Del efecto “Wait and see” al efecto “Act now”
Informe de la consultora Ecolatina hace foco en el sector agropecuario y plantea que “proyectamos que la economía muestre una caída en torno al -1,5% i.a. en el promedio de 2023, y que, sin contar al sector agropecuario, exhiba un crecimiento algo menor al 1% i.a. en el mismo periodo”.
Pese al impacto de la devaluación del tipo de cambio oficial post-elecciones primarias (+22%), que llevó a que se duplicara la tasa de inflación mensual, en agosto la actividad económica creció tanto en términos desestacionalizados (+1,3% mensual) como interanuales (+0,3% i.a.). Sin embargo, en el acumulado del año acumula un retroceso del -1,6% i.a.
Además, excluyendo al sector agropecuario, la economía mostró un crecimiento levemente mayor en el mes (+0,5% i.a.). Además, el resto de la economía (sin contar al sector agrícola primario) mostró una expansión del 1,1% i.a. en los primeros ocho meses del año. En particular, los Servicios vienen encabezando las mejoras.
La mayor resiliencia de la economía nos llevó a ajustar al alza nuestra proyección de crecimiento para 2023. Detrás de esta decisión se encuentran datos de julio y agosto mejores a lo esperado, en conjunto a una devaluación con un efecto recesivo acotado, en un contexto de fortaleza del efecto “act now” (anticipar consumos), acompañado por políticas de ingresos del Gobierno para intentar sostener el poder adquisitivo y el consumo.
¿Qué sucede con la actividad económica?
En agosto, la actividad económica hilvanó dos meses de crecimiento mensual: en términos desestacionalizados el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) trepó 1,3% respecto a julio y 3,9% frente a junio. Así, la actividad económica eliminó todo el efecto recesivo que había inducido la sequía principalmente durante el segundo trimestre, se situó en el mayor nivel del año (similar al de septiembre 2022) y registró un crecimiento del 1,9% respecto a diciembre de 2022.
Asimismo, la economía mostró un crecimiento interanual en agosto (+0,3% i.a.) luego de cuatro meses consecutivos de caídas. De esta forma, en lo que va de 2023 la actividad exhibió una caída acumulada de -1,6% i.a.
En este sentido, cabe destacar lo siguiente: descontando al sector agropecuario, que en agosto ya desaceleró fuertemente su contracción (-2,8% i.a.), la economía mostró un crecimiento levemente mayor en el mes (+0,5% i.a.). La diferencia es más significativa en el acumulado del año: el resto de la economía mostró una suba acumulada del 1,1% i.a, sin evidenciar casi ninguna merma interanual en lo que va del año, siendo la excepción el mes de junio (-0,5% i.a.).
Esta mejora en el nivel de actividad fue poibilitado en buena medida también gracias a un crecimiento sostenido en los puestos de trabajo. Por caso, los datos de empleo registrado de SIPA muestran que la cantidad de trabajadores siguió creciendo hasta julio (último dato disponible), acumulando una creación de 206 mil puestos de trabajo en contraste a un año atrás. En este sentido, la cantidad de trabajadores del sector privado asalariado registrado se encuentra en los niveles máximos de la serie, a inicios del 2009.
Un zoom al interior de la actividad
Las ramas de Bienes y Servicios siguen mostrando dinámicas disímiles: los primeros son los que experimentan caídas más pronunciadas, principalmente porque son el grupo más afectado por la sequía y las restricciones a las importaciones. En agosto, los Bienes mostraron una caída del -1,8% i.a., acumulando una contracción de -5,7% i.a. en el acumulado del año; mientras que los Servicios crecieron 1,2% i.a., acumulando una suba de 1,7% i.a. en 2023.
Dentro de los Bienes, Explotación de minas y canteras (+5,1% i.a.) siguió liderando el crecimiento, impulsado por el sólido dinamismo en la producción de Petróleo crudo (+6,6% i.a.) y Gas natural (+2,0% i.a.) según datos de INDEC, de la mano de la expansión en Vaca Muerta. Cabe destacar que el sector muestra un crecimiento interanual ininterrumpido desde marzo 2021.
A diferencia de los meses anteriores el retroceso más pronunciado fue el de la industria (-3,5% i.a.), en un contexto de fuertes restricciones a las importaciones, complicaciones en el abastecimiento de insumos y un encarecimiento de los costos tras la devaluación post-PASO del tipo de cambio oficial (+22%).
Por su parte, el sector agropecuario moderó fuertemente su baja (-2,8% i.a., tras tener un promedio de caídas mayor a -20% i.a. promedio en el resto del año). A contramano, los sectores de Electricidad, gas y agua (+1,2% i.a.) y Construcción (+2,5% i.a.) mostraron crecimientos.
Dentro de los Servicios, exceptuando Otras actividades de servicios sociales y culturales (-0,1% i.a.), todos los sectores mostraron una expansión en el mes, incluso también los anteriormente afectados por la sequía (Transporte y comunicaciones creció 0,5% i.a., tras seis meses consecutivos de crecimiento).
Conclusiones y perspectivas
El desempeño de la economía en la primera parte del año se vio afectado por un fuerte shock exógeno: la sequía. De todas maneras, cómo venimos mencionando en informes anteriores, el impacto fue considerablemente menor al esperado: los efectos directos del fenómenos climático sobre el sector agropecuario fueron de magnitud (de hecho, el agro mostró caídas incluso más pronunciadas que las de 2009), pero no se trasladaron fuertemente al resto de la economía, salvo efectos puntuales en algunos sectores asociados (maquinaria agrícola, agroquímicos, algunos rubros industriales de alimentos y bebidas, transporte).
Desde la óptica de la demanda doméstica, detrás de este comportamiento creemos que prima un efecto “act now”: en un año electoral, con una fuerte aceleración inflacionaria, un contexto de elevada incertidumbre y un restrictivo cepo cambiario, siguieron imponiéndose los efectos “los Pesos queman”, al tener en cuenta que las compras de bienes (y también pueden ser determinados servicios) se utilizan como alternativa de ahorro o como formas de adelantar consumos.
En este marco es que creemos que incluso la devaluación de dólar oficial (+22% en agosto) tendrá un efecto negativo menor al esperado sobre la demanda interna y la actividad económica en general de septiembre y octubre, en contraste a otros periodos con devaluación. Esto es así porque el efecto anteriormente mencionado seguirá primando en una economía con fuerte incertidumbre, que usa al consumo como herramienta para protegerse del contexto de elevada inestabilidad.
Esto se les suma a las medidas tomadas por el oficialismo para intentar paliar los efectos de la devaluación sobre el poder adquisitivo, y que además están orientadas a sostener el consumo privado. En esta línea, se encuentran las sumas fijas anunciadas para jubilados y pensionados, monotributistas, beneficiarios de la tarjeta Alimentar y Potenciar Trabajo y trabajadores del sector privado y público, sumado al anuncio de un nuevo “IFE” para trabajadores informales que se cobró en octubre y en noviembre. A esto se le suman otras medidas, como la decisión de la devolución del IVA para una parte de los trabajadores formales e informales.
No obstante, estas medidas tampoco son gratuitas: los incrementos en los ingresos y la implementación de determinadas medidas de transferencias a hogares convalidan la inflación, lo cual retroalimenta el proceso hacia adelante.
Desde el ángulo de la oferta, a lo largo del año, al reaparecer el trade-off entre reservas y actividad, el Gobierno priorizó a esta última, apelando a distintas fuentes de financiamiento para compensar el faltante de divisas por la sequía, de cerca de USD 20.000 M.
En esta línea, estimamos que se intentará mantener cierta aprobación en los despachos para importaciones, aunque no así en los pagos, forzando un crédito comercial creciente para evitar frenar lo menor posible la actividad económica. En este sentido, la deuda comercial con importadores de bienes ya supera los USD 44.000 M, con un crecimiento entre enero-septiembre de casi USD 13.000 M. Sumado a esto, la reciente aprobación del segundo tramo del swap con China (USD 6.500 M), colaborará en este sentido: si bien parte del financiamiento sería utilizado para saldar pagos con el FMI, estimamos que el restante se empleará en frenar las presiones sobre los mercados paralelos y aprobar nuevos pagos de importaciones. Finalmente, la contracara de privilegiar el sostenimiento de la actividad y el empleo se refleja en un stock de reservas netas en mínimos históricos, actualmente perforando la barrera de los – USD 10.000 M.
De todas maneras, cabe destacar que la devaluación del dólar oficial encareció directamente los costos de insumos importados que aún tenían en cuenta al dólar oficial para importar. Este hecho se le suma a las elevadas restricciones a las importaciones, que en conjunto pueden tener un efecto recesivo sobre determinadas ramas industriales que son más dependientes de las compras externas. Esto ya se vio con el desempeño negativo que exhibió la industria manufacturera en agosto y se podría mantener sobre meses posteriores.
Además, hay que tener en cuenta que las señales fiscales, de acumulación de reservas internacionales y limitación de adelantos transitorios, que eran necesarias para no desviarse con el acuerdo del FMI, ya no lucen prioritarias en la actualidad. En este marco, estimamos que termine existiendo un desvío en las metas anteriormente pactadas, que ayuden a sostener la actividad, al menos en lo que queda del año.
En virtud de todo lo expresado, mejoramos nuevamente la proyección de crecimiento para 2023. Detrás de esta decisión se encuentran datos de julio y agosto mejores a lo esperado, en conjunto a una devaluación con un efecto recesivo acotado dado que compensa el efecto “act now” y las medidas del Gobierno para intentar sostener el consumo.
Con este panorama, proyectamos que la economía muestre una caída en torno al -1,5% i.a. en el promedio de 2023, y que, sin contar al sector agropecuario, exhiba un crecimiento algo menor al 1% i.a. en el mismo periodo. Además, este escenario viene acompañado de un consumo privado que exhibirá un crecimiento en torno al 1% i.a. en el promedio del año.