Las elecciones y el día después
El día después será mucho más trascendente que lo que ocurra este domingo en las urnas. Si la oposición se impone, como proyectan algunos sondeos, el Gobierno estará obligado a revisar su hoja de ruta para sostener la escasa gobernabilidad que todavía le queda. La preocupación de la sociedad y de “los mercados” es qué hará el Presidente en ese escenario. En la memoria hay una experiencia reciente tras una derrota electoral, que terminó en una devaluación que no hizo más que profundizar la crisis incipiente. No pasó hace tanto. Fue durante la gestión Cambiemos, cuando Mauricio Macri pidió a la oposición que se haga cargo del derrumbe económico.
La noche en la que el Presidente perdió las Primarias Abiertas y Obligatorias, mandó a dormir a los argentinos -pasadas las 21 y sin los datos oficiales-. El lunes amaneció con una devaluación de más del 21%.
El escenario es alarmantemente similar. La economía real se derrumba en forma constante desde hace ya demasiados meses, lo mismo que sucedía en aquel momento, incluso después del inédito préstamo del FMI de 57 mil millones de dólares que obtuvo el jefe de Cambiemos. En apenas dos años, Milei tuvo respaldos superiores entre el FMI y el generoso Donald Trump para intentar sostener “el modelo” y contener el dólar, mientras la recesión se profundiza, con descontento creciente, cierre de empresas y más de 250 mil empleos perdidos. El hilo conector es una sociedad hipotecada por generaciones.
Pero los mercados que deberían estar felices con un Gobierno de los suyos, no muestra misericordia. El viernes, en la última jornada previa a las elecciones legislativas, el dólar oficial cerró en $1.465 para la compra y $1.515 para la venta en el Banco Nación, con una suba de $10 respecto del jueves, recuperando exactamente lo perdido en la jornada anterior. La divisa acumuló así una ganancia semanal de $10 (0,7%), mientras que en lo que va de octubre registra un incremento de 8,2%, reflejo de la tensión cambiaria previa al proceso electoral. En el circuito bancario, el tipo de cambio minorista promedió entre $1.510 y $1.515, con picos de hasta $1.520, mientras que el dólar mayorista se ubicó en $1.492, prácticamente al límite superior de la banda cambiaria fijada en $1.492,55, lo que alimentó las versiones sobre posibles intervenciones del Banco Central.
Los analistas advierten que, si el oficialismo no supera el 30% de los votos, podría producirse un “lunes negro” con caída en bonos y acciones y un salto en las cotizaciones del dólar. En cambio, una mejor performance electoral —por encima del 35%— podría desencadenar un rally alcista en pesos, impulsando bonos y acciones, y generando una baja del tipo de cambio en sus diferentes versiones.
“El mercado se sobre dolarizó y, más allá del resultado, en los próximos días se necesitarán pesos para pagar sueldos, alquileres e impuestos”, explicó Fernando Marengo, economista jefe de BlackToro Global Investments. “Como no hay déficit fiscal, esos pesos solo pueden provenir de la venta de dólares”, añadió.
En la misma línea, Fabio Saraniti, de Win Securities, cuestionó el nivel de dolarización previa a las elecciones: “No se entiende tanta compra en la previa. Si el panorama político se estabiliza, podría verse un desarme parcial de posiciones”.
Milei ató su suerte a los respaldos internacionales antes que a los consensos internos. Celebró la generosidad de Trump y en las últimas horas se regodeó con el desembarco de la cúpula de JP Morgan, el banco que podría ofrecer una parte de un crédito de 20 mil millones de dólares, para lo que quiere, claro está, garantías de cobro.
El viernes el Presidente ofreció una gala para los visitantes financieros en el Teatro Colón en el que hubo reunión privada de los ejecutivos con Luis Caputo, uno de los ex empleados de JP Morgan, al igual que la plana mayor del ministerio de Economía, incluido el flamante subsecretario de Economía, el chileno José Luis Daza, quien reemplazó a Pablo Quirno -otro ex JP Morgan- quien ahora asumió como canciller ante la renuncia de Gerardo Werthein. (Algunas consideraciones al margen: antes de renunciar en medio de la guerra interna con Santiago Caputo, el ex canciller -el segundo que abandona el barco después de Diana Mondino- dejó nada menos que 80 nombramientos en distintas sedes diplomáticas. Su reemplazante, quien debe velar por los intereses de la Argentina en el exterior, no sólo es un ex JP Morgan, sino que expuso en redes su desdén por el reclamo de la soberanía sobre las islas Malvinas).
Ajeno a cualquier cuestionamiento, el Presidente promete profundizar el rumbo. Si las huestes libertarias son ganadoras -o sufren una derrota “digerible”-, el presidente sentirá manos libres para ajustar el ajuste que se convirtió en el único elemento de discusión durante la campaña inusualmente carente de emociones e ilusiones.
Esa Argentina paralela es la que movilizó la reacción que supera los espacios políticos. No hay una oposición única, sino preocupaciones compartidas en la defensa de las economías regionales, de la inversión pública y del empleo. El Congreso será un reflejo de esa unión, que no necesariamente es amor. Pero conlleva a decisiones conjuntas en defensa propia.
Así como los productores de yerba padecen las consecuencias de la desregulación en Misiones, la vid está mal en Mendoza. Sobre ese eje hay que trabajar, explicó Oscar Herrera Ahuad, el candidato a diputado nacional por la Renovación. No hubo planteos similares por parte de los demás espacios en pugna, la mayoría de ellos atados a los mandatos nacionales, como el Justicialismo y la Unión Cívica Radical o el silencio de redes del libertario Diego Hartfield, quien se cuidó de exponerse demasiado para eludir los cuestionamientos a las consecuencias de la política económica que defiende.
Enfrente, la Nación no está dispuesta a dar el brazo a torcer. Hace unas horas, el secretario de Desregulación de la Nación, Alejandro Cacace, defendió la política de liberalización de los mercados como una estrategia central del Gobierno nacional para “liberar el potencial productivo del país”.
“Con mi amigo de Misiones tenemos la discusión por la yerba mate. Me dicen los productores que están preocupados, y vamos a conversar, pero que caiga 25% el precio de la materia prima para nosotros es bueno, porque eso termina impactando en el precio que tienen los consumidores en góndola y en la posibilidad de exportación del país”, detalló el abogado radical.
El secretario reconoció, sin embargo, que existen distorsiones en la cadena de valor, al admitir que “habrá temas de concentración” que deberán ser atendidos “con las herramientas de defensa de la competencia”.
En los hechos, los números del mercado yerbatero muestran una asimetría profunda entre el precio de la hoja verde y el de la yerba elaborada. El Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) actualizó el costo de producción del kilogramo de hoja verde puesta en secadero, que asciende ahora a $423,99, según la matriz de costos aprobada por el Directorio del organismo. Se trata de un costo bruto promedio, es decir, no incluye los márgenes de utilidad del productor. Si a ese valor se le suma un 30 por ciento de rentabilidad razonable, el precio técnico de referencia ascendería a $551,19 por kilo de hoja verde puesta en secadero.
A pesar de la actualización, los precios reales que se pagan en el mercado continúan muy por debajo de estos parámetros. En la zona Centro-Sur de Misiones, la hoja verde se paga alrededor de $180 por kilo; en el Norte, cerca de $280; y en el caso de las cooperativas, los valores rondan los $305.
Esto implica que el productor recibe entre un 40 y un 65 por ciento menos de lo que debería percibir según el costo de producción actualizado, e incluso la mitad del valor que permitiría una rentabilidad mínima.
Tampoco es real que el precio de la yerba en góndola haya bajado -en todo caso, aumentó por debajo de la línea de inflación acumulada-. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el precio promedio del kilo de yerba en góndola se ubicó en $ 4.707,72 en septiembre de 2025, con un incremento mensual del 1,4 %. En diciembre de 2023, el valor era de $ 2.138,54, lo que implica una suba del 120,14 % en menos de un año.
Herrera Ahuad plantea la necesidad de discutir la agenda federal y exigir a la Nación “reciprocidad” a la hora de analizar las leyes. Hasta ahora las provincias aportaron gobernabilidad, pero no recibieron la atención necesaria. El Presupuesto 2026 no modifica ese comportamiento de la Nación, sino que lo enfatiza.
“Se crece con todos o no se crece nada; el pueblo misionero es nuestro mandante”, advirtió Herrera Ahuad en el cierre de campaña. Herrera Ahuad apuntó directamente a las políticas nacionales, al señalar que “la producción ha caído estrepitosamente” y que “se han descuidado las economías regionales”.
Recordó que durante su gestión como gobernador “la yerba mate alcanzó el mejor precio histórico” gracias a la defensa del sector en el Congreso y en la Nación, y que hoy esa realidad cambió por la desregulación y la falta de acompañamiento a los productores.
“Los productores nos necesitan nuevamente discutiendo por sus productos, y allí vamos a estar porque sabemos cómo hacerlo”, afirmó.
También hizo mención a la crisis del sector foresto-industrial, afectado por la caída del consumo y la paralización de obras públicas a nivel nacional.
“Con mucho dolor veo todos los días a un amigo que pierde trabajo. Las políticas públicas que vienen desde la Nación no existen. Nosotros somos una provincia de trabajo y compromiso, y nunca dimos un paso atrás”, subrayó.
Hartfield, en cambio, apuesta todo a la mano invisible del mercado y jura que en el sector yerbatero comprenden los argumentos libertarios: “Yo se los dije en la cara. No fue Milei el que mató a los pequeños productores, sino la regulación del precio” de la materia prima. “El precio regulado tampoco evita la ley de la vida, que es la oferta y la demanda”, sentencia.
El argumento del ex tenista es el único en defensa de la desregulación. Hasta Ramón Puerta bregó por volver a regular el mercado. El ex gobernador que también quiere ser diputado nacional, cerró su campaña acompañado por Miguel Pichetto. El veterano dirigente fue contundente sobre el modelo libertario: “Reedita un esquema financiero “idéntico al de Martínez de Hoz”, que -recordó- “ya fracasó en la Argentina, destruyendo el aparato productivo y el empleo”.



















