El presidente de Faima llama a no votar a Milei
El cono del silencio que intentó instalar la mesa chica de la Unión Industrial Argentina (UIA) para evitar pronunciamientos políticos de cara a las elecciones presidenciales, sigue generando una rebelión de cuadros que entienden que en estos comicios se necesita un compromiso y salir a exponer una posición, ante lo que entienden es una amenaza del tándem Javier Milei y Victoria Villarruel.
El último capítulo de ese proceder tiene como protagonista a empresario misionero Román Queiroz, vocal de la UIA y empresario maderero, quien en diálogo con el diario Página 12 afirmó que “llamo a no votar esa fórmula. Con coincidencias y diferencias, la propuesta de Sergio Massa es claramente industrialista. La de Milei es aperturista, lo que para nosotros supone un riesgo muy serio”.
Queiroz, que además preside la Federación de Industriales Madereros (FAIMA), se suma así a la línea de exponerse en una posición que iniciaron el químico de Santa Fe, Guillermo Moretti, vice de la UIA; el salteño José Urtubey, de Celulosa Argentina y ex UIA; y la autopartista bonaerense Carolina Castro, quien publicó un extenso hilo en la red social X explicando por qué es un quiebre democrático y de negocios votar a los libertarios.
“Esto no es Macri o Cristina, es mucho más grave. Milei les dijo a las industrias que o se ponen a tono o quiebran, eso ya lo vimos”, dijo Queiroz. Y agregó que “nos preocupa mucho que no nombre a la industria, que haya faltado a la reunión con la UIA y, sobre todo, su política aperturista“.
El sector de la madera está integrado por unas 6000 empresas en todo el país, en su mayoría pymes. La parte de primera transformación, los aserraderos, están mayormente ubicados en la mesopotamia; y la parte de mueblería en Córdoba, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires. Al sector, las importaciones lo dejan casi afuera del mercado. Cuando ocurrió la apertura que llevó a cabo el gobierno de Mauricio Macri, se inundó la plaza de producto primario de Brasil y muebles terminados de China.
Queiroz conoce el efecto del daño importador en carne propia. En 2016, cuando se abrieron las importaciones, su empresa echó a 82 trabajadores de 220 totales y redujo un turno completo por falta de demanda. Hoy, como casi todos los empresarios industriales, tiene problemas para importar (en este caso resinas), pero sus números sorprenden: “Hoy estamos en récord, con 290 empleados, aún con los problemas que tenemos, estamos trabajando y dando empleo“, contó.