La grieta a conciliación obligatoria

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Mucha agua ha corrido bajo el puente sobre simbolismo de la grieta, muchas palabras se han volcado a interpretar las divisiones entre los argentinos pero debemos mirar hacia adelante y no adormecernos frente al diagnóstico.  

Los Docentes, los Futbolistas, los yerbateros, los Periodistas, Darín, Echarri, el Indio Solari, Mirtha Legrand, el Papa Francisco y una lista interminable de personajes han caído en la seducción de la vedette del momento: La Grieta. 

Todos caemos en la grieta, a veces sin estar de un lado o del otro con respecto a algún tema en particular, caemos igual porque cada vez es más grande y más profunda. Cada vez que participamos de una discusión-debate sobre algún tema nacional nos empujamos unos a otros para observar de qué lado de la grieta estamos parados. Y si por alguna razón hay argentinos que se consideran independientes, son tirados al combate de la grieta argentina para resolver las etiquetas sociales.

Son tan agotables estas situaciones cotidianas que nos encaminan a cometer errores no forzados en cuanto a las interpretaciones y resoluciones ideológicas que hacemos del “otro”. La grieta nos condiciona el lenguaje, nos formatea el discurso, construye conciencia social en las sombras. Muchos medios de comunicación disfrutan y sacan provecho de las consecuencias de la grieta, es rendidor en el rating televisivo, es fácil enfocar desde los medios gráficos.

¿Qué puede pasar si continuamos con estos comportamientos?

Vamos a profundizar la grieta como reflejo del sistema político, donde se judicializa la política hasta los límites impensados. Vamos por el sendero de la bronca que desencadena en la furia social hacia el otro. Vamos hacia un estancamiento de los vínculos sociales y laborales que perjudican la resolución de conflictos.

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Es vital llamar a una conciliación obligatoria de la grieta, donde todos los argentinos comprendan que se puede vivir en el disenso y en la diferencia conceptual sin la necesidad de crear rivales ocasionales para conquistar espacios de poder o para avanzar como coalición electoral.

Necesitamos detener la pelota en medio de un juego importante para revisar los desafíos que tenemos por delante.

El gobierno nacional ha intentado una y otra vez conformar la unidad del país, alcanzar la paz entre los argentinos pero no es genuina su intención. No es convocante la postura porque copia los conceptos ya utilizados anteriormente y recae en recetas del pasado que lo único que han generado es abrir la famosa grieta.

El “cambio” verdadero debe provenir desde la sociedad civil aportando los instrumentos necesarios para subsanar la grieta. Debemos trabajar todos los días para resolver los conflictos de otra manera. Por ejemplo: si preguntamos a los docentes que expresen su orientación política es un grave error; otro ejemplo es cuando los cortes de rutas se convierten en un sin sentido donde pocos conocen el reclamo genuino generando más grieta y más bronca.  

Si logramos romper con las acciones hipnotizadoras de la grieta que guían nuestras conductas sociales vamos a lograr cambiar de lógica. Ese “otro” aspira a lo mismo que nosotros aunque por momentos lo vemos más difuso.

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