Economistas, gremios e industrias, en guerra contra el TLC Mercosur-Europa
La contracara del festejo oficial es la preocupación de cámaras empresarias y sindicatos, que temen ser la “variable de ajuste” y sucumbir a la competencia
El Gobierno celebró el fin de una negociación histórica, que demandó más de 20 años de gestiones, entre idas y vueltas. Y un hecho que grafica cómo caló hondo en las filas de Cambiemos la culminación de las tratativas puede ser el audio que el canciller Faurie le envió, desde Bruselas, al presidente Macri, quien en esos momentos estaba en la cumbre del G20, en Japón.
Tratando de contener la emoción y las lágrimas y dejando largos silencios, Faurie felicitó al Jefe de Estado por haber logrado sellar el Tratado de Libre Comercio durante su gestión, ese que le fuera negado a los anteriores gobiernos.
Faurie luego llamó al Presidente y, mientras le daba detalles, abrazó al ministro de Producción, Dante Sica, quien estaba a su lado. Sica fue uno de los funcionarios que con más firmeza defendió la decisión de poner quinta a fondo y cerrar esta dilatada negociación.
Además de asegurar que el pacto entre ambos bloques “es clave porque genera calidad institucional, reglas claras, transparencia y previsibilidad”, aseguró que traerá grandes oportunidades para las empresas argentinas.
“Se alcanza el 30% del PBI mundial, lo que significa que nuestras Pymes podrán llegar a un mercado de 500 millones de personas”, recalcó el funcionario, quien consideró que se trata de “un paso fundamental de nuestra política de inserción inteligente en el escenario internacional”.
Posteriormente, desde la consultora Abeceb –que supo dirigir el propio Sica durante años- aseguraron que el acuerdo -que elimina más del 90% de los aranceles en el comercio entre ambos bloques-, “es una oportunidad para nuestro país, pues asegura el ingreso a un mercado con un ingreso per cápita promedio de u$s36.000”.
Además, en un contexto en el que el mundo está en vilo por el avance de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, para los analistas de Abeceb, el TLC a futuro facilitará la atracción de inversiones.
Todos estos son diagnósticos optimistas que, sin embargo, chocan con la visión que tiene otro sector del aparato productivo y que es compartida por algunos analistas, sindicatos, cámaras sectoriales y figuras de la oposición.
Lo que observan no es tanto la oportunidad que se abre a nivel exportaciones sino los riesgos de sufrir una avalancha importadora, al tiempo que se podría generar una mayor competencia en el mercado brasileño, el destino natural para los productos de Pymes nacionales.
Alberto Fernández fue uno de los primeros en criticar el pacto, al considerar que traerá “perjuicios a nuestra industria y el trabajo argentino”
Desde Red Observar, un think tank conformado por el Centro de Economía Política y el Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior, entre otras agrupaciones- también advirtieron sobre los términos del acuerdo.
A grandes rasgos, el bloque europeo eliminará aranceles para el 93% de las exportaciones que realiza el Mercosur y otorgará un trato preferencial para casi todo el 7% restante. El bloque sudamericano, en tanto, eliminará aranceles para el 90% de los productos que llegan desde el mercado europeo.
El problema –advierten desde Red Observar- es que la UE “no reconoce en ningún tramo el concepto de asimetría entre las partes”.
“Pese a que quintuplica en PBI al Mercosur y más que duplicó sus exportaciones a la región en los últimos diez años, ha obtenido un sinnúmero de concesiones en materia de desgravación de bienes, reglas de origen, compras públicas, servicios y establecimiento y propiedad intelectual”, alertaron.
La conclusión que hacen, es que el objetivo primordial de las potencias europeas fue el de asegurar la apertura del Mercosur para sus productos industriales, mientras que el TLC genera que la Argentina se convierta en un mero proveedor de materias primas.
En la misma línea, un reciente trabajo realizado por el Observatorio de Empleo, Producción y Comercio Exterior (ODEP), que conduce Paula Español, ya había alertado sobre los riesgos de alcanzar el libre comercio con estas potencias: en concreto, proyectan que entran en zona de riesgo 186.000 puestos de trabajo en el sector industrial por la baja de aranceles.
¿Oportunidades o amenazas?
Desde Abeceb reconocen que el cierre de la negociación entre ambos bloques supone algunas amenazas para el entramado productivo.
De acuerdo con la consultora, los sectores que podrían sufrir una mayor competencia importada son aquellos relacionados con la metalmecánica, como por ejemplo la industria automotriz y la autopartista, así como también las empresas productoras de bienes de capital y productos metálicos.
Además, advierten que otras ramas de actividad que podrían sufrir mayores presiones competitivas a mediano plazo son las vinculadas a la industria química, principalmente los laboratorios.
En otro párrafo, los analistas reconocen que un acuerdo de estas características “tiene más chances de ser aprovechado por grandes empresas que por Pymes”.
“Para estas últimas, la integración con la UE puede significar un reto, dado que cuentan con menores recursos para insertarse en los mercados globales y hacer frente a la competencia”, advirtieron.
En paralelo, desde Brasil, el analista Gustavo Segré se manifestó a favor del acuerdo, pero igualmente planteó que “las Pymes van a sufrir si en la Argentina no se avanza con reformas estructurales”, especialmente a nivel carga tributaria, retenciones, leyes laborales y costo del financiamiento.
Desde Red Observar plantearon que la posibilidad de que los gigantes europeos puedan entrar al mercado argentino y brasileño sin aranceles, “debilitará profundamente y hasta podrá desintegrar el tejido industrial del Mercosur”.
Entre las numerosas críticas, por ejemplo, el documento señala que los negociadores argentinos aceptaron eliminar el 100% de los aranceles a todas las autopartes que llegan desde la Unión Europea, que se desgravarán de manera lineal en 15 años.
“Fuimos moneda de cambio”, disparó en diálogo con iProfesional un directivo de AFAC, la principal cámara autopartista.
“El Mercosur quería bajar los aranceles para los bienes agrícolas y lo lograron entregándoles nuestro mercado a los europeos”, se quejó, evidenciando su preocupación.
“Ya con los aranceles que tenemos estamos teniendo muchos problemas para competir, por la carga impositiva, las leyes laborales y los costos logísticos. Imaginate cuando empiecen a llegar los componentes sin aranceles”, agregó.
“Esto, a la larga va a generar que se pierdan inversiones y que las terminales automotrices se provean directamente desde Europa”, sostuvo.
Desde el ODEP estimaron que en el sector autopartista hay en riesgo unos 32.500 empleos. En paralelo, advirtieron que en las terminales se podrían recortar hasta 9.500 puestos.
En paralelo, también hicieron referencia a los efectos que habría a nivel laboral en los llamados sectores sensibles, como textil, calzado, muebles y marroquinería, donde estiman que se podrían perder hasta 47.000 empleos.
Si bien desde Bruselas el secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevere, se encargó de llevar tranquilidad, afirmando que el TLC beneficiará a las economías regionales, hay sectores que también están anticipando efectos colaterales.
Tal es el caso de la industria del aceite de oliva, con fuerte presencia en San Juan, Mendoza, La Rioja y Catamarca.
“Temblamos ante el ingreso sin arancel del 31,5% de los aceites europeos en nuestro mercado interno, en donde ya los encontramos muchas veces a igual precio que lo nuestro, a pesar de la tasa que abonan”, reclamaron desde la Cámara Olivícola de San Juan.
La entidad agregó que están en desigualdad de condiciones, dado que la UE subsidia a ese sector, lo que pondría en riesgo a unas 40.000 familias que dependen de este sector.
Pero no sólo las Pymes o las agrupaciones de economistas K están preocupados por este TLC. Desde la Unión Industrial Argentina también alzaron su vos, dado que hasta último momento nunca supieron qué es lo que se estaba negociando con los delegados europeos, algo que consideran un “disparate”.
En los últimos meses, desde analistas hasta directivos de alto rango de la entidad fabril, si bien siempre recalcaron que era importante integrarse de manera inteligente al mundo, no ocultaron su preocupación de tener que salir a competir contra países con otras realidades muy diferentes a nivel leyes laborales, financiamiento, costos logísticos e índices de inflación.
Los sindicatos, en pie de guerra
A través de un duro comunicado, desde la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, integrada desde el lado argentino por la CGT y las dos CTA, plantearon que el pacto con la UE tendrá “un funesto impacto” sobre el sistema productivo.
Tras criticar lo que consideraron fue una negociación poco transparente, agregaron que la misma no tuvo en cuenta las sensibilidades que existen en materia de empleo, especialmente del lado del Mercosur.
Uno de los puntos señalados es el que se refiere a las reglas de origen flexibles que tienen en la UE. Esto es, ni más ni menos, que la posibilidad que tienen hoy las empresas europeas de utilizar insumos de otros países –como por ejemplo, los asiáticos-. Para los gremios, esto generaría un riesgo de “triangulación” a partir de mercados con “bajísimos salarios y en donde no se respetan los derechos laborales más básicos”.
Desde Red Observar coincidieron con el mismo diagnóstico: son elevados los riesgos de una mayor competencia importada desde el momento en que el bloque europeo tiene criterios flexibles que permiten que mercadería ingresada desde Asia y con un mínimo proceso de terminación obtenga el sello de la UE, pudiendo a futuro ingresar a la Argentina sin aranceles.
Desde la Coordinadora de Sindicatos, consideraron además que es llamativo haber alcanzado un TLC sin haber realizado estudios previos que estimen el impacto a nivel empleo. De modo que plantearon su “absoluto rechazo al acuerdo, en lo que respecta tanto a sus formas como a sus contenidos”.
Frente a las voces críticas que comenzaron a alzarse por parte de algunos sectores industriales y sindicales, desde Cancillería aclararon que el pacto “no implica una apertura inmediata: el 60% de la oferta del Mercosur se desgravará en un plazo de 10 años o más, un porcentaje muy relevante si se considera que otros países con acuerdos con la UE lograron plazos más breves para la mayoría de los productos”.
Además, agregaron que “el acuerdo consiguió plazos extensos para la entrada en vigor de las mejoras arancelarias, lo que permite continuar el programa de transformación productiva y mejora de la competitividad del Mercosur”.
Además, ratificaron que el acuerdo no implica apertura sin contención, dado que le mismo prevé “mecanismos para evitar el fraude en materia de origen y aduanero y establece mecanismos de salvaguardias bilaterales que permiten suspender temporalmente las preferencias arancelarias o reducirlas, en caso de amenaza o daño grave a un sector industrial e implementa un mecanismo de solución de controversias”.
Fuente iProfesional