Un nuevo sueño de fraternidad

Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 4° domingo de Cuaresma [19 de marzo de 2023]
El tiempo de Cuaresma nos ayuda a revisar nuestra vida y recuperar nuestra amistad con Dios, tantas veces desdibujada por nuestros pecados. A pesar de nuestras miserias, Él es fiel y está siempre dispuesto a perdonarnos. Sin embargo, el camino cuaresmal no es un camino intimista, sino que, en nuestra relación con Dios se juega también nuestra relación con los demás. Sabernos hijos del Padre Celestial, nos convierte en hermanos por la fe. Esta relación de fraternidad no siempre aparece con claridad en nuestros ambientes sociales o incluso eclesiales. El Papa Francisco en la Encíclica «Fratelli tutti» nos pide que nos planteemos un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social y esto no exclusivamente para los cristianos sino para todas las personas de buena voluntad.
El mismo Papa nos dice: «Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad.
Entre todos: He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante» (Cfr. Fratelli tutti, 8).
Queremos aprovechar este tiempo de la Cuaresma para revisar nuestro discipulado del amor, queremos ver cuál es nuestra situación en relación a los otros, los más pobres, vulnerables y excluidos y, obviamente, el gran Otro que es nuestro Padre Dios que nos espera como al hijo pródigo con un abrazo, un beso y una fiesta. Al revisar algunos de los flagelos que evidencian la degradación de la dignidad de la persona y el mundo que se construye en nuestro siglo XXI aparece la creciente pobreza de millones de hermanos y hermanas que padecen la peor grieta de la humanidad. En sí, es un flagelo mundial. Cada vez son más, sumando millones año a año que pasan a formar parte de la pobreza e indigencia.
Lamentablemente en nuestra Patria se vive exactamente lo que pasa en el mundo. Durante décadas la pobreza viene creciendo. Pasan diversas gestiones de gobierno y ni los políticos, ni los otros sectores del poder: empresarial, judicial, intelectual o religioso, parecen ser capaces de considerar este como el mayor problema de Estado. Están lejos de los que padecen experiencialmente en el hoy del sufrimiento, de los circuitos de desnutrición, desocupación, falta de vivienda y tierra, y todas las consecuencias que tiene esto.
Los cristianos no podemos desentendernos del flagelo de la pobreza y considerarla como el problema de otros. En Aparecida se nos señala algo para rezar y pensar en el examen de conciencia de esta cuaresma en relación a la opción preferencial por los pobres y excluidos: «Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como discípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo. Ellos interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas.
Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25, 40). Juan Pablo II destacó que este texto bíblico ilumina el misterio de Cristo. Porque en Cristo el grande se hizo pequeño, el fuerte se hizo frágil, el rico se hizo pobre». (Documento de Aparecida 393)
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas