¡¡Adiós Diego, gracias por tanto!!!

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Irrepetible!!! Cuando doña Tota y don Chitoro Maradona, en una humilde casita de Villa Fiorito en el verano del 60 engendraron a Diego Armando, rompieron el molde. Lo hicieron añicos para que la historia del fútbol no entregara ninguna imitación. Y así fue.

El potrero del barrio con el Estrella Roja, luego Los Cebollitas, Argentinos Juniors, fueron dándole forma a un personaje que ya trajo en sus genes un talento y una personalidad que fueron inimitables. 

Llegó por primera vez a la bendita tierra colorada con los Bichitos Colorados de La Paternal, cuando recién había cumplido los 19 años. Estaba de viaje y me perdí poder verlo en su estado más puro. El del joven que con poco más de dos años en primera, ya pintaba para crack.

Esa noche el Clemente Argentino Fernández de Oliveira, escenario de grandes acontecimientos, se vistió de gala. Es que en aquel amistoso ya aparecía una figura que dejaría su huella indeleble, que con el fútbol llegó a constituirse en el emblema del país. Porque en el exterior, decir Argentina, era decir Maradona. No había nada ni nadie con semejante corazón argento que en cualquier rincón del planeta, pudiera encontrar alguien que tan unánimemente uniera al terruño y su nombre.

Llegó a Boca en el 81 para ser campeón con Silvio Marzolini y un socio de lujo como Miguel Ángel Brindisi. Luego el Barcelona donde sufrió su más dura lesión al fracturarle el tobillo el vasco Andoni Goikoetxea, para comenzar, tras su recuperación, el más profundo y loco idilio con el pueblo napolitano. Tan fuerte lo fue, que en el Mundial del 90 dividió a Italia cuando en el San Paolo, las manos de hierro de Sergio Javier Goicoechea depositaron a la albiceleste en la final. El viejo encono Norte-Sur, hizo que muchos napolitanos optaran por su ídolo en desmedro de la Nazionale. Pero a ese idilio y en favor del avance en el torneo, en octavos, Diego mostró su amor por la camiseta cuando ante Brasil en Turín, con un tobillo izquierdo golpeado y maltrecho (casi deshecho), pudo hacerle el pase para que Claudio Paul Caniggia marcara el único tanto del partido.

Pero la historia grande se escribió cuatro años antes, cuando el equipo de Carlos Salvador Bilardo fue campeón del Mundo en México 86. Sus goles determinantes como el empate ante Italia o los dos a Inglaterra, con “La mano de Dios” y el más bello de todos los certámenes ecuménicos, el del “barrilete cósmico”, para alcanzar las semifinales ante Bélgica, donde volvió a aparecer con sus conquistas. El Azteca terminó de proyectarlo al Olimpo del que deportivamente nunca descendió.

Volviendo a los 90 y purgando una suspensión por un positivo en el Calcio, vino de paseo a Misiones. Fue a Cataratas con su familia y allí se encontró con don Nene Puerta, padre del por entonces gobernador Federico Ramón Puerta. Navegando el Iguazú y el Paraná, en medio de una amena charla, don Nene le propuso venir a jugar un partido amistoso a beneficio de COPANI, la Cooperadora del Pabellón de Niños del Hospital Madariaga. Le entusiasmó la idea y el 9 de mayo de 1992, otra vez Villa Sarita fue el escenario donde desparramó todo su talento en el verde césped franjeado. Hasta se dio el lujo de hacer un gol de media cancha que terminó recorriendo el mundo.

Esa jornada fue histórica. El estadio estaba repleto. Medio tiempo para los del Interior y el otro, para los capitalinos. Hizo tres goles y para quienes disfrutamos la dicha de verlo jugar, fue como corroborar el concepto del más grande.

Tuve la posibilidad de estar muy cerca de Diego y Horacio Bongiovanni, que lo había dirigido en el Boca del 81 durante once partidos, cuando Marzolini debió operarse del corazón y sin ser parte de la charla, pude escuchar un diálogo íntimo y sabroso que luego quedó reflejado en las páginas de El Territorio. Y la frutilla del postre me la permitió disfrutar Enrique Moltoni, un amigo de la vida y casi portavoz de prensa del “10”, cubriendo toda su actividad a través del Noticiero de Canal 9. Por su gestión pude ingresar al vestuario de Guaraní, hacerle un reportaje que aún conservo y en el que expresaba su satisfacción por la obra de beneficencia realizada, descartando totalmente su vuelta al fútbol profesional, cansado de sus enfrentamientos con el poder.

No estaba en sus planes que la dura bofetada que nos dio Colombia en el 5 a 0 de un año y meses después, Alfio Basile lo pidiera a gritos para la selección. Había que jugar el repechaje con Australia y aun fuera de estado, seguía siendo el salvador. Y lo clasificó al Mundial de Estados Unidos, donde volvió a trastabillar cuando el buen inicio ya le daba a Argentina el rótulo de candidato tras Grecia y Nigeria. Una nueva suspensión, aunque volvió. Fue en Sevilla, Newell´s y Boca Juniors, donde cerró su campaña.

Llegó el tiempo de técnico en Mandiyú, Racing, Selección Argentina en Sudáfrica 2010, Emiratos Árabes Unidos, Dorados de México, hasta que llegó Gimnasia y Esgrima La Plata. Con los “mensanas” estuvo el día de su cumpleaños número 60, hace 25 días no más. Y tras detectársele un hematoma subdural, debió ser operado. Por la abstinencia y convalecencia se alojó en una casa de Nordelta, lugar en el que hoy al mediodía, nos dejó para siempre físicamente. Aunque como los ídolos, cada día calará más profundamente en los corazones de quienes pudimos disfrutar de su talento, disperso sin egoísmo alguno, en cuanta cancha pisara en el mundo.

Hasta pronto Diego!!! Gracias por tanto!!! Haya paz en tu tumba!!!

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