Herbicidas, las góndolas como trincheras de una atrocidad homologada

Escribe Camilo Furlan

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¿Qué relación hay entre una saludable ensalada de lechuga y los más atroces crímenes de guerra cometidos por la humanidad? Por nada más y nada menos que el destino de las siguientes generaciones es importante desenmarañar juntos esta controversial idea, y progresivamente se irá percatando que de una realidad más triste de lo que se imagina.

Quizás haya oído usted alguna vez de la guerra de Vietnam, una de las tantas en las que los “heroicos” soldados estadounidenses irían a defender su honorable nación de los hostiles campesinos allí residentes. Entre otras tantas atrocidades allí cometidas, se destaca el uso de armas químicas como un recurso táctico, donde se buscaba deforestar el mayor volumen de bosque posible para eliminar el refugio de guerrilleros y volver la agricultura inviable. Se estima que tres millones de vietnamitas fueron víctimas, y 500 000 niños nacieron con malformaciones congénitas como resultado de su uso.

Hablamos del popularmente conocido Agente Naranja. Su funcionamiento es sencillo, se trata de una mezcla de herbicidas que, al entrar en contacto con una cualquier forma de vida, actúan como una letal tormenta de proyectiles microscópicos. A esto se le llama Efecto Cometa, cuya función es “Destruir” el ADN, imposibilitando la división celular correcta y por ende garantizando la muerte a todo ser vivo con el que éste entre en contacto. Además, las moléculas del herbicida se acumulan dentro de las enzimas, imposibilitando así la síntesis de los nutrientes. Sin lugar a dudas, el arma perfecta, tiempo más tarde se prohibiría el uso de estas Armas Químicas debido a los efectos colaterales que arrastraba en el medio ambiente y en la salud de miles de vidas inocentes.

Claro que no tardaríamos en encontrar la similitud entre los términos (Destrucción del medio ambiente) y (Control de malezas). Las corporaciones poseedoras de la “receta” del agente naranja, como Dow Chemical y Monsanto Corporation, conseguirían desarrollar y patentar semillas inmunes a sus herbicidas. Creando lo que hoy conocemos como semillas Transgénicas, vendidas a la par que herbicidas de amplio espectro como el Glifosato (Round-Up), en un mismo “Paquete Tecnológico” para un modelo de producción estrictamente orientado a priorizar la eficiencia por encima de la calidad del producto final.

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El problema con ello, además del inmenso daño ambiental y sanitario que provoca tanto en la ruralidad como en las grandes ciudades debido al Efecto Deriva, es que a largo plazo desertifica el suelo y por ende vuelve imposible la recuperación del mismo. Verá, cultivar no es una ecuación matemática, donde Nitrógeno, Fósforo y Potasio más luz solar es igual a trigo, sino un colosalmente complejo mecanismo de cooperación entre diversas formas de vida.

Sin ir mas lejos, en la absorción mismas de los nutrientes, nos dimos a entender que las plantas “Absorben” los nutrientes tal y como si tuviesen tuberías con bombas de succión. Para ello existen muchas formas de vida, como hongos y microorganismos encargados de llevarle los nutrientes a la raíz tal y como si se tratase de “Fletes”, a las cuales la planta les “Paga” con azúcares obtenidos en la fotosíntesis. En estas interacciones se crean nodos en los que las distintas especies de plantas y árboles intercambian carbono, agua e infinidad de nutrientes, abriendo paso a interminables redes subterráneas que comunican la bastedad de los bosques. Estos “Nodos” son capaces de realizar sinapsis, tal y como las neuronas en nuestro cerebro, dotando a la foresta de una inconmensurable inteligencia, que utiliza para saber sobrevivir a sequías y plagas previamente afrontadas.

Para que podamos tener una idea mas clara al respecto: En la superficie de una pisada humana promedio, hay nada menos que 200 000 Km de “Cables” destinados a la absorción de nutrientes y el tránsito de información vital para el ecosistema allí presente. En cambio, si pudiésemos buscar la más mínima forma de vida en una extensión de monocultivo, no encontraríamos mas que una especie por miles y miles de hectáreas, con algunas “Malas yerbas” que hayan conseguido desarrollar inmunidad al herbicida mediante enzimas mutadas. Ya que al dueño de dicha extensión de cultivo no le interesa más que una certera rentabilidad garantizada.

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Algunas de las semillas mas populares en el rubro son la Soja, el Maíz, Girasol, trigo, entre otras. El 99.9% de los alimentos envasados poseen derivados de estas especies, llevando a la mesa de la población rastros de agrotóxicos cancerígenos, provocando futuras generaciones con malformaciones, retrasos cognitivos severos o distrofias en órganos vitales. Hoy, Monsanto Corporation es conocido como Bayer, curiosamente una farmacéutica provoca enfermedades crónicas para luego vendernos la medicina.

Terminamos normalizando la leucemia, los partos prematuros y la destrucción absoluta del ecosistema, el calentamiento global fruto de la desertificación y la producción de alimentos a mano de empresas criminales. Pero bueno, si es Bayer, es bueno ¿No?

Sin microbiología en el suelo no hay sinapsis, no hay comunicación, ni siquiera una correcta o eficiente absorción de los nutrientes. La tierra de vuelve “Tonta”, creando plantas vacías, crecidas a base de abonos sintéticos e inertes. Somos lo que comemos, hace milenios que la especie se alimenta de manera completa, cultivando de manera orgánica, creando alimentos de verdad. La agricultura de hoy está disminuyendo el promedio de mecanismos de defensa en humanos, afectando seriamente la calidad de los neurotransmisores, “Nos volvemos tontos” lentamente. Priorizar la eficiencia por encima de la salud del consumidor, es uno de los más atroces crímenes que haya cometido la especie. El veneno, envenena, así de simple.

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