Al final del principio, ¿Ya nos aburrió hablar de I.A?

Escribe Camilo Furlan

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Año 1900, han pasado 14 años desde que un tipo llamado Carl Benz, hiciera el primer prototipo del automóvil. A siete mil ochocientos kilómetros de ahí, un emprendedor llamado Henry Ford, busca inversores para su taller, porque quiere fabricar vehículos en serie. A los inversores que reúne, les dice que el mundo va a cambiar y que el auto es el futuro. Es comprensible que quienes escuchaban a Henrry Ford en aquel momento, lo vieran con cierto escepticismo. Dado que, el automóvil de aquel entonces, debía de ser manejado por dos mecánicos profesionales, uno al volante y el otro encargado del arranque y pendiente de las averías que, con toda certeza, se producirían durante el trayecto. Además, en algunos países, como Inglaterra, se establecía que debería incluirse un tercer miembro, que portaría una bandera roja y que este debería de blandirla indicando el paso del vehículo, para advertir a las carretas y bicicletas que allí circulaban, ya que los siniestros viales frecuentaban entre estas nacientes autopistas del futuro.

Para añadir mas confusión aún, hay al menos setecientos fabricantes de automóviles en la primera década del siglo. Claro, el número de inversores que perderían todos sus ahorros apostando a el futuro que prometía Henry Ford, era abismal. Frente a esta emergente revolución con ruedas, si nosotros escucháramos a Ford, tendríamos muchas dudas sobre el futuro de esta tecnología y pensaríamos que, desde el punto de vista financiero, estaríamos frente a una gran burbuja. Volviendo a la actualidad, año 2023, ChatGPT y otros modelos de inteligencia artificial, nos han asombrado, nos han preocupado, se nos ha dicho que el mundo puede terminarse y hasta ha habido expertos que dicen que deberíamos de parar la inteligencia artificial.

Pero al día de hoy, nuestro asombro y nuestro interés comienza a desinflarse, algunos defectos de los modelos actuales los hacen complejos en el uso y poco fiables en los resultados. Al mismo tiempo, vemos que las inversiones en I.A van en aumento, que cada día aparecen mas modelos. Todo el mundo está entrenando una inteligencia artificial e invirtiendo miles de millones en su desarrollo. ¿Hay por tanto una burbuja de inteligencia artificial? Es más que posible. ¿Nos podemos fiar de estas primeras aplicaciones? Parece que no. Pero ¿Supone esto el final del camino de la inteligencia artificial? Definitivamente no, esta coyuntura supone mas bien el fin del principio, remitiéndonos al mismismo padre de la industria automotriz, Henry Ford.

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Desde principio de año, hasta el mes de marzo del corriente año, el crecimiento en número de las búsquedas, y el uso mismo relacionado a los chatbots como el de OpenAI, tuvo una creciente exponencial. Esta cantidad se sostendría por las nubes hasta el mes cinco, pero terminaría por decaer en un diez por ciento para el mes de junio, sorprendiendo a los estadistas que sobre ello se enfocan. No solamente se vieron afectados los modelos de lenguaje, sino también ámbitos como el procesamiento de imagen, hablamos de modelos como el de Midjourney o Dall-E, de los que se hablaba mucho incluso a mediados del año pasado.

Pero ¿Qué paso? ¿Qué produjo este desinterés repentino por dicha tecnología?

A quienes nos mueve y apasiona este tema, nos suele cegar la misma pasión que, a menudo, tanto intentamos contagiar. Si bien, por cada novedad que para con ello respecta, mas nos enamoramos y sumergimos en el profundo universo de la inteligencia artificial, el algoritmo de las redes sociales termina por sugerirnos mas contenido vinculado a la I.A, llevándonos a creer por momentos que ChatGPT es igual de popular que la mismísima Coca-Cola. Pero ¿En qué medida creerías que tus familiares o allegados conocen esta herramienta? ¿Realmente estas esperando a que lleguen las vacaciones de verano para relajarte en tu sillón de playa, mientras te diviertes hablando sobre Dall-E con tu hermano o tu pareja?

Un estudio de la firma de investigación YouGov, nos muestra que a ChatGPT lo conocen más las personas de entre 18 y 44 años, pero lo curioso de este estudio yace en que tan solo entre el quince y diecisiete por ciento de estos Usuarios lo usa con fines personales. Es decir, que el ámbito en el que predomina esta herramienta, tiende a ser en el ámbito laboral o académico. Google Trends, nos brinda una estadística clave, enfocándose en el cotidiano, termina por demostrarnos como el ritmo de búsqueda se derrumba en un cuarenta porciento los fines de semana. Dejando de lado la curiosidad personal de los usuarios, terminando por ser el “machete” en las escuelas y un ayudante en las oficinas laborales.

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Desde el punto de vista del marketing, toda creación radical como ésta, tiene que atravesar indefectiblemente por una etapa de “desaprobación colectiva”, esta mezcla de desinterés con preocupación que, a menudo, aparenta el fin. En esta coyuntura, tenemos infinidad de competidores, productos a medio hacer, iniciativas frustradas y novedades que frecuentan periódicamente los canales de noticias. Posterior a dicha “etapa”, se encuentra un momento de explosión, en el que dicha creación representa una parte notable de nuestra cotidianeidad. Transformándose así, finalmente, en un producto masivo, que nos da que hablar y forma parte de nuestra lista de intereses.

El mapa se ve enormemente ampliado si tenemos en cuenta la tecnología “Open-Source”, como la que propone OpenAI, la cual permite que la receta de esta “Coca-Cola binaria” no se mantenga bajo siete llaves. Sino que el código fuente del chatbot esta abierto a modificaciones y a que, quien se lo proponga, pueda tener acceso sencillo a esta fuente de inteligencia artificial para desarrollar nuevas herramientas en función de un propósito mas bien colectivo y no estrictamente comercial.

Nadie puede brindar un punto de vista que, con certeza, termine por determinar que es lo que se viene en los próximos años, ni mucho menos que nos depara el resto del siglo. Con lo que a mi respecta, seguiré investigando, seguiré escribiendo por este medio, seguiré promoviendo que las temáticas más bien técnicas o científicas estén en conocimiento hasta del más aislado de los campesinos. E invito, a quien le sea dado leer esto, que investigue que hay detrás de todo este apasionante mundo de inteligencia artificial y no se deje llevar por esos llamativos títulos de noticiero “Clickbait” tan frecuente en este espectáculo digital al que llamamos redes sociales, que no hacen mas que aturdir nuestras cabezas con fakenews y futuros distópicos.

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