenidamente, los Sellos de Calidad -como las Indicaciones Geográficas, la certificación de Alimentos Orgánicos Argentina y el Sello Alimentos Argentinos- se consolidan como herramientas estratégicas para potenciar la competitividad de los productores y empresas de alimentos del nuestro país.

Las IG reconocen atributos únicos vinculados al territorio, su entorno natural y los saberes productivos. Están reguladas por la Ley Nº 25.380, modificada por la Ley Nº 25.966, que establece el régimen legal de protección para productos agrícolas y alimentarios con características diferenciadas asociadas al origen.

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Exportaciones: Misiones registra su mejor primer cuatrimestre de los últimos catorce años

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Misiones cerró el primer cuatrimestre con exportaciones por USD 147,3 millones, el mejor registro para este período de los últimos catorce años. De los cuatro meses del año, Misiones mostró crecimiento interanual en tres de ellos: enero  con +0,9%, febrero con +15,0% y abril con +12,8%, mientras que en marzo había tenido  una baja del 18,4%. El total acumulado, en comparación con igual período de 2024, presenta un alza del 0,9% y se convierte así en el mayor volumen exportador desde 2011 para un primer cuatrimestre.  

Visto por grandes rubros, las exportaciones misioneras correspondientes a Productos  Primarios (PP) fueron por USD 17,1 millones (12% del total provincial) y crecieron 64,8%  interanual; las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) totalizaron USD 78,5 millones concentrando el 53% (caen 9,2% interanual) y las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) totalizaron USD 51,7 millones (35% del total provincial) y crecen 5,3% interanual. 

Por ende, las manufacturas misioneras explicaron el 88% de las exportaciones totales misioneras, un valor muy por encima del total regional del NEA, donde las manufacturas explicaron solo el 55%, ratificando así el fuerte perfil manufacturero agroindustrial de Misiones.  

En el plano regional, Misiones se sostiene como la provincia más exportadora del NEA, concentrando el 40% del total regional, siendo líder tanto en las MOA (56,6% de la región) y en las MOI (79,0% del total NEA).

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¿Café con sabor a monte? El plan para que Misiones comience a producir la infusión a gran escala

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Ojalá que llueva café en el campo. Que caiga un aguacero de yuca y té. A Juan Luis Guerra sólo le faltó la yerba para una descripción precisa de Misiones, tierra de infusiones. ¿Y el café? El café podría convertirse pronto en una nueva economía regional misionera, si se cumplen los pasos diseñados en el plan de promoción que contempla un mínimo de 500 hectáreas para el cultivo que tiene una intensa demanda internacional y un valor en dólares muy atractivo. Argentina importa todo el café que consume -212 millones de dólares en 2024-, mientras que Brasil, uno de los principales productores, exportó por 1.341 millones de dólares. Todo por ganar. 

El café no es extraño a la tierra roja. Se planta en Campo Grande y en El Soberbio hay una producción incipiente pero apenas para el autoconsumo. Y ya hubo 700 hectáreas plantadas de café en la zona centro. Paradójicamente, el cambio climático puede ser un aliado para esta producción. Las plantaciones de café se están corriendo al sur por las sequías del norte, cerca de la línea del Ecuador. 

El diputado provincial y empresario yerbatero Juan José Szychowski presentó esta semana un proyecto de ley que propone la creación del Programa de Promoción del Cultivo y Comercialización del Café, una política de Estado orientada a convertir al café en una nueva economía regional para la provincia.

La iniciativa -que tiene casi dos años de investigación y aún debe ser debatida en la Legislatura- se plantea como una respuesta estructural a los desafíos del agro misionero, en particular a la crisis que atraviesa la yerba mate, y como una oportunidad de posicionar a Misiones como la provincia de las infusiones, integrando a la yerba, el té y ahora el café bajo una misma identidad productiva.

Clima propicio, estrategia clara

Lejos de ser una propuesta improvisada, el proyecto parte de fundamentos técnicos sólidos. Misiones reúne condiciones agroecológicas ideales para el cultivo del cafeto: clima subtropical húmedo, lluvias regulares, suelos ricos en materia orgánica y una topografía ondulada que ofrece zonas de altitud media. Localidades como San Pedro, Oberá, Guaraní, 25 de Mayo o Cainguás aparecen como zonas potencialmente aptas.

Además, el cambio climático -que amenaza con reducir en un 50% la superficie apta para el café en las zonas tradicionales del mundo, según un estudio de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich- podría habilitar a nuevas regiones como Misiones a ocupar un rol protagónico en el mapa cafetero.

La idea del café no es completamente nueva para Misiones. En distintas localidades ya existen experiencias incipientes que demuestran su viabilidad. En Campo Viera, conocida históricamente como la Capital Nacional del Té, algunos productores han comenzado a incorporar plantas de café como parte de su estrategia de diversificación. La topografía, las lluvias y la cultura agrícola de la zona crean un ambiente propicio para esta apuesta productiva.

Por su parte, en El Soberbio, sobre el margen del río Uruguay, también comenzaron ensayos con cafetos. Allí, pequeños productores han optado por introducir el cultivo bajo sombra, respetando la biodiversidad del monte misionero. Estas iniciativas, aunque aún en etapa inicial, muestran que existe conocimiento, interés y condiciones para avanzar.

El proyecto se propone no como reemplazo, sino como complemento. El café puede cultivarse en sombra bajo los yerbales, generando un sistema agroforestal que protege el suelo, mejora la biodiversidad y permite que pequeños productores accedan a una nueva fuente de ingresos sin abandonar el cultivo tradicional.

En este sentido, la propuesta aparece como una respuesta concreta frente a la crisis estructural del sector yerbatero, agravada por la desregulación del mercado, la concentración económica y el deterioro del poder adquisitivo de los productores. El café permitiría recuperar chacras en abandono, fomentar el arraigo rural y ofrecer una alternativa de reconversión sustentable.

El potencial económico del proyecto es indiscutible. Argentina importa prácticamente la totalidad del café que consume. Solo en 2023, el país importó más de 32 millones de kilos, con un desembolso cercano a los 212 millones de dólares, según datos oficiales del INDEC. Esta dependencia absoluta del mercado externo constituye una vulnerabilidad estructural que el proyecto busca revertir.

Impulsar la producción local permitiría no solo sustituir importaciones y ahorrar divisas, sino también generar empleo, promover pymes, fomentar el desarrollo local y construir una cadena de valor íntegra: desde el cultivo hasta el tostado, la molienda, el envasado y la comercialización directa.

Además, el café se comercializa con precios internacionales públicos y estables. Su cotización -alrededor de los 8.500 dólares por tonelada de café arábica– permite planificar inversiones y rentabilidad con mayor previsibilidad que otros cultivos.

El proyecto de Szychowski establece una serie de herramientas para construir esta nueva economía: creación de un Registro Provincial de Productores de Café, asistencia técnica, entrega de plantines adaptados a la región, líneas de crédito a tasa subsidiada, exenciones impositivas y un Fondo de Desarrollo Cafetero para financiar infraestructura, investigaciones y capacitaciones.

También se impulsa la creación de una marca provincial de café, promovida por el Estado en ferias, exposiciones y circuitos comerciales, con foco en calidad, trazabilidad y valor agregado en origen. La autoridad de aplicación sería el Ministerio del Agro y la Producción, en articulación con el Instituto de Macroeconomía Circular (IMAC), cooperativas y el sector privado.

La sustentabilidad ambiental es otro de los pilares: todo el proceso deberá respetar las normativas vigentes de protección del suelo, la biodiversidad y los recursos hídricos.

Más allá de lo agronómico o económico, el proyecto tiene una dimensión cultural y estratégica. Propone un nuevo paradigma rural, donde jóvenes y mujeres puedan integrarse a cadenas de valor emergentes. Apunta a frenar el despoblamiento de las chacras y a fortalecer el arraigo territorial con una actividad que combina innovación, rentabilidad y bajo impacto ambiental.

“Misiones puede y debe liderar la reconversión productiva del norte argentino”, plantea Szychowski en los fundamentos del proyecto. Y con esta iniciativa, busca sembrar mucho más que café: busca sembrar futuro.

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Carolina Okulovich y la resiliencia en el mundo del té

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Resiliencia, define Carolina Okulovich. Y la palabra sirve para describir la capacidad de adaptación de la industria del té –o de la industria en general– para funcionar en la Argentina. Una industria que pasó de padecer tipos de cambio paralelos a sufrir un dólar planchado y costos que se dispararon sin control. A eso se suma la world trade war made in Trump, que agrega incertidumbre, con aranceles que pasaron de cero a diez por ciento y de nuevo a una pausa de 90 días que serán muy largos. Paciencia y adaptación. 

Sin embargo, toda crisis es al mismo tiempo una oportunidad. Y para el té misionero puede ser una enorme, revela Carolina: uno de los competidores principales del té misionero es China, que en la pulseada con Trump, tiene aranceles de importación del 145 por ciento. 

El año pasado Argentina envió té al país del norte por 57,9 millones de dólares, mientras que China colocó 55,5 millones. Habrá que esperar hasta octubre, en la feria de compradores de Estados Unidos, para ver cómo reaccionarán los importadores al nuevo escenario. El dólar libre anunciado el viernes por el ministro de Economía, Luis Caputo, es también un incentivo directo a la exportación, con un incremento del 20 por ciento en relación con la liquidación que regía hasta ahora. 

Ese combo de variables provoca una tensión diaria, que exige precisión quirúrgica. “La línea es fina. La ineficiencia hoy se nota mucho más. Entonces hay que ser muy, muy cauteloso. Redoblar esfuerzos, estar más atentos, estar pendientes en todas las áreas”, remarca Carolina en una visita a las oficinas de Economis.

Y no es metáfora. Los costos suben, los ingresos no acompañan, las exportaciones dependen de variables que no se manejan en las propias empresas. “El jornal siguió subiendo hasta emparejarse. Hoy para nosotros es un monto mensual muy importante. Las cargas tributarias también generan un costo financiero altísimo. Terminás de pagar sueldos y a los 10 días te llega el 931, que es un 50% más. La energía, el combustible, los fletes… Nosotros tenemos mil kilómetros hasta el puerto para sacar nuestros contenedores. Todo subió, menos el tipo de cambio. Y prender la industria del té hoy es carísimo. Tenemos muchos motores, mucho gasto energético. Todo esto con el mercado mundial en tensión”.

Don Basilio es uno de los principales exportadores de té argentino a Estados Unidos, donde el consumo de té frío es masivo, sobre todo en los estados del sur. Pero la noticia de un arancel del 10% que comenzó a aplicar ese país cayó como balde de agua fría.

“Es una suba importante. No debería afectarnos, porque es un impuesto a la importación que asume el comprador. Pero sabemos que no funciona así. Nosotros no somos formadores de precio. Dependemos del mercado exterior porque el consumo interno es muy bajo”.

Mientras tanto, la competencia global no afloja. “China está más complicado, Vietnam también, Kenia está como nosotros, pero ha plantado mucho más. Vi unas estadísticas: en 2014 Argentina estaba en el puesto ocho como productor mundial. En 2023, bajamos al puesto once. Y no sé si no vamos a seguir bajando”.

En este contexto, la industria tiene apenas cinco o seis meses de zafra por año. “Invertimos toda la vida en esta estructura. Pero trabajar la mitad del año no alcanza. Dependemos del financiamiento bancario. Mientras elaboramos, no estamos vendiendo. Pagamos sueldos, energía, hoja verde… y después guardamos el producto hasta que el cliente lo pide. Es tiempo muerto”.

Aunque tienen líneas con tasas subsidiadas, no siempre son accesibles. “Muchas veces se orientan a cooperativas más chicas. Nosotros siempre reinvertimos. Pero cada crédito se evalúa con incertidumbre. Las tasas varían todo el tiempo. Ser empresario en Argentina es casi un milagro”.

Detrás de esa expresión, hay una verdad: “Tenemos más de 300 personas trabajando con nosotros. Es una enorme responsabilidad”.

El dilema del pequeño productor

Carolina no esquiva el tema: el sistema no cierra para los pequeños. “Un productor con 7 u 8 hectáreas no puede venderle a la industria y sobrevivir. Nosotros necesitamos ser competitivos globalmente. Con los costos de mano de obra, energía, logística que tenemos, con este tipo de cambio, no cierra”.

“Antes la industria había dejado de participar en Coproté porque el ambiente era difícil. Hoy estamos más presentes, hay más voces. Pero estas cosas hay que decirlas con claridad”, explica. 

Por eso impulsa una alternativa: el té gourmet. “Yo soy una motivadora de eso. Que quien tiene su chacra pequeña piense en elaborar su propio té, en cosechar a mano, dar valor agregado. Pero para eso, hay que estar encima. Muchos tienen pocas hectáreas y dejan todo tercerizado. Así no cierra”.

La escena productiva cambió. “Antes la unidad era una chacra de 25 hectáreas, dividida en cuatro: un cuarto de té, un cuarto de yerba, uno de pino como ahorro y el otro para la casa con animales. Hoy casi no existe eso”.

¿Y qué propone cuando escucha que no da para más? 

“A veces dicen ‘plantá otra cosa’, y no me parece tan descabellado. Si no conseguimos más mercado, tenemos que ser realistas. Brasil, por ejemplo, era un gran productor. Hoy no exporta más”.

El té, explica, es una industria 100% tecnificada. “No hubiese habido otra manera de sobrevivir. Desde que tengo uso de razón, siempre invertimos en tecnificación. Competimos con China, India, África… países con costos muchísimo más bajos. Por eso digo: la industria del té argentino es resiliente. Sobrevive todo el tiempo”.

“A veces escuchás críticas: que la industria especula, que tiene galpones… Pero nadie ve que mientras elaboramos, no vendemos. Pagamos todo. Después vendemos. Es al revés de lo que muchos creen”, argumenta. 

Pasión familiar y marcas propias

La historia de Don Basilio no se entiende sin la familia. “Mi bisabuelo vino como inmigrante, lo mandaron al monte a plantar té. Decía: ‘Vamos a plantar porque parece que en el mundo se consume’. Era monte. Hoy veo nuestra yerba y nuestro té en góndola y me emociono”.

Su padre sigue trabajando todos los días. “Y eso nos empuja. Yo trabajé muchos años sola con él. Después se sumaron mi hermano, mi hermana. Le metimos aire fresco a la empresa. A las 7:30 nos chocamos todos en la oficina. Amamos lo que hacemos”.

Hoy dieron un paso más: pasaron de ser elaboradores a tener marca en góndola. “Es otro negocio. Somos compradores de papel, de pegamento… cambia todo. Pero la empresa crece. La familia crece. Teníamos que hacerlo”.

¿Y cuál es el objetivo con las marcas propias? ¿Estar, ganar mercados?

Ganar mercado, pelear el mercado. Nos está costando Posadas. Pero no Misiones, lo que pasa es que hay muchas marcas. Pero estar en góndolas ya es un orgullo. 

Carolina también fue pionera en vincular la industria con el turismo. “Lanzamos la Ruta del Té hace 11 años. Hoy es una herramienta que acerca el producto a la gente, promueve el consumo y cambia la percepción del té argentino”.

Pero aún faltan cosas. “Hay que mejorar la señalética, la información. En Mendoza está muy bien trabajado. Acá vamos por buen camino, pero falta. Recién lanzamos la tercera Expo Té Argentina, y la semana pasada fue la Fiesta Nacional del Té. Todo suma”.

“Son eventos que potencian el consumo, que acercan la comunidad al producto. Pero Argentina y sobre todo Misiones somos grandes consumidores de mate y de café. Y somos grandes productores de té, pero poco consumidores, entonces el desafío lo tenemos que tener nosotros. Ese camino está siendo transitado. Hace once años cuando empezamos con la ruta del té había prácticamente cero y hoy y si yo miro para atrás digo: “Wow, creo que hubo un cambio.” Cuando al argentino le abren las puertas y le cuentan la historia, se la toman como propia, empiezan a defender el producto argentino con uñas y dientes. Nos pasó con el vino, nos pasa siempre con el cuero argentino, hay un montón de productos argentinos de los cuales nos sentimos orgullosos de que sean argentinos y eso tiene que pasar con el té. O pasar con la yerba también”. 

¿Qué falta para eso?

Es tiempo. Yo creo que el camino está correcto. Cambiar la cultura, educar, transmitir, es tiempo. Van 10 años, pero faltarán 10 más probablemente. A veces me preguntan por qué no empezamos antes. “Mi abuelo murió gastado y trataba de solventar. Mi padre sigue trabajando. Nuestra generación recién ahora tiene el tiempo para pensar en diversificar. Antes era sobrevivir”.

“Nosotros vivíamos en Campo Viera, teníamos cinco kilómetros de tierra, veinte de asfalto para llegar al colegio. Recuerdo a mi mamá pintando la casa y cocinando porque venía un comprador de té. Así nos criamos”.

Don Basilio es una empresa orgullosamente familiar, misionera. Poder estar con mi hermano, con mi hermana. Hay pasión familiar. Y mucha. Uno tiene mucha historia y por eso también es importante participar. Antes la industria había dejado de participar de Coproté, porque realmente el ambiente era difícil y hoy participamos y a veces a mí me dicen, ¿Para qué? Hay que estar”. 

Carolina es una de las empresarias más convocadas en foros de liderazgo femenino. Pero no milita desde un lugar de privilegio, sino de esfuerzo. “No levanto banderas. Me formé, me animé, me gané el lugar. Fui presidenta de la Cámara de Elaboradores de Té cuando no había muchas mujeres. Hoy veo hijas de colegas que trabajan y van para adelante. Y me encanta”.

Tiene referentes. “Paquita Lowe es una referente. Victoria Szychowski también. Y muchas más. No somos iguales hombres y mujeres, y eso está buenísimo. Yo soy madre, mi marido es padre, cada uno cumple su rol. Pero el lugar hay que ganárselo. Con respeto, sin ofenderse por cualquier cosa. Hay que estar”.

¿Qué le diría a quien quiere emprender hoy en el agro? 

Si tuviera la varita… (Ríe). “Que sepa que no es fácil. Que empieza a subir, cae, sube, cae…. Que hay que invertir, no solamente tiempo, estudiar, observar, mejorar. Ver dónde está la competencia, ver dónde puedo resaltar, en qué puedo ser mejor, dónde puedo marcar la diferencia. Que va a caerse y levantarse muchas veces. Pero que se puede”.

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Exportaciones misioneras: el primer bimestre de 2025 fue el cuarto mejor desde 2002

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Misiones registró exportaciones por USD 66,0 millones en el primer bimestre del 2025, lo que significó el cuarto mejor arranque desde el 2002, quedando solo por debajo de los registros de 2011 (USD 71,2 millones y año récord), 2010 (USD 67,1 millones) y 2022 (USD 66,2 millones).

El total exportado implica una suba del 4,1% contra igual período del 2024

Visto por grandes rubros, las exportaciones misioneras correspondientes a Productos Primarios (PP) fueron por USD 5,1 millones (7,8% del total provincial) y crecieron 8,1% interanual; las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) totalizaron USD 36,1 millones concentrando el 54,6% (caen 1,3% interanual) y las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) totalizaron USD 24,8 millones (37,6% del total provincial) y crecen 12,2% interanual.

Por ende, se observa que, tal como se verifica históricamente en Misiones, las manufacturas representan una fuerte mayoría de las exportaciones de la provincia: 92,2% en este período analizado.

La región NEA exportó por USD 169,6 millones en los dos primeros meses del año, con un crecimiento del 26,6% interanual. Misiones nuevamente se sostiene como la provincia más exportadora de la región, concentrando el 38,9% del total regional.

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