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Energía, la revolución silenciosa

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El primer mapa, de 2019, cuando apenas asumió, muestra a Misiones con cuatro o cinco puntos marcados donde estaban las principales fuentes de generación de energía en Misiones. El segundo, ya más poblado sobre el Alto Uruguay, es de la actualidad, casi tres años después. El tercero, está cruzado con líneas de punta a punta, con grandes ejes trazados en zona sur, norte, centro y este. Es el futuro, a mediano plazo. Es la planificación puntillosa de una transformación que se está dando en silencio en Misiones. Es el paso de la carencia a la planificación, para poder cubrir una demanda energética siempre en aumento, con una economía que marca récords. Esa planificación incorpora nuevas fuentes de generación propia para salir de la dependencia absoluta del sistema nacional, al mismo tiempo que exige obras de largo plazo que necesariamente deberán ser financiadas por la Nación.

Sobre una carpeta con datos, descansa una regla de precisión, con la que Paolo Quintana, en su amplio pero austero despacho, traza las líneas definitivas de las proyecciones que realiza junto al equipo, que lo acompaña en la secretaría de Energía. 

Quintana tiene 38 años, pero varios años de experiencia en el sector privado y una mirada “misionerista”, con la que se identificaba mucho antes de ser funcionario. Tiene claro el rumbo y con una particularidad: cada obra proyectada tiene en cuenta el impacto ambiental. Y otro detalle: le hace ahorrar dinero a la provincia. 

Con esas premisas comenzó un silencioso trabajo que pretende cambiar la matriz energética de Misiones, una provincia que carece de gas natural y que es absolutamente dependiente del sistema interconectado nacional para recibir energía eléctrica. Eso hace que los costos sean altos y que muchas zonas sufran inestabilidad en el servicio o caídas de tensión que afectan la productividad y se demoren inversiones. 

Sobre eso se trabaja y por eso se diseña una cobertura geográfica que va más allá de la extensión de las redes.

Quintana introdujo una energía que no tenía mucha prensa en Misiones, donde se especula desde siempre con la hidroelectricidad -cancelada desde Corpus- y se fomentaba la energía a través de la biomasa. El secretario de Energía se inclinó por la energía solar y tiene su explicación: no hay suficiente territorio ni garantía de abastecimiento para generar suficiente energía a través de la biomasa. La hidroelectricidad no tiene rivales si se hiciera Corpus, pero en pequeña escala no genera lo suficiente y el impacto ambiental es mayor. 

En cambio, la energía solar si permite una mayor expansión y a menor costo, con una generación mayor. El objetivo es generar, a través de la energía solar, 150 MW, un poco más de lo que genera la represa de Urugua-í actualmente y un 25 por ciento de la demanda actual de Misiones. 

Justamente, a poca distancia de la represa se instalará uno de los parques fotovoltáicos más grandes con diez megas y al contrario de lo que pueda pensarse, el impacto ambiental será positivo. Los paneles tienen un componente de silicio que los hace monocristalinos y antirreflejos -utilizados en el parque del Silicon y en Itaembé Guazú y avalado hasta por la Dirección Nacional de Aviación Civil por la seguridad en el aeropuerto-, lo que evita un cambio en el ecosistema de la reserva natural. Una vez que los paneles comiencen a producir, bajará la presión de la represa durante las horas de mayor demanda y eso permitirá que haya una mejor recarga del lago, lo que redundará en una mayor conservación del agua. “Vamos a generar más energía durante el mediodía, para que la represa de Urugua-í no tome tanta agua durante el día, porque toma energía solar y así se mantendrá el caudal de agua, para la noche, que necesita tener potencia firme para alimentar la central hidroeléctrica. Ahí el lago empieza a restituirse un poco, porque hoy en día estaba bajando porque hay seca”, describe Quintana. 

No son las únicas obras en carpeta. Quintana despliega un enorme arsenal de proyectos que están en marcha o diseñados en busca de financiamiento. Los parques solares fueron diseñados en 2020. Este año se pretende llegar a siete y el año próximo otro tanto, en la zona noreste, desde San Pedro hasta Andresito. San Javier ya tiene contrato con la multinacional PowerChina, con un contrato que tiene una cláusula específica: la mano de obra debe ser local. La idea es que además de energía, se cree empleo y se capacite a los jóvenes locales. Materia prima calificada abunda, sostiene Quintana, que dirige un equipo de jóvenes sub 40 conformado por profesionales misioneros, varios de ellos alumnos del propio secretario en la Universidad Nacional de Misiones. “Necesitamos la expertise de otros, que traspasen el know how, pero tenemos el conocimiento necesario para poder crecer acá”, describe. Solo en la construcción de la planta de San Javier se generarán 150 empleos, mientras que la operación permanente deberá tener un plantel de unas diez personas. San Javier aportará al sistema cuatro megas. En los próximos días se firmará un nuevo contrato para otra planta en Posadas, que aportará otros 2,5 megas, la mitad del Silicon. Oberá tendrá su propia planta -el contrato se firmará el 19- con diez megas de potencia. La primera había sido la planta de Itaembé Guazú, apenas con medio mega. La planta de Urugua-í podría ponerse en marcha en noviembre, con otros diez megas. 

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Cada planta tiene su propia ingeniería de diseño, que obedece a la necesidad de energía del lugar y también con el terreno. No todas las plantas aportarán lo mismo y por eso todavía no está determinado cuántas se necesitarán para llegar a los 150 megas. 

A la par de la generación, también se trabaja en mejorar la transmisión. Para eso se utilizarán postes compactos de aluminio para evitar cortes o sobrecargas. 

El nuevo mapeo energético implica una enorme transformación. La línea de 500 kv que entra a Misiones cubre apenas un tercio de la infraestructura necesaria para atender la demanda. Las distancias se cubren con las líneas de 33, pero eso produce caídas de tensión en los extremos. Sirvió hace algunos años, hoy quedaron obsoletas.

Por eso es necesario la modernización de las líneas. Este miércoles, después de intensas negociaciones con Yacyretá, se abrirán los sobres para la puesta en marcha de la línea de 132 que unirá San Vicente, San Pedro y El Soberbio. El costo de la extensión es de 20 millones de dólares, que será financiado por la EBY. “Esas líneas son de 1985. Era un tipo de demanda y un tipo de población distinto. Con esta línea se solucionará, por ejemplo, la caída de tensión que sufre la floreciente industria forestal del Alto Uruguay. 

La demanda fuerte de la provincia se da a media tarde. Cuando se inyecta energía a esa hora al sistema, la demanda empieza a caer y el sistema no se satura. 

El objetivo es llegar a fin de año con 42 megas en plena producción a través de los paneles solares. Cincuenta megas por año, se corrige Quintana, es “un número muy bueno”. “Si saco más, mejor”. Las futuras plantas de Alem aportarán 10 megas, lo mismo que en San Vicente. Pero la de Aurora, mucho más pequeña, solo generará uno, acorde a la demanda local. 

El objetivo de 150 megas es al mismo tiempo, un techo, porque más producción podría generar inestabilidad en la inyección al sistema. Pero es una energía mucho más barata la que se inyecta al sistema. Comprar a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrica cuesta prácticamente el doble. A la compañía nacional se le compra el 80 por ciento de la energía que se consume. Con las fuentes propias, se tendrá energía más barata y se comprará menos. Win-win.

A la iniciativa estatal, los privados le ponen lo suyo. Son varias las plantas de biomasa -como la de Cerro Azul que le vende al Sistema Interconectado Nacional- o las solares, como la de Laharrague o Placas Rivadavia. En ese caso, las que ahorran son las empresas, pero también alivian la demanda del sistema. 

De todos modos, los privados que quieran generar su propia energía están regulados por la Secretaría. Y los requisitos son duros. Seguridad, certificaciones de polvo -que en Misiones abunda- y de impacto, además de regulaciones para las conexiones al sistema. 

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¿Por qué la energía solar por sobre otras? En Misiones se discutía mucho sobre la biomasa y obviamente la hidroeléctrica…

Para mí tenemos que apostar a las tres. Esos tres recursos tenemos en la provincia. Compramos el 81% de la energía y generamos un 19 por ciento. 64% compramos a Cammesa, 14% entra por Carlos Antonio López de Ande, Paraguay, 7% es generación con Diésel, 13% es Urugua-í, 2% es en biomasa. Y hasta ayer, la fotovoltaica era cero. Entonces lo que yo busco es tratar de utilizar las tres, hidroeléctrica, biomasa y solar. La hidroeléctrica no sirve si no es a gran escala, a pequeña escala no hay forma de ganar en costos, a gran escala cuando tenés una represa grande, la hidroeléctrica es la mejor de todas, lejísimos. Todo el mundo dice Corpus, que en algún momento va a salir, porque lo necesita el país. Pero mientras ¿qué hicimos? ¿Seguimos hablando de Corpus o hacemos algo? Hay dos cosas que no están exploradas, solar y biomasa. Empezamos con biomasa y solar las dos, solar lo estamos haciendo. En Biomasa tenemos una división de la provincia, esto acá en zona Sur consume MM Bioenergía, al sur-sur consume Fresa que está en Virasoro -la planta de biomasa más grande del país-, al norte consumen Arauco y Pindó. Queda solo la franja oriental y hay que descontar todo lo que es reserva: Quedan 50 megas a explotar con biomasa residual. O sea, no es la panacea. Sencillamente no alcanza la materia prima y por eso no consiguen financiamiento bancario.  

Con la energía solar se proyecta generar tres veces más. “Podría aportar 50 megas de potencia fija, es un montón. Debería estar, pero debería ser incentivado por los privados que son dueños de los insumos. La Provincia puede acompañar y ayudar, quizás un 50 y 50, pero tiene que venir del privado, para eso son los dueños del insumo”, argumenta Quintana.

¿No necesita ser un gigante?

No, Toll Maderas, está por hacer una central para ellos. Cuando se apuesta al ahorro energético, no necesitas una gran central, no necesitas una gran inversión, que cubra toda tu demanda, sino que cubra una parte de tu demanda y ya estás ahorrando la mitad del costo de producción. Los que buscan solo el negocio, no quieren.

Con las fuentes de generación propia, Misiones podría cubrir 200 megas -150 solar y 50 de biomasa-, para cubrir una demanda siempre en ascenso: el pico de enero fue de 641 megas. “En el verano seguro va a ser más, pero nosotros tenemos que buscar generar. Pero no sólo para ahorrar, sino para aliviar al sistema y hacerlo más estable, que no sufra ni haya cortes, como ocurrió en otras provincias”. 

En paralelo, Misiones comenzó a negociar el ingreso de una nueva línea de 500 KV. “Yo tengo una planificación a 30 años”, explica Quintana. “Con las líneas de 132 mejoramos todo el sistema de distribución interno. Lo próximo es San Isidro-Oberá, que, además, cuando esté lista, Misiones dejará de necesitar dos centrales térmicas, lo que significará un ahorro y un alivio para el ambiente. Después lo otro es Eldorado-San Pedro, y San Pedro-Irigoyen-Andresito. Sirve, pero seguiremos teniendo problemas de tensión en los extremos. Por necesitamos pensar a 50 años. Necesitamos conectar y más potencia. Por eso la línea de 500”.

“Estamos construyendo el proyecto ejecutivo, después hay que buscar financiamiento”, detalla. El proyecto es Fachinal-Alto Uruguay, en paralelo a la línea de San Isidro, aunque también, en forma directa, desde Yacyretá para que no haya problemas de saturación del sistema. 

Así se solucionaría un problema histórico para el Alto Uruguay y la provincia, no sólo por la mayor cantidad de energía, sino porque todo el sistema quedaría anillado. Si hay un corte en una zona, se podrá reconectar por otra. La obra cuesta 500 millones de dólares y necesita financiamiento externo, que se está peleando en paralelo con Yacyretá y la Nación. En silencio, Quintana y su equipo ya trabajan en los proyectos ejecutivos.

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