Bienvenidos al futuro: una mirada al 2024 del mercado cripto y las expectativas para 2025
Por Sebastián Serrano, CEO y cofundador de Ripio – Siempre tuve una mirada y una actitud muy bullish hacia Bitcoin y las criptomonedas. Sobre todo hacia Bitcoin. Pero nunca había visto un escenario que refuerce tanto ese convencimiento como el que tuvimos durante 2024, con oportunidades y expectativas rotundas y una variedad de hechos encadenados que –por fin– terminaron de procesar este cambio global en la mirada de las personas, las empresas y los estados acerca de su economía, las finanzas y el dinero.
Bienvenidos al futuro: este año confirmó el sueño de Satoshi Nakamoto de tener una forma de dinero electrónico global, masiva, sin restricciones ni intermediarios centrales. Y eso sentó las bases para que podamos proyectar un 2025 impresionante para el mercado, que podría tomar un volumen y una fuerza nunca vistos. Bitcoin existe desde 2009 y ha tenido avances año a año, pero en este 2024 tuvo un crecimiento cercano al 146% hasta llegar a los más de 108.260 dólares que marcó como máximo histórico, outperformeando a casi todos los principales activos y metales preciosos del mundo.
Más allá de dónde vaya a estabilizar su precio en los próximos meses, el hecho de que haya roto la barrera psicológica de los 100.000 dólares y llegado a las seis cifras marca un cambio de época definitivo. Era inevitable, pero para que se diera tenían que terminar de darse algunos factores.
Un contexto favorable
El combo es bastante complejo, pero sin ahondar demasiado podemos decir que empezamos a ver las consecuencias del halving que el 19 de abril redujo la recompensa a la minería de 6.25 BTC por bloque minado a 3.125 BTC. Esto provocó una crisis de oferta, porque ahora se minan nuevos bitcoins a la mitad de la velocidad que hasta antes de este cuarto halving. Mientras tanto, por su diseño de suministro limitado, cada vez quedan menos bitcoins por minar: poco más de 1,2 millones, de los 21 que habrá como máximo. Entonces, en resumen, Bitcoin es cada vez más difícil de minar y además quedan cada vez menos nuevos bitcoins para ser minados.
Del otro lado explotó la demanda, entre la adopción institucional acelerada por la aprobación de los fondos cotizados en Bolsa al contado (ETF spot) de Bitcoin; el efecto contagio del triunfo electoral de Donald Trump, un futuro presidente pro-cripto para Estados Unidos (junto al caso de El Salvador habiéndose demostrado exitoso); y el nuevo boom del retail cripto, que entiendo que deriva no sólo del propio aumento de precios del mercado cripto sino también del hecho de que cada vez es más fácil usar criptomonedas, además de que por sus beneficios es cada vez más conveniente utilizarlas para hacer pagos, ahorrar o como inversión.
El triunfo de Trump como mandamás del país y el mercado líderes en Occidente promete dar paso a políticas favorables para cripto, con una regulación más flexible y la posible creación de una reserva estratégica en bitcoins para el Tesoro estadounidense. Además, hay cambios a gran escala anunciados para la SEC, como la salida de Gary Gensler para reemplazarlo por un titular más afín a las criptos. El sector del desarrollo de tecnologías, incluidas las fintechs, podría ser también otro gran beneficiado por el tipo de gobierno que promete el republicano. Y en este punto quiero rescatar una frase que me parece histórica: la del presidente de la Reserva Federal estadounidense (FED), Jerome Powell, presentando a Bitcoin como “el oro virtual y digital”, ya que por su uso y volatilidad, “no compite tanto contra el dólar como contra el oro”.
Pero este futuro promisorio no se deja ver sólo en los países “ordenados”. Incluso los conflictos geopolíticos más intensos (Rusia-Ucrania, Medio Oriente) y las tensiones comerciales globales (Estados Unidos vs China, principalmente) dan un marco para el desarrollo de la adopción y del comercio y uso de criptomonedas, tanto como una forma de independencia financiera como para su uso como refugio. Con la inflación convertida en una preocupación global y la dificultad de acceder a monedas extranjeras en grandes áreas del planeta, Bitcoin y otras criptomonedas (sobre todo las stablecoins) aparecen como un modo de protegerse ante la devaluación y seguir participando de los mercados globales, más allá de lo que ocurra en el país de origen.
Esto lo sabemos bien en Latinoamérica, una región donde hemos podido ver de primera mano el aumento no sólo de la adopción sino también de la creación en entornos blockchain. El nivel y caudal de talento que los latinoamericanos tenemos para ofrecer en esta industria es inagotable, y se suma a nuestra habilidad para resolver problemas.
En el ámbito doméstico, el primer año del gobierno de Javier Milei también fue dejando señales muy promisorias. Las más específicas fueron la inclusión de las criptomonedas en el blanqueo de capitales y la reciente aprobación de Cedears de ETF spot de Bitcoin, que brindan exposición local a estas nuevas herramientas financieras atadas al precio de contado del bitcoin. Además, en un vistazo más general, resultó clave el enfoque de la administración Milei en cuestiones macroeconómicas, logrando estabilizar el precio del peso argentino, equilibrar los mercados cambiarios paralelos con el oficial y reducir la inflación mensual, evitando el fantasma de una híper. Además, el gobierno está trabajando en un sandbox en desarrollo para la tokenización de activos financieros y Real World Assets. Esto podría tener un impacto económico notable y potenciar el mercado de capitales argentino, que históricamente no tuvo gran relevancia global.
El bull market ya llegó
Ya es hora de hablar del “elefante en la habitación”. Hablemos de precios, porque va a ser la primera vez que arranquemos un año con la cotización de Bitcoin por encima de los 100.000 dólares, una marca largamente anhelada y que hubo poco tiempo para festejar, porque el BTC siguió y sigue marcando nuevos récords. El 17 de diciembre volvió a marcar otro nuevo ATH, como hizo durante casi todo el año. En este caso, fue de 108.268 dólares, el pico hasta ahora.
El comienzo de 2024 ya había sido espectacular con la aprobación de los ETF de Bitcoin al contado, todo el rally previo al halving y el pico de 74.000 del 14 marzo, hace 9 meses. Después del cuarto halving, en abril, Bitcoin estuvo meses lateralizando hasta que el triunfo de Trump destrabó el mercado. Después de eso, llevamos ya más de 45 días de nuevos máximos, uno tras otro. Todavía quedan unas semanas y creo que ese número puede seguir subiendo este año, sobre todo después de Navidad. Aunque ya a este nivel, desde los 44.000 dólares a los que abrió el año, la revalorización del BTC es de más del 146% en 2024, y de un 156% si contamos 365 días exactos . En ese período, el oro subió un 30%, la plata un 28% y el S&P 500 un 28%.
Y vuelvo sobre lo de la Navidad porque para fin de año muchas personas a nivel global reciben bonos o pagos extra que desde la pandemia se vienen usando cada vez más para la compra de cripto. También muchas empresas se acercan a sus cierres anuales y las que llegan con cierta liquidez cada vez más deciden hacer algún tipo de inversión cripto o resguardo en stablecoins.
El resto de los mercados
Entre los diez activos con mayor capitalización de mercado, incluyendo al oro y la plata, Bitcoin mejoró la performance de todos, excepto de las acciones de Nvidia, que subieron un +174%. Le fue mejor que a Apple (+25%), Microsoft (+20%), Amazon (+51%), Alphabet/Google (+53%), Saudi Aramco (-13%) y Meta/Facebook (+85%). Hay un dato emocionante: si Bitcoin tiene un 2025 la mitad de bueno en rendimiento que 2024, pasaría a ser el tercero –o con un poco más de impulso el segundo– activo mundial por capitalización de mercado, sólo por detrás del oro y Apple.
En cuanto a las principales altcoins, Ethereum tuvo un aumento en su precio de un 77% y Solana de un espectacular 204%, con rendimientos fabulosos también para Tron (180%) y para Chainlink (104%). Mientras que entre las memecoins que ya existían el 1º de enero tenemos a DOGE (Dogecoin, 7ª del mercado) que subió un 335%, a SHIB (Shiba Inu, 13ª) con un 189%, a PEPE (21ª) con más del 1700% y a WIF (dogwifhat, 54ª) con más del 1600%, ambas con un rendimiento impresionante. Después están BONK (56ª, +56%) y FLOKI (63ª, +540%), para cerrar el top 100 con MOG (Mog Coin, 100ª) y su suba de más del 8900% en el año. También vimos cómo muchas nuevas memecoins surgidas este año crecían directamente hasta ubicarse en el top 200 del mercado sin grandes problemas, como BRETT, PNUT, GOAT, NEIRO, GIGA o BOME.
En paralelo a la tendencia de las memecoins hubo otro gran subsistema de tokens que marcó el año, y fueron los tokens relacionados a proyectos de inteligencia artificial y a los llamados AI Agents, que usan machine learning y modelización hechas por IA para analizar la información y tomar decisiones de mercado (como aixbt, Zerebro o Divine/Chaos and disorder). Y a lo largo del año pudimos ver también el crecimiento exponencial de redes de capa 1 como Sui (SUI, +175%), Stellar (XLM, +230%), Fantom (FTM, +223%) o Algorand (ALGO, +102%). Además, sobre el fin del año, el token HYPER, de la flamante red Hyperliquid, mostró un crecimiento de más del 700%.
Qué nos depara 2025
Los datos muestran que las cuatro grandes narrativas, los cuatro jinetes de esta remontada cripto, fueron Bitcoin, las demás redes de capa 1 (incluyendo a Ethereum y Solana), las memecoins y los tokens relacionados con IA. Estoy convencido de que estos mismos winners de 2024 seguirán desarrollándose a lo largo de 2025, año en el que también veremos un nuevo boom en cuanto a tokenización de activos del mundo real (por lo que espero el crecimiento del ecosistema de tokens relacionados con RWA), a redes físicas descentralizadas (DePIN) y a un ámbito que durante 2024 se fue reactivando y que está listo para dar el salto: el criptogaming.
En cuanto a Bitcoin, uno de los gestos más significativos para evaluar el tiempo que estamos viviendo es que de pronto la proyección de los 150.000 dólares por bitcoin para 2025 hasta parece ser conservadora. Eso que parecía tan lejano a comienzos de 2024, cuando Bitcoin necesitaba un aumento de más del 240%. Hoy, con el precio por encima de los 98.000 dólares, bastaría con una crecida de aproximadamente 50%. Ya desde mediados de año hay proyecciones para 2025 que están entre los 250.000 y los 400.000 dólares por Bitcoin. Hoy pueden sonar bastante altos como objetivos, pero de repetir el comportamiento de precio que tuvo durante los últimos doce meses, Bitcoin alcanzaría consistentemente el nivel de los 250.000.
Creo que un precio de entre 150.000 y 250.000 dólares por bitcoin es lo más probable para el pico de este ciclo. Pero si la principal criptomoneda del mercado sigue a este ritmo, creo que pronto voy a tener que rever mis proyecciones. Mientras que, según las especulaciones que se están dando, podemos pensar en Ethereum con aumentos significativos hasta los 5000 o 7000 dólares por ETH, o de Solana en algún punto entre los 700 y los 1000 dólares por SOL.
Si 2025 termina siendo una año franco de altcoin season y Bitcoin empieza a lateralizar durante un período largo, igualmente el crecimiento que le depara al ecosistema cripto es espectacular. Porque ya los rendimientos que está dando Bitcoin lo son, y gran parte de ese dinero luego empieza a circular por el mercado, hacia las principales redes L1 y los tokens de utilidad de DeFi, y luego a las alts de menor capitalización. Las oportunidades se van dando en continuado en el contexto de un bull market.
Por otro lado, la proliferación de más ETF spot de Ethereum, de Solana y eventualmente de otras criptos también va a llevar a una aceleración en la adopción corporativa, con más empresas e instituciones financieras usando criptomonedas ya sea como inversión o incluso para sus nóminas de pago. En este no hay que dejar de prestar atención a las stablecoins, que si bien no tienen una volatilidad que asegure ganancias, sí ofrecen previsibilidad como medio de pago y además brinda rendimientos pasivos.
El bull market siempre deriva también en un boom a nivel de las tecnologías y posibilidades que ofrecen las blockchains y las redes descentralizadas. El aumento en el uso y en el comercio de tokens lleva indefectiblemente a tener que mejorar la escalabilidad y la eficiencia de las redes, lo que al mismo tiempo provoca no solamente constantes actualizaciones en las redes líderes sino que también favorece el surgimiento de nuevas redes, protocolos y servicios con el foco puesto en algún tipo de resolución al “trilema” que se da entre costos, velocidad y seguridad.
En ese sentido, espero también un gran año para las redes de infraestructura física descentralizada (DePin), con la evolución de la “internet de las cosas”, la hiperconectividad y la interoperabilidad como bandera. El boom de la tokenización y de las inteligencias artificiales sin dudas va a hacer fuerza para adelante en todo este sector. De hecho la integración creciente entre IA y cripto podría generar saltos enormes en el ecosistema. El otro gran área de este ciclo creo que van a ser los activos del mundo real tokenizados, una nueva forma de herramientas financieras que lleven liquidez, divisibilidad y escalabilidad a activos reales como un inmueble, las acciones de una empresa tradicional, una mina de un metal precioso o un cultivo a escala.
Tampoco hay que desatender dos espacios ya clásicos del ecosistema, con lo son DeFi y los NFT. Los protocolos de finanzas descentralizadas son cruciales tanto en bear como en bull market. Sobre todo cuando se desatan las alt seasons y los usuarios e inversores empiezan a aumentar su volumen de operaciones, swaps, envíos, depósitos en staking o aportes a pools de liquidez. En cuanto a los NFT, vimos surgir exitosas colecciones sobre todo en Solana, tal vez la red emblema del nuevo paradigma en este último año y medio, con sus memecoins y series de NFT.
Ahora bien, toda esta situación en el mercado ejerce presión hacia afuera del ecosistema. Las personas y las empresas hicieron su opción por Bitcoin y las criptomonedas. Los gobiernos y las empresas también están empezando a hacerlo. Y eso lleva a la necesidad de un marco regulatorio global más claro, que pueda proteger a los usuarios particulares y corporativos pero sin generar asfixia sobre los desarrolladores e innovadores, sobre las empresas que prestan servicios y ofrecen productos de forma legal y segura. Estados Unidos seguramente vaya a estar a la vanguardia de esto, pero tampoco hay que desatender lo que pueda pasar en Argentina y en varios países de América y de Europa, con la implementación completa del Reglamento de Mercados de Criptoactivos, todavía pendiente.
Lo mejor está por venir
Como sea, la tecnología ya venía hablando por sí sola desde hace 15 años, ofreciendo una alternativa concreta a los grandes problemas financieros de las personas y las instituciones. Y durante 2024, el mercado volvió a hablar: esta vez bien fuerte. Desde la pandemia, nos fuimos acostumbrando a que cripto, además de tener su lógica propia, también salga de a ratos a pricear la realidad, a ponerle precio a ciertas noticias o eventos. Guerras, elecciones. Como índice de información, las criptomonedas también son cada vez más tomadas en cuenta.
Todo el contexto me lleva a acelerar a fondo en cuanto a ese sentimiento bullish del que hablaba al comienzo. Las señales explotan por todos lados: máximos históricos de precios y de hash rate, una innovación sin precedentes en la historia humana, un contexto donde las criptos aparecen como una alternativa cada vez más necesaria, entre la inflación global y el aislamiento por conflictos geopolíticos. De hecho, los reportes más recientes de Chainalysis señalan una adopción récord y dentro de ese contexto global de crecimiento, tenemos a Argentina ubicada como el 15º país en adopción, por encima por ejemplo de Canadá, Tailandia o China. Además, otros tres países latinoamericanos, como Brasil, Venezuela y México, son parte de este Top 15.
Una realidad que confirma los sueños de Satoshi Nakamoto y de todos los que hace tantos años nos sumamos a esta aventura. Sin ir más lejos, Ripio ya pasó tres halvings de Bitcoin y lleva más de 11 años en la industria, ofreciendo todo tipo de productos y servicios para personas y empresas, con el foco en la seguridad y la innovación constante. Desde una forma de pago llena de beneficios como Ripio Card a la tokenización a las nóminas de pagos para empresas, pasando por operaciones OTC y los servicios corporativos Ripio Business. Como empresa líder, Ripio es punta de lanza también en la aplicación de Crypto as a Service en la región, ofreciendo todo tipo de integraciones e implementaciones para que las empresas puedan incorporar cripto a sus operaciones, ya sea mediante APIs o widgets para la compra-venta y la transferencia de tokens, o a partir de rampas fiat para compañías que quieran ofrecer cripto con pagos en moneda local.
Desde que fundamos Ripio en 2013 hemos vivido todo tipo de momentos, pero ninguno como éste fin de 2024, que dejó cargada una cantidad enorme de combustible en el mercado como para tener un 2025 explosivo. Como siempre en cripto, lo mejor está por venir.